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Buen ánimo para acompañar a quien necesita de nosotros
miércoles, 24 de octubre de 2007
Felices ustedes los pobres porque van a heredar el reino de los cielos, felices ustedes los que tienen hambre porque serán saciados, felices los que lloran porque van a reír, felices cuando los odien, los excluyan, los insulten, los proscriban considerándolos infames a causa del hijo del hombre. Alégrense, llénense de gozo en ese día porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas.
Mateo 5; 3 – 12
Nos quedó pendiente un paso más en el camino que nos conduce a la comprensión de aquellos que Dios nos invita a acompañar en el proceso de educación y crecimiento.
Amar y decidirnos a amar, darle lugar a la admiración y mostrar el amor frente a los comportamientos que brotan de la virtud de la persona que nos invita a ser comprendida.
El tercer paso es llenarnos de ternura y comprensión cuando vemos que el otro no acierta, no alcanza, es más, fracasa. Se hace torpe su intento. Buscar nosotros llegar con ternura y comprensión y desde ese lugar un oído atento y cordial poder como rescatarlo desde ese lugar donde parece que todo se hunde o se termina o se acaba.
El cuarto paso en éste proceso de crecimiento en la comprensión para ayudar a madurar en lo que Dios nos confía en el proceso educativo es amar y descubrir que mis problemas con los demás y en lo vincular no parten tanto en el proceso de educación que estamos hablando el comportamiento de ellos como si ellos pudieran desestabilizar mi amor, mi alegría y mi paz que como decíamos ayer son como un regalo del Espíritu. Como tal su existencia de estos dones no debería depender del actuar de los otros sino de mi mismo.
Cuando vamos haciendo un camino de acompañamiento de una persona que se nos confía por naturaleza porque somos papá, mamá o porque la gracia de Dios nos la confía en el acompañamiento en el Espíritu del otro. A veces en el reiterarse en el error, el caer una y otra vez, el ver lo que el mismo cuando se ve frustrado en su intento ha bajado los brazos y se ha estancado en su querer crecer nos inquieta, quiere robarnos la alegría, el amor, la paz y nosotros también bajamos los brazos y el vínculo comienza como a deteriorarse.
Pero es justamente la actitud del otro lo que debe ponerme en ésta situación. Es mi capacidad de comprensión, renovada, reforzada la que me puede ayudar a no entrar en ese círculo vicioso y parado en ese lugar de comprensión ayudar al otro que se entienda mejor y de un entenderse mejor poder dar un paso en el crecimiento.
Para que nos entendamos necesitamos a veces alguien que nos entienda. Parece una contradicción pero es así. Esto se ve claro en los procesos terapéuticos. En un proceso terapéutico el terapeuta lo que hace es hacer como una caja de resonancia de una asociación libre de ideas que tienen que ver con la realidad de lo que le acontece a uno por dentro que en ese espacio, en ese ámbito vincular como es el ámbito terapéutico uno desde la escucha del otro va aprendiendo a escucharse y en el escucharse va aprendiendo a entenderse.
El problema de lo trunco en el camino de crecimiento está justamente en el momento en el que nosotros nos hemos desprendido de nosotros mismos, hemos perdido la capacidad de entendernos. Difícil de encontrar el rumbo si no me comprendo, si no me entiendo. En éste entenderme necesito de la escucha de otro a veces de la capacidad de contención de otro que ayude justamente a esto que ayude a ese recuperar el quicio que es como el eje de la propia existencia.
Cuando yo como educador bajo los brazos ante ésta actitud de ponernos frente al otro en un lugar de espejo donde se pueda ver la relación educador educando se deteriora y el vínculo comienza también a sufrir sus consecuencias.
Hay que saber guardar el lugar de uno pero no como quien hieráticamente , como una posición forzada, como una actitud disciplinar preestablecida se autodetermina a si mismo en ocupar el lugar que le toca, sino como quien desde adentro trabaja ésta actitud, como quien desde el corazón elabora ésta disposición.
El hecho de ser papá, el hecho de ser mamá, el hecho de ser sacerdote que tenemos también el título de paternidad no nos está dado de forma regalada. No es como una cosa asegurada porque dimos a luz un hijo o porque recibimos la gracia de la ordenación en un momento. Es algo a conquistar y esa conquista es un trabajo interior. Lo mismo pasa como educadora o educador.
No es suficiente el vivir de rentas, de lo que uno estudió o se preparó, de cuanto apoya la bibliografía con la que uno se vinculó, de los cursos que uno hizo, de la capacitación que uno puede hacer para actualizarse. Es una disposición antes, es decir es un corazón educador el que debe ponerse en juego y esto no lo regala nadie. Esto se trabaja en lo de todos los días como disposición básicamente de vínculo con la persona que nos es confiada.
Este lugar de vínculo crece cuando nosotros sabemos sobreponernos a las dificultades que el otro presenta en su camino y sin bajar los brazos nos ubicamos una vez más en aquel lugar donde el otro necesita entenderse, reubicarse, necesita encontrar su lugar, ese lugar de la contención el que se nos pide y esto es una gracia grande que Dios da, pero también un trabajo importante que nos toca cada día.
Un hombre que se cambió de pueblo porque cambió de trabajo visita su futura ciudad y recurre al sabio de la ciudad. Luego de saludarse amablemente le pregunta: ¿ seré feliz viviendo en éste pueblo? El sabio antes de responder se interesa por su vida actual y le pregunta si es feliz en el pueblo donde vive. Este buen hombre responde que no es feliz, que en su pueblo la gente es muy egoísta y mezquina, es fría, es indiferente frente a los demás y que está muy contento de verse obligado a cambiar de pueblo.
El sabio se pone serio, más bien triste y le dice que lastimosamente éste pueblo se parece mucho al suyo. Está también marcado por el desamor.
Vino después otro hombre, con motivos similares visita al sabio, le hace la misma pregunta. El sabio se interesa también por el y por su pueblo. Este buen hombre lagrimea al decir que el pueblo que deja, que abandona es maravilloso y que el vive rodeado del afecto de su familia y de sus vecinos y de las autoridades.
El sabio sonríe ésta vez y le dice tengo una buena noticia para darte. Nuestro pueblo es notablemente parecido al tuyo. Vos aquí vas a ser feliz como en tu pueblo.
¿Cual es la moraleja de ésta historia? Que es de acuerdo a la disposición que tenemos interiormente lo que podemos vivir como educadores en relación a los momentos críticos en el vínculo educativo. Que es justamente como yo tengo internalizado mi lugar, mi rol, mi servicio, lo que de alguna manera determina, lo que hace que mi relación con el educando en momento crítico sea positivo o negativo. Pasa a veces que un buen profesor, una buena maestra, un buen educador llega al aula con toda su sabiduría pero anímicamente con una disposición no del todo positiva y ante la primera circunstancia crítica que surge en el aula pareciera que toda la biblioteca que le asistía que lo acompañaba en su sabiduría se cae, se derrumba y los libros quedan por el suelo y las posibilidades de reaccionar positivamente ante la demanda educativa también queda como frustrada.
¿Donde estuvo la dificultad? ¿En que no aprendió bien las lecciones para dar?. ¿En que no era lo suficientemente buena la educación que recibió como educador futuro? En que su pedagogía quedó como mal parada, no quedó en su disposición anímica. Es como llegó, como entró, es con lo que venía.
Para poder entenderlo al otro hay que tener una buena capacidad de disposición positiva. Es solamente cuando nosotros estamos bien parados como podemos ayudar a otros a que se paren bien en el camino y éste bien pararse no es una pose, no es un título, no es un nombre, no es un apellido, es un trabajo constante, es una construcción permanente.
Me gusta en éste sentido escuchar a los deportistas cuando afrontan una nueva competencia después de haber adquirido un buen logro en competencias anteriores dicen: todo empieza de nuevo. No hay título que valga, la verdadera cuestión se ve en el juego, como diciendo no vale decir que uno tenga crédito en lo que conquistó antes para asumir lo nuevo que se viene.
En éste sentido el proceso de formación constante del educador es muy exigente y el trabajo interior es muy fuerte. En cuanto a buena disposición, en cuanto a apertura, en cuanto a renovación, si en lo profesional, si en lo técnico, si en lo pedagógico, si también en el ámbito de la actualización en relación a lo que ocurre y acontece en la cultura en el mundo pero también interiormente en relación a toda ésta adquisición de conocimientos, de herramientas, si no van acompañadas de una disposición interior positiva de ánimo la lectura que podemos hacer de la persona que se nos acerca para que la acompañemos puede tener como efecto lo contrario de lo que se nos confía en su crecimiento, su madurez, su desarrollo.
Para una buena capacidad comprensiva del otro hace falta una buena actitud positiva de si mismo ante la vida en su conjunto. Y ¿como se hace cuando la vida en su conjunto nos pega una bofetada, como hago para afrontar lo cada día se me confía, como se hace para estar interiormente en actitud positiva bien dispuesto cuando yo vengo con una carga negativa mal dispuesto.
Este es el trabajo y tal vez sea éste un secreto para el propio crecimiento ante el desafío de lo que se nos presenta por delante si en la actitud de servicio desprendiéndome de mi mismo con espíritu mortificado que quiere decir con capacidad de morir a mi mismo, soy capaz de desprenderme, de desalojarme interiormente de lo que en lo negativo viene como a interferir en mi relación educativa seguramente en ese esfuerzo yo encontré respuesta a lo que a mi particularmente me traía de manera negativa al encuentro con quien se me había confiado. Es dando como se recibe y la alegría está en eso en el dar de todo corazón.
En éste sentido los santos nos ofrecen un montón de buenos ejemplos y testimonios. Veía el otro día la vida de San Juan Bosco: una producción de la RAI exquisita. Increíble como en la actividad fuerte del comienzo de tarea de la fundación de los salesianos, éste instrumento que Dios eligió, Juan Bosco, encontraba siempre un motivo por el cual superar las dificultades que se le presentaban y eran muchas: las de la Iglesia, las del Estado, que no los habilitaban para el servicio, las que tenían que enfrentar con respecto a la seguridad de los niños que vivían en la calle.
El cura siempre encontraba algún motivo para ir para adelante y básicamente era la fuerza que encontraba él en la oración.
Y esto se repite en la vida de los santos. Pensemos sino en éste educador del confesionario que ha sido el Padre Pío de Pietralcina. Los relatos de su biografía muestran al Padre Pío en combate fuerte contra al espíritu del mal diría yo cuerpo a cuerpo.
En la vida de los santos todos esto es así pero en el Padre Pío es como muy claro esa lucha como se da esa lucha. Justamente en esa lucha interior donde el empieza a encontrar camino para abrirse y abrir al otro a las luchas interiores y a las oscuridades en las que vive.
Como aquello de que el Buen Pastor que atraviesa por oscuras quebradas es capaz de guiar al pueblo que se le confía que va por oscuras quebradas. Hay una parte del proceso de madurez de las personas que Dios nos confía a nuestro cuidado que para poder entender por donde pasa el otro hay que pasar de alguna manera por ese mismo lugar, que es el lugar común donde todos y cada uno de nosotros nos encontramos cuando queremos dar pasos de madurez y de crecimientos.
Miedos, incertidumbres, ganas de crecer y al mismo tiempo desánimo que cuando ocurre. Cuando una persona crece, como dice San Ignacio, empiezan todos los discursos que van como queriendo impedir ese crecimiento.
Cuando vamos de bien en bien, dice San Ignacio, empieza el mal espíritu como a querer desalentarlo en el camino.
Eso pasa. Analizá tu crecimiento. Tu búsqueda de superación. Como desde adentro y a veces desde adentro y desde afuera en la lucha interna y en la externa empieza como a moverse la cosa en términos. No solamente hasta donde vos tenés que ir. Es justamente en el saber vencer esos momentos donde vamos aprendiendo a crecer.
Cuando se nos confía alguien hay que pasar por éstos lugares. Es imposible educar sin haber hecho un proceso personal de crecimiento y madurez.
Porque en esto lo testimonial que no hace falta publicarlo en ningún lado, que está puesto a la vista, que cae por su propio peso tiene más fuerza que cualquier discurso. Tiene más poder que cualquier palabra, cualquier arte en el educar.
Es el testimonio el que hace que una persona pueda constituirse en un sabio conductor de lo que se le confía en un proceso educativo. Como decíamos ayer, no basta ya decir haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. No alcanza. No solamente no alcanza sino que es contrario a cualquier enseñanza que queramos dejar establecida en el corazón del otro y ¿que se pide de nosotros? Que seamos competentes solamente en nuestra materia. No. Que seamos íntegros.
Porque la persona no es solo cabeza o solo corazón. No es solo relación con los demás o solo vínculo con lo eterno. Es psicosocialmente un ser llamado a vivir de manera plena y hay dimensiones que son sociales en la vida personal y dimensiones que son religiosas en la vida personal, hay dimensiones que son del trato en la profesión, de la competencia en lo propio en la vida personal y todo esto debe estar integrado en un yo, en una persona que tenga la posibilidad de constantemente presentarse como quien puede acompañar, como quien puede guiar.
Se nos pide consistencia en éste sentido. Y la consistencia no es ideas claras y distintas como sostiene de suyo el pensamiento ilustrado. Es mucho más que eso. La consistencia es una persona integralmente viviendo de forma plena lo que está llamada a ser y de ahí si que nos podemos animar a educar y si no lo tenemos todavía a esto que estamos proponiendo que lo busquemos en nuestra reposición, nuestra repropuesta de ser buenos educadores
La alegría nos posibilita poder recorrer esos caminos difíciles que debe animarse a recorrer uno que se decide a cargar con el peso del crecimiento de otro. No estamos diciendo cargarlo al otro sino con el peso de acompañar el proceso de crecimiento del otro, porque esto es un peso.
Un peso que supone paciencia, pedagogía, que supone mucha escucha, que supone atención, saber donde el otro está para llevarlo a donde no está en la medida que queramos abrirles caminos para que crezcan. La alegría ¿porque es un valor clave para esto?. ¿Porque la felicidad y el gozo que deben estar presentes en el educador es clave?
Porque sin la alegría el rostro se nos deforma, sin alegría la voluntad de lucha languidece. El alma se nos muere. La salud, nuestra salud y la saludable propuesta educativa que estamos llamados a hacer es en gran parte amiga, compañera de camino del gozo y la alegría
O cambia la cara o cambia de gurú le dijo un maestro a su discípulo y la verdad sea dicha que el dicho un santo triste es un triste santo tiene vigencia todavía.
Si la santidad es la propuesta de plenitud como modelo de vida a alcanzar entonces tiene que estar acompañada de la alegría.
De hecho en el Evangelio que hemos compartido hoy al comienzo de nuestra catequesis Jesús nos mostraba allí un rumbo y nos hablaba de la dificultad que surge de la pobreza, que surge del dolor , del sufrimiento que trae consigo aparejado la lucha de lo cotidiano. Jesús nos decía también que esto podía multiplicarse, éste dolor, sufrimiento, por persecuciones, por quien hablara mal de nosotros, porque íbamos a ser injuriados.
Pero a éste costado agrio de la vida, Jesús les dice: sean felices, bienaventurados ustedes y no es que Jesús se nos esté burlando o que macabramente nos esté diciendo cuando pasas por ahí tenés que ser feliz con una autoexigencia imposible para nuestra frágil naturaleza humana.
Es que solo en la medida en que seamos felices el llanto se transforma en gozo, la pobreza es la gran riqueza, la que cuida todos los bienes, decía Santa Teresa. La austeridad y la pobreza, decía es como un muro que cuida todos los bienes que Dios nos ha regalado. La persecución es la identificación con Jesús.
Así trataron a los Profetas. Solo cuando nosotros tenemos el ánimo en alto, alegres, felices, contentos, las dificultades se transforman para nosotros en una gran oportunidad, en una gran posibilidad, son la ocasión para.
Por el contrario cuando uno está caído, triste, desalentado, desanimado, con pesadumbre en el corazón sin buen ánimo, con mal espíritu digámoslo así sintéticamente todas las oportunidades que se nos presentan en la vida para ser lo que estamos llamados a ser pasan como un tren que llegó a la terminal donde estábamos nosotros diez minutos antes. Es decir no tenemos la posibilidad de subirnos a el. Y la vida todos los días te da esa oportunidad.
El poder engancharte en el tren de la alegría, del gozo, de la felicidad, de la plenitud. El poder aprovechar cada momento como una gran oportunidad que Dios te regala tiene mucho que ver con ésta disposición interior de ánimo, con ésta actitud positiva frente a la vida que la trae un don que viene del cielo. Es la gracia de ser alegres y felices
Contento Señor contento, decía el Padre Alberto Hurtado cuando todo se atravesaba en la búsqueda de los más desposeídos en Chile para los que el fue armando un hogar con el nombre de Jesús, el hogar de Cristo.
Cuando nuestro ánimo está alegre éste caminar por los senderos oscuros por donde tenemos que caminar para acompañar a los que van por esos senderos oscuros llena de luz la noche. Llena de luminosidad la oscuridad. Cuando tu corazón está alegre no hay crisis que pueda con las grandes oportunidades que te ofrece la vida en ese momento tan doloroso que estás atravesando.
A nuestra nación particularmente le falta para mi gusto una cuota de alegría que está en la frontera un poquito más arriba a la derecha del mapa siguiendo por ese país grande con el que competimos futbolísticamente mucho. Si hiciéramos una mezcla entre éstos dos países realmente que potencia mundial. Entre lo sesudo de lo nacional argentino y la fiesta brasilera que combo, que bueno. Cuanto de alegría nos hace falta para afrontar lo que se viene con decisión y determinación.
El buen Espíritu, el gozo y la alegría se derramen particularmente sobre nuestro pueblo.
Padre Javier Soteras
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