Caminar la soltería desde el Señor

jueves, 18 de junio de 2009
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Está el Padre Daniel Nardini, párroco del la Parroquia “Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa”, asesor de Cáritas y capellán de la cárcel de mujeres en Bowen, en la ciudad del Córdoba, para compartir con nosotros. Vamos a darle inicio formal al tema para que caminemos, y no solos, por eso, hemos planteado este tema que tiene relación con lo charlado el martes pasado. El martes pasado hablamos de la soledad, compartíamos distintas instancias: una soledad positiva, una soledad amarga.
Vamos a compartir poder entender la realidad del la soltería. Este no tener pareja y estar en ese lugar, ¿cómo vivimos?, ¿cómo caminamos? Quienes estamos haciendo ya el camino de consagrados, de casados debemos atender a los que vamos a compartir porque es un tema que a muchos nos toca, ya sea por la realidad que vivimos nosotros, como también la posibilidad de poder colaborar con otros hermanos que están viviendo desde este lugar.
Estando en Bariloche, aproveché la oportunidad de tenerlo al Padre Fernando Maletti, obispo de Bariloche, y le pregunté a él sobre la soltería: si la soltería era un camino vocacional, si la soltería era un camino al cual también el Señor nos iba llamando. Ésta es la primera parte de lo que él nos contaba. Para iniciar, te pido que prestes atención a lo que el Padre Fernando Maletti nos decía:

– Bueno, la vocación entre lo que Dios quiere y lo que nosotros elegimos. Y esto se traduce en lo cotidiano en que lo mejor que nos puede pasar en la vida es lo que Dios quiera. Y eso es que la mejor suerte que podemos correr es correr la misma suerte que Jesús. A partir de ahí, el estado civil de una persona no es lo que te conduce a la felicidad como si fuera fruto de una obsesión, sino como el interactuar, por un lado, la realidad y las circunstancias y, por otro lado, en el libre albedrío de cada persona, como cada uno va encarando la realidad. A partir de eso, hay mucha gente, no frustrada, sino realizada que es soltera, no solterona. La “solteronía” es una frustración. Soltera es una realización. Son esas personas que no se han consagrado en el matrimonio, a una mujer, a un varón, a una familia, a unos hijos, por esas cosas de la vida hubiese querido, pero no salió. Y tampoco se consagró en una opción de vida, de consagración religiosa o sacerdotal o en un instituto secular o una consagración laical, sino la Soltería.

-¡Qué iluminador lo del Padre Fernando! Yo me hacía la pregunta cómo vivís vos que no tenés pareja, por distintas situaciones de la vida que están ocurriendo, que pasan, por distintas, situaciones en las cuales vos vas descubriendo esta vida y sabés que estás en búsqueda de una persona con quien compartir tu vida. Por eso, cabe hacerte la pregunta ¿cómo lo estás viviendo? ¿Vos vivís este ser soltero como que vas en búsqueda de lo que Dios quiere para vos de una manera digna en la cual ves que hay esperanza para ir rehaciendo la vida? ¿O lo sentís como una frustración? ¿Sentís como un rechazo al corazón?
Quienes vamos caminando por otro lugar también podamos compartir cómo lo hemos vivido porque, en una de esas, quizás, el compartir nuestro testimonio de cómo lo hemos vivido puede darle muchas luces a hermanos que van por ese camino y muchas veces piden mucha ayuda para vivir lo que se está viviendo.

Vamos a darle la bienvenida el Padre Daniel Nardini.
Nos dice una mujer en una entrevista: “En todas nuestras reuniones se hablaba de perder el tren de la maternidad, de la pareja que no llegaba, de las salidas fallidas, de los hombres que no se comprometían, de la opción Realización personal vs. Familia”. Esta mujer tuvo una vivencia de estar sola y contaba: “Nos mirábamos con mis amigas de treinta y pico y decíamos “¿Qué nos pasa? ¿Por qué no encontramos a alguien con quien estar y compartir la vida? Porque la frase “estar solo” no significa estar solo, sino ser solo. Es ponerse a pensar qué es lo que una quiere de su vida porque para poder estar de a dos hay que saber cómo se quiere y cómo se puede estar con una misma,
es cuestionarse qué prioriza una de la vida, cómo se abre a esa vida porque muchas  veces esta soledad se retroalimenta: una se da manija con el tema y, en vez de abrirse, se va metiendo más para adentro y ni qué hablar si se juntan varias en una misma situación”.
Los números de la soledad nos dicen que hay cada vez más gente que vive sola y nuestro país no es ajeno a esta realidad. En la Argentina hay nueve millones de solteros, un millón doscientos mil divorciados y un millón setecientos mil viudos. Se estima que para el 2010 un 20% de los hogares argentinos serán unipersonales. Estos números de la realidad, estas soledades, padre, estás búsquedas, en este caso yo ponía el ejemplo de una mujer, pero también encontramos de los dos sexos, varones y mujeres, que van caminando, que van buscando a Jesús y se encuentran con esta realidad, a veces, en muchos casos, que duramente desespera y se pregunta ¿cómo es la cosa?. Padre, están los que se casan, están los que se consagran al Señor, ¿y los solteros? ¿Será una vocación? ¿Es una vocación la soltería? Yo permanezco en este lugar y sufro una cierta tensión y me pregunto cómo vivir esta realidad.

-Creo que hay que hacer varias apreciaciones, pero desde una óptica, que es desde dónde queremos responder nuestra realidad. Yo puedo responderla desde la psicología, desde la sociología, pero como cristiano debo intentar mirar mi vida a la luz de Aquél que me ha creado, que me ha llamado y Aquél que en el llamado me ha dado el sentido de mi existencia.

– Ésa tiene que ser mi clave de interpretación sobre mi realidad.

-Yo sugiero, me parece que ése es el lugar donde uno va a encontrar la mayor luz y por dónde normalmente uno puede transitar, no sé si con las seguridades ciertas, pero sí con las seguridades del amor de Dios. Me parece que la Soltería, si nosotros la planteamos dramáticamente, puede ser causa de derrota, de frustración, de sinsabores. Pero también puede ser, mirándolo desde la perspectiva de la fe, la apertura espiritual a una plenitud mucho más profunda.
Pedro en una de sus cartas dice, citando al texto del Levítico: “Sean santos como Yo, vuestro Dios, soy santo”. Ésta es la primera y fundamental- y casi única- llamada que tenemos los hombres: la de ser santos, llamados al Amor. La santidad es la plenitud del amor. ¿Por qué? Porque es la plenitud es la plenitud de Dios en el corazón, porque nuestro corazón ha sido tomado por Dios. Cuando el corazón ha sido embebido de tal Manero que yo no puedo entenderme si no es en la clave del amor, de este amor creador y salvífico que nos da el Señor, que nos dona el Señor, difícilmente pueda encontrar otra razón para caminar en este tiempo de prueba que es la Soltería. A veces, ciertamente, nos cuesta interpretarnos a la luz de la fe porque culturalmente y socialmente nosotros muchas veces en nuestra vida religiosa hemos hecho en camino inverso: hemos tratado de acomodar la fe a lo que nosotros somos. Y el proceso es inverso: la fe nos acomoda a lo que verdaderamente somos. Es decir, la fe es la que nos acomoda, nosotros no nos acomodamos a la fe. Podemos utilizar un montón de cosas en orden a la vida de la fe, pero ciertamente, el verdadero encuentro con quién soy y para qué y por dónde debo ir es ese encuentro vivo con el Dios vivo, no hay otro modo.

– “¿Qué hice para que nadie me valore?” empiezan a dar vuelta estas cosas.

– Lo que pasa es que buscamos como solteros. ¿La soltería qué hace? Me encierra en mí mismo. Y, cuando más voy encerrándome en mí, menos voy a dar lugar para la posibilidad de que otro enganche.

– ¿Desde dónde me paro, padre?

–  Desde la Libertad. Ser libre frente a uno mismo porque “La Verdad te hace libre”, dice el Señor en el Evangelio. Hay que ser profundamente libre para poder aceptar que el amor es amar lo distinto, no lo que yo quiero que ame. El sentido de la profundidad del amor es cómo Dios nos ama. ¿Cómo amó Dios? “Dios amó tanto al mundo que envió a su hijo al mundo”, “Aquél que, siendo rico, se hizo pobre, que, siendo Dios, se hizo hombre”. Es decir, desde esta aparente contradicción, encontramos el sentido profundo. Cuando uno “busca” difícilmente encuentre lo que busca porque busca de acuerdo a sus parámetros. En cambio, cuando uno “se deja encontrar”, es distinta la experiencia. Cuando yo busco, busco según mis parámetros, mis apetencias, mis necesidades, lo que a mí me hace falta. Cuando yo vivo mi vida en clave de donación, de entrega, el amor me encuentra.

-Hay un testimonio. Ella nos dice: “Hola. Ser soltero o soltera no es tan malo, tiene sus ventajas. Aprendés a conocerte a vos mismo acerca de tus capacidades y debilidades, te ayuda a darte a los demás en actos que los matrimonios no tiene tiempo para eso: hacer la caridad, participar en grupos de ayuda por más tiempo, disfrutar un poco más de la vida. Hay muchas cosas de las cuales debemos estar un poco orgullosos de ser solteritos. Soy soltera. Me he enamorado, pero soy feliz siendo soltera. Debo eliminar cualquier malestar del pasado para conseguir la sanación de recuerdos y tratar de crecer espiritualmente para tener mucho que dar a esa linda persona que Dios ponga en tu camino para compartir tu vida. Si andás dejando un poco de vos en cada relación que tengas, cuando llegue la persona idónea para compartir tu vida, no tendrás mucho para dar porque parte de ti está en cada uno de ellos con quienes te has entregado.” Éste es el testimonio de una soltera, cómo ella lo va viviendo. Algunos elementos importantes uno puede ir tomando: esta realidad que ella vive la busca vivir en esta clave de la oblatividad, de la apertura.

– Claro, todos hemos sido solteros. El tema no está en que uno “sea” soltero, sino que piense que ése es su estilo de vida para siempre. Aquello que decíamos: cuando Dios crea al hombre a su imagen y semejanza, crea al hombre varón y mujer. Dice: “Vayan, sean fecundos, multiplíquense y dominen la tierra”. La fecundidad de la vida es lo que podemos identificar con la fecundidad. ¿La fecundidad cuál es? La fecundidad como Dios es fecundo. ¿Cómo es fecundo Dios? En el amor, regalando vida, engendrando vida. Por eso, aun quienes hemos hecho una opción de no casarnos- ya vamos a tocar el texto de Mateo 10-, aun si nosotros no tuviéramos esta dimensión de fecundidad en nuestra vida, como sacerdotes, consagrados, religiosos, es decir, una fecundidad que se note feliz, que transmita felicidad de lo que vos sos, entonces, también estaríamos siendo infieles a aquello que el Señor nos ha regalado como vocación.

– Dice Mateo, 19: “Hay quienes han renunciado al matrimonio por el Reino de los Cielos. Que lo comprenda aquél que pueda comprenderlo pues no todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquéllos a quienes se les ha concedido”. Esto en relación concreta y clara al celibato. Lo podemos aplicar también a quienes han hecho una opción por vivir solteros, con una dedicación a la profesión o al servicio del bien social.

– Retomo la pregunta que te había hecho en torno al texto en el cual nos dice Mateo, 19: “Hay quienes han renunciado al matrimonio por el Reino de los Cielos. Que lo comprenda aquél que pueda comprenderlo pues no todos comprenden esta enseñanza, sino sólo aquéllos a quienes se les ha concedido”. La tradición de la Iglesia hace referencia con esto a la gracia del celibato- que no es el tema-, pero quería preguntarte si también se puede aplicar a quienes han hecho una opción por vivir solteros con la dedicación a una profesión, servicio o bien social, ¿cómo sería esto, padre?

– Yo creo que el texto nos da como una clave de interpretación: la causa siempre es el Reino de los Cielos. ¿Por qué? Porque el Reino de los Cielos va a ser la plenitud de mi vida, el modo cómo yo voy a alcanzar el cumplimiento de esa vocación a la cual el Señor me ha llamado, que, como decíamos, citando a Pedro, es la Santidad. O la Iglesia nos enseña también en el LUMEN GENTIUM: “Toda la Iglesia, todos los que pertenecemos a la Iglesia, estamos llamados a la Santidad”. Y éste es un punto que es central, medular, porque esto es lo que hace que nosotros podamos descubrir nuestra vida en la amplitud que el Espíritu la va guiando. Por eso, la Iglesia siempre, en sintonía con la Sagrada Escritura, va respetando lo que es Espíritu va suscitando en cada uno. Por eso, hay que discernir el camino en el cual yo quiero comprometer mi vida para saber si verdaderamente es una llamada, un modo de responder o estoy simplemente sintiéndome cómodo, no me comprometo con nada, estoy tranquilo. El Reino de Dios, trabajar por el Reino siempre me va a dejar inquieto. Así como un padre de familia o una madre tiene que vivir su realidad como esposo, como esposa, como trabajador en la inquietud de vivir en la Iglesia doméstica, aquéllos que viven o quieren vivir sin una consagración matrimonial su vida también tienen que tener este otro horizonte, que es el horizonte del Reino de los Cielos. Si no, hay que, como dice el mismo texto, ver si han sido, en algunos textos dice “castrados” desde el vientre de su madre o los castraron los hombres. A veces pueden ser que las heridas de la vida, como dice el refrán “Aquél que se quema con leche ve la vaca y llora”. Puede pasarnos a veces que en nuestra existencia muchas opciones que hacemos estén marcadas por esto. Me parece que la dimensión que nos abre este texto de Mateo es la dimensión a mirar nuestra vida, porque siempre la Palabra es un desafío, algo que me interpela. Es mi opción. Esta decisión que yo hago, ¿es comodidad? ¿Es un anhelo? ¿Un compromiso de santidad en sintonía con la vida del Reino?

– También puede pasar que estoy discerniendo y descubro, padre, que el Señor me llama a encintrarme con otro, por ejemplo, en el matrimonio y no llega ese otro. Y nuestra realidad de solteros será un tiempo de espera y por ahí uno desespera. Y en ese tiempo de desesperación uno se va preguntando distintas cosas: esto que decíamos de sentirse rechazado, de caminos que van enturbiando o empañando esta vivencia que estoy teniendo tan fuerte. Son distintas las situaciones que se van viviendo, pero creo que es iluminador esto que vos decís, padre, de desde dónde hago yo esta opción de estar solo. ¿Por comodidad? ¿Lo hago porque hay ciertas heridas en mi corazón que todavía no han sanado y me cuesta encontrarme con otro? ¿Realmente siento el llamado? ¿O tengo miedo de una consagración especial a Dios? ¿O de una consagración y siento el llamado? Esto está tocando el tema de la vocación, que no es el tema específicamente.

-Pero el tema vocacional siempre va a tener que estar como horizonte en nuestra vida. Pasa que nosotros nos hemos acostumbrados a vivir muy rápidamente y, a veces, muy superficialmente nuestra vida. No digo con mala intención, sino porque, a veces, la vida nos pasa por encima con las preocupaciones, con tantas cosas que hemos creado sobre nosotros mismos y tantas exigencias que nos hemos puesto. La vida pierde el detalle gozoso de lo simple también como un modo de ir olfateando por dónde yo quiero mi vida. A veces no nos animamos a vivir la vida que queremos.

– Dice un testimonio, el que leíamos al principio: “Hoy una mujer de 30 años o un poco más, quiere tener una pareja, estar acompañada. Las que se animan a decirlo y las que, de alguna manera, se construyen un mundo aparte para suplirlo o disimularlo, haciéndose adictas al trabajo, renegando de los hombres en todas sus formas o diciendo que nada les da más placer en su vida que comer fideos solas en la cama. Se construyen un mundo que las recubre, pero creo que todas quieren tener a  alguien a su lado. Hay muchos corazones solitarios. El tema es preguntarse ¿por qué no se pueden encontrar o qué pasa cuando se encuentran?”  Estas preguntas las hace una persona que no está hablando desde la fe, pero sí desde lo meramente humano. El tema del compromiso también ha dado mucha vuelta. Son distintos factores.

– Y esto va a ir, Cristian, como en una tendencia cada vez preocupante. No porque haya más solteros, sino porque va a haber cada vez más gente que no sabe lo que quiere de su vida y eso es lo problemático. Porque esta falta de compromiso, entusiasmo por vivir en profundidad en el compromiso del desafío de la donación, del amor, de la verdadera libertad, de la renuncia, del sacrificio. Esto hoy no está presente. Y en toda opción, en toda opción tenés que vivirla. Y aun cuando vos creas que quedándote soltero la vas a evitar, eso te va a traer angustia y amargura. En tu vida de opción, de vocación realizada o “en camino de” o de discernimiento te va a ser, quizás, una espina. Pero las espinas se sacan.
Pero me parece que es bueno reflexionar cómo estoy yo parado frente a mi vida.

– Yo quería compartir, padre, un audio de la conversación que tuvimos con Monseñor  Fernando Maletti, que va agregando algunas cosas sobre este camino desde dónde también se puede vivir la soltería, en algunos casos, como una situación que es pasajera; en otros, como situación que se ha optado. Habrá que ver si eso es lo que verdaderamente discerní y desde dónde lo hice.

– “La soltería que, en todo caso, el podríamos decir la persona que no ha renunciado al amor, sino que lo vive desde un modo y a partir de un punto de cocción especial, más personal. ¿Cómo doy amor a los demás? A partir de una libertad que me da el no compromiso de una consagración religiosa o sacerdotal y el no compromiso de una consagración matrimonial. Y, por lo tanto, dedicarme a los demás y ser feliz haciendo felices a otros. Todos conocemos muchísimas personas que, siendo solteras, hacen mucho bien a los demás, son muy felices y como que cronifican una vida de donación, de entrega, de apertura, de generosidad, de poner el centro de gravedad en nosotros”.

– Es lo que venimos hablando. Recién vos decías la Santidad, la vocación a la Santidad. Prestemos atención: la Santidad no es el conjunto de leyes canónicas y textos bíblicos y estampita, sino es vivir el amor. Eso es.

– Esto me hace acordar a una experiencia. Hay un testimonio muy lindo. Dice: “Hola. Tengo 62 años. Soy soltera, dediqué mi vida a mi profesión y a mis padres y no me pesa, estoy bien”. De esto se trata: se trata de que vos encuentres tu plenitud en el amor. Soy de las sierras. En las sierras había una familia de muchas hermanas y siempre se decía que una tenía que quedarse soltera para cuidar la familia, a los padres. Yo pensaba esto. Se puede pensar “¡Qué frustración!”. Sin embargo, en un contexto cultural, en un contexto de otra época, esto era vivir como una oblación y era como un honor el que era elegido para cuidar a los padres. Y esta dimensión oblativa de este amor. Me parece que ahí está el secreto: donde yo ponga y no esconda la plenitud del amor.

– Vamos a hacer esta pregunta: ¿Cómo vivís vos el amor en tu soltería? ¿Lo vivís como una experiencia frustrante  porque no se lleva a cabo aquello que estás esperando en el corazón? ¿O lo estás viviendo en un momento de esperanza que, por ahí decae un poco?
El padre Maletti nos decía que la vocación estaba en la conjugación entre el deseo que Dios ponía en nuestro corazón y la providencia que se iba dando. Si este deseo está allí de una manera genuina y auténtica, Dios lo ha querido y Él se va a encargar en este tiempo, hasta que llegue la persona que Él me quiera poner para que podamos compartir la vida y entregarla, de preparar mi vida, de ir enriqueciéndome para poder entregarme quizás con mayor plenitud del tiempo que yo estoy esperando.

– Pero eso es tomar tu soltería, tu etapa de soltero como un instrumento de plenitud. Ése es el sentido también. Es como el tiempo en que la masa se va leudando para que el pan sea sabroso. Me parece que esto también es importante, este tiempo es un tiempo muy importante porque también encuentro lo que espero también y cómo he esperado eso que voy buscando. Lo decíamos recién, pero ahora lo decimos con otras palabras: generar en mi corazón la actitud, la disposición, los momentos, los lugares en donde yo creo que voy a ir encontrando aquello que Dios me va pidiendo. Por eso, también es un tiempo de mucho discernimiento. Si yo lo quiero vivir en la clave de la fe, es la oración, el discernimiento, el ejercicio del amor concreto, del gesto concreto.