Chucalezna: la obra de los niños pintores que trasciende en el tiempo

lunes, 4 de agosto de 2025

04/08/2025 – En lo profundo de la Quebrada de Humahuaca, en el humilde paraje de Chucalezna, nació en 1959 una experiencia artística única que sigue conmoviendo hasta hoy. De la mano del profesor Jorge Mendoza, un grupo de niños y niñas encontró en la pintura una forma de expresar su entorno, sus costumbres y su vida cotidiana. Así nació la colección conocida actualmente como “Los Niños Pintores de Chucalezna”.

Verónica Mendoza, hija del profesor Jorge, relata que todo comenzó cuando su abuela, directora de la escuela del pueblo, presentó los dibujos de sus alumnos en una muestra provincial. “Ella dijo: ‘Miren qué trabajos preciosos hacen mis alumnos’, y propuso que se diera un taller en esa escuela”, cuenta Verónica. A partir de allí, Jorge y su colega Claudio Samos comenzaron a dar clases de pintura extracurriculares a los chicos del pueblo.

Jorge Mendoza había nacido en la Puna y era hijo de maestros rurales. En 1951 se traslada a Buenos Aires para realizar sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes y años después regresa a trabajar a su provincia. Su vínculo con la escuela de Chucalezna —donde su madre era directora— lo llevó a impulsar el taller artístico, un espacio que además despertó en él un compromiso entrañable y lo llevó a enamorarse del lugar y de su gente. En 1973 falleció repentinamente, cuando el taller estaba en plena expansión.

Félix Saquita, uno los niños pintores y alumno de Jorge, recuerda a su maestro con emoción: “Jorge no parecía un profesor, se integró con nosotros, nos daba los materiales y nos dejaba elegir lo que queríamos pintar”. Esa libertad creativa fue clave para que las obras reflejaran con autenticidad la vida en los cerros: paisajes, animales, celebraciones y labores del campo, todos capturados con una sensibilidad única.

Muchas de estas obras fueron conservadas y hoy forman parte del patrimonio del Museo Municipal de Bellas Artes «Jorge Mendoza» en San Salvador de Jujuy. Verónica recuerda la emoción al descubrirlas tras la muerte de su madre: “Era como abrir cajas llenas de memoria. Las dimensiones y los detalles de cada pintura me hicieron llorar”.

Félix, hoy con 76 años, resume el impacto de aquella experiencia: “Jorge fue una persona fuera de serie. Gracias a lo que vivimos con él, yo progresé mucho, llegué a la universidad y recorrí el mundo”. El legado del taller no solo está en los museos, sino también en las vidas que ayudó a transformar.

Esta historia, recuperada también en el documental Chucalezna de Jorge Prelorán, sigue viva gracias al recuerdo de quienes la protagonizaron y al arte que supieron sembrar en comunidad.

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