Claridad en el discernimiento, tiempo y desición

lunes, 10 de agosto de 2009
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Entonces dejando a la multitud, Jesús regreso a la casa y los discípulos se acercaron y le dijeron:  “explícanos la parábola de la cizaña en el campo”, él respondió:  “el que siembra la buena semilla es el hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los que pertenecen al reino, la cizaña son los que pertenecen al maligno, el enemigo que la siembra es el demonio, la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles. Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo.  El Hijo del hombre enviará a sus ángeles y estos quitarán de su reino todos los  escándalos y a los que lo hicieron el mal y los arrojarán en el horno ardiente, allí habrá llanto y rechinar de dientes, entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su padre.  El que tenga oídos que oiga”.

Mateo 3; 36 – 43

Claridad en el discernimiento, tiempo y decisión, las claves para entender el evangelio de hoy.

La planta de la cizaña cuando es pequeña se parece al trigo, no se la distingue claramente, es fácil de confundir, de ahí que para no equivocarse es necesario que el tiempo nos permita ver su crecimiento y muestre la cizaña su verdadera cara, su verdadero rostro.

En medio de los procesos de discernimiento para elegir el mejor camino, hace que el tiempo se asocie al proceso de lectura de los acontecimientos donde buscamos la voluntad de Dios, para ver con claridad y tomar la mejor opción, quitando del medio lo que nos roba fuerza, lo que confunde, lo que aparenta y entonces nos distrae. La cizaña representa todo esto, la distracción, parece que fuera trigo y entonces uno se queda tranquilo, no está atento a su presencia, la apariencia – parece pero no es – y el debilitamiento, la cizaña le roba fuerza al crecimiento del trigo por estar allí como una planta que le quita a la tierra, el agua, sus nutrientes y debilita el crecimiento de lo que verdaderamente produce fruto y alimenta.

En definitiva lo que saca del camino es justamente esto: la distracción, las apariencias y lo que nos debilita. Es la estrategia con la que la fuerza del mal viene a oponerse al proyecto de Dios, nos distrae, se viste de lo