02/09/2025 – En la era digital, donde la multiplicidad de cuentas en diversas plataformas es la norma, la seguridad de nuestra información personal pende de un hilo llamado contraseña. Tomás Leonangeli, desarrollador de software, advierte sobre la creciente vulnerabilidad a la que nos exponemos. «Al día de la fecha está muy de moda tener cientos de cuentas en un montón de plataformas diferentes», señala, y destaca que muchas veces, «aunque uno no lo crea», las claves que elegimos «para los usuarios que son más maliciosos se vuelven sencillas de adivinar». Este escenario nos obliga a repensar cómo protegemos nuestros accesos.
El primer paso para fortalecer nuestra seguridad es abandonar las prácticas de riesgo. Leonangeli explica que el error más común es recurrir a datos personales fácilmente accesibles. «Se nos ocurre poner cosas como la fecha de nacimiento con tu nombre», o incluso «un pedacito del número de documento». El desarrollador subraya la contradicción inherente en esta costumbre: «Estoy usando una información pública como un elemento de privacidad que, bueno, no suele ser una buena mezcla». Esta combinación de datos públicos para un fin privado es una puerta abierta para quienes buscan apoderarse de una cuenta ajena.
Para construir una barrera de seguridad efectiva, Leonangeli propone tres pilares fundamentales. El primero es la longitud; una contraseña robusta debe tener «más de ocho caracteres», ya que este es el mínimo para que a un software actual le tome al menos siete días descifrarla. Incrementar esa longitud tiene un efecto exponencial: «si ya después pasamos a nueve caracteres, no es que son 14 días los que se va, sino que se va a un mes». El segundo pilar es el uso de mayúsculas, ya que «algo tan sencillo como que la palabra al medio, al principio o al final tenga una mayúscula eleva la calidad de la seguridad». Finalmente, la inclusión de símbolos y números completa la fórmula, transformando una simple palabra en un código complejo.
Más allá de la estructura técnica, la creatividad juega un papel crucial para generar claves que sean a la vez seguras y fáciles de recordar. Leonangeli comparte una estrategia personal y efectiva: «poner una pequeña frase de un verso que me sé de memoria o de algo por el estilo». A esta frase se le pueden añadir caracteres especiales y mayúsculas, logrando una contraseña larga, compleja y memorable. Otra táctica útil es personalizar la clave para cada plataforma, incorporando el nombre del servicio en la contraseña. Esto no solo refuerza la seguridad, sino que también ayuda a «evitar olvidarse las contraseñas» y a generar una «fórmula base» mental para futuras creaciones.
Una capa adicional de protección, recomendada por los expertos, es la autenticación de dos factores (Two-Factor Authentication). Leonangeli la describe como un sistema donde la contraseña es solo el primer paso, y la segunda autenticación «sea con otro dispositivo que te dé permiso», como un código enviado por mensaje de texto o correo electrónico. Este método funciona como un «segundo garante» de que quien intenta acceder es realmente el usuario legítimo. Sin embargo, advierte que su efectividad disminuye si ambos factores se concentran en el mismo dispositivo, por ejemplo, si se recibe el código de verificación en el mismo celular donde se está usando la aplicación, ya que «carece de sentido la segunda autenticación».
En resumen, la creación de contraseñas seguras no es un conocimiento reservado para expertos en informática, sino una práctica accesible para todos. Siguiendo los consejos de Leonangeli —superar los ocho caracteres, combinar mayúsculas, minúsculas, símbolos y números, y evitar datos personales obvios—, cualquier usuario puede fortalecer significativamente su seguridad digital. Como él mismo concluye, aunque a veces los requisitos de las plataformas «parecen quisquillosos», la realidad es que «verdaderamente hace una grandísima diferencia» en la protección de nuestra identidad y nuestros datos en el vasto universo online.
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