13/01/2020 – Soñamos todo el año con las vacaciones y con decirle chau, aunque sea sólo por unos días, a las preocupaciones del trabajo. Sin embargo, al llegar a destino, no dejamos el celular ni para ir a la playa, buscamos wifi en todos lados, andamos con la notebook o la tablet debajo del brazo y al menos una vez por día, chequeamos mails, posteamos fotos en Facebook y likeamos en Instagram, además de interactuar con los grupos de whatsapp, incluidos los del trabajo.
¿Es una misión imposible desenchufarse en las vacaciones? ¿Por qué no podemos despegarnos de la tecnología aún cuando buscamos huir de la ciudad?
En tiempos de desempeño cada vez más exigentes, muchas personas se debaten entre el equilibrio de su vida laboral con lo personal. Se trata de un problema muy frecuente en todo tipo de empresas y organizaciones, donde las personas son contratadas con dedicación a tiempo completo, y parecería que esto, en algunos casos, impide disfrutar del descanso reparador.
Llegar a un momento de soltar ese modo de estar en lo cotidiano cuesta trabajo, sobre todo si no tenemos la práctica de poder hacer un espacio de tiempo y silencio en nuestro día a día, y ello requiere a veces un verdadero ejercicio.
Esta dificultad de desconectarse en este periodo de descanso tampoco nos permite encontrar en este descanso el espacio necesario para pasar encontrarnos o reencontrarnos con Dios, en el silencio no solo del contexto exterior sino también en el silencio y quietud de nuestras almas.
En diálogo con nuestra emisora, Marimar Bianco, licenciada en psicología aseguró: “El desenchufarse no es imposible pero sucede que para ello se necesita una preparación (…) Nuestra conducta humana es adaptativa entonces, cuando hay una experiencia nueva necesito instrumentar instrumentos de adaptación todo el tiempo. Hay personas que tienen una capacidad adaptativa más flexible que otras que pasan de la oficina a la ojota sin dificultad pero otras no y necesitan un pasaje paulatino”.
Para la especialista “una de las primeras claves para desenchufarse es preguntarse “¿como es mi modo de detenerme?”. Tal vez ya vengo con ese ejercicio durante el día pero es un poco preguntarme ¿como me estoy yendo a dormir? (si me llevo el celular, si lo dejo fuera del dormitorio, si me duermo rendido viendo la última película de Netflix, si voy con la tablet a dormir). Esto influye cada vez más en episodios de ansiedad y trastornos de la conducta”. Esto no ayuda al momento de querer desenchufarnos durante las vacaciones porque, en realidad, se nos vuelven costumbres muy arraigadas.
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