Cómo entender y acompañar lo que sienten nuestros hijos

miércoles, 15 de mayo de 2013

Entrevista a Maritchu Seitún de Chas, Lic. en Psicología. Trabaja con niños y adolescentes, orientando padres también, hace terapia individual, integra y coordina equipos de psicología de niñez y adolescencia del Centro Médico Domingo Sabio de San Isidro, dicta talleres de reflexión y lectura para mamás y es reconocida por sus charlas en colegios y empresas sobre niñez y adolescencia. También colabora en diarios y revistas de actualidad. Autora del libro “Capacitación emocional para la familia”. Se trata de un libro que habla sobre las emociones y cómo acompañar el sano desarrollo emocional de nuestros hijos

 

GL: El mito de “La Caja de Pandora” nos permite reflexionar acerca de la tendencia que tenemos a moralizar las emociones, con todo lo que eso trae aparejado. Me gustaría lo cuentes como para introducir este tema

MS: Un mito es un mito, es decir, no ocurrió, pero explica de alguna manera algo que pasa entre los hombres.

Este mito cuenta que Prometeo le robo al dios Zeus el fuego para regalárselo a los hombres. Zeus se enojó y entonces la fabricó a Pandora (la primera mujer) para mandarla como castigo para los hombres. Prometeo era muy inteligente y se dio cuenta que no tenía que abrirla. La hermana de Prometeo era un poco más zonza. Pimeteo se enamoró y se casó con pandora. Cuando llegó a la casa Zeus la mandó con una caja que no tenía que abrir. Pandora la abrió y de la caja salieron todos los males que quedaron en la tierra. Todos los bienes se fueron al cielo. Cuando ella se dio cuenta de que se estaba escapando eso, cerró la caja, y por suerte quedó la esperanza.

            Me parece que Pandora es un mito que explica el origen de la humanidad. Antes de ser estos seres humanos, y antes de luchar contra la codicia y los males del mundo, no éramos humanos. De alguna manera éramos como los animales, sin conciencia. Y esto de estar permanentemente luchando contra deseos, contra pensamientos, es lo que nos convierte en humanos. El libre albedrío, el poder decidir. No podemos sacarnos tan fácilmente la idea de que existe la envidia, la codicia, el enojo. Existen, y hay que fortalecerse.

 

GL: creo que una de las circunstancias que más nos dificultan a los padres acompañar emocionalmente y entender a nuestros hijos es cuando están enojados y cuando es necesario poner límites. Es importante hacer una especie de ‘capacitación, acompañamiento, entendimiento emocional’ de los hijos. Hay padres que se sienten responsables de la conducta, del éxito o fracaso en la vida intelectual, o escolar, o social, pero del aspecto emocional de los hijos no tanto. Lo ven como algo medio turbio y como que no tiene nada que ver con el rol de padres.

 

MS: en primer lugar, todos podemos ser capacitadores emocionales, porque todos lo hicimos con nuestros hijitos hasta los 2 años aproximadamente. Todo papá y toda mamá comprende lo que le pasa a su bebé –si tiene hambre, si está cansado, etc-. Es decir, como papás registramos qué le pasa al bebé, esto quiere decir que el idioma lo tenemos. El tema es aprovecharlo. Cuando cada uno de nosotros no estamos conectados con todas nuestras emociones es difícil que tome buenas decisiones. Por ejemplo. Si yo no sé que siento celos de mi hermana, no voy a poder esmerarme y esforzarme por superarla en algo. El no conectarnos con nuestras emociones nos lleva a reprimir, a negar, a no saber, y además a actuar desde un lugar desde donde ni siquiera nos damos cuenta que es así. Muchas peleas en la familia tienen que ver con algo que fue una emoción negativa de mi niñez que quedó registrada y de la cual no soy consciente en el momento de la pelea actual. Muchas veces peleamos por algo que no es el verdadero motivo sino que viene de heridas mucho más antiguas.

 

GL: esas emociones ¿pueden quedar guardadas tanto tiempo como para que si el conflicto estuvo a los 3 o 4 años la pelea aparezca a los 30?

MS: No ‘pueden’: QUEDAN. En cambio, si los conflictos se solucionan a medida que suceden, uno va para adelante como más ‘livianito’. Algunas cosas pendientes son las que los psicólogos llaman ‘lo no sabido, no pensado que nos hace actuar’. Es decir, es el motor que me hace actuar pero yo no soy consciente de eso. Se da en la vida diaria. Ejemplo: mi marido me habla de una determinada manera que yo no sé que me hace acordar a mi papá, y me vuelvo loca de furia. Y en realidad no se justifica mi furia, porque él no quiso hablarme así: soy yo la que le puse la cara de mi papá a esa manera de hablar, y no me doy cuenta.

 

GL: vos hablás de distintos tipos de padres en su capacidad de acompañar o no las emociones. Hablas por ejemplo de los padres permisivos ¿a quiénes te referís?

MS: me refiero a aquellos padres que comprenden un montón, pero como no quieren que sufran no los pueden delimitar. El gran dilema hoy es: nuestros padres no comprendían nada, y cuando comprendían era porque nos iban a decir que sí. Hoy tenemos que aprender a comprender y decir que sí cuando corresponde y decir que no cuando corresponde. Pero nos cuesta mucho porque dentro nuestro comprender quiere decir que tengo que decir que sí. Y el permisivo de alguna manera se va al polo contrario: comprende, comprende, comprende y nunca dice que no, porque decir que no le duele mucho. Eso tampoco ayuda al hijo, porque el golpe también hace fuertes. El no fortalece y hace que el hijo se esfuerce más, que busque más tratar de conseguir lo que quiere. Si a todo le decimos que sí, esos hijos van a se muy ‘blanditos’. No van a saber esforzarse, no van a saber esperar, y eso trae muchos problemas

 

GL: ¿cómo son los autoritarios?

MS: tienen la firmeza –que viene heredada y a veces es vacía, no tiene sentido-, pero no comprenden nada, nada importa: no importa si te duele, si es tu prima, si al no ir hacés un papelón… nada importa. Es un límite estricto, que está como automatizado adentro: ni siquiera es un límite que yo tomé la decisión de poner. Es el que me pusieron a mi, y no reviso y continúo igual

 

GL: ¿qué tipo de hijos generan los padres autoritarios?

MS: podrían generar varios tipos de hijos, pero seguramente generan hijos inseguros, probablemente resentidos. Pero lo más importante es que no aprenden a pensar. Aprenden a obedecer. Y es muy complicado, porque ese chico, cuando llega a los 12 o 13 años y ya está un poco más lejos de los papás y un poco más cerca de los amigos, obedece al jefe, al líder del grupo. Y entonces ahí se arman muchos líos, porque está acostumbrado a hacer caso, no a pensar y a tomar decisiones.

 

GL: y ¿quiénes son los padres despectivos?

MS: los despectivos, los autoritarios y los que se burlan –minimizan, pierden la perspectiva de que los problemitas de los niños son un mundo para los niños-, son padres que quieren mucho a sus hijos, que no quieren que sus hijos sufran, pero eligen un camino cortito que es ‘quiero erradicar esto de la vida de mi hijo’, entonces le digo ‘¡qué pavada lo que te está pasando! ¡eso no es un problema! ¡no podés preocuparte por eso!’ Y así se lo deja muy solo al hijo. El que se burla, además de decirle ‘qué pavada!’ dice ‘vos sos un ganso por decir eso’. y el chico queda solo, con su problema, o duda mucho de sí mismo. Piensa: si mis padres que saben todo dicen que esto no debe preocuparme, será así. Y en realidad, lo que debemos hacer es incentivar a que el chico al ir creciendo cada vez mire para adentro, para descubrir qué le hace bien. No que mire para afuera (mi amiga transa, entonces yo también transo. Mi amigo no estudia, entonces yo hago lo mismo). El chico debe aprender a decidir ¿esto, me hace bien o no? ¿quiero hacerlo?. Para que el hijo pueda hacer esto, tenemos que tomarnos el tiempo de decir, por ejemplo: a ver ¿por qué te pasa eso? y vos ¿de qué tenés ganas? ¿qué sentís?. Así los vamos acompañando en el proceso de tomar buenas decisiones. Es decir. La capacitación emocional consiste en primero comprender y luego acompañar para que tomen buenas decisiones

 

GL: de quiénes hablamos cuando decimos ‘padres ambivalentes’?

MS: ambivalente es lo que somos todos. Porque un día estoy ‘chiflada’ y me pongo autoritaria, otro día estoy con fiaca y me pongo permisiva. Pero la realidad del ambivalente es que el hijo no sabe cómo es su papá o su mamá. No sabe a qué atenerse, y nunca sabe con cuál se va a encontrar. Entonces son confusos e inspiran a que los chicos combatan mucho. Es decir, si el hijo no sabe qué va a pasar, por si a caso pelea y pelea porque tal vez consiga. Y no está bueno. Y además el gran problema del ambivalente es que probablemente quisiera ser permisivo, es bueno, es bueno, es bueno y quisiera que el hijo le haga caso y le devuelva ser bueno. Y el hijo nunca le va a devolver siendo bueno, y entonces se vuelve loca, se pone autoritaria y rabiosa, porque piensa ‘con todo lo que yo te doy vos no sos capaz de ser bueno conmigo’.

 

                                                   PADRE DE MI CORAZÓN Peteco Carabajal

Tributo al padre del amor, celebración de la raíz,
patio seguro en la niñez hecho de tierra para mi.

Semilla que multiplicó la siembra, el fruto de hermandad.
Bajo tu rama, sombra y luz siempre sentimos la verdad.

Tal vez el acto más feliz que un hombre pueda disfrutar
es cuando escucha que a él también un hijo le dice Papá.

Padre de mi corazón te cantaré siempre feliz,
por enseñar, por descubrir este camino que hay en mi.

Sobre tus hombros yo sentí tocar el cielo y ser un rey,
ya nunca más volví a ostentar con tanto orgullo ese poder.

En esta vida hay que pensar, a tiempo hacer y respetar
y no esperar a que no estés para aprenderte a valorar.

Que triste es todo si te vas, la noche es larga sin tu voz,
azul oscuro como el mar, la ausencia tiene ese color.

Padre de mi corazón te cantare siempre feliz,
por enseñar, por descubrir este camino que hay en mi.

 

 

–       Tenemos dos hijas de 30 años a las cuales hemos ayudado económicamente sacándonos el pan de la boca con mucho esfuerzo. Una de ellas me llamó ayer para pedirme nuevamente ayuda económica. Se la concedí, pero le dije que también me gustaría que mas a menudo vinieran o llamaran. Eso generó una discusión y me atribuyó que no éramos cariños ya que repetíamos modelos de nuestros padres. Estoy triste. Quisiera saber cómo proceder

MS: la mamá podría, en vez de dolerse, decir ‘¿en serio sentís así? ¡qué feo debe ser! Nunca se me hubiera ocurrido que vos sentirías que no éramos cariñosos con vos. ¿en qué lo notás? ¿cómo te gustaría que lo haga?’ Desde la hija, ella podría decir ‘mamá ¿de verdad te duele que nosotras no vayamos? Es cierto que ustedes nos ayudan económicamente’. Es decir: cuando uno se capacita para esto, en vez de hablar desde la realidad objetiva “yo no voy porque vos no sos cariñosa conmigo”, habla de la realidad subjetiva “yo no me siento elegida, no siento ser tan importante para vos” o “yo tengo la sensación de que vos no me dedicás el tiempo que a mi me gustaría”. Y la subjetividad no se puede discutir nunca. Lo que siento es lo que siento y no es tan importante si es verdad o no. Y es importante que el otro sepa lo que siento para, en este caso poder decir como mamá “nunca se me hubiera ocurrido que sentirías así. Te abrazo, te pido disculpas desde mi lugar, no por lo que hice, sino porque no me di cuenta de que vos lo sentías y no lo pude hacer de otra forma”

GL: creo que acá se desprende otro tema que me parece interesante y quizá tenga que ver con los límites: no sé si explícita o sutilmente dejó deslizar que tienen 33 años y todavía las seguimos ayudando quitándonos el pan de nuestra boca ¿qué pensás de eso?

MS: eso podría ser un ejemplo de padres permisivos, que sufren ellos para concederles a los hijos. Y el permisivo necesita devolución. Y me parece que como papás no podemos partir del ‘yo te doy para que vos me des’. Los hijos quizá nos van a devolver un día, pero creo que no tenemos que sacarnos el pan de la boca por un hijo de 33. Pero esta mamá está dolida y enojada porque probablemente está haciendo lo que no debería hacer.

GL: por lo que se dice acá, y como expresión de muchos casos, “yo te estoy dando económicamente como señal de afecto y a cambio no recibo nada”, pero creo que el afecto no puede ponerse en la plata

MS: yo también creo lo mismo, pero una generación de padres podría creer que sí tal vez porque no se le ocurrió, o porque no tenía esta capacitación, porque suponían que lo único que tenían que darle a los hijos era estudio y ayuda económica. Y les duele mucho cuando los hijos después no comprenden, o facturan o reclaman abrazos no dados, presencias no hechas, en fin, les cuesta comprender que el sacrificio que ellos hicieron no era lo que los hijos estaban pidiendo o necesitando

            Los hijos también tienen toda una tarea que hacer que a veces no se sabe desde el hijo. Como hijos, no nos cuesta nada enojarnos, reclamar. Pero el hijo también tiene que saber comprender que sus padres pertenecen a una generación determinada y que hicieron lo que pudieron. Creo que el proceso termina cuando el hijo primero se enoja, después comprende desde dónde habló su papá, y después perdona. O no perdona, pero simplemente dicen ‘hicieron lo mejor que pudieron’, y ‘yo voy a hacer algo diferente, porque lo que aprendí en mi casa me sirve para hacer algo distinto. Pero seguir enojado solo sirve para gastar energía inútilmente.

 

GL: ¿cuál es la fantasía del que está enojado toda la vida –consciente o inconscientemente- con lo que no le dieron los padres?

MS: sigue esperando que el otro se disculpe, cambie, y el otro tal vez está muerto hace 20 años. Por eso digo que es un derroche de energías. Tenemos que pasar por un momento de enojo, porque para poder decidir tengo que decir ‘esto no me gustó y no lo voy a hacer igual’. Pero después viene la otra parte: después del enojo viene el dolor, y después la comprensión de que hicieron lo que pudieron.

            Personalmente tuve padres ‘normales’. Ni buenos ni malos, y sin embargo que quedaron cicatrices, de las cuales he sacado provecho, porque me han definido a mí y ahora estoy tratando de ayudar a otros seguramente en función de las heridas que me quedaron de las dificultades de mis padres para ser mis padres. Es decir, de alguna manera, uno termina celebrando esas heridas y esas cicatrices porque me ayudan a ser quien soy. Es más fácil quedarse enojado, pero eso me impide usar mis energías para vivir lo positivo de mi vida hoy.

 

GL: Describinos ahora quiénes son los padres que capacitan emocionalmente, sostienen emocionalmente a sus hijos (papás, o quienes cumplan ese rol: abuelos, tíos, niñeras, etc). Sean niños o adolescentes o jóvenes, porque siempre hay tiempo para re-capacitar emocionalmente. Y decinos por qué vos sostenés que esto forma parte del rol de los padres. Creo que a muchos ni se nos cruza por la cabeza el hecho de que cuando somos padres también tenemos que educar emociones.

MS: los sostenedores de las emociones toman lo que viene desde el hijo y primero tratan de entender desde dónde lo dicen. O sea, esta realidad que yo llamo subjetiva. Un ejemplo: un adolescente varón se pelea con la mamá en la mesa, se levanta, se va a su cuarto pegando un portazo. Una mamá capacitadora emocional, va a respirar hondo, va a decir ‘¡cómo se enojó!’, internamente va a decir ‘probablemente se levantó para no pegarme’ (probablemente un varón haga eso: no pegarle a su mamá, porque la quiere por mas que se haya enojado). Y luego va a ir al cuarto, y le va a decir ‘me doy cuenta de que estás muy enojado, que no podés seguir hablando del tema, pero en esta casa no pegamos portazos’. O sea: la persona capacitada emocionalmente: Primero entiende lo que le pasa al otro, y segundo delimita la conducta del hijo y también sus palabras. El hijo tampoco podría insultar a la mamá. Si la mamá arranca diciendo ‘sos un maleducado, no podés hablar así’, acabó la conversación antes de empezar. El chico se siente solo, la mamá se siente sola… Es muy interesante intentar este camino. Ojo: esto no se puede hacer cuando estoy cansada, ni cuando no tengo tiempo, ni cuando tengo público… es decir, hay que hacerlo de cuando en cuando, cuando las condiciones están dadas. No lo podemos hacer ni todo el día ni a toda hora.

GL: ¡que bueno que lo dijiste! Porque en la teoría, en los libros, hay que hacerlo en todo momento, todo el tiempo con los 5 sentidos puestos en atender emocionalmente a los hijos. y en la práctica no hay energía suficiente para atender los problemas del trabajo, de la calle, etc etc y además capacitarse emocionalmente para atender a los hijos  siempre con un grado de frescura y madurez y espontaneidad…¡imposible!

 

GL: resumiendo?

MS: entender desde dónde el otro dice lo que dice. La frustración, la ira, a veces la vergüenza, el miedo, la tristeza hace que los hijos contesten mal. Muchas veces debajo de la respuesta enojada hay emociones como invalidantes. La fragilidad a veces nos lleva a contestar mal. Y entonces si por ejemplo la mamá puede entender que al hijo le dio vergüenza que ella le contara al papá y el papá se riera de lo que el chico había hecho, entonces ya no nos vamos a enojar con su enojo. Al revés: le va a decir ‘me doy cuenta de que te enojó que papá se riera’, y parándose en ese lugar, la respuesta del hijo cambia totalmente

La capacitación emocional es para todo el mundo. No solo para con los hijos. También para con los maridos y las mujeres, para con los compañeros de trabajo. Y cuando lo hagamos con todos nos va a ir mejor en la vida. Porque si el marido llega a casa y la mujer lo recibe diciendo. “se me rompió el lavarropas, los chicos estuvieron imposibles, los quiero acogotar a todos” y el marido le responde “¿y vos creés que a mí me fue todo ‘bomba’? Tengo la cuenta del banco en rojo, todo me fue pésimo…” ¡Así no se van a entender! Si en cambio él le dice “ay gorda ¡qué día habrás tenido! Yo también tuve un día difícil”, van a conversar y se van a sentir cerca uno del otro. No es la panacea universal, pero realmente cuando aprendemos a hacerlo nos va mucho mejor en todas las relaciones

 

GL: saber desde dónde el otro dice lo que dice tampoco resulta tan fácil, sobre todo cuando hay emociones reprimidas, guardadas, que no se conocen. Voy a tomar tu mismo ejemplo. De pronto voy y mamá, papá, abuelo, lo que sea, el sostenedor emocional va y dice: ‘me doy cuenta de que te está pasando esto, observo que te está pasando esto, creo que estas muy enojado, pero en esta casa no se dan portazos’. Y ahí viene el límite. Pero acá hay dos cosas. Primero, si el otro está muy enojado, probablemente al portazo le agregue un grito, es decir, no tolere el límite que el sostenedor emocional en este momento está educando, entonces corremos el riesgo de subir aún mas los decibeles de la descarga enojosa, y por otro lado que haya otro sujeto por ahí, adulto, que puede ser el papá, o la mamá, que sí da portazos, y entonces, el que quiere introducir un cambio ¿cómo hace cuando el referente da portazos pero no quiere que su hijo de portazos

 

A MIS VIEJOS

Vengo de un mundo marrón, de la unión de la luna y el sol
yo vengo de un encuentro ancestral, soy la chispa de un sueño de amor.

Ellos me dieron la luz y alumbraron también mi hermandad
calmando con ternura el dolor que dejaba la ausencia del pan.

En la mirada de mis viejos brilla mi infancia feliz
yo se que alguna vez perderé el camino para regresar
entonces solo un hombre seré, aquel niño con ellos se irá.

Es una historia de amor con tormenta de miel y de sal
con sombras que lastiman la piel y con flores que da la humildad.

Como puedo agradecer a la vida el deseo de mi
que se haya imaginado mi ser y el encuentro que me hizo vivir.
Tomado de AlbumCancionYLetra.com
 

GL: Vos traías una imagen de comprensión del enojo, de no enojarme yo. Antes de salir a contener las emociones de otro, tengo que saber lo que me pasa.

Llega la hora de poner límites, es decir: te comprendo, pero en esta casa no se dan portazos. Aunque haya otro que da portazos, yo quiero introducir una diferencia. De pronto puede ocurrir que el otro esté muy encolerizado y otro portazo lo va a hacer subir aún más un decibel. ¿cómo enfrentar esas situaciones?

MS: Pongo otro ejemplo, el de las malas palabras: podríamos llegar a decir “los adultos sabemos cuando y cómo decir malas palabras. Vos hasta que crezcas no las podés decir, porque no sabés ni cuándo ni cómo. De ninguna manera con eso justifico la violencia. Creo que a esa persona violenta, la otra le puede decir “entiendo que estás furioso, pero yo estoy tratando de no hacer esto. Entiendo lo que te pasa, entiendo tu dolor” Habría que saber además si el violento es así porque es hijo de violentos, o porque tiene un enorme dolor adentro. De cualquier manera, no  podemos permitir ciertos niveles de violencia en la casa. Tienen que trabajar sobre esa actitud. A un niño que observa actitudes violentas por parte de alguno de los papás, el otro le puede decir ‘él fue educado en otra cultura, yo no voy a permitir que vos actúes de esa manera’. El hijo que crece por ejemplo bajo la violencia de su papá, después va a ser violento con su mamá. La mamá tendrá que hacer con ese hijo la tarea de ‘entiendo lo que te pasa, pero así no’. Y luego ‘así no, y de lo contrario habrá consecuencias’. Al primer portazo, te aviso, al segundo habrá una consecuencia, algo que al chiquito le duela para que la próxima vez lo piense

GL: mucha gente queda varada en esto: como en la casa no están los ejemplos que yo quiero inducir, entonces bajo los brazos en cuanto a la educación

¿vos crees que es necesario que haya castigos o consecuencias?

 

MS: consecuencias, por supuesto. Los adultos vivimos en un mundo lleno de consecuencias. Si no le pongo nafta al auto, el auto no anda. Cuando ponemos castigos, nos enojamos, el chico no puede aprender. La idea es que haya una consecuencia lógica. Si vuelco jugo, no tengo más jugo. Tengo agua. Esa es la regla. Y no es un castigo. Es una consecuencia. Es lo que pasa

 

GL: ¿cómo se hace para hacer eso con adolescentes?

MS: los adolescentes son especialistas en encontrar la regla que no fue dicha. Ej. ‘sos el encargado de sacar la basura’. Pasa el recolector, él no la saca, la mamá se enoja. El responde ‘me dijiste que la saque, pero no a qué hora’. Entonces tenemos que ir ‘legislando’ a partir de esas tangentes que ellos encontraron.

 

Participan los oyentes

–       Yo soy hija de una mamá muy autoritaria: “no porque no y punto, porque te lo digo yo”. Tengo un nene de 5 años y no quiero repetir la historia. Me doy cuenta de que paso por los tres estadíos: a veces soy autoritaria, a veces permisiva… está en una edad en que cuestiona todo

MS: se me ocurre: cuando comprendemos al chiquito a veces es difícil decir que no. Por ejemplo: el nene no quiere bañarse, le da fiaca porque hace frío. Pero hizo gimnasia y lo perjudicaría quedarse sin bañar. En este caso, hay que poner límite. Si nadie se perjudica, está bueno no ponerlo. Cuando nos ponemos firmes, si son pocas veces y somos claros lo podremos sostener. Y entonces otras veces podremos dejar pasar algunas cosas

–       Por motivos de trabajo, mi mamá me dejó de chiquita a cargo de mi hermana de 7 años. La mayor porque era la mayor, la más chica porque era la más chica. Yo soy la hija del medio. Nunca había para mí. Y siempre me contestaban ‘nó, porque vos siempre fuiste la más fuerte, porque vos siempre pudiste…’ Y yo creo que más allá de poder, lo que me pasó es que me tuve que arreglar sola. Y esa ausencia de cariño me ha afectado tanto que hasta el día de hoy veo grandes diferencias. Mi harmana mayor ya ha fallecido. Mi mamá va al cementerio todas las semanas, y a mi casa no vienen nunca. No sé cómo resolver esa situación

MS: Cuando uno habla desde el enojo y el rencor, probablemente el otro no te puede escuchar. Hablando desde el dolor, habría alguna posibilidad de ser escuchado, habría alguna posibilidad de que la mamá se disculpe. Por ejemplo, hablar desde el rencor sería decir “vos nunca estuviste conmigo cuando te necesité! ¡cómo querés que te quiera si soy el ultimo orejón del tarro!” Hablar desde el dolor sería decir “no me sentí elegida, me dolió un montón sobre todo cuando era chiquita”. Tal vez así, la mamá podría llegar a disculparse no de lo que hizo, pero sí decir “me duele darme cuenta que te fallé” o “me duele saber que vos  sentiste que te fallaba”

GL: mi experiencia es que cuando los hijos son adultos y de alguna manera traen estas situaciones dolorosas –ya sea desde el rencor o desde el dolor-, a los padres creo que les duele tanto darse cuenta que prefieren no pasar por ese tránsito, reprimen su culpa, y actúan desde la defensa propia, es decir, dando explicaciones y argumentos a la manera en que actuaron. Y esas explicaciones el hijo las vive como justificaciones, y como si le dijera ‘en realidad esto ocurrió así, y va a seguir ocurriendo, porque estos son los argumentos para que ocurra’

MS: exactamente. Cuando uno no puede conectarse con lo que siente o con lo que siente el otro, hace esa construcción. Y otra vez: desperdiciamos energía. Ojo! Los hijos también podríamos decir ‘eso ni se lo voy a plantear, porque no lo va a entender. Me despido con color de la mamá que me hubiera gustado tener y acepto la que tengo, y lo poquito que me puede dar’. Esta también es una forma sana de resolverlo.

 

–       Mi mamá nunca pudo aceptar que mi hermana y yo fuimos abusadas por su hermano. A través de la terapia pude pasar del rencor al dolor que cura

GL: hay quienes dicen que siempre que hay un menor abusado hay una madre entregadora. Estamos hablando de dinámicas psicológicas inconscientes. ¿vos compartís este criterio?

MS: yo no le pondría la palabra ‘entregadora’. Creo que hay una mamá que no puede ver lo que le resultaría demasiado doloroso ver, y por eso reprime, niega. Es una mamá débil. Tenemos que fortalecernos con lo que sentimos para no vivir desde la defensa

GL: de todas maneras, qué bueno que pueda comprender y pasar del enojo al dolor. Posiblemente después pase al perdón, o al menos a la aceptación de la historia

MS: cuando yo estoy enojada con lo que hicieron conmigo, es bueno no hacer exactamente lo contrario. Porque exactamente lo contrario es más de lo mismo. Una cosa es ‘hacer lo contrario’, y otra es ‘hacer diferente’

GL: es decir: hacer lo contrario, sería ir en contramano por la misma ruta. Se trata de cambiar de ruta.

 

–       Fui golpeado de niño por no hacer lo que mi madre quería. Y lo repetí con mi hijo, hasta que hice un curso de eneagrama y le pedí perdón a mi hijo

GL: nunca es tarde para reparar heridas

MS: efectivamente, nunca es tarde. Pero hay que entender un concepto psicológico: “repetimos para no recordar”: el que es violento con sus hijos repite la violencia de su infancia porque no puede recordarla, porque le es tan dolorosa que inconscientemente elige repetir para seguir con lo mismo. Y cuando uno para de repetir, lamentablemente y por suerte recuerda.

 

GL: explicanos un poquito mas la dinámica de este ‘repito para no recordar’. La repetición de la acción ¿en qué anestesia a la memoria? Si yo repito la acción ¿por qué no recuerdo? Porque podría pensarse lo contrario: al verme a mi mismo golpeando como fui golpeado, me cachetea el pasado

MS: lo que pasa que ahí ya habría el principio del buen proceso. La persona que repite para no recordar, dice ‘lo hicieron conmigo, y es por tu bien’, ‘yo quiero que tengas buenos modales en la mesa, entonces si ponés los codos arriba de la mesa te pego’. Por tu bien hago lo que hicieron conmigo. Y no recuerda ni siquiera el dolor que sentía cuando lo golpeaban. Es más, está agradecido: ¡por suerte mis padres me educaron de esa forma!

 

–       En mi casa siempre se le daba todo al mas chico, y ahora repiten el esquema con mis hijos. Eso me enoja mucho.

MS: me parece que solo es cuestión de aclarar que ‘en esta casa las cosas se hacen distinto’. Acercarse no desde el enojo sino desde el dolor: no me gustó lo que viví, y me gustaría que ocurra de otra forma. Yo estoy tratando de hacerlo. Te pido que lo hagas como yo quiero, y si no nos vamos a poder ver muy poquito. Muchas veces pasa eso con los abuelos. Pero cuando el adulto se planta, el abuelo entiende y muy rápido. Los límites no son solo para los niños, son para todos los seres humanos. Cuando uno le pone un límite a un adulto teme. (Como cuando éramos chiquitos: ‘si yo le digo esto a mi mamá, mi mamá se va a enojar, la estoy matando con lo que le digo’) Tenemos que respirar hondo y animarnos a decir sin enojo pero con mucha claridad, y el adulto se acomoda enseguidita.

GL: eso de ‘sin enojo’, no es tan fácil ¿a dónde metemos el enojo? ¡las emociones se mezclan!

MS: pero cuando uno va haciendo este trabajo va a poder empezar a hablar desde el no enojo. Por ejemplo, si yo pienso que esa abuela actúa de esa manera porque eso es lo que ella aprendió y es lo que sabe hacer, ya no me enojo. Se lo explico, se lo enseño, pero no me enojo.

 

–       Tengo un nietito de 10 años un poco rebelde. Los padres nunca le dejan pasar los errores y lo viven corrigiendo. Pregunto ¿no es demasiado la corrección? ¿o tienen seguir corrigiéndolo para quitarle la rebeldía?

MS: creo que los papás tendrían que aprender primero a comprender que le pasa y qué siente el chiquito y luego ponerle límites. Creo que lo que esta abuela dice es que a los papás de este chiquito les falta ponerse en el lugar del hijo. Son autoritariios. Solo son firmes pero no comprenden, y ella sufre

–       Tengo un hijo de 40 años. Su padre era violento conmigo verbalmente, y él es igual. Yo ahora he tomado una medida con él y la voy a mantener. Si él no se interesa por mi salud y es indiferente conmigo, yo voy a tomar la misma actitud de indiferencia a ver qué pasa

MS: es una de las técnicas que han usado con nosotros ‘te retiro mi amor si no sos como yo quiero que seas’. Por un lado, esta mamá tiene razón de que no puede dejarse maltratar por su hijo de 40 años. Si tuviera 17 sería diferente: en este caso los padres tendríamos que se hábiles. Por ejemplo, si me grita en la mesa, no le digo que se levante de la mesa. Le digo:  Me levanto yo y me voy porque no tengo ganas de estar en esta mesa donde me contestás así. Y el hijo de 17 va a aprender, Y sin que sea una venganza ni indiferencia, está bueno que esta señora se retire de su hijo y le diga ‘te quiero un montón y me encantaría que tuviéramos una buena relación, pero así no tengo ganas, no me interesa, no quiero y me hace mal’. Y no es un castigo. Es un planteamiento desde el dolor

 

GL: ¿qué pasa cuando uno se tranca, se ancla en el enojo?

MS: no hay receta para eso. Hay que seguir amasándolo, a cada uno le lleva su tiempo. Pero está bueno saber que cuando uno está en el enojo hay que seguir trabajando. Y tener cuidado, porque a veces también nos gusta el enojo: sigo enojado, y no tengo nada que cambiar. A veces cuesta, porque cuando se me va el enojo me va a venir la tristeza, el duelo, y un montón de cosas que no quiero y por eso sigo enojado. Pero hay que transitarlo y pasarlo. Porque si me quedo enojado toda la vida desperdicio energía. Toda la energía que gasto enojándome con el otro no la tengo para vivir mi propia vida. Uno está atado al que desprecia

 

–       Tengo un hijo de 18 años que se queda a dormir en la casa de la novia y discutimos cuando le pido que vuelva a casa. Soy madre soltera. Espero respuesta

MS: tengo una amiga con varios hijos varones que con toda claridad les dijo ‘yo no voy a criar nietos’. Esta señora podría decirle lo mismo: ‘no puedo atarte a la pata de tu cama, pero hacete cargo de las consecuencia de tus errores’. Decirle ‘si no vivís bajo las reglas de esta casa, andate’ es toda una decisión y hay que discernirlo mucho.

 

TODOS ESTOS PROCESOS LLEVAN TIEMPO. SEAMOS TAMBIÉN BENIGNOS CON NOSOTROS Y APRENDAMOS A COMPRENDER NUESTRAS PROPIAS EMOCIONES. SI YO CONSIGO QUE LOS CHIQUITOS NO SE ENOJEN CON LO QUE SIENTEN, LA CONCIENCIA MORAL QUE ELLOS VAN A HACER CRECER DENTRO DE ELLOS VA A SER MAS BENIGNA, NO PORQUE HACEN LO QUE QUIEREN SINO PORQUE SE VAN A PODER PERDONAR A SI MISMOS. Y ESO ES UN REGALAZO PARA LOS HIJOS.

 

VIRGEN NUESTRA, MADRE NUESTRA, ENSEÑANOS A EDUCAR NUESTRO CORAZÓN. DANOS LUZ PARA VER LO QUE HAY EN NUESTRA ‘CAJA DE PANDORA’. DANOS FORTALEZA PARA NO ASUSTARNOS, PERMITINOS LA GRACIA DE SER VALIENTES FRENTE A LOS FANTASMAS QUE EMERGEN DESDE LO PROFUNDO DE NUESTRA ALMA. Y DANOS SIEMPRE Y EN TODO MOMENTO LA CERTEZA, LA SEGURIDAD SENTIDA, DE QUE ESTÁS A NUESTRO LADO ACOMPAÑÁNDONOS, ENSEÑÁNDONOS EL CAMINO DEL BIEN, EL AMOR Y LA BELLEZA.