“Como madres tenemos que darles fuerza a nuestros hijos para que puedan salir de las adicciones”, dijo la espartana Mirtha Cáceres

sábado, 12 de octubre de 2019

12/10/2019 – Mirtha Cáceres es madre de un integrante del equipo de rugby y fundación “Los Espartanos”, Gabriel Villalba. Esta propuesta comenzó a funcionar en el Penal 48 de San Martín, en el Gran Buenos Aires y desde allí se trasladó a otras cárceles, incluso con el apoyo de la Pastoral Carcelaria. Mirtha va todos los viernes a rezar a la Unidad de San Martín. Hace poco hizo el retiro denomimado Entretiempo, destinado a varones y mujeres mayores de 35 años. Vive en Tortuguitas junto a su familia. “Con los Espartanos, Eduardo ´Coco` Oderigo se animó a desafiar los obstáculos de los chicos que están detenidos, privados de su libertad. Él con sus amigos fueron creando la cadena de voluntarios que hoy por hoy trabajan en las cárceles haciendo rugby. Cuando van saliendo de la cárcel los ayudan para que consigan un trabajo”, relató la mujer.

“Gabriel Villalba estuvo detenido en la unidad 48 y fue así como conocí la fundación. Cuando él sale de la cárcel hace un bajón en su conducta y vuelve al camino de la droga. Ahí fue cuando Dios me iluminó en un momento y recordé lo de Los Espartanos porque era un calvario lo que estábamos viviendo. Gracias al Señor Gaby tuvo voluntad de buscar el contacto de Coco Oderigo. La fundación nos ayudo mucho y como una manera de dar gracias participo todos los viernes en el rosario y doy mi testimonio a los chicos. El rosario se reza en el patio de los pabellones. Somos muchos voluntarios. Siento que me llena el alma rezar el rosario, recibo mucho más de lo que doy”, indicó Mirtha.

“Yo nací en la provincia de Misiones, en Puerto Naranjito pero me crié en Puerto Rico. Soy la cuarta hija de diez hermanos. Mis padres, por situaciones económicas me mandaron a trabajar a los quince años a Buenos Aires con cama adentro. Trabajaba en Olivos con una familia judía que me enseñó muchísimo. Después experimente otros trabajos. A los 19 años uní mi vida a la del padre de Gabriel, viví con él 9 años y tengo 2 hijos, Gabriel y Estefanía. Luego, por circunstancias de la vida, nos separamos. Luego conocí a Jorge, mi actual pareja con el tengo seis hijos”, sostuvo la mujer.

“Mi experiencia con Dios fue desde mi nacimiento: me bautizaron, fui a un colegio religioso, mi fe siempre estuvo intacta. Pero cuando va transcurriendo la vida, se te aparecen las piedras en el camino. Me aleje un poco de Dios, pero se que Él me ha protegido siempre. En estos últimos tiempos me aferre mucho más al Señor. El retiro espiritual de Entretiempo fue un vuelco en mi vida porque fue un acercamiento a Jesús . Siento que nunca me soltó la mano”, dijo Cáceres.

“Todos los que están privados de su libertad buscan una oportunidad y a partir de allí ellos hacen que se pueda. La sociedad los margina mucho cuando salen de la cárcel, no consiguen trabajo porque en todos los lugares les piden antecedentes. En cuanto al tema de las adicciones, lo que pasa es que se derrumba el entorno familiar, todo se viene abajo. Gabriel a los quince años se nos fue de casa y anduvo mucho tiempo en la calle. Yo me sentía muy mal porque andaba detrás de él y salia a buscarlo, perdí muchas cosas por acompañarlo”, expresó Mirtha. Y agregó: “Mi mensaje para aquellas madres que estan en esta situación similar es darles la fuerza a nuestros hijos para que puedan pedir ayuda. Yo siempre le pedía a Dios que lo cuide, que lo proteja. Sin la fe no somos nada. Hoy mi hijo tiene trabajo, juega al rugby y está en proceso de recuperación”.

Finalmente, Cáceres compartió esta oración misionera:

Estoy en un momento de mi vida,

donde solo pienso que todo sucede

como si estuviese planeado para mi

A pesar de que siempre tuve fe,

sentí que esa paz del alma no llegaría nunca 

Doy gracias a Dios por permitirme conocer

a personas con sus inmensas riquezas desconocidas

gracias a vos señor, a veces recogemos un fruto

inesperado y sabemos que gracias a vos señor

alguien recogerá algo bueno que nosotros

hayamos sembrado, aunque no nos demos cuenta.

Amen.