¿Cómo sanar el dolor?

lunes, 8 de marzo de 2021
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 08/03/2021 –  Esta semana, junto a Enrique Soros, abordamos el tema de “Cómo sanar el dolor en la familia”

Antes de iniciar con este tema hicimos un repaso de los propósitos a llevar adelante como familia: no gritar, no reprochar y esperar momento apropiado para decir las cosas.

“La vida es muy difícil y traemos muchas heridas de pequeños y en ocasiones no se ha elaborado correctamente (con trabajo interior, propósitos para superarlo, etc).

“Es imposible tener armonía familiar si no elaboro mis problemas, si los tapo, si sé que estoy replicando mis problemas en el otro y él nada tiene nada que ver con ese problema mio. Somos injustos cuando culpamos al otro en forma velada y nos descargamos en él, lo culpamos y me las ‘cobro’ con mi esposo o mi esposa, porque soy incapaz de admitir mi problema e intentar superarlo”

El amor de Dios que sana nuestro dolor

“Hay veces que negamos el dolor y es terrible cuando no lo podemos aceptar, o cuando somos parte y lo potenciamos, porque no encontramos la Voluntad de Dios detrás de ese dolor.  Tenemos que pensar que todo lo que viene para mi es la voluntad de Dios para mi vida: Usa la libertad del otro, el error del otro, el pecado del otro, la genialidad del otro para mandarme mensajes a mí. ¿Como manejo yo ese dolor, esa inseguridad?”

Enrique Soros, para ilustrar lo compartido, nos trajo una historia: Había una muchacha en Alemania que le tenía terror a su papá y en una foto de sus 5 años, se puede ver reflejado en su rostro ese terror, hasta el punto de esconderse cuando llegaba su padre a la casa. Y esa imagen de paternidad la trasladaba a Dios. Hasta que se encuentra con el padre Kentenich y se le abre una nueva perspectiva de paternidad: comprensiva, que ama y que  regala libertad.

Llegó a ser superiora provincial de una comunidad religiosa aún estando muy enferma. En su foto ya mayor, se puede ver la alegría en su rostro, el reflejo de como nos cambia la vida cuando nos encontramos con Dios, a través de otras personas. En sus ojos se ve el amor de Dios Padre:

La hermana Emilie Engel rezaba siempre una hermosa oración, que era su favorita, y en la cual también nosotros le entregamos nuestro dolor al Padre para elevarlo, con confianza y amor:

«Yo sé que Tú eres mi Padre
en cuyos brazos estoy cobijado/a.
No te pregunto hacia dónde me conduces,
quiero seguirte sin miedo.

Y si pusieras mi vida en mis manos,
para que yo la conduzca a mi antojo,
yo la pondría, con confianza filial,
nuevamente en tus manos de Padre“.

Podés escuchar el programa completo en el audio al inicio de esta nota