Con la oración del Rosario María nos lleva a Jesús

martes, 4 de septiembre de 2007
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Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá.

Mateo 7, 7

La oración se hace eficaz cuando con esa confianza que nos abre esta Palabra nos unimos a Jesús y reconociendo en Él al intercesor, el que intercede ante el Padre por nosotros nos dejamos llevar por la gracia del Espíritu que viene en nuestra ayuda como dice Romanos 8, 26: “No sabemos cómo pedir”, y solo en la medida que nos ponemos en las manos del Espíritu y confiamos en la oración constante de Jesús intercediendo por nosotros, haciendo nosotros de intercesores con Él alcanzamos aquello que pedimos.

En esto, particularmente en la oración del rosario, él nos acompaña con María que sostiene nuestra oración.

Decía Juan Pablo II que para acompañar la oración que Cristo y el Espíritu hacen brotar en nuestro corazón viene María en nuestra ayuda con su intercesión materna. La oración de la Iglesia, decía el Tratado de la verdadera devoción de la Virgen María de San Luis de …. “La oración de la Iglesia está sostenida en la oración de María.

Si Jesús único mediador es el camino de nuestra oración, María que es pura trasparencia, de él muestra el camino, Jesús es el camino María nos muestra el camino y a partir de esta cooperación suya tan particular en la acción del Espíritu Santo la Iglesia ha ido como desarrollando la oración a la Madre de Dios centrándola sobre la persona de Jesús que se manifiesta, se expresa en sus misterios”.

Tal vez de los pasajes que mas nos ofrece claridad respecto del lugar de intercesión de María a favor nuestro, los hijos de Dios, sea el de Cana de Galilea, allí se muestra la eficacia de la intercesión de María que se hace porta voz delante de Jesús de las necesidades, de las nuestras “No tienen vino”.

Justamente en el rosario lo que hacemos nosotros es poner nuestro corazón con todas sus necesidades a la mirada de María, que nosotros dejados llevar por ella podamos ser presentados delante de Jesús con nuestras carestías, nuestras búsquedas, nuestros anhelos y sueños, con nuestras luchas, dolores y a partir de ese presentarnos ella, así como estamos, delante de Jesús recibamos la bendición que los novios recibieron en las Bodas de Cana cuando dejándose llevar por la Madre de Dios se animaron a hacer lo que Jesús indicaba.

La oración del rosario tiene esa posibilidad de presentarnos delante de Jesús tal como estamos de la mano de María y al mismo tiempo abrirnos al creerle a lo que ella nos presenta de su Hijo Jesús y dejándonos llevar por ella a la presencia de Jesús hacernos como ella escuchas de la Palabra y obedientes a lo que Dios nos mueve el corazón a vivir según esa presencia de Jesús en los misterios del rosario.

No es cosa mágica que aparece esta luz sino que es como la obra del Espíritu que aparece en el corazón, suave y progresivamente clara, poniendo en nosotros una presencia que en la claridad interior nos permite acertar con los caminos por donde ir y animarnos a rechazar aquellos otros que como tentación aparecen en la vida y nos desvían del plan de Dios, la oración del rosario muestra como decía tan audazmente San Bernardo la omnipotencia de María, la fuerza, el poder de ella, en el rosario aparece y se manifiesta.

En el camino del cristiano esta oración tiene un particular sentido de fuerza, si te sentís débil, tentado, sin luz, si en lo mas hondo de tu corazón gobierna la angustia, la tristeza, la desazón, te invito a que tomes este instrumento, el rosario, y si no lo sabes rezar nosotros te acompañamos todos los días, a las 14:00 hs con los niños, a las 22:00 cuando nos reunimos como familia, también tempranito a las 6: 30 y a las 3:00 y así dejándonos llevar por esa súplica tan particularmente repetitiva y al mismo tiempo sanante te podemos acompañar para que te hagas fuerte, para que encuentres lo que estás buscando, el rosario nos trae gracia de la mano de María.

El rosario es un instrumento bendecido por Dios para orar, no es un amuleto, es un instrumento para que a través de él encontremos en la oración repetida ese repicar del corazón de la presencia y la gracia de Dios que nos despierta de aquellos sueños donde a veces nos dormimos olvidándonos de vivir de acuerdo a lo que Dios nos pide y nos regala como gracia, es un instrumento de oración, dice el Dante la oración de María es un camino que nos lleva a través del rosario a la contemplación de los misterios de Jesús y cada vez que nosotros oramos con María como dice el Dante siguiéndolo a San Bernardo nos hacemos grandes, tan grandes como ella que tanto vale, que quien desea una gracia y no recurre a ella quiere que su deseo vuele sin alas, imposible.

Cuando nosotros anhelamos una gracia le pedimos a Dios un don de bendición que necesitamos para caminar en la vida, recurrir a la oración de María y particularmente al rosario nos acerca a este lugar, como los novios cuando necesitaron el don de la bendición por parte de Dios de un vino nuevo que renovara la gracia en la fiesta que estaban compartiendo.

El rosario también es un itinerario de anuncio y de profundización en el que el misterio de Jesús es presentado en distintos aspectos de la vida cristiana, es una presentación orante, contemplativa de los misterios de Cristo que busca e intenta modelar el corazón orante desde ese lugar donde el corazón se hace dócil. Sin el rezo del rosario nosotros nos perdemos la oportunidad de valorar adecuadamente todo lo que tiene que ver con los aspectos distintos que ofrece el rostro de Jesús, aquel que viene a modelar nuestra propia identidad, quien contempla el misterio de Cristo en los distintos aspectos en el que se muestra tan rico y tan variado aprende a encontrarse consigo mismo, cuando nosotros a esto lo hacemos a través de la oración del rosario, meditado, contemplado, profundizado nos damos esa oportunidad catequética de ser moldeados según Jesús, configurados según su voluntad, vamos aprendiendo también a través de este camino de oración a tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús.

La Virgen del Rosario continúa su obra de modelar en el corazón de los cristianos al Hijo de Dios y al mismo tiempo desde ese lugar nuevo del corazón nuestro nosotros con ella como instrumentos anunciarlo a Jesús a los hombres. Recordaba Juan Pablo II en Rosarium Virginis Marie que la historia del rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada especialmente por los Dominicos en un momento difícil para la Iglesia a causa de la difusión de herejías, son como expresiones de la fe que lo sacan del camino, decía el Papa: hoy estamos ante nuevos desafíos y nos invitaba, porqué no volver a tomar entre las manos las cuentas del rosario con la fe de quiénes nos han precedido.

Cuantas gracias uno recibe cuando se deja llevar por esta súplica que tiene la fama de ser aburrida pero que en realidad cuando uno la va aprendiendo a hacer con amor, cuando va aprendiendo a vincularse la oración del rosario con el corazón se siente la suavidad de las cosas que cuando se repiten no cansan, al contrario nos llenan el corazón y lo van inflamando como cuando los enamorados de verdad no solamente no se cansan sino que alimentan el amor en los gestos y en el repetir la expresión del “te amo” de muchas maneras y de muchas formas, cuando hay amor lo que se repite no cansa, cuando hay amor la rutina es siempre posibilidad, lo de todos los días es novedad, en el amor en la oración del rosario se nos abren siempre nuevos caminos y nuevos sentidos.

 La oración del rosario unida al ayuno es una gracia, no es un esfuerzo nuestro, hay que pedirlo, que nos de el don de ayunar, por que ayunar como decían los Padres de la Iglesia no es sencillamente privarnos de algo, sino que a través de ese privarnos animarnos a apartarnos del pecado, ayunemos mas bien del pecado decían ellos, mas bien que de aquello de lo que nos privamos, ayunar del pecado es apartarnos del mismo, cuando no como durante un día sino que me alimento con un poco de pan y de agua para estar bien lo que hago es decirle a Dios que me quiero apartar de aquello que me aleja de Él, nos hacemos fuertes en ese sentido, por la gracia de Dios, hay que pedirla.

Cerca de Cesaréa de Filio ante la confesión de Pedro Jesús puntualiza de dónde viene esta intuición sobre la identidad de Jesús y le dice Jesús en Mt 17, 16 “Simón esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre sino mi Padre que está en el cielo” para recibir estos dones de lo alto hay que disponer el corazón, como María, para la escucha y María en este sentido nos enseña decía Juan Pablo II en Nuevo Millenuim Inneunte“.

Solo la experiencia del silencio y la experiencia de la oración ofrecen el horizonte adecuado en el que puede madurar y desarrollarse el conocimiento mas auténtico, fiel y coherente del misterio de Dios”, solo cuando tenemos este corazón mariano, es decir, este corazón de escucha a la Palabra, de fiel y coherente escucha a la Palabra podemos nosotros comprender el misterio.

“Feliz el vientre que te llevó, felices los senos que te amamantaron”, no, dice Jesús, no se equivoquen ella es mas feliz por haber escuchado la Palabra de Dios y haberla puesto en práctica, habla de María.

Esta oración decía Pablo VI es oración evangélica, la del rosario porque está centrada desde el silencio y la escucha en el misterio de la encarnación, tiene una profunda orientación cristológica, todos los misterios del rosario lo tienen en uno y en otro sentido al centro al mismo Jesús, el elemento característico de la oración del rosario es Dios te salve María y se va como convirtiendo poco a poco en su repetición en una alabanza constante a Cristo que en el fondo es el término del anuncio del ángel y del saludo de la madre del Bautista cuando dice “Bendito el fruto de tu seno” la repetición del Ave María es como un tejido, un ir construyendo, en el repetir esta oración y esta acción vamos robusteciendo el alma de la presencia de María que nos pone en contacto con la persona de Jesús.

El Padre Pío cuenta que tenía esta oración como la gran oración, la gran fortaleza para rescatar a los hombres que en el pecado se perdían y él los atraía con María, con la presencia de la Madre en la fuerza de la oración del rosario a los pies de Jesús con el don de la gracia de la claridad sobre el estado interior en el que se encontraban como el hijo pródigo perdidos por allí y con el don de abrazarlos en su paternidad para regalarles en nombre de Jesús el don de ser reconciliados por el sacramento de la reconciliación.

Como atrae la oración del rosario, porque está Jesús en el centro y cuando nosotros lo ponemos en lo alto a Jesús a través de esta oración, Jesús atrae a todos hasta él, te invito a que te renueves en esta oración, a que si lo haces habitualmente le pidas al Señor la gracia de poder orarlo con mayor amor, el don de poder orarlo con mayor contemplación deteniéndote particularmente en aquello que estás orando, si no lo rezas, si esta oración te ha parecido muchas veces aburrida, tediosa, anímate, hay una gracia para vos ofrecida en este tiempo donde el Señor a través de la presencia de María te quiere regalar un don de orar con el corazón en Ave María tras Ave María que vaya como empapando tu alma de la gracia de la paz, de la alegría y de la fortaleza con la que Dios nos visita a través de María como lo hizo cuando fue a verla a Isabel y vos puedas decir “Bendito sea el fruto de tu vientre, María” y vos puedas reconocer la presencia de Jesús en ella, oremos y oremos particularmente esta oración, es fuerza nuestra, es debilidad de Dios.

Los Padres de la Iglesia decían que la oración es un lugar de combate y el combate no es lindo, tiene su cosa linda cuando ganamos la batalla tiene su cosa complicada cuando estamos en medio del fragor y de la batalla, hay una parte de la oración, de cualquier oración no solamente esta del rosario donde nosotros luchamos.

En Rosarium Virgines Marie dice el Papa que es justamente en el rito de la vida cotidiana donde vamos configurando el rostro de Jesús en nosotros, si la oración del rosario forma parte del ritmo habitual nuestro entonces será a través de esta oración simple, sencilla, cotidiana donde podemos dejar que el Señor vaya configurando esta oración en nosotros, la oración mas amada por Juan Pablo II.