Con María por los caminos de refundación

miércoles, 21 de diciembre de 2022
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21/12/2022 – Mientras vamos preparando el hecho festivo de reunirnos para celebrar la Navidad, sin duda el fuego pasional que pone la presencia de Dios y su cercanía para que, así cómo podamos, digamos ¡feliz Navidad!

 

Durante su embarazo María partió y fue sin demora a un pueblo en la montaña de Judá, entró en la casa de Zacarías, y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su vientre e Isabel, llena del Espíritu Santo exclamó: “¡Tu eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre!. ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga visitarme?. Apenas sentí tu saludo el niño saltó de alegría en mi vientre. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador.”

Lucas 1, 39-47

 

 

 

No se puede de brazos cruzados, llegar hasta donde estamos llamados a ir. Es con nuestra búsqueda y con nuestro peregrinar, con nuestro esfuerzo y nuestra entrega desde donde llegamos a donde vamos.

Durante su embarazo María partió y fue sin demora, dice la Palabra, a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Poco después de los días de la encarnación, como bien sabemos por el texto, el sexto mes de Isabel, se puso María en camino, y el dato es que no se demoró en su andar. Se fue a la casa de su prima.

No era un motivo de curiosidad, lo que la llevaba a María a visitar a su parienta, lo hace por amor, y por atender a su familia, mas concretamente a su prima, que anciana ha quedado embarazada. Lo hace desde el amor servicial y para compartir sus alegrías.

Es un rasgo típico del rostro mariano en tiempo de adviento se nos muestra en su andar y búsqueda marcada por la alegría.

Ella sufrió seguramente las penurias de ese andar, pero cuando el corazón está alegre y está gozoso, la pena no puede y el objeto de la búsqueda, en el andar, en este caso el encuentro con Isabel, es lo sostiene la marcha. Como cuando uno hace una caminata larga y tiene ganas de llegar a ese lugar a donde va. Va con el corazón lleno de alegría porque decidió ir hacia allí, seguramente en el camino aparecen, como etapas distintas por donde va pasando el cuerpo y el corazón, pero en un momento determinado, y siempre en el camino, pero más sobre el final, el objeto hacia donde vamos, el lugar a donde hemos elegido ir, es el que nos sostiene en la marcha.

Si pensamos el andar de nuestro pueblo en clave peregrina y con el decisión de refundar, nos encontramos en María con un modelo a seguir

Por eso es tan importante en estos tiempos nuestros de refundación, tener por lo claro cuáles son los lugares hacia donde estamos yendo, dirigiéndonos, para nuestra reconstrucción Está escondido en nosotros lo que estamos buscando y es en el andar donde lo vamos descubriendo. Como María fue encontrando en su peregrinar, lo que quería comunicarle a Isabel

Sin duda viene siendo un fortalecimiento de los procesos políticos democráticos; de mayor madurez en la convivencia social, lo sigue siendo el anhelo de que la federalidad sea el nombre que no solamente esté puesto en nuestra constitución, sino que responda al contenido mismo de nuestro ser nación.

La riqueza en bienes y en culturas que tiene nuestro pueblo, puesta al servicio de todos, una riqueza que fluye, en la comunicación, en un país tan amplio, necesita de comunicaciones mucho más fluidas, para que ese intercambio de valores y de riquezas sea justamente así, fluido, como un saludable sistema de comunicaciones de transporte que nos favorezca esto.

Y cuantos sueños más. Por supuesto que los de justicia. Por supuesto que el del reconocimiento de los nativos de estas tierras. Y el lugar que se merecen en las distintas comunidades que pueblan lugares diversos del norte y del sur del país, quienes son dueños de estas tierras, como decimos los nativos, de esta nación bendita. ¡Y cuántas cosas más!.

Cuánto también de agradecimiento a los que dejaron un sueño grande de nación y allí mismo, como sacando las cenizas que tapan el fuego, recuperar el anhelo y el sueño de los grandes próceres, que tienen su nombre puesto en las páginas de nuestra historia, y también de los pequeños próceres cotidianos
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Es justamente por este camino mariano, lleno de alegría y de gozo, donde nuestra nación en la puerta de la celebración de su bicentenario. Necesita ponerse de pie. Y sin demora. Partir hacia allá donde nos conduce este tiempo de refundación de nuestra Patria.

El sí de María se hace canto profético de alegría:

Como decíamos en el punto anterior, todo es un canto de alegría. El peregrinar mariano hacia la casa de Zacarías es todo gozo, todo un peregrinar lleno de canciones y de celebración. La alegría que ha puesto en su corazón el ángel cuando ha dicho “Alégrate, el Señor está contigo”, ha encontrado eco en su puro corazón, y todo lo que va encontrando ella en el camino, es comunicación de este gozo. Hasta cantar:

Mi alma canta a grandeza del Señor,

Y mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador,

Porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora.

El fragmento del evangelio nos presenta así el cántico de María. El Magníficat. Que responde a una explosión del júbilo contenido, hasta aquí, mientras en el camino se ha ido acumulando, porque más y más alegría se encuentra en el andar cuando se suelta la alegría desde adentro.

Estaba incubada esta alegría, desde que se había realizado en ella el misterio de la encarnación.

El himno de Maria, no es ni una respuesta a Isabel, ni propiamente una plegaria a Dios. Es una elevación y un éxtasis. Y más todavía. Es una profecía. Nosotros necesitamos hacernos, en estos tiempos de refundación nacional, a las profecías de los tiempos que vendrán.

Y María se hace pedagoga y maestra en este sentido. María dijo, mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu se estremece de gozo en Dios mi salvador.

Este canto es la expresión elevada del alma de María, donde las lágrimas de la alegría, el gozo y la esperanza, se encierran en el corazón de la Virgen, que en Lujan, es igualmente pequeña, igualmente gozosa, así se expresa el pueblo Argentino cuando la visita.

Podemos ver en el canto mariano la alabanza a Dios, por la elección que hizo de ella. El reconocimiento por la providencia de Dios en el mundo. Y como en esta hora se cumplen las promesas hechas.

Y aquí nos detenemos. Por un instante, para reconocer la elección que Dios ha hecho de nosotros, bendiciendo nuestra tierra haciéndonos uno no ella. Cada vez más parecidos a toda la bendición con la que Dios nos sale al encuentro. En este vasto, rico y plural territorio nacional.

Dios hace las cosas completas. Nos da la tierra, y así como es bella nuestra tierra, así también nosotros, juntos, no por separado. En unión, en comunión. Haciéndonos uno, como uno es el vasto territorio nacional, en toda su pluralidad, podemos también, parecernos a lo que Dios creó.

Claro para eso hace falta nuestra decisión, y esa decisión va de la mano del gozo y de la alegría, y de la confianza en la providencia, de que las promesa de Dios, van a ser cumplidas.

¿Qué mira Dios? Y por eso nos vamos hasta Itatí todos juntos. La humildad. La imagen de Itatí es una humilde y tierna imagen, donde podemos nosotros encontrar, como lo hacemos en Luján, como lo hacemos en el Valle, como lo hacemos en San Nicolás. Podemos encontrar allí en esa humilde imagen nuestra realidad. Bajarnos de los carros de la soberbia. Bajarnos de los pedestales de los que nos sabemos todo. De decirnos argentinos con orgullo, para decir argentinos. Humildemente argentinos.

Cuando uno tiene la oportunidad de encontrarse con otros pueblos americanos, con otras personas que nos miran a la Argentina, si hay algo que les molesta a los latinoamericanos es justamente esta condición de creérnosla. Que además no corresponde a la realidad de lo que después vemos construido en nuestro país.

Con humildad se construye desde la alegría lo nuevo que vendrá para que nuestra nación se parezca a lo que en este territorio se encuentra, tan vasta y ricamente sembrado por la mano de Dios. Si desde ese lugar nos acercamos hacia el tiempo nuevo que viene, acompañados de esta humilde imagen mariana de Itatí, seguramente encontraremos lo que está escondido como promesa en lo más profundo de nuestro ser nacional.

Este gozo es el de María porque reconoce su humildad.

El Señor que nos bendice en María de Itatí sale a nuestro encuentro, para que veamos el tiempo nuevo que está naciendo. Y guiados por su providencia, las profecías de lo que vendrá sean hoy una realidad.

María, modelo de profetas:

Con frecuencia, ya desde hace siglos, el profeta es el que ve antes y dice antes. Sin embargo, desde la perspectiva bíblica ese antes tiene la relativa poca importancia. En la Biblia el verdadero profeta es el que es capaz de ver, porque escucha, y tiene la valentía de decir.

¿Qué es lo que ve el profeta? ¿Y qué es lo que dice? No ve el futuro en cuanto futuro, sino que ve a Dios dentro de un mundo que no percibe a Dios. Y en ese mundo dice las palabras de Dios.

En este tiempo de refundación de nación, nada mejor que fundarla en aquellos lugares donde la construcción se hace sólida. Cuando nosotros afianzamos las bases de los tiempos nuevos que vendrán, sobre los cimiento sólidos de la presencia de Dios, proféticamente estamos descubriendo junto a María la presencia escondida del Dios, que ayer, hoy y siempre será fiel a su proyecto.

Y en este lugar, donde, con María de Itatí y en cada lugar de la Argentina donde está presente su imagen, bajo sus distintas advocaciones, queremos pensar, reflexionar, y decidir construir los tiempos nuevos que vendrán.

María tiene esta mirada. Esta mirada que descubre a Dios, donde el mundo esconde a Dios. Este profeta, o la mujer profeta, responden a esta ansia de conocer y reconocer la presencia del Dios Vivo, en medio de los acontecimientos de la historia. La auténtica profecía bíblica responde como a la nostalgia de Dios. Al ansia de saber, de ver, de escuchar a Dios.

Muchos sectores de la sociedad se muestran por estos tiempos, como carentes de esta nostalgia. Y el verdadero profeta tropieza con las dificultades de encontrar oídos y corazones, con ansias de escuchar el mensaje de Dios. En sus oídos sólo resuenan otras voces muy distintas.

Juan Pablo II describe estas voces así, “la cultura hedonista, el materialismo ávido de poseer, y las concepciones de libertad que prescinden de la verdad y de las normas de la vida, según una ética de máxima. Es decir, según la propuesta del evangelio en su plenitud, por el camino de la caridad.”

Hay como un cierto sinsabor en el corazón del pueblo, porque se ha perdido el sueño de la patria grande, construida bajo el signo de la fraternidad. Y ésta no surge de un acuerdo de partes, sino de un compartir fraterno que nos hace parte a unos de otros. Y sentirnos así, que nos pertenecemos mutuamente.

La profecía del tiempo que vendrá es hondamente caritativa, profundamente solidaria. O no será realidad la suerte de nuestra patria, llamada a ser grande, tan grande como es bello y grande, como es nuestro hermoso territorio nacional.

Con María de Itatí, queremos hacernos profetas de los tiempos que vendrán, descubriendo en los tiempos presentes, como la presencia escondida de Dios. Que nos hace encontrar con esa nostalgia profunda del corazón, de una razón, que más que una razón, es Su amor que nos habita.

 

Padre Javier Soteras