Conocer y reconocer a Jesús desde el don de la amistad

miércoles, 28 de noviembre de 2012
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Por estos días particularmente, reconociendo nuestra pertenencia al misterio de Jesús vamos a trabajar sobre un valor, una categoría, un regalo que Dos el Padre nos ha hecho en Cristo Jesús para unirnos a su misterio de amor trinitario, es el don de la amistad. Conocer y reconocer a Jesús desde el don de la amistad es la catequesis de hoy.

               

El primer punto de nuestro encuentro de la mañana tiene que ver con esto:

 El amigable misterio de Dios

Cuando uno habla de misterio le resulto distante. El misterio nos resulta incognoscible, lo misterioso nos produce un cierto estupor, cuando no un desconcierto, sin embargo, en el caso del rostro con el que Dios se nos muestra, su misterio siempre conmovedor, nos resulta cercano y amigable.

He elegido un texto muy querido para mí para introducirnos en esta perspectiva de lectura de la presencia amigable de Dios en clave de misterio. El texto es de Éxodo 3, 3-5 y dice así: “Moisés dijo: voy a acercarme para ver este extraño caso, ¿por qué no se consume la zarza? Cuando vio Yahvé que Moisés se acercaba para mirar le llamó del medio de la zarza diciendo: Moisés, Moisés, el respondió: Heme aquí. Y le dijo Yahvé: no te acerques aquí, quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra Sagrada.

La catequesis de esta mañana nos quiere poner de cara a Dios como misterio al que para entenderlo no nos alcanzan los modos ya aprendidos, por eso, para ir a su encuentro es necesario descalzarse.” Dios es luz, en el no existe la oscuridad”, dice Juan 1, 8, sin embargo a nosotros su presencia nos resulta en muchos aspectos incomprensible. Como lo expresa Santo Tomás de Aquino hablando acerca del misterio de Dios: “De él es más lo que no conocemos que lo que conocemos”. El camino para entrar a esta presencia incognoscible de Dios y adherir de corazón a su misterio es descalzarse, es decir, no avanzar sino dejar que el mismo Dios camine hacia nosotros, nos muestre su rostro. El misterio de Dios se hace camino y camina hacia nosotros en la persona de Jesús, el hijo de María de Nazareth. El ha venido a decirnos que Dios es Amor. Esto es lo más real de Dios en su vínculo hacia adentro del misterio trinitario, Dios es amor, y en su relación con nosotros Dios el Padre nos entregó a su Hijo por amor. Esto define a Dios en su identidad y en su misión. Dios que es amor se da a sí mismo por amor y nos redime por amor. Es este amor de Dios el que nos aproxima a su misterio, a lo incognoscible, a lo inabarcable, a lo que no entra en la categoría de la razón, a lo que no podemos sentir permanentemente porque se agota nuestro afecto, a lo que solo accedemos en sentimiento, afecto y razón, cuando somos guiados por un acto creyente en su presencia. Acto creyente que es fuerza de amor que nos pone en vínculo con un Dios inabarcable. El mismo amor de Dios nos resulta como a Moisés, atractivo. “Voy a acercarme para ver este extraño caso, ¿por qué es que no se consume la zarza?” Es atrayente cuando Dios se muestra en su amor, seduce Dios con su presencia y mueve el corazón a querer acercarse y al mismo tiempo cuando nos acercamos sabemos que estamos de cara a un misterio, es atractiva y misteriosa la presencia de Dios, de hecho, el mismo Dios ante Moisés que quiere acercarse le dice: “No te acerques aquí, quítate las sandalias de tus pies porque el lugar en que estás es tierra sagrada”. Es decir, de cara a Dios no podemos estar de cualquier modo, tenemos que estar abiertos más que a acercarnos, a dejarnos que él se acerque. Su presencia a lo largo del camino de la vida no siempre nos resulta descifrable, por eso, Dios nos reveló en Jesús un amor indubitable, siendo indescifrable no hay dudas del amor de Dios expresado en Cristo. Como dice Filipenses 2, 6-8: Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se despojó, él mismo se descalzó y tomó la condición de esclavo, es decir, se revistió de una categoría distinta de su divinidad, pasando por uno de tantos y así actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. El corazón humano que aspira a Dios no puede acercarse a Dios sin perderse en el misterio, por lo tanto Dios nos advierte: Descálzate, y deja que descalzo llegue hasta donde estás. Que yo me revista de lo tuyo para hacer comprensible mi misterio.

 

                Consigna: La cercanía de Dios, sus modos diversos de decirnos que nos ama, su modo de revestirse Dios para mostrarse cercano, los modos con los que Dios se ha revestido y se ha hecho cercano a nosotros.

 

Lo que Dios nos reveló de sí mismo lo entendemos por analogía con las cosas o experiencias humanas según la mirada de Benedicto XVI esto implica por parte nuestra la implicancia de todo nuestro ser por el camino de un conocimiento que forma un todo único con la vida misma”, dice Benedicto, “Y por tanto un conocimiento que tiene como resultado la conversión de todo nuestro ser”. ¿Cómo es que se presenta Dios para implicarnos en él? Eligiendo el vínculo humano de amor por donde el hombre puede hacerse uno con él. Dios en este sentido no quiere comunicarnos solamente algo sino que su comunicación quiere ponernos en comunión con él, entonces nos dice: “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando, ya no los llamo siervos porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo, loo he llamado amigos porque todo lo que a mi Padre le oí decir se los he dado a conocer a ustedes”. Juan 14,14-15. Tiene esta expresión un valor intrínseco, es el valor de la amistad, y lo podemos encontrar en distintos hombres sabios forjadores de la cultura de occidente según lo expresa maravillosamente en Razones para el Amor Martín Descalzo. Dice así Descalzo: Sócrates aseguraba que prefería un amigo a todos los tesoros de Darío. Para Horacio un amigo era la mitad de su alma. San Agustín no vacilaba en afirmar que lo único que nos puede consolar en esta sociedad humana tan llena de trabajos y errores es la fe no fingida y el amor que se profesan unos a otros los verdaderos amigos. Ortega y Gasset escribía que una amistad delicadamente cincelada, cuidada, como se cuida una obra de arte, es la cima del universo. El propio Jesús ¿no usó como supremo piropo y expresión de cariño a sus apóstoles el que eran sus amigos porque todo lo que había oído del Padre se los había dado a conocer? La categoría, el lugar por donde Dios, descalzándose, haciéndose uno de nosotros, viene a mostrarnos el rostro amigable de su misterio, es a través del don de la amistad. ¿Cómo es que Dios se muestra amigable con vos, cercano? ¿Cómo es que Dios se muestra familiar a vos? Amigable, cercano, cotidiano, casero.

 

Consigna: Buen día, hoy te invitamos a compartir de qué manera y a través de qué signos Dios te manifestó su amor y amistad.

 

Este modo de amor de amistad nos permite acercarnos al misterio de Dios al que Pablo nos invita en Efesios 3, 14-19. Así dice el apóstol: “Por eso doblo mi rodilla ante el Padre de quién toma nombre toda la familia en el cielo y en la tierra para que les conceda según la riqueza de su gloria que sean fortalecidos por la acción de su Espíritu en el hombre interior. Que Cristo habite por la fe en sus corazones para que arraigados y cimentados en el amor podrán comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad y conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento para que se vayan llenando hasta la total plenitud de Dios. ¿De qué está hablando Pablo? Del misterio, del misterio que supone la presencia de Dios ante el que solo podemos caer de rodillas adorarlo y penetrar en él, en su altura, longitud, anchura y profundidad en la medida en que el hombre interior se revista del Espíritu para familiarizarnos desde Cristo con el misterio de Dios. La familiaridad con Dios en la profundidad de su misterio solo es posible en cuanto que interiormente nosotros somos revestidos y ungidos en Jesús, por esta gracia y este don de amistad. Fíjense, Dios eligió distintas maneras para explicar la cercanía de su misterio, de su misterio de amor. En el Antiguo Testamento explica el amor Dios comparándolo por un lado con un amor materno, así lo expresa Jeremías: Dios es como una madre. Por otra parte en el Cantar de los Cantares Dios aparece mostrando su cercanía de amor en un vínculo esponsal de desposorio, y en Isaías se muestra en una relación de noviazgo. Jesús va a elegir otra categoría, esta que estamos compartiendo en la mañana de hoy y en la que abrimos una serie de catequesis que nos ponen de cara al misterio de Dios mostrada en Jesús de manera amigable, es la amistad la categoría que Jesús elige para mostrarnos el amor con el que podemos penetrar en el misterio de Dios. ¿Por qué lo hará? Tal vez como dice Segundo Galilea porque el amor de amistad esconde en su lógica, al no estar vinculada por la pasión, como es propia del noviazgo y el matrimonio, o el vínculo de sangre como es el amor materno, está revestida de mayor libertad la amistad. Para que el amor llegue a su madurez, dice Segundo Galilea, hace falta esta libertad. La fidelidad en cualquier amor se hace madura cuando es libre y es liberadora, se da en la medida en que ese amor sea integrado en la amistad. Es decir, todo otro modo de presentar el tipo de relación en el que Dios se dio a conocer, amor de noviazgo, amor matrimonial, amor esponsal, amor materno, filial, es, en el proceso de madurez, es mejor, por así decirlo, o en todo caso abarca todo otro tipo de relación, este de amistad. Porque se puede ser, en un vínculo filial, amigo, y en un vínculo esponsal, amigo, y en un vínculo de noviazgo, amigo, es decir, estos vínculos pasionales o sanguíneos caracterizados por las categorías de noviazgo, matrimonio, relación filial, son puros o crecen en su pureza cuando están tomados por esta otra categoría, este otro modo de relación y de vínculo que llamamos amistad, porque allí la libertad y la liberación del vínculo son bien patentes.

 

La naturaleza y los rasgos del don de la amistad humana tienen analogía en relación al amor que Jesús nos ofrece para entender lo incomprensible de Dios. Por ejemplo, la amistad supone una elección mutua, no se impone, los amigos se eligen libremente. La amistad no se vive por obligación, y de hecho, Cristo elige este modo, él nos elige primero a nosotros y nos invita a elegirlo a él en esa misma libertad. El cristiano es tal en la medida en que se encontró con ese regalo de amistad y optó por él. Este vínculo se da en clave de seducción y no por imposición, así lo relata Jeremías: “Me has seducido Yahvé y me dejé seducir, me has agarrado y me has podido, he sido irrisión cotidiana, todos me remedaban cada vez que hablo es para aclamar “atropello” y para gritar “expolio”. La palabra de Yahvé ha sido para mí oprobio y befa cotidiana. Yo decía: no volveré a recordarlo ni hablaré más en su nombre, pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y aunque yo trabajaba para ahogarlo, no podía. Me has seducido Yahvé y me dejé seducir”.

La características que esconde dentro suyo la naturaleza de la amistad, permiten a Dios, descalzo, llegar a nuestra pobreza para meternos dentro de la profundidad, la hondura, la anchura, de su misterio. Decíamos, la amistad supone una elección mutua, pero también la elección es gratuita, no hay ningún compromiso previo, ni de sangre, ni de promesas, ni de asociación que obligue a ser amigos. No hay circunstancia que lo imponga, ni el trabajo común, ni el trabajo compartido, el amor de Dios se nos ofrece en amistad sin condiciones previas, sin mérito de nuestra parte. Dios nos quiere como amigos tal cual somos, con nuestras limitaciones, con nuestros pecados. Dios declara su amistad por pura gratuidad y nos invita a entrar en esa corriente de gratuidad para declararle también nosotros nuestro compromiso de amistad.

La amistad, en su naturaleza, guarda características de elección mutua, se muestra gratuita, y por eso Dios elige este modo de llegarse descalzo a nosotros para meternos en la profundidad de su misterio. El nacimiento de la amistad tiene algo misterioso, y en esto es sorpresivo y Dios, para que no queramos confundirlo con otros modos de relación, elige este hecho sorpresivo para que nuestro corazón se abra al encuentro con él en su misterio, por eso, la relación de amistad para con Dios también es misteriosa y es sorpresiva. ¿Por qué la amistad se produjo con tal persona y no con otra persona? ¿Te has preguntado porque te hiciste amigo de fulano o de fulana y no te hiciste amigo de fulanito? No sé, porque así se dio decimos. Por qué la profunda empatía que no puede explicarse solo por afinidades y cercanías humanas que no siempre se dan. Hay muchos amigos que somos desparejos en la amistad, y ¿por qué se da esa amistad si somos tan desparejos? Es un misterio. Y es tan saludable la amistad de los desparejos, porque nos abre a la alteridad. El tipo de relación que se da entre los parejos, de manera homogénea, tiende como a cerrarnos en el vínculo, no nos permite abrirnos a nuevos horizontes, y cuando hacemos así, cuando vamos como emparejándonos en la relación, es tiempo de abrirnos a nuevas relaciones, si no, todo queda cerrado en un círculo donde todos somos demasiados parecidos, y en este sentido no nos abrimos a la sorpresa que supone el misterio con el que la vida nos viene al encuentro en este tipo de relación tan particularmente misteriosa como es la relación de amistad. Este misterio de la amistad nos sugiere el misterio de Dios, amor, porque Dios ofrece su amistad a cada uno de una manera sorpresiva, elige caminos distintos para llegar a nosotros y declararnos ese amor de amistad. Dios reinventa los modos de acercarse, el nacimiento de la amistad esconde algo de misterioso. Además, cada historia de amistad tiene una historia, valga la redundancia, que supone un proceso. Si vos recorres tus relaciones de amistad vas a encontrar momentos de encuentro y desencuentro, momentos de crecimiento y momentos como que de alguna profunda crisis de alejamiento y de reencuentro, a través de esos procesos también Dios muestra que él vínculo con él tiene estas características, sólo basta recorrer la historia del Pueblo de Israel para encontrarnos con este rasgo típico de la declaración de amistad de Dios para con su pueblo. Él es fiel, esto es así, sin embargo nosotros vamos y venimos, subimos y bajamos, damos curvas y contra curvas, ascendemos y descendemos, como ocurre de hecho en el vínculo de la amistad, no es lineal. ¡No nosotros nunca un problema! Es un problema cuando no hay nunca un problema. Nunca un sí, nunca un no, todos son codazos y patadones. Haciendo referencia que en realidad no existe esto de que todo es parejito, dicho tal vez de una manera muy fuerte, pero siempre hay dificu7ltad en las relaciones, forma parte de la historia el que haya dificultades. Dios se amolda a esta realidad y permite estos vaivenes, estos zigzagueos, estos caminos que son sinuosos. El vínculo de amistad tiene una historia y la relación de Dios para con nosotros también tiene una historia que se puede relatar en etapas distintas, en modos diversos, en procesos en los que se va dando.

                Otra característica propia de la naturaleza de la amistad es que crea influencia, esto es muy importante, los amigos que son distintos en algún punto se parecen y entonces, como dice el dicho: dime con quién andas y te diré quién eres, porque yo puedo descubrir en el rostro, en la expresión, en los gestos, en las actitudes del amigo, la presencia del amigo. Los amigos se van compenetrando mutuamente. Pablo va a decir respecto de su amistad con Jesús, de su historia de vínculo con Jesús, fíjate que influencia la de Jesús en la vida de Pablo: No vivo yo sino que es Cristo quién vive en mí y la vida que vida que vivo, al presente, en la carne, la vivo en la fe del hijo de Dios que me amó y entregó su vida por mí. Me contaba Irene, discípula del Padre Pío, ella conoce al padre Pío desde muy chiquita, desde que tiene ocho años por bilocación, hasta los dieciocho años, después tiene un encuentro personal con el padre Pío, pero me decía Irene que cuando ella sentía cuando Jesús le hablaba al corazón le costaba distinguir si era el padre Pío o Jesús el que hablaba, cuánto hay de sintonía en un mismo sentido, es decir, y el padre Pío también reconoce esto, era un Cristo entre nosotros, ha sido, es un Cristo entre nosotros, entonces, cuando habla el santo uno siente que habla Jesús, y cuando habla Jesús utiliza los testigos para expresar, sus amigos, para expresar su voz, su cercanía. La amistad crea mutua influencia, por eso cuando uno reza la aspiración en la oración, lo vamos a ver en estos días cuando hablemos de la oración como historia de la amistad, es que el alma de Jesús está en nosotros. Y Jesús tiene la capacidad de llevar como intercesor, “el único intercesor” va a decir la Carta a los Hebreos, nuestra historia, Dios el Padre, y porque Jesús por su don de amistad se hizo cargo de nosotros.

La última característica que quiero compartir de la amistad humana y porque Dios elige este modo para estar con nosotros, es: La amistad que cada uno tiene con el amigo es única. Yo puedo tener muchos amigos, y de hecho es saludable esto, sin embargo el vínculo con cada uno tiene características propias. Con este amigo es esto lo que compartimos y donde particularmente nos sentimos en profunda sintonía, con este otro es esto. ¿Y se puede compartir amistades? Claro que sí, y si el círculo de amistades es virtuoso se abre, si es vicioso se cierra. Cuando la amistad es virtuosa es abierta, cuando se va enviciando se va cerrando.