06/09/2018 – Te proponemos que te tomes unos minutos para reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con tu hijo, guiado por una serie de preguntas, que nos ayudan a descubrir cuánto conocemos realmente de ellos:
Estas primeras preguntas son relativamente fáciles:
¿Qué comida le gusta más?
¿Cuál es su pertenencia (juguete/libro/prenda) favorita?
¿Quién es su mejor amigo?
¿En qué tareas de la casa le disgusta colaborar: secar los platos, sacar la basura, ordenar su cuarto?
¿Qué asignatura escolar le da más trabajo?
Estas otras son algo más difíciles…
¿Para qué es bueno? (¿Cuenta buenos chistes? ¿Tiene memoria prodigiosa? )
¿En qué no es tan bueno? (¿No sabe bailar? ¿Comete muchos errores de ortografía?)
¿Qué no le gusta de la gente?
Las siguientes son aún más complicadas…
¿Qué le enoja?
¿Qué le entristece?
¿Qué le avergüenza?
¿A qué le teme?
Si pudiera pedir tres deseos ¿qué piensas que pediría?
Y hay un último grupo realmente arduo…
¿Cuál fue el último mal momento que pasó?
¿Cuál fue su mayor alegría?
¿De qué logro se siente más orgulloso/a?
¿Hasta dónde sería capaz de mentir para que vos no te enojes?
¿Qué persona fuera del hogar influye más en él/ella?
Si tienes más de un hijo, haz el ejercicio las veces que corresponda.
Más allá de la cantidad de preguntas que hayas podido responder con exactitud, hacértelas te ayudará a clarificar algo importantísimo: en esto de ser padres, nadie nació sabiendo… y hay mucho por descubrir y aprender!
Pero sobre todo nos ayudará a preguntarnos (esta vez a nosotros mismos): ¿nos tomamos el tiempo de llegar a conocer realmente a nuestros hijos?
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