16/08/2019 – Como un reflejo de cómo impactan las crisis políticas y económicas en nuestra vida, los chats en los grupos de Whatsapp, las charlas de café y los llamados telefónicos incorporaron, en las últimas horas, un tópico o un tema obligatorio: la suba del dólar, la devaluación, la inflación, la crisis económica, política, social.
Los que tienen están preocupados porque tienen y pueden perder. Los que no tienen, porque la van a pasar aún peor. Y todos nos preocupamos porque esta Argentina que supimos conseguir no encuentra modos de crecer en paz, de generar cultura de encuentro, de distribuir la riqueza de manera justa para que todos tengamos una vida digna.
Experimentamos una gran frustración en este aspecto, una frustración que se hace angustia y que hasta puede provocar efectos en nuestra salud psíquica, en nuestra convivencia. Incluso en la familia, porque los adultos podemos transmitir esta angustia a los chicos, con todo lo que eso significa.
No se trata, finalmente, de quién ganará o perderá las elecciones de octubre. Se trata de cómo nos paramos ante las frustraciones que muchas veces no son responsabilidad nuestra pero que nos afectan.
En diálogo con Radio María Argentina la licenciada Silvia Valle, Psicóloga y titular de la “Fundación Despegar” subrayó al respecto que “la vida de la mayoría de los argentinos ha sufrido desde antaño los vaivenes de la crisis. La resiliencia es la capacidad de los seres humanos aprender en las peores experiencias. Tenemos que buscar la forma de estar bien en el medio de la incertidumbre”.
Siempre las crisis, tanto a nivel personal como epocal o histórico, son momentos propicios para la reflexión y el cambio de conductas. La experiencia de fe juega un papel fundamental en la búsqueda de esperanza, en el seguir caminando con esperanza más allá de las circunstancias.
Desde la fe, sabemos que el Espíritu Santo siempre viene en nuestra ayuda, es el que nos infunde su fortaleza, es el Espíritu creador que en medio del caos hizo surgir la vida, el que a lo largo de la historia iluminó culturas y pueblos, guió a Israel durante 40 años por el desierto para llevarlo a la tierra prometida. El Espíritu del Señor nos acompaña también en estas experiencias de frustración que atravesamos como ciudadanos y como pueblo.
Pero no es fácil darse cuenta de esta realidad. Es todo un desafío que requiere oración, esfuerzo, constancia, coraje
El padre Daniel Nardini, párroco de la Parroquia “Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa”y capellán de la cárcel de mujeres en Bowen, en la ciudad del Córdoba aseguró: “La crisis nos desarticula pero nos da la capacidad de perder el miedo para entrar en la Tierra Prometida. La crisis tiene mucho para enseñarnos. A lo largo de la historia de la Salvación las crisis siempre generaron vida nueva”
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