“Convocamos, No Viene Nadie. Salimos, Nos Reciben Con Los Brazos Abiertos”

martes, 21 de abril de 2009
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    En estos tiempos, nuestra Iglesia está interpelada a “salir” a la búsqueda de a los que tal vez convocándolos, no vienen pero cuando los buscamos, nos reciben con los brazos abiertos

    Aquellos temas, aspectos del Magisterio de la Iglesia que están estrictamente más ligados a lo moral, y más específicamente a lo sexual, son los que más se difunden, sobre todo a través de los medios: los titulares que hablan de la Iglesia siempre se refieren a ‘preservativos, abortos, comuniones o no a los divorciados vueltos a casar, situaciones vinculadas a la homosexualidad’. Tal vez por esto se ha creado sobre la Iglesia, la imagen de “Agencia Internacional de moral”. Esta es una propuesta sumamente reductiva de todo lo que la iglesia tiene para ofrecer. Por eso, lo que queremos mostrarles hoy es que un “plan pastoral” es mucho más que un “plan doctrinal”, mucho más que un “plan de adiestramiento ético o de enseñanza moral”, y fundamentalmente que un plan pastoral es un plan Kerigmático.

La síntesis del Plan Pastoral de la Arquidiócesis de Córdoba dice “La buena nueva no es una simple afirmación doctrinal o una simple exhortación a la conversión, sino ante todo es una experiencia de conversión a la que la Palabra invita y da significado. La pregunta entonces es: ¿cómo suscitar esta experiencia?”

CÑ: Hablamos de la experiencia del encuentro con Jesús. Lo testimonial tiene muchísima importancia, y lo que brota de la Palabra también viene a iluminar ese testimonio de alguien que habiéndose encontrado con Jesús siente que la vida es distinta, que ha cambiado su visión del mundo y que lo que él encuentra particularmente en el Evangelio ilumina su existencia y le abre horizontes insospechados.
    El encuentro con Jesucristo creo no es una experiencia extraordinaria reservada a un grupito de elegidos sino que está destinada a todos.

WG: Respecto a que todos puedan tener esta experiencia de encuentro con Jesús, nos planteábamos ante todo la realidad de nuestras comunidades. El Cardenal Ratzinger decía que como Iglesia hacemos muchas veces una evangelización permanente acerca de los sacramentos –que siempre tenemos que hacer- pero no nos damos cuenta de que gran parte de la comunidad no participa de esa evangelización permanente. Entonces él se preguntaba cuáles son los medios que tenemos que poner para llegar con éste mensaje. Por eso es que nos estamos planteando de qué manera salir al encuentro para que este anuncio se transforme en experiencia de encuentro personal, y experiencia de una comunidad que se pone en marcha. A veces estamos acostumbrados a hacer nuestra catequesis ‘suponiendo’ que todos los que concurren a ella, sean de la edad que sean, han tenido esta experiencia de encuentro, y al no ser así, la catequesis tiene sus dificultades.

CÑ: Este “salir” está planteado como salir a todas partes, no solo a los que están vinculados a la comunidad eclesial. Ir cada vez más hacia la periferia –no solo en el sentido geográfico, sino también ‘existencial’-. Ir hacia los ambientes donde se conoce poco o no se ha escuchado nada acerca de Jesús. Tuvimos la experiencia en que un grupo de agentes pastorales que se acercó a una fábrica, comentaron esto: ‘nosotros teníamos temor, y nos estaban esperando’, y así en otros lugares: en todas fueron bien recibidos, en ningún caso hubo rechazo. Entonces el salir es ir ampliando los círculos de llegada para llegar a todos: no solo los bautizados, sino todas las ‘personas de buena voluntad’

GL: Al menos aquí, en la Iglesia Argentina, dando por hecho que aquí todos viven un cristianismo convencional, no hay tradición de “ir a llevar la buena nueva”, porque dábamos por hecho que todos la poseían. Hoy Esto no es así, y por eso es necesario revertir la mirada, ir hacia la periferia. Ahora, cuando el agente de pastoral llega ¿qué hace?

CÑ: Creo que lo primero es ir con una actitud de bondad, de simpatía hacia las personas a las cuales pretende llegar. Un gesto amable suscita interés, acogida, y después van surgiendo oportunidades de intercambio que al principio uno ni sospechaba. El asunto es animarse. Uno va con cierta incertidumbre y se lleva sorpresas de disposición, amabilidad, y agradeciendo que la Iglesia en la persona de sacerdotes o de miembros comprometidos, se hagan presentes allí. Esto por una parte es alentador, por otra desafiante: tenemos que ir aprendiendo, no creer que ‘las sabemos todas’, y siempre hacerlo en el estilo de Jesús: respetuoso, bondadoso, acogedor, dando la posibilidad de diálogo, tomando como ejemplo el relato del peregrino de Emaús: este Jesús que se acerca a los que se están yendo tristes. Lo que descubrimos primero es que la gente busca a Dios, busca lo espiritual, está en camino. No es que los sacamos de un pozo: hay una búsqueda. También es necesario de que tengamos en cuenta la situación de aquel a quien vamos. Si vamos por ejemplo a un hospital, donde encontramos el ‘mundo del dolor’, situarnos en ese lugar para desde esa situación dar el anuncio.

GL: Los encuentros a través de los representantes de las distintas instituciones pueden tener a veces ciertas formalidades (tal vez primero hay que pasar por un encuentro con el director de un hospital o una escuela, etc). Mas allá de eso, cómo se comienza el diálogo personal con la gente, cómo se abren las puertas al diálogo con las personas?

CÑ: Las personas te cuentan. Por ejemplo, al acercarse a una cama del hospital, ellos te comparten el dolor, pero también te comparten la esperanza que los mantiene de pie luchando por la vida. Desde ahí se va generando un intercambio sumamente rico. En general el diálogo se hace fluido. Hay una cierta ‘solemnidad’ que hay que ir perdiendo: el pastor es alguien más de la comunidad que está al frente de ellos, pero que comparte las mismas experiencias de todo el mundo. La figura del pastor debe ser sencilla, cercana, cordial. La gente no nos debe ver como “príncipes” sino como “servidores”

Ya le traje a tu hijo todo mi equipaje
mis heridas también mi dolor para que me sane
dile que me adelante el favor,
le dijiste no hay vino en aquella boda
que quieres de mi mujer sino a llegado mi hora
hagan lo que les diga el señor

Intercede por mi Madre santa, intercede por mi Madre buena,
dile que yo soy nada y que el vino se acaba,
dile que necesito su gracia.

La Madre de Dios, tu Virgen hermosa
dile que lave mi cuerpo con su sangre preciosa
ya no quiero estar muerto, ya no

GL: ¿Por qué será que no viene nadie cuando convocamos?

JS: Porque están esperando que vayamos. El Espíritu sopla en este sentido: la Iglesia tiene que salir, porque hay como una “urgencia” de Jesús por el encuentro con todos. Y eso suena fuerte en el corazón de la comunidad eclesial. Y en seguida se ven frutos.
    La imagen es como cuando el Pueblo de Israel sale: salieron como pudieron salir. Entonces tal vez empiezan unos poquitos, después se van enganchando y se arma el malón. Una vez logrado esto, hay que organizarlos: armar los procesos comunitarios que permitan la continuidad de “caminar por el desierto a la tierra prometida”. Uno tiene primero algo así como una “intuición interior”, y en el diálogo pastoral y en el discernimiento que se va haciendo, el Espíritu va mostrando paso a paso.

GL: Es importante el modo en el que se sale, porque no se sale ni a imponer una presencia eclesial ni a convencer a la gente.

WG: Ya el Papa lo ha señalado: El Evangelio no se impone sino que se propone, y llega al corazón de las personas convenciendo por la intrínseca belleza y la armonía de su mensaje, y no simplemente porque alguien con mas poder o con más medios lo impone. Tenemos que tener la convicción de que la ‘semilla’ tiene potencialidad, y el corazón tiene ‘disposición’ que le puede dar cabida, pero en el tiempo que Dios quiera. A nosotros nos toca sembrar, y sembrar con esa disposición: la disposición de llevar algo que me hace feliz, que me llena la vida, y por eso no los presiono, sino que los invito a que “vengan y vean”, o “yo voy” y les muestro.

GL: ¿Cómo leen ustedes esa “avidez” de la gente a la presencia de ustedes?

CÑ: Porque hay una sed de Dios, una búsqueda, en toda persona de buena voluntad. Tal vez no es totalmente conciente, pero hay como una secreta espera, y entonces el simple hecho de llegar puede ser que de respuesta a esa espera, a ese anhelo.

WG: Ya Juan Pablo II decía que tenemos que ir hacia una “nueva Evangelización: nueva en su ardor, en su expresión y en sus métodos”. Un método, una propuesta, es poner frente a alguien una nueva posibilidad. En este caso, intentar descubrir a Jesús vivo dentro de la situación que uno vive. Hemos ido aprendiendo a ver la realidad a la luz de la fe, desde el Corazón de Jesús. Eso lo hemos hecho a través de consultas, de relevamiento del campo para ver la realidad, llevando la conducción de nuestros pastores para detectar cuáles son las fortalezas de nuestra sociedad, y también los obstáculos presentes en nosotros como sociedad, que a unos nos permiten ir hacia Jesús y a otros no. Esa es la dinámica que constantemente tenemos que actualizar: pararnos como comunidad creyente en medio de la sociedad y desde el Evangelio discernir cuáles son los signos de vida y cuáles los de muerte, para alentar los signos de vida y hacer camino, procesos, que permitan ir venciendo con la luz las tinieblas.
    Nos encontramos haciendo la misma propuesta en realidades diferentes y vimos la diferencia de respuestas. En un barrio, por ejemplo, se nos acogió bien y fue sencillo. En el otro, todo lo contrario, cuando indagamos las posibles causas de esto, nos dimos cuenta de que en ese barrio (que era un plan de vivienda) habían sido engañados varias veces. Por tanto, había cierta resistencia a la credibilidad, y era eso lo primero que teníamos que recuperar
GL: ¿Está prevista la evangelización casa por casa?
CÑ: Llegar a TODOS sería eso

Salmos 42 (RV60)-Mi alma tiene sed de Dios.
 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

 Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.

 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?


Los oyentes participan:
–    Como laicos ¿cómo hacer para llegar a los hermanos que no conocen a Cristo y a María?
Con la sencillez de la cercanía y con la confianza y la seguridad de que el Señor ESTÁ. Uno no se pone una “armadura” para ir a evangelizar, no se pone como una carga la evangelización. Es verdad que hay que formarse, pero no ponerse la carga afectiva, la preocupación de ¿qué voy a decir?.

–    ¿Qué rol cumplen los movimientos dentro de la Pastoral propuesta en la Iglesia de cada lugar, de cada Diócesis?
Los movimientos son también instrumentos que el Espíritu ha suscitado en la Iglesia y se tienen que integrar en este camino diocesano como una fuerza testimonial y evangelizadora que puede aportar muchas riquezas en un espíritu de diálogo, con paciencia, buscando el modo de relación, de la integración.
    Somos invitados también a redescubrir la dimensión de la comunidad. A veces los pastores no damos a basta con los requerimientos personales de todos, pero hay una comunidad que va gestando encuentros con la Palabra, encuentros de reflexión donde Cristo está presente y donde se pueden ir canalizando las inquietudes personales. La comunidad recibe, acoge y da luz al encuentro personal con Jesús. Jesús mismo dijo “es necesario que yo me vaya” para que emerja la comunidad.
    Los movimientos nos están ayudando a no exclusivizarnos como pastores. Además, la parroquia no agota toda la realidad eclesial. La parroquia es indispensable pero no es suficiente. Hay otras realidades eclesiales en las que los movimientos pueden colaborar mucho. He visto iniciativas de movimientos como por ejemplo la Legión de María de ir casa por casa, de estar atentos y acompañar en el dolor. Cada movimiento, inserto en el plan pastoral puede aportar la riqueza de su experiencia y de su carisma para llevar adelante la tarea de evangelización.
    Desde la línea, la dirección trazada, todos pueden contribuir para que la palabra de Jesús ilumine las diferentes realidades, para que su gracia abundante llegue a todos

–    Con los que se declaran ateos, los que no tienen intención de escuchar la palabra de Jesús ¿qué hacer?
Creo que igual debemos llegarnos con una actitud respetuosa. Respetar sus decisiones no impide que lleguemos. Además nuestra actitud personal de evangelización debe tener en cuenta por ejemplo la comunicación entre vecinos para compartir los valores, porque eso también va a generar una red que irá gestando el bien común. Con los que no tienen intención de ‘escuchar la Palabra’ hay que partir de la comunicación en lo que son intereses comunes. Hay intereses comunes como por ejemplo la problemática de los jóvenes, las problemáticas escolares. Compartir la diversidad de propuestas nos ayuda a encontrar caminos comunes.

–    ¿Hasta qué punto de realidad concreta se llega con la evangelización, que no quede solo en la palabra?
Hay muchos ejemplos de esto. Uno: en una comunidad parroquial se plantearon cómo hacer para mejorar un espacio del centro vecinal, que podía servir para cáritas y para dispensario. La gente se puso en contacto y entre todos pudieron reconstruir un espacio común.

La actividad pastoral comienza a marchar desde nuestro propio cambio de mentalidad y de actitud, en tender redes, relacionarnos con los centros vecinales, las escuelas no católicas, las fábricas, y pedir hasta conseguir cosas a favor de la comunidad. Por ejemplo en la comunidad donde yo pertenezco, a través de esas interrelaciones hemos conseguido las cloacas

– ¿Dónde puedo dirigirme para formarme como laico para la pastoral?
Dirigirse al Arzobispado.