26/07/2016 – En el día en que celebramos a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, compartimos el evangelio del día en donde Jesús explica la parábola del trigo y la cizaña.
Entonces, dejando a la multitud, Jesús regresó a la casa; sus discípulos se acercaron y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña en el campo”. El les respondió: “El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los que pertenecen al Reino; la cizaña son los que pertenecen al Maligno, y el enemigo que la siembra es el demonio; la cosecha es el fin del mundo y los cosechadores son los ángeles.
Así como se arranca la cizaña y se la quema en el fuego, de la misma manera sucederá al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y estos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal, y los arrojarán en el horno ardiente: allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!”
San Mateo 13, 36-43
Los padres de María fueron canales de gracia para que todo se vaya disponiendo a la venida del Salvador. Que lindo descubrir cómo Dios ha ido obrando en la historia para la inminente venida de Jesús.
Los discípulos piden a Jesús que les explique el sentido de la parábola del trigo y de la cizaña. ¿Qué es la cizaña? Es una hierba venenosa, y por lo tanto dañina. Al principio no se distingue del trigo sino que son muy parecidas, y se arraiga muy bien a la tierra. Si se la quiere arrancar se corre el riesgo de arrancar también el trigo. Esta parábola encierra una sabiduría inmensa y a la vez requiere de nosotros el don del discernimiento, porque nos puede pasar como muestra la parábola que querramos arrancar la cizaña muy temprano. El Señor nos invita a la esperanza y a la conversión.
Queremos ser seguidores de Jesús y dejarnos sembrar por Él el corazón. En el atardecer de la vida seremos juzgados por el amor. Es una invitación a la paciencia esta parábola. Dios no ha sembrado el mal, sino el demonio. El malvado obra en la noche, ocultamente. Entonces también la parábola nos invita a estar en vela a vigilia, porque “el demonio anda como el león rugiente buscando a quien devorar”.
Pedimos hoy la gracia de la paciencia y de permanecer despiertos. El demonio es quien siembra el mal, pero es un ser creado. Se opone a la obra salvadora de Dios, nos insta a desobedecer a Dios por caminos que nos hace daño haciéndonos creer que es mejor. Pero su poder es limitado, porque es criatura. Dios por ahora permite el obrar del maligno, pero nada más opuesto al mal que un amor solidario y generoso como el de Jesús. Entonces pidamos a Dios el don de la sabiduría para discernir adecuadamente y tener la capacidad de no querer arrancar el mal. Muchas veces con la excusa de querer hacer el bien hacemos el mal, y hasta se justifica la violencia para pretender arrancar el mal de la historia lo que es una terrible aberración. Dios nos da pistas para el discernimiento, y a veces es necesario esperar y dejar crecer. La sabiduría es un don que nos da Dios y que también viene por el paso del tiempo que nos va ayudando a crecer.
Discernir qué de trigo y qué de cizaña hay en nuestro corazón. Discernir hacia dónde, porque en los comienzos se asemejan ambas hierbas. Nosotros somos el campo de Dios donde Él siembra, pero por la noche también el mal siembra la cizaña. Nuestras comunidades también son campos de Dios. La gracia de Dios nos asiste por eso estamos invitados a renovar la confianza en Dios. Jesús también se acerca con delicadeza, nos ayuda a discernir, y por qué no hay que arrancar el mal del bien, también porque el amor de Dios es delicado y quiere tener cuidado de no arrancar el trigo. A veces es incipiente el trigo, la buena semilla sembrada, pero Dios lo cuida. Él cuida nuestra vida, por eso nos espera y es paciente.
Por supuesto que tenemos que convertirnos y a veces esa conversión es repentina, pero tenemos que tener cuidado de no arrancar el mal de cuajo porque también podemos arrancar la buena semilla que es mucho más valiosa. El tiempo muestra qué es trigo y qué es cizaña, y con su gracia Dios actúa con paciencia y con mucho amor.
Somos frágiles y Dios obra artesanalmente en nuestro corazón, porque tal vez un golpe desmedido podría resquebrajar su obra. Entonces por eso Dios camina al lado de nuestra fragilidad. Que lindo en estos ser pacientes y esperar, que es diferente a ser pasivos. La paciencia de Dios brota de un corazón profundamente misericordioso. Como nuestros abuelos que en medio de un mundo ajetreado, traen otro ritmo y nos enseñan a descubrir otros tiempos y que a veces yendo despacio se puede llegar más rápido.
“Una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son su memoria viva, es una familia desintegrada; pero una familia que recuerda es una familia con porvenir. Por lo tanto, «en una civilización en la que no hay sitio para los ancianos o se los descarta porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte»[218], ya que «se arranca de sus propias raíces»[219]. El fenómeno de la orfandad contemporánea, en términos de discontinuidad, desarraigo y caída de las certezas que dan forma a la vida, nos desafía a hacer de nuestras familias un lugar donde los niños puedan arraigarse en el suelo de una historia colectiva.”. Papa Francisco en “La alegría del amor”
“Una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son su memoria viva, es una familia desintegrada; pero una familia que recuerda es una familia con porvenir. Por lo tanto, «en una civilización en la que no hay sitio para los ancianos o se los descarta porque crean problemas, esta sociedad lleva consigo el virus de la muerte»[218], ya que «se arranca de sus propias raíces»[219].
El fenómeno de la orfandad contemporánea, en términos de discontinuidad, desarraigo y caída de las certezas que dan forma a la vida, nos desafía a hacer de nuestras familias un lugar donde los niños puedan arraigarse en el suelo de una historia colectiva.”. Papa Francisco en “La alegría del amor”
P. Munir Bracco
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