Corpus Christi

viernes, 11 de junio de 2010
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Pedro aconsejaba a la comunidad “pongan más empeño en consolidar su vocación y elección” también va a decir en su carta a los Gálatas el apóstol Pablo allá por el cap 5 “ayúdense a llevar mutuamente sus cargas y así cumplirán con la ley de Cristo pero cada uno debe llevar su propia carga” Este fin de semana es muy importante porque es la festividad de Corpus Christi. La iglesia hace una memoria fuerte, viva de la presencia real, sacramental en la historia, de Jesucristo en el misterio Eucarístico, el misterio más sublime que la iglesia tiene aquí en lo temporal, la presencia del Señor en cuerpo, sangre, alma y divinidad en el sacramento de la eucaristía fuente y culmen de toda la vida de la iglesia, tiene que ver con esta presencia tan discreta, sencilla que exige tanto la mirada de la fe y que además siendo el sacramento de la fe la provoca y aumenta de un modo particular purificando al hombre de sus pecados y animándolo en la experiencia de la comunión en el avance en el caminar, en la comunión con Dios y con los hermanos

La eucaristía es el sacramento de la unidad, sacramento que fortalece la presencia de Dios y que pone al corazón del hombre dispuesto a la acción del Espíritu. La eucaristía es nuestra fuerza, nuestra alegría y en este fin de semana estamos celebrando esta solemnidad tan importante para nosotros los cristianos católicos. Tenemos esta manera de ver la enseñanza que nos da la palabra que vamos a leer, la enseñanza del Señor a su iglesia. Cuando el Señor pensó en compartirnos su propia vida y hacerse uno de nosotros haciéndonos su pueblo en ningún momento nos pensó de un modo simplemente individual paraque cada uno se arregle solo como diciendo, mirá, yo te doy estos elementos, vos arreglatelas. Nos dio una ley desde antiguo y la renovó y le dio una vitalidad y un espíritu nuevo en el nuevo testamento con la presencia de Jesús que es la ley y la norma de la caridad, que es nuestra identidad cristiana, amar a Dios y amar al prójimo. Por eso “ayúdense a llevar mutuamente sus cargas y así cumplirán la ley de Cristo

Pero también va a decir, pero cada uno debe llevar su propia carga. Solamente llevando la propia carga, asumiendo lo propio, aceptando la vida con alegría, descubriéndola como don, en actitud de agradecimiento, celebrar el servicio también a los que nos rodean. Solo un corazón que tiene gratitud, que está lleno de amor su mundo interior, está con la ayuda del Señor, entonces puede tener esta necesidad imperiosa y esta cosmovisión, esta visión grande y profunda, entender que cada prójimo es mi hermano. Nos vamos a unir como en oración para escuchar la palabra de Dios que esta semana nos muestra la experiencia que Jesús compartió con sus discípulos, la multiplicación de los panes. Esta fiesta del Corpus Christi nos evoca este cap 9-11-17 de San Lucas que tiene este relato que ya compartimos “Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser sanados. Al caer la tarde, se acercaron los 12 y le dijeron, despide a la multitud para que vayan a los pueblos y caserío de los alrededores en busca de albergue y de alimento porque estamos en un lugar desierto

El les respondió, denle de comer ustedes mismos, pero ellos dijeron, no tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimento para toda esta gente. Porque eran alrededor de cinco mil hombres. Entonces Jesús les dijo a los discípulos, háganlos sentar en grupos de alrededor de cincuenta personas. Y ellos hicieron sentar a todos. Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue dando a sus discípulos para que se los sirvieran a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas” Palabra de Dios. Al comenzar este programa decíamos como una luz, un norte nos proponíamos “pongan más empeño en consolidar su vocación y elección” porque todos hemos sido llamados en la vida a una misión, una tarea, un servicio, a un entregar la vida. Siempre hablamos de la vocación porque la vida no se entiende si no tiene un llamado y no existe la vida sí no para responder generosamente a un llamado

No vivimos al vicio. La gente que no quiere escuchar un llamado a la vida, que le anda disparando a las cosas, es su desición pero es también su flagelo y es un flagelo triste porque no es un flagelo con sentido si no que es un flagelo que aparte del egoísmo, de la pereza, de la comodidad, de la vida superficial que uno va estableciendo porque no quiere uno crecer, no quiere sentir un llamado a vivir un proyecto de vida y eso por ahí, le pasa a mucha gente, anda amargada, triste. Ustedes saben como dice el refrán “quien mal anda, mal acaba” y también el que anda mal anda como fuera de lugar, desubicado. El que no acepta la vida como un designio, que no escucha un llamado en su vida, una misión, a consagrar su vida a algo que valga la pena, el que no quiere escuchar ese llamado, bueno, es como alguien que ocupa lugares que no le corresponden en definitiva porque el lugar en que estamos adecuados en la vida es el lugar para el que fuimos elegidos, ese lugar nos viene por un llamadito y hay que ponerle las orejas, escuchar ese llamadito

Por eso los que han entendido la vida y han descubierto cual es su lugar en la vida, nos dice también hoy Pedro “pongan más empeño en consolidar su vocación y elección” porque no es solo un llamado que Dios nos ha hecho si no es también algo que nosotros hemos elegido para nuestra vida y por eso nuestra vida va teniendo tanto sentido. Que importante es no dormirnos en los laureles, no adormecerse, no arrutinarse, mucho cuidado con este gran enemigo de la identidad que es la simple costumbre, la rutina, el acostumbrarse a algo. La vida hay que estar amasándola todos los días, creándola, soñándola, recreándola cada día, hay que estar como descubriéndola y por eso cada uno debe escuchar ese llamado, tiene que volver a mirar. Aquello que eligió tiene que volver a elegirlo porque tiene que volver a consagrar su vida y no se consagra algo por la costumbre si no cuando se lo vuelve a tomar, cuando se lo vuelve a mirar, a identificar y uno entonces se da cuenta que esto que tengo no me pertenece, esto tiene que ser entregado.

La vocación es algo que nos pone en comunión, que nos pone en servicio, que nos dinamiza, que hace que nos pongamos creativos, que superemos la tentación de la comodidad, de la mediocridad y hace que se nos vaya dilatando y estirando las paredes del corazón. Por eso como no agradecer a Dios que nos ha llamado con una vocación y como no agradecerle el que le hayamos podido decir acá estoy, Señor como le han dicho tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia. Aquí estoy Señor para hacer Tu voluntad. Esa es la gracia que tenemos en la mirada de la fe, descubrir que la vida es un don, es una vocación y es un llamado y que contiene algo grandioso, algo que supera nuestras fuerzas humanas, algo que es desmesurado pero es algo que Dios ha elegido para que nos demos cuenta que cuando el nos llama no hay que tener miedo, que Dios siempre da la gracia que hace falta para responder a ese llamado. Nos quedamos con este primer concepto antes de entrar a la meditación de la palabra de la 2º carta de Pedro cap 1-10-11

Luego de la misión que el Señor le da a los discípulos, la primera de las misiones, después de haberlos elegido, de haber compartido cosas con ellos, el Señor decide mandarlos y les da unos poderes, como los poderes que El tenía que eran los poderes mesiánicos. Les da un poder no para que digan, somos poderosos, si no para un servicio, un servicio que tenía que ser un signo. No eran los poderes algo en si mismo para que ellos se queden allí, si no para que a través de este don puedan anunciar el reino de Dios. Como que Jesús, el Señor que todo lo puede, en un gesto muy lindo, al invitar al hombre a ser su discípulo lo invita también a ser su testigo y también le participa lo que el padre le ha dado a El. Esto que El recibió se lo da también a sus discípulos es decir que de alguna manera les da participación en las condiciones mesiánicas de El y los manda para hacer presente el reino de Dios. Fíjense que misión, una misión totalmente sobrenatural que viene a deslumbrar las costumbres, las fuerzas humanas, lo que la gente está acostumbrada a vivir

Esa presencia y esa manera de actuar de los discípulos va a ser algo realmente llamativo y llamativo también para los mismos discípulos, ustedes piensen que el Señor eligió estas personas que ninguna había ido a la facultad, no tenían títulos, no eran teólogos, ni catequistas, eran simples personas que conocían algo de la tradición del pueblo hebreo, algo de la ley, algo del Torá pero no mucho más que eso y que si el Señor los eligió para que estuvieran con El, dice Lucas, era también para mandarlos a predicar, eran los dos motivos por los que los había elegido. Así que los había mandado y ahora volvían ellos de aquel envió en donde el Señor les había dicho “vayan pero que sea pobremente. Que el signo sea el que yo les permito obrar de modo mesiánico para que aparezca que reino de Dios está llegando a la gente. Vayan sin bastón, sin alforja, paren donde los reciban y donde no los reciban sacudan hasta el polvo de los pies y váyanse a otro lado” Así fueron los discípulos, de pueblo en pueblo anunciando la buena noticia y curando a los enfermos por todas partes

Herodes estaba un poco asustado porque veía todos los signos que hacían los apóstolos y los que hacia Cristo y el pensaba que era Juan que había resucitado, él pensaba, a Juan lo decapité y este ¿Quién es? Y Herodes quería conocerlo también a Jesús, trataba de verlo pero no era fácil porque el interés de Herodes era una simple curiosidad. Pero regresando los apóstoles de la misión se encuentran con Jesús y éste le dice estas palabras ¿no? Se retiró a solas con ellos hacía una ciudad llamada Betsaida a descansar un poco pero la gente no los deja tranquilos, la gente está impresionada de esta presencia, de esta actitud, de este servicio, este signo nuevo, un signo nuevo que aparece en el mundo. Realmente es maravilloso los discípulos expulsando demonios, curando a los enfermos y hablando del Reino de Dios pidiéndole a la gente que cambie su conducta, su corazón. Que se recuperen en la bondad, que se hagan justos, que se perdonen. Esas eran las cosas que anunciaban los discípulos y acompañaban el anuncio con los signos, los milagros que el Señor les permitía realizar

Al Señor nunca le gusta hacer las cosas solo, le gusta elegir a personas, participarles algo de sí. Quizás hoy podríamos preguntarnos a la luz de esta palabra y en esta fiesta de Corpus Christi que me ha participado el Señor que de El aparte de ser hijo de El, que talento, que don, que cualidad, que cosa que identifica a Dios en el mundo en mí, que hay en mí que identifique la presencia de Cristo, que es lo que me ha regalado Dios. Es lindo valorarlo, darse cuenta de ello porque es muy importante ver lo que Dios le va dando a uno y hay que ir valorándolo porque uno tiene que ejercer una misión, ser fiel a ese don. El Señor no deja su tarea, lleno de compasión invita a sus discípulos a ser partícipe de su misión y también les va mostrando no solo que ellos van a poder con los dones que les da y con el envío porque cuando Dios da un envío, y este es el mensaje de esta primera parte, cuando Dios pide algo da la gracia. Cuando Dios da una misión a la persona, les da los dones, los capacita, les da la gracia para el ejercicio de la misión

Todo esto lo sabemos por revelación divina y esa es nuestra alegría. Por eso caminamos con serenidad, con confianza nuestra vida de fe y sabemos que todo no podemos pero también tenemos que ser cuidadosos porque como nuestro corazón tiene sus ambiciones, sus desviaciones a veces queremos hacer más de lo que se nos ha pedido. Cuantas veces queremos hacer lo que no se nos pide. Entonces, para que aprendamos humildad, para que los apóstoles descubran el verdadero sentido de los dones, que no son cualidades para ellos si no para los demás, pero que tienen que ser muy humildes a la hora de llevar adelante este servicio de las cualidades que Dios les ha dado en bien de la comunidad, para que no olviden que son dones de Dios y que no son fuerzas propias entonces les permite vivir también esta otra experiencia, como la otra cara de la moneda. Al caer la tarde los discípulos están preocupados porque no hay para comer y hay dos cosas que le piden al Señor, le piden que despida a la multitud para que vayan a comer y vayan a cobijarse porque cae la noche y no hay respuestas humanas

Pero Jesús tiene esta manera, esta lógica que sorprende y que llama la atención y a veces supera y hasta asusta porque nos pone en cada brete Dios, en cada situación difícil a veces pero lo hace para que nosotros comprendamos nuestro verdadero lugar, para que no perdamos la humildad, el realismo, nuestra vocación cristiana. Tener la gracia de ser hijo de Dios, ser partícipe del misterio de Cristo, recibir el don de ser hijos de Dios, ser iglesia, contar con la gracia del Espíritu Santo, tener talentos, tener cualidades. Todo eso en la vida no deja de ser un don de Dios y tiene una misión grande, todo lo que hay en nosotros está para algo grande, para algo maravilloso, importante no está para el egoísmo para quedarme en mi mismo. Entonces el Señor les dice “denle ustedes de comer” la devolución del Señor. Ellos vienen con la preocupación y Jesús dice “bueno muchachos dejen de preocuparse y hagan lo que tienen que hacer, denle ustedes de comer” Fíjense inmediatamente lo que pasa en la experiencia de los discípulos.

Después de toda la sensación de éxito, de seguridad, el orgullo de pertenecer al Señor, de curar enfermos, de liberar demonios, recuperar a la gente y venir airosos a contarle a su Señor lo que les ha pasado y sintiéndose muy seguros de si mismos de golpe, de agua caliente a agua fresca. Denle ustedes de comer, cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños, dice la palabra. La sensación de los discípulos es la impotencia, la consecuencia lógica de este diálogo es el padecimiento de la incapacidad, yo no puedo hacer esto, es una invitación para desanimar pero desanimarnos en que, ¿en la misión, o desanimarnos en la tentación de la suficiencia? De que yo puedo, que yo soy capaz, de que yo no necesito, yo me basto, yo me siento bien, yo estoy seguro que yo la tengo clara. Son las tentaciones del poder, de la autosuficiencia que padecemos permanentemente. Mirá como el Señor me llama a una misión y me llama a hacerla con confianza y con humildad y que aprenda que siempre lo que Dios pide cuenta con su gracia.

El Señor ha querido alimentar a su pueblo en el desierto, ya desde la antigüedad lo vamos viendo. El desierto es el lugar donde el pueblo peregrinó y donde tuvo hambre y Dios le dio de comer el maná. El desierto es un lugar de prueba, un lugar donde uno tiene necesidades, es un lugar árido donde Isaías dirá, también brotan los manantiales Yo creo que la experiencia de la fe es para aprender un camino en la confianza. Me parece que la sabiduría del cristiano es vivir confiando, no vivir en la seguridad, en el control de todo si no la confianza que es lo que a uno le permite creer que el otro realmente se hace cargo de lo que es necesario y la confianza es una invitación a deponer las propias aspiraciones y la fe profunda va haciendo que uno vaya perdiendo el interés por las mezquindades de uno y vaya aceptando más la vida como don, que no hay que hacer a veces tantas fuerzas para hacer lo que hay que hacer, si no más bien tener confianza. En este día el Señor invita a los discípulos que den de comer a su pueblo y creo que este texto del evangelio nos enseña que nada de lo humano en definitiva alcanza para satisfacer las necesidades del corazón

Yo me hago esta pregunta ¿con que alimentamos el hambre del corazón? Es decir, nosotros echamos muchas porquerías en nuestro corazón, hoy día se come mucha chatarra y nuestro organismo, nuestra digestión está afectada porque comemos cosas que no nos hacen bien. Entonces pregunto ¿Qué le echamos al apetito espiritual? Que le ponen a su necesidad de ser persona, a su sentido de la vida, a su inquietud por las cosas importantes, ¿Cómo alimenta, como educa, como satisface las aspiraciones de su corazón, con que llena su mundo interior? Con que alimentamos nosotros nuestro corazón si nosotros podemos tener todo lo que necesita en nosotros mismos y en lo humano encontramos todo. Mucha gente hasta no pasar por cierto desierto no descubre cuales son las verdaderas necesidades por un lado y segundo no descubre hasta pasar por esto los verdaderos alimentos. Puede ser grande la tarea, la dificultad pero si Dios pide algo tiene la gracia, nunca Dios deja solo a nadie. Nosotros tenemos que ser concretos, vivir de esto, no solo pensarlo, no solo decirlo, no solo rezarlo si no bajarlo a nuestro actuar concreto

Nosotros tenemos que saber que Dios, cuando nos invita a una misión, siempre lo que Dios nos pida va a ser más grande de lo que podamos dar. Dios no pide lo que nos sobra, toda persona que ama quiere algo serio del otro, no quiere el sobrante. Nosotros tenemos que poner a Dios en primer lugar, tenemos que saber que la dificultad que podamos tener es una dificultad que puede tener una misión. Ver que lo que Dios me pide supera mis fuerzas no es para desanimar la tarea, es para confiar, para poner las cosas en Dios, es para poner lo que está en las manos y  a veces cuanta gente deja de hacer lo que tiene que hacer porque no tiene los recursos, ni todos los elementos. Cuantas tareas, cuantas misiones se dejaron de hacer pero no porque nos falten cosas sino que lo que verdaderamente de fondo nos falta es la confianza, saber abandonar en Dios y saber escuchar el llamado nuevamente. Por eso entender que uno está en algo, entender el motivo para lo que está allí, es para el servicio. Cuando el Señor nos llama El da la gracia y es una lástima que a veces pongamos tantas excusas para no hacer lo que nos corresponde hacer

Hacemos mucho daño porque herimos a la comunidad con el grave pecado de no darle lo que le corresponde como decimos cuando rezamos el pésame “he pecado de pensamiento, obra y omisión” eso, omisión, el grave pecado de la omisión. Muchas veces nace por la consideración de que lo que se me pide es demasiado para mi, entonces yo dejo de poner mis cinco panes y mis dos pescados. Dios no pide la solución de muchas cosas, pide que nosotros sepamos poner lo que está a nuestro alcance y que dejemos el resto a Dios. A veces lo que falta es ponerle fe, ponerle empeño y conociendo los pocos recursos, valorar lo que tengo. Siempre es poco lo que tenemos para responder a Dios, siempre será desproporcionado el pedido de la gracia y la posibilidad de respuesta. Por eso Dios da la gracia eso es lo que hay que despertar, la conciencia de que el Señor ayuda con la gracia para la misión que nos pide. Por eso debemos encontrarnos con el Señor, con la eucaristía, con el alimento que Dios tiene preparado para su pueblo

Una de las cosas que a veces en lo concreto, en nuestra vida de fe cuesta es la eucaristía, por ahí es más fácil tocarle la patita al santo, hacer la peregrinación, hacer el rezo, hacer la promesa, la novena, el sacrificio y a veces quizás aquellas palabras con las que Jesús desde cada sagrario, en la eucaristía de cada comunidad, de cada parroquia, esa palabra que el Señor nos está diciendo “vengan a Mi todos los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré” Diosa quiera que esta fiesta de Corpus nos traiga esta conciencia de la importancia de la presencia de Jesús en nuestras vidas y ojalá también nosotros como cristianos crezcamos no solo en la simple devoción si no en la experiencia de la eucaristía. Que en ella tomemos nuestra fuerza para la unidad, nuestra paz, nuestra capacidad de sanar, de recuperar, de unir, de servir, de evangelizar. Que la eucaristía sea el ámbito donde nutrimos lo que no podemos con fuerzas humanas nutrir. Lo que no está en nuestras manos llenar la aspiración del corazón la sepamos encontrar en la presencia eucarística del Señor

                                                                                                                 Padre Mario José Taborda