Cristo intercambia su ropaje con nosotros

jueves, 18 de agosto de 2022
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18/08/2022 –  En Mateo 22, 1-14, Jesús presenta el Reino de los Cielos como un gran banquete. Allí recibimos la invitación que nos hace para que le entreguemos nuestros ropajes, dejando que Él nos revista de su presencia.

 

¿Cómo revestirnos en Cristo Jesús?

El escritor ruso León Tolstoi cuenta que había un rey, muy severo, que le pidió a sus sacerdotes y sabios que le mostraran a Dios para poder verlo, aunque éstos no pudieron hacerlo. Pero un pastor que volvía del campo se ofreció para la tarea.

El pastor le dijo al rey que no era solo por sus ojos, que vería a Dios. Entonces el rey quiso saber, al menos, qué hacía Dios; ya que si no lo podía ver quería conocerlo por su hacer.

El pastor le indicó que para hacerlo tenían que intercambiar sus vestidos; el rey accedió al pedido y le dio sus vestiduras reales, y luego se vistió con las ropas sencillas del pastor. En ese momento el rey recibió su respuesta: “así es como actúa Dios”.

Cristo intercambia su ropaje con nosotros, se reviste de nuestra condición humana y nos viste de su condición divina.

El Dios verdadero renunció al esplendor de lo divino, se despojó de su rango, “tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos y así actuando como un hombre cualquiera se rebajó incluso hasta someterse a la muerte y muerte de Cruz” (Filipenses 2, 6).

Para participar del banquete del Reino, hay que sacarse el propio ropaje y entregárselo a Jesús.

 

Renovarnos en Cristo por la gracia bautismal

En este camino de renovarnos en Cristo por la gracia bautismal, Dios nos invita a reconocer que necesitamos cambiar nuestro ropaje. Necesitamos cambiar nuestro modo de estar y de vincularnos en el mundo de hoy, que exige de parte nuestra un testimonio vivo, claro y transparente.

Revestirnos de Jesús para participar del orden nuevo que Él viene a traer, para eso queremos dejarnos alcanzar y transformar por Jesús. Es imposible querer imitarlo sin dejar que sea Él quien configure nuestro ser a su imagen y semejanza. Es imposible hacerlo por nosotros mismos, si Él no nos introduce dentro de ese nuevo modo de ser que trae el Espíritu y que recibimos en la gracia bautismal. Espíritu de paz, de gozo y de alegría.

Esa es la señal de que hemos comenzado a ser revestidos en Cristo Jesús: paz, gozo y alegría.