Cristo resucitado nos trae la paz y el amor para transformar el mundo

martes, 16 de septiembre de 2008
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Sos, Señor, la imagen de Dios vivo.  Sos el Primogénito en todo lo que Dios, el Padre, ha creado. Porque en vos, todas las cosas creadas en el Cielo como en la tierra, lo visible como lo invisible, los tronos, las dominaciones, los principados, las potestades, todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Vos existís antes de todas las cosas, todo subsiste en Vos.  Sos cabeza de nosotros tu cuerpo, la Iglesia, sos principio primero que resucita entre los muertos a fin de que tuviera primacía en todo lo que Dios el Padre ha querido regalarnos en la plenitud de tu presencia. Has querido reconciliar con Vos todo lo que existe en el Cielo y en la tierra, trayéndonos la paz por la sangre de tu cruz.

Colosenses 1; 15 – 20

Este himno a Cristo, imagen de Dios y cabeza de la Iglesia, muestra la primacía de Cristo sobre el universo. En la primera parte se nos presenta este himno primitivo con retoques que comienzan cantando la alabanza a Jesucristo por ser anterior a todas las cosas y además por ser mediador en la creación. Esta expresión hímnica está inspirada en la Sabiduría (cfr. Proverbios), que es anterior a todas las cosas y participa de la obra creadora de Dios. La mediación de Jesucristo en la obra creadora de Dios como la Sabiduría está expresada con las preposiciones en, en medio de y para, que en el lenguaje de los filósofos expresan las diversas causas, para explicar que todo lo creado encuentra en Jesús su origen, su fundamento y su meta. Con un cambio de preposiciones se expresa también la unidad extrema de todo lo que existe.

Qué quiere hacer el autor de la Carta? Quiere dejar en claro que ningún poder o ser del mundo, visible o invisible, queda fuera del dominio de Jesús y su mediación creadora y reconciliadora. Están las dos expresiones de la obra grande de Dios: la creación y la nueva creación que es la reconciliación. En el medio está la ruptura que el hombre ha introducido dentro del universo, trayendo lo que no estaba: la presencia de la muerte por la acción del maligno y la desobediencia humana que puso al hombre y al universo en situación de destrucción. Entre la Creación y la redención aparece este dato -al final del himno-: que ante esta realidad la fuerza creadora de la reconciliación va a poner en orden, como al principio, todas las cosas.

La primera parte del himno concluye con un Cristo cabeza de la Iglesia. Pero ya al comienzo se expresa que Él es cabeza del universo. Por eso dice el primogénito de la creación, todo fue creado por Él y para Él. Significa que el universo ha venido a ser liberado por la primacía del Creador, que ha venido a poner las cosas en su lugar, en su estado original. Esta afirmación es Palabra de Dios, que revela el misterio escondido de Jesús, que viene a poner orden en el conflicto, en el desorden, en el caos. En el Génesis se dice que al principio todo era caos, hasta que la Palabra comenzó a pronunciarse y todo a ponerse en orden.

Todo el himno termina con una invocación a Jesús, que viene a regalarnos la armonía, el don de la paz. Cuando miramos el universo y luego el pequeño mundo de la tierra, podemos advertir el conflicto. A todo esto ha venido Dios, en la persona de Cristo, a poner orden, a devolvernos la paz.

Sea el gran cosmos, sea el microcosmos, que es nuestra existencia, vemos fuerzas en conflicto, que reclaman paz, armonía. Todo lo que en nuestro mundo nos parece incomprensible, el mal que hacemos por más que deseamos hacer el bien