“Cuando dejamos que Jesús abrace nuestra cruz, nuestros sufrimientos se vuelven ofrenda y cobran sentido: el sentido del amor”, padre Luis Albóniga

lunes, 23 de septiembre de 2019
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23/09/19 – En otra edición del ciclo “Misericordiosos como el Padre”, el padre Luis Albóniga nos trae el tema: “Un Dios traspasado de amor” y nos invita a reflexionar ¿Qué cruces de tu vida necesitás que abrace Jesús hoy?. Compartimos un resumen del programa de esta semana:

El primer martes dijimos que la misericordia es la manifestación mas honda del amor. En el programa anterior continuamos descubriendo que esta misericordia revela la verdadera imagen de Dios, un Dios que es ternura. Hoy agregamos, en esta tercera estación de nuestro camino, un Dios que por misericordia está traspasado de amor por nosotros.

La imagen mas elocuente de la misericordia la descubrimos en Jesús crucificado. Jesús se expone a si mismo y queda vulnerable ante nosotros, para que no le tengamos miedo y lo dejemos entrar. Un Dios que movido por misericordia se entrega por nosotros, da su vida por amor a todos nosotros.

La misericordia elevada sobre la cruz y de allí anunciada como buena noticia al mundo entero. La belleza que salva al mundo.

Leemos el relato de la Pasión según Juan 19,30-37:

“Todo se ha cumplido” es la frase que precede a la muerte de Jesús. Ya no queda resto, el ha entregado todo, se ha entregado por entero, se ofreció a si mismo por todos aquellos que el Padre ama, es decir por todos los hombres.

La crucifixión de Jesús es el gesto del amor extremo, quien no puede descubrir la muerte de Jesús en la cruz como un acto de amor no comprende en absoluto lo que allí sucede, así el crucificado se vuelve un enigma indescifrable. Solo desde el amor se reconoce la infinita misericordia que se oculta en ese rostro desfigurado, en sus manos y en sus pies traspasados por los clavos, por lo tanto si queremos saber que es la misericordia tenemos que contemplar a Jesucristo en la Cruz, permanecer allí.

Jesús en la cruz no es la definición de la misericordia, sino la misericordia misma puesta en acto. El acto de amor de Jesús, su ofrenda puesta en la cruz. El momento de la agonía previa es muy importante para entender lo que sucede en la Pasión y la muerte de Jesús, es importante porque nos ofrece la clave para entender el misterio de la cruz.

La noche previa, en el huerto de los Olivos, Jesús se retira a orar. Esa oración esta caracterizada por una lucha intensa y hasta dramática. Jesús se sumerge en lo mas hondo de la realidad humana, la historia de la humanidad que ha estado marcada por el pecado y el rechazo de Dios y allí precisamente se ubica Jesús, en el punto mas alejado de Dios. Se identifica y asume todo el pecado del mundo, en su profundidad mas oscura. Llega así al extremo mas alejado posible en su comunión con el Padre, no porque el lo haya merecido, sino porque por amor elige libremente ponerse en nuestro lugar. Por eso experimenta un terrible sufrimiento en el alma, que luego también se va a manifestar en la carne. Jesús muere de amor en la cruz.

¿Qué es entonces lo que nos salva? ¿Es la muerte de Jesús? En realidad lo que nos salva es el amor por el cual Jesús decide entregar su vida, nos salva su misericordia. Si allí en la cruz no explotara de amor el corazón de Dios no habría redención.

Leemos Zacarías 12,8-10:

Dios mismo en su hijo unigénito es el que ha sido traspasado y desde su costado traspasado, brota el manantial de la misericordia que salva, que alivia, que rescata, que libera, que abre un nuevo camino de vida en la historia de la humanidad.

El sufrimiento no es salvífico de por si, lo que tiene sentido es el sufrimiento por amor. Por eso cuando lo dejamos a Jesús que abrace nuestra cruz, nuestros sufrimientos se pueden volver una ofrenda y cobran sentido, el sentido del amor. El amor es lo que tiende el puente hacia Dios, lo que destruye el pecado.

Leemos Juan 7:

Bebiendo de Jesús nosotros también podemos convertirnos en un manantial de agua viva, en un manantial de misericordia. El Dios traspasado de amor es, al mismo tiempo, fuente de agua viva. Solo nutriéndonos de su misericordia podemos transmitirla a los hermanos.

Cuando dejas que Jesús abrace tu cruz quedas bien cerquita de su costado y desde allí, podes beber de la fuente de la misericordia.

Te invitamos a escuchar el programa completo al inicio de esta nota y a compartirlo en tus redes sociales!

Una vez más nos encontramos en el ciclo “Misericordiosos como el Padre” junto al padre Luis Albóniga,Rector de la…

Posted by Radio María Argentina on Tuesday, September 17, 2019