Cuando el amor es gratuito, generoso, heroico, cambia el ambiente

viernes, 17 de septiembre de 2010
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Evangelio según San Lucas 7,36-50.
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume.
Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!".
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro!", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta.
Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?".
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos.
Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies.
Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor".
Después dijo a la mujer: "Tus pecados te son perdonados".
Los invitados pensaron: "¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?".
Pero Jesús dijo a la mujer: "Tu fe te ha salvado, vete en paz".

El amor más allá del cumplimiento de la ley
En el Evangelio de hoy vemos los hermosos gestos de la mujer ante Jesús. Gestos de arrepentimiento además de llorar con ternura sus pecados y el lavar con ellos con las lagrimas los pies de Jesús, los besa, los perfuma. Lucas nos dice que era una mujer pecadora. Simón, el fariseo que ha invitado a Jesús, inmediatamente hace un juicio sobre ella, sobre Jesús. Entonces Jesús se dedica a enseñar con una parábola: la del prestamista y los dos deudores. Le hace una pregunta. Simón responde con certeza: aquel a quien más perdonó es el que va a demostrar mucho amor. Los fariseos. como el caso de Simón, que veían que cumpliendo estrictamente la ley, ya podían considerar que todo lo hacían bien pero Jesús un hombre libre sin prejuicios más allá de las convenciones sociales y religiosas al ver llorar a ésta mujer arrepentida se conmueve hondamente y deja que se acerque con su dolor a sus pies. El fariseo hace una relación de las actitudes que no están bien y Jesús le explica: tu no me ofreciste agua, ella ha lavado mis pies con sus lágrimas, tu no me besaste cuando llegué, ella no dejó de besarme desde que llegué, tu no me has ungido, ella ha derramado un perfume caro sobre mis pies para ungirme . El contraste entre Simón y la mujer es grande y Jesús lo deja de manifiesto. El gesto de Jesús pasa por encima de la ley. La mujer y Jesús superan la ley. Jesús se deja tocar, besar, ungir los pies por la mujer. Es una actitud revolucionaria respecto al amor y la libertad. Fue la ley quien mató a Jesús. El nos enseña que por encima del cumplimiento de la ley está la caridad y la ayuda a los demás. Lo más importante es el amor, la misericordia, la ternura, la delicadeza. Aquella mujer necesita sentir que Dios la amaba para poder convertirse, que la mejor manera de mostrarle este amor que no es otro que dejarse tocar el corazón. Dejándola lavar sus pies Jesús la recibe y que Dios está muy lejos de rechazarla. Ella cree en la fuerza de éste amor por eso Jesús le dice tu fe te ha salvado. Es un amor creyente el de ésta mujer. Es el amor que redime. Así nos quiere en éste día, nos quiere dando un amor convencido, un amor que se anime a ir más allá, tanto más allá como la vida nos reclama en un gesto generoso para con quien de alguna manera representa la figura de Jesús y a quien hoy somos invitados a entregar y a servir desde lo mejor de nosotros mismos
Gestos de amor que superaron nuestras expectativas
Es la gratuidad del amor con que la mujer entabla vínculo con Jesús y nos invita a nosotros a entrar también en esa corriente.
El Evangelio en estos días nos ha dicho: cuando yo sea puesto en lo alto atraeré a todos hacia mi. Es la presencia de Jesús que va camino a Jerusalén lo que hace que vaya estando como en alto. Por lo menos para ella está en lo más alto de hecho éste gesto según dice Jesús le da a entender es un paso anticipado de la Pascua y el punto donde Jesús es puesto en lo más alto es la Pascua. De alguna manera la mujer entiende que la Pascua de Jesús está ocurriendo anticipadamente y ella atraída por la fuerza de la gratuidad del amor de Dios tiene un gesto semejante como para ponerse a la altura de semejante amor y entonces da lo mejor de si misma, rompe el frasco y entra en profunda comunión con Jesús en un gesto que envuelve el ambiente de un aroma distinto. Hay una sacramentalidad de comunión entre Jesús y la mujer, Jesús que ya anticipadamente celebra la Pascua en aquella cena y está dando lo mejor de si mismo en la casa de Simón el fariseo y la mujer que entiende de alguna manera atraída por una señal del Espíritu que Jesús comunica con su presencia y hace algo semejante, da lo mejor de si mismo. En los dos casos, en el caso del amor de Jesús en la Pascua anticipada en aquella cena y en la caso esto es lo que cambia el am de la mujer con su gesto generoso hay un denominador común, la gratuidad y la entrega. La verdad que esto es lo que cambia el ambiente. Nosotros muchas veces nos quejamos de ambientes enrarecidos. Aquí no tenemos un ambiente enrarecido, tenemos un ambiente perfumado y el perfume lo determina el frasco que se ha abierto pero mucho más lo determina el vínculo de amor y generosidad con que la mujer y Jesús se relacionan en gratuidad.
Es la gratuidad, es lo que no tiene precio, es el amor que no se lo puede comprar ni vender, es el encuentro que se genera en un ambiente que está enrarecido pero que cambia gracias a ésta frescura de entrega y de bienvenida al amor cuando se da bajo estos términos en generosidad y gratuidad. Amores en gratuidad son los que nos hacen ir mucho más allá de lo querido de lo amado para lanzarnos mar adentro hasta donde la vida nos de dando todo lo mejor de nosotros mismos.
Hay un reclamo de la sociedad en que vivimos donde se espera un cambio, una transformación. En los los puntos fundamentales de la construcción social de lo argentino hay un reclamo por mayor justicia, en los ámbitos fundamentales de la vida, en salud, educación, vivienda, alimentación y sobre todo los sectores más vulnerables de la sociedad se ha hecho mucho y venimos dando pasos importantes por la recuperación de nuestro país aunque nos queda mucho por recorrer. Hoy el Evangelio nos da la clave y tiene que ver con la actitud de la mujer que le ha generado Jesús con su presencia. Jesús es el que con esa desbordante generosidad va siempre un paso más allá en la búsqueda de la entrega por amor a lo que el Padre le pide y la mujer entiende éste código de comunicación en el que Jesús con la sociedad de su tiempo y responde a eso, lo cual con un gesto semejante el ambiente en que está cambie, que se empiece a percibir un aire distinto, un perfume distinto. Que las cosas cambien no va a ser por arte de magia, ni de un día para el otro. Mucho trabajo tenemos por delante pero cuando hay un ánimo común que nos hermana, nos reconcilia, que supera las distancias, que nos hace ir por encima de las ideologías detrás de lo que es común y bueno para todos entonces detrás de esa corriente, de ese aire, de ese perfume sin protagonismos personalistas sino guiados y conducidos por un sentir común que nos hace ser verdaderamente nación podemos ir encontrando el horizonte que tal vez por allí demasiado desdibujado lo tenemos y no hace creer que pueda haber futuro, lo hay, y nosotros creemos que se nos presenta en la clave del Evangelio: en una entrega generosa diría yo heroica de amor que nos hace ir mucho más allá de lo que pueda significarnos la misma entrega. No se trata de poner héroes que dan la vida que hacer notar que así es sino del reconocimiento de esa heroicidad de las personas que en el silencio hacen como la mujer que no intenta ser descubierta en su generosidad porque lo hace en silencio, va por detrás de Jesús, hay mucha discreción en su modo de estar y mucha indiscreción en el lugar desde donde está. Hay discreción porque no se hace notar y hay una gran indiscreción en términos del amor con que hace lo que hace. Cuantos hombres y mujeres dedicados al trabajo de servicio de los más pobres entre los pobres no se hacen notar y están teniendo discretamente una entrega indiscreta de un amor generoso que es el que cambia el ambiente. Héroes anónimos que con su entrega de todos los días o semanal sin que se note pero desbordante en la caridad como ésta mujer rompen lo mejor de si para cambiar el ambiente. Necesitamos y mucho de estos héroes anónimos.

                                                                                                 Padre Javier Soteras