¿Cuántas veces agradeces al día?

miércoles, 28 de junio de 2023
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26/06/23- Junto al Padre Mateo Bautista recorremos la Palabra de Dios para descubrir a diversos personajes bíblicos. En esta oportunidad dialogamos sobre el leproso agradecido, sobre la base del Evangelio de San Lucas. Este relato es conocido como “la curación de los diez leprosos”, sin embargo, algunos comentaristas bíblicos opinan que habría que titularlo: “El samaritano agradecido” o “la curación de los diez leprosos y el samaritano agradecido”.

Movimiento y curación

En este relato dominan los verbos de movimiento y de curación. Recordemos que el pueblo de los samaritanos habitaba dentro de los límites de Israel, pero no era reconocido como parte del pueblo judío porque se lo tenía como extranjero y pagano y, por lo tanto, también como impuro. En tiempos de Jesús, entre judíos y samaritanos no había prácticamente ninguna comunicación, ni de orden religioso. El Señor cura a diez leprosos, pero sólo recibe el agradecimiento de un samaritano, considerado impuro. Así se anuncia ya el rechazo de Cristo por Israel y la buena acogida de su evangelio entre los gentiles. En el centro de este relato está la gratitud por la curación, pero su énfasis es más bien el reconocimiento de la salvación plena y total ofrecida por Jesús. Y es un buen toque de atención para cada uno de nosotros…

Unidos por la lepra

Algo llamativo: si judíos y samaritanos ¡se despreciaban… fraternalmente!, aquí los vemos juntitos, en armonía, solidarios en la enfermedad común. Lo que no consigue la salud, lo consigue la enfermedad.
La lepra constituía una forma especial de impureza. Todo aquello que manchaba al hombre y lo hacía indigno de estar en contacto con la comunidad santa de Israel era una impureza. El impuro debía mantenerse alejado del trato con los demás y no podía participar de la vida de la comunidad ni en el culto. Estaba fuera de la bendición divina, era indigno para dirigirse a Dios.
El leproso (metzora) no era un simple enfermo sino un separado (para evitar el contagio). En sí mismo no era despreciado sino muy temido.

Uno solo regresó a agradecer

Diez leprosos esperaban un milagro para rehacer sus vidas, pero sólo uno, el extranjero y despreciable samaritano a los ojos de los judíos, reconoce en Jesús la misericordia divina.

El hebreo, como lengua semita, no registra un vocablo para expresar: gracias. Por ello bendecían (bien decían) al donante o bienhechor. El ex-leproso agradecido inicia una liturgia de la acción de gracias muy decida, manifiesta y explícita: “Se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias” (eujaristo: dar gracias). Literalmente se dice que “cayó sobre su rostro”. El gesto es un signo de homenaje y, ciertamente, manifestación de reconocimiento ante Jesús en cuanto intermediario de la acción salvífica de Dios Padre.

La importancia de ser agradecidos

¿Cuál es nuestra actitud ante la inmensidad de la gracia que recibimos de Dios? Nosotros pedimos favores al Señor y los obtenemos, pero que la relación con Dios no se reduzca a pedir y recibir sin llegar al encuentro personal, al agradecimiento, a la conversión, al auténtico discipulado, al compromiso pastoral.
La gratitud debe impulsarnos a buscar el encuentro personal con el Señor que nos alcanza el mayor bien que ni siquiera pedíamos, hasta integrarnos con responsabilidad y compromiso plenamente en su Iglesia.
¿Tomamos conciencia, cada día, de los beneficios que recibimos abundantemente de Dios, cada día, gratuitamente?

No te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.