Curaciones en la región de Genesaret

viernes, 12 de febrero de 2010
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“Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo su manto, y los que lo tocaban quedaban curados”.

                                                                         Marcos 6,53-56

Es tan lindo ver en algunos momentos, en algunos templos católicos particularmente, lástima que a veces tiene que estar cerrado en algunos horarios por los riesgos, algunas personas les cuesta respetar lo religioso, tienen alguna necesidad y se quieren robar algo, lamentablemente hay que estar con el templo cerrado. Yo en lo personal procuro que esté abierta la casa de Dios, tengo necesidad de que la casa esté abierta. Me he encontrado reiteradamente experiencias, particularmente a la hora de la siesta, o por ahí en medio de la tarde o media mañana, normalmente no hay una presencia cultural en el templo. En la iglesia esta el Señor, el sagrario, está la lucecita. Las iglesias tienen sus advocaciones religiosas, los Santos que ama la gente, las imágenes que representan la comunión de los Santos, ese misterio grande del que todos somos parte por la gracia de Dios.
Somos la iglesia del Señor y esa iglesia tiene 3 dimensiones, una que va peregrinando, que es la del medio, nosotros los que estamos viviendo en el tiempo de la fe, los que tenemos en el tiempo de la peregrinación y también es el tiempo en que caminamos bajo la misericordia de Dios, tiempo en el cual el Señor nos da la gracia de poder tener méritos, no porque seamos meritorios, sino en el que El puede derramar los méritos de su pasión y cruz en beneficio nuestro y en este tiempo también nosotros somos en el ejercicio de la caridad, mediadores, intercesores, podemos hacer mérito por otro, por la iglesia purgante por ejemplo, otra dimensión, esa iglesia que esta allí esperando ser purificada, ser sanada del corazón, en donde el pecado ha dejado huellas grandes, muchas almas esperan poder encontrarse definitivamente con el Señor en la visión beatifica y la iglesia celestial, los santos, que son los que interceden por nosotros.
En las iglesias, en las parroquias, en los templos, tenemos advocaciones, imágenes, particularmente de la virgen y algunas imágenes de santos que están muy cercanas al pueblo de Dios, San Cayetano, San José, San Expedito, la advocación de la Virgen Desatanudos, Santa Rita, deben haber varias, cito algunas, como para decir, que hacen como presente ese amor cercano de Dios, es como que la gente busca a Dios, pero lo busca a través de mediadores.
Muchos cristianos, no católicos, no están de acuerdo con esto, con ese tema de las imágenes y por ahí con cierta razón también, porque a veces los católicos no tan bien educados en la fe, exageramos en la cuestión de las imágenes, de los signos.
Las imágenes no son más que imágenes, nadie tocando una imagen se sana, la sanación viene por un acto de fe y por la misericordia de Dios.
Un acto de fe, una gracia que uno pide y se le concede no viene porque toque una imagen, sino porque ore con fe.
Sin embargo necesitamos tocar y a mi me parece tan significativa la mujer de las hemorragias, que tuvo no se cuantos años de hemorragias y no se curaba y ya se había gastado todo y fue y dijo si yo lo toco al Señor, le toco el manto y voy a quedar curada y ella fue y lo toco y Jesús se dio vuelta en aquella oportunidad, en medio de la multitud que lo apretujaba y hizo una pregunta que le llamo tanto la atención a los discípulos, “¿Quién me toco?”, era imposible que no lo tocaran a Jesús, todos querían algo, era un apretujamiento de gente y la gente desesperada, la necesidad la llevaba al encuentro del Señor y era la presencia del Reino de Dios.
Quien me toco, como pregunta eso si acá todos te tocan, Jesús cayó  y dijo “quien me toco”, la mujer que había sido curada, se levanto con timidez y mucho respeto y dijo “fui yo Señor” y Jesús le dijo “tu fe te ha salvado”.
Parece tan significativo, la iglesia en esto, responde a la necesidad del ser humano y en esto hay una gran sabiduría, todos necesitamos tocar para entender de alguna manera, no hay forma de conocimiento, de reracionamiento, que tenga que ver con el mundo sensible, el mundo del afecto, el mundo de los sentidos externos, todo lo que nos ingresa a las personas, viene por los sentidos externos, por la vista, el oído, gusto, olfato, el tacto, muy importante el tacto, a veces no nos gusta que nos toquen  las imágenes, hay que dejar que las toquen.
Siempre recuerdo en una parroquia que estuve, una abuelita y como queriendo recuperar el concepto inicial de esta charla, me acuerdo una vez que estaba cerrado el templo donde yo estaba y eran los comienzos de la parroquia y como se robaba en la zona, yo tenía temor y yo quería abrir pero me pedían que no lo haga, yo nuevo allí y me encuentro con una abuelita, tenía mas de 90 años y ella venía a rezar un rato, todos los días al Señor, tenía sus amigos, la Virgen, San José, tenía el patrono y ella iba y los tocaba y se quedaba con la mano tocando la parte inferior, normalmente en el pie o en el manto y estaba largo rato con cada uno, pero lo que mas me llamo la atención, que se ponía delante del sagrario y con su mano tocaba al sagrario y agachaba la cabeza y estaba en oración, eso a mi me conmovió de tal manera, que yo dije “esta Iglesia queda abierta todo el día”, pero todo fue a causa de, esto es lo posterior, anteriormente lo que me movió a esta decisión fue que la encuentro en una hora que estaba cerrada la Iglesia tocando con su mano apoyada en la puerta del templo, con la cabeza gacha, con la misma actitud que la contemple muchas otras veces adentro del templo, tocando las imágenes que representan a los santos y tocando la presencia de la eucaristía y la puerta del sagrario en oración.
Yo dije, mira vos si no voy a abrir la puerta de la parroquia, que me roben lo que roben, nunca mas me robaron, saben que me paso eso, nunca nadie toco nada prácticamente, pero la gente empezó a orar y otra cosa, en los horarios insólitos, me encontraba con esas personas que no son de ir al templo, porque no les gusta ir cuando hay gente, por los motivos que fuere, uno no es nadie para saber que es lo que le pasa en el interior de las personas, la religión no es para juzgar, la religión es para amar, ser libre, acompañar, ayudar a crecer al hombre y los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, no siempre les gusta ir adentro del templo cuando hay un culto, muchas veces porque no lo entienden, diversos motivos, porque tienen vergüenza, por sus experiencias de vida o porque se sienten rechazados, observados o juzgados, sobre todo si son humildes, pero verlos en el templo, me he encontrado con gente joven, en esos horarios insólitos que entro y los sorprendo y yo me he retirado respetuosamente para no distraer, porque veía a la persona dejando el charco de lágrimas en el suelo, eso era la vida espiritual de esa alma, el Señor estaba sanando esa alma, que bendición que esa persona podía estar allí, charlando con el Señor, diciéndole su dolor, quizás sus ganas de quitarse la vida, quizás su impotencia, su miedo, quizás ir a contarle que a la noche fue violada o que en ese día la dejaron sin trabajo a la persona, que no tiene que llevarles de comer a sus hijos y en vez de odiar, de quemar gomas y cortar rutas, está allí en el templo pacificándose con el Señor y cargándole su cruz al Señor, pidiéndole al Señor como Nazareno, que le ayude a llevar esa cruz.
Figuras, imágenes, un mundo de necesidad, un mundo herido y un Jesús siempre a mano.
Verlo al Señor a mano, eso es lindo que nuestro templos sean un lugar de encuentro y no sólo los templos sino los templos vivos que son las personas bautizadas, los cristianos. Ser como Jesús, una presencia sanante, estar al  alcance y llevar a donde vamos, proyectar, ese encuentro con el Señor tiene que ser fuerte para que justamente se pueda proyectar esa presencia magnífica del Señor, esa atracción. Me gusta mucho algunos movimientos de la iglesia católica a donde se contiene aquello que por ahí en las formas más exigentes, pertenencia, la vida pastoral o evangélica o evangelizadora o a las instituciones, no entran personas en ciertas situaciones, como a veces personas que viven la experiencia de la separación y nuevas uniones, y son bautizadas y no se pueden casar, por ahí no pueden recibir ciertos beneficios, como por ejemplo prostitutas, la droga, por el sida, personas que son desequilibradas. Una cosa notable, los tiempos van haciendo surgir una iglesia que se va abriendo también en muchos campos de estos, y es tan interesante ver tantos movimientos, grupo de gente que tienen ese ejercicio de la compasión, una necesidad de abrazar, de dar lugar al mundo loco, desequilibrado, enfermo, herido, y se hace una nueva presencia, yo diría de Jesús, que bueno que nosotros no tengamos miedo de sentir la necesidad de estar cerca del que a veces no nos conviene humanamente porque molesta, porque es pesado, porque compromete, pero hay que tener ciertamente un amor para esto, y muchos cristianos hoy tienen ese amor, esa necesidad de contener, de estar cerca de Jesús, de saber atender y escuchar a las personas que tienen necesidad, y no sólo dentro del mundo de la fe, fuera del mundo religioso, del mundo cristiano hay tantas instituciones, movimientos, tareas, personas que dedican su tiempo al voluntariados determinados, por ejemplo acompañar a los enfermos terminales de cáncer, ir a los hogares de ancianos, asistir a las cárceles, es decir el ejercicio de la misericordia. Yo hoy en este texto lo estoy mirando y sintiendo al Señor en estas palabras que nos narra el evangelio de Marcos, el Señor cruzó en barco, llega a la orilla de Genesaret, allí se baja y enseguida ya lo reconoce la gente, porque es así, parece que los que tienen compasión, corazón misericordioso son reconocibles fácilmente y además esa imagen, esa fama se extiende rápidamente. Qué lindo que se extienda sobre el mundo esa presencia de hombres y mujeres que vivan de la compasión, que tengan sensibilidad y mirada onda para encontrar el proyecto de Dios en las personas necesitadas, no todos pueden hacer esto, pero todos podemos colaborar en esto. Qué lindo, yo le rezo al Señor en este día para que Él despierte esa capacidad de compasión en nosotros. El Señor desembarca, lo reconocieron muchos y empezaron a recorrer la región caminando, porque el Señor quería anunciar el reino, su presencia era la presencia del reino. Cual es el primer contacto de aquel que anuncia el reino, los enfermos. La gente comenzó a traer a los enfermos en camilla dice la palabra, adonde decían que se encontraba Jesús, y entonces llegaban hasta allí. Cuando llegaba Jesús a cualquier ciudad, pueblo, aldea de aquella zona, iban a la plaza, colocaban a los enfermos y le pedían que le dejara tocar por lo menos el borde de su manto. Dice la palabra “Todos lo que lo tocaban quedaban sanos”. Lo que tiene que haber significado en ese momento para la gente Jesús, se dan cuenta, realmente el médico, no era una magia lo que hacía Jesús, era una presencia del reino y era hecha con la fuerza del amor, el Señor derramaba sanidad, recuperaba a la gente. Yo lo miro a Jesús y me quedo maravillado mirando este evangelio, contemplando la palabra porque me digo, a mí me va a pasar lo mismo si yo voy lo miro y me dejo mirar por el Señor, si yo le llevo mi enfermedad al Señor no me puede pasar lo mismo, porque no?, porque no se me puede sanar el corazón que odia, porqué yo hoy mirando a Jesús, o Jesús ya no es compasivo, hoy ya no tiene misericordia, hoy ya no es necesario anunciar el reino, ya se terminó el trabajo?. Jesús siempre estará, siempre es necesario, pero la gran pregunta que me hago, desde dónde realmente se acercaban tanta gente a Jesús, desde sólo su enfermedad, su miseria y su pobreza, desde sólo su impotencia, su falta de no tener respuestas en el mundo, se ve que había una esperanza mágica en los corazones que le permitiera sanarse, no será que se acercaban desde el don que el Señor sembraba en sus corazón, que era el don de la fe, acercarme con fe a Jesús, mi pobreza, mi pecado me debe llevar a Jesús. No hay situación de quiebre de lo humano, de tocada de fondo, de pecado, de indignidad, de desgracia que no tenga como finalidad el abrazo con Jesús sanador.