13/08/2025 – «Para que recibamos la savia nueva de la vida nueva en el espíritu que Jesús nos regala, necesitamos abrirle y reconocer que nuestro corazón está herido». ¿Alguna vez pensaste en tus heridas no como una debilidad, sino como el lugar privilegiado donde Dios elige habitar? ¿O en la importancia de tocar, de sentir y de palpar el misterio de la fe para que sea real en tu vida? En este emotivo encuentro del ciclo «Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia«, el Padre Javier Soteras, director de Radio María Argentina, nos guía con sus reflexiones sobre la encíclica del Papa Francisco, Dilexit Nos, profundizando en el triple amor que se revela en el Sagrado Corazón de Jesús.
El Padre Javier nos introduce a este tema central partiendo de una idea hermosa: Dios quiso entrar en la historia y en la condición humana para que podamos contemplar lo infinito en lo finito. El texto de la encíclica nos invita a reconocer que en el corazón de Cristo se manifiesta un triple amor: el divino, el espiritual y el sensible. Estos tres amores no son realidades separadas, sino que actúan y se expresan juntos. El Padre Soteras nos invita a reflexionar sobre cómo la encarnación, el hecho de que Dios se haya hecho carne, es el camino para que el amor infinito de Dios se haga accesible, cercano y palpable para nosotros. Es por eso que en la piedad popular, las personas necesitan tocar y entrar en contacto con las imágenes de su devoción; no es adoración de una imagen, sino la veneración de un acontecimiento que esta representa y que nos permite, como seres encarnados, abordar la trascendencia desde lo inmanente.
La conversación profundiza en una advertencia importante para todos los católicos: el peligro de «espiritualizar» o «racionalizar» la fe hasta el punto de desencarnarla. El Padre Javier nos recuerda que, si una espiritualidad o una oración no nos vinculan a un hecho concreto, cercano y humano, hay que dudar de ella. Nos relata la anécdota de San Felipe Neri, quien puso a prueba a una supuesta «vidente» pidiéndole algo tan sencillo como que le lavara sus zapatos sucios. La respuesta de la mujer dejó claro que su espiritualidad era superficial, pues le faltaba el contacto con lo simple y lo humano. La fe que nos propone la encíclica, y que el Padre Javier nos ayuda a reflexionar, es una que toca la carne del hermano, que se mezcla entre los pobres y que encuentra en la humildad y la vulnerabilidad el lugar preferido de Dios. Jesús, como decía el Padre Brochero, es como los piojos, anda en la cabeza de los pobres.
Finalmente, el programa nos invita a contemplar la figura de San Juan de la Cruz, quien en su mística entendió que la unión plena con el Señor se produce cuando ambas heridas, la nuestra y la de Cristo, se encuentran. Así como en un injerto, para que se dé una nueva vida, las dos realidades deben ser heridas. De esta manera, nuestras vulnerabilidades y nuestras heridas son el lugar elegido por Dios para habitarnos.
El Padre Soteras nos deja con la idea de que los lugares de mayor pobreza y fragilidad son los más amados por Dios, y que al reconocernos heridos, podemos recibir la savia nueva del amor de un Dios que se nos entrega en la Cruz. Sin duda, una nota cargada de emociones y reflexiones profundas que nos invitan a disfrutar de la nota completa para dejarnos conmover por la profundidad de este mensaje.