Descanso en Jesús: Un Llamado al Alivio y la Alabanza

miércoles, 17 de julio de 2024

17/07/2024

Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. Mateo 11,25-30

El camino renovado de la confianza


Nada más que la confianza es lo que nos acerca a Dios. Hay situaciones en donde decimos ¿Y ahora? ¿Cómo hacemos para seguir en la marcha? La mejor actitud frente a este tipo de situaciones es empezar el día poniendo la mirada, nuestros esfuerzos y energías en aquello que nos toca como responsabilidad cotidiana y en el camino, seguramente encontraremos aquello que nos hace falta para avanzar y así, llegaremos a hacer aquello que creíamos imposible.


¿Cómo crecer aún más en la confianza? Por el camino del abandono. Que significa poner todo en las manos de Dios. Sabemos que no es fácil. Cuesta avanzar sin saber hasta dónde van nuestras fuerzas y cuanto depende de lo que Dios quiere. Es decir, cuánto depende de Dios y cuánto de nosotros. Es bueno tener en cuenta aquello que dice San Ignacio de Loyola: “Actúa como si todo dependiera de ti, sabiendo muy bien que en realidad todo depende de Dios”.


Los invito a entrar por el camino renovado de la confianza. Es difícil, sobre todo en el contexto en el que estamos viviendo en donde uno tiende a replegarse sobre sí mismo y es lógico preguntarse ¿Cómo confiar en medio de circunstancias tan complejas? Hagamos un aporte de confianza, siempre con prudencia, poquito a poco, paso a paso. En medio de tanta violencia, injusticia podemos construir la paz desde la confianza, ese sería el desafío de hoy.


¿Por dónde ir hacia el camino del abandono?


Para que el abandono sea auténtico y se engendre desde el interior, con un descanso en la paz del Señor, es necesario que la entrega sea total. Nos puede ayudar contemplar a Jesús en el Getsemaní. En esas circunstancias de angustia, de dolor.


No es fácil ir hacia los lugares donde Dios nos lleva porque son lugares a donde algo se termina, llega a su fin: una etapa, la partida de un ser querido, etc. Entregarse tiene su costo. El costo que tuvo para Jesús, quien llegó a decir “Padre, si puedes aparte de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. Mirando a Jesús en la Cruz, hagamos nuestras éstas palabras mientras entregamos eso que Dios nos pide, hasta sentir en el corazón que uno se entregó por completo, se abandonó en Sus manos.
Es bueno tener conciencia de que esa entrega no nos sale naturalmente porque estamos condicionados por un montón de factores. El lugar en donde nacimos, la familia a la que pertenecemos, los contextos en donde estamos. Nosotros, en el ejercicio de la libertad, vamos haciendo todo un aprendizaje día a día, entrega a entrega.


A veces con las entregas, sentimos que son como un elástico, aquello que dimos se vuelve a nosotros. Entonces hay que volver una y otra vez a entregarlo. Tenemos que estar bien dispuestos. San Ignacio de Loya la llama a esta actitud de disposición interior “la santa indiferencia”, que no quiere decir que todo da igual. Es disposición de corazón para que sea lo que Dios quiera y quiere. Sería así: “Que yo no quiera más salud que enfermedad, pobreza que riqueza, buena fama que humillación, que no quiera nada. Que quiera lo que Dios quiera.” Esto hay que trabajarlo porque naturalmente tendemos al éxito, a la salud, a poseer bienes y cuando algo de esto nos falta no sabemos cómo administrarlo. Ésta disposición interior nos hace libres. De lo contrario estamos tironeados por dentro. Pidamos a Dios ésta gracia.
San Ignacio nos invita a hacer el siguiente ejercicio, ponernos frente al Rey Jesús, ofrecerle un menú de lo que uno quisiera y esperar a que Él elija con qué manjar quiere alimentarse.


Henry Nowen cuenta una anécdota en un circo mientras observaba a los trapecistas. Su asombro radicaba en ver como quien se tira y vuela por el aire debe soltar los brazos con mucha docilidad y esperar a que el otro, su compañero lo agarre. El éxito de la travesía radica en la confianza. Nosotros somos como este trapecista dando vueltas en el aire, debemos estirar los brazos porque tenemos un Padre bueno que está dispuesto a agarrarnos.


Crecer en la confianza


Tenemos que aprender a confiar tanto en las pequeñas como en las grandes cosas. Confiar totalmente en Dios con la simplicidad de los niños y Dios manifestará su ternura, su previsión, su fidelidad de una manera a veces conmovedora. Aprender a tener confianza total en Dios con la simplicidad de los niños. Así tenemos que recuperará la frescura interior, poder decirle “allá me tiro Dios”. Si Dios nos trata en algunos momentos aparentemente con una fuerte rudeza, tiene también delicadezas imprevistas de las que sólo puede ser capaz su amor tierno y puro como el suyo.


San Juan de la Cruz, al fin de su vida, camino al convento donde iba a terminar sus días enfermo, agotado, sin fuerzas, se sienta sobre una piedra al borde del camino para tomar aliento. Piensa entonces con anhelo en los espárragos que comía en su infancia. Cerca de la piedra en la que está sentado encuentra milagrosamente dejado allí, un atado de espárragos.

En medio de nuestras pruebas tendremos la experiencia de estas delicadezas del Amor que son para todos los pobres que creen verdaderamente que Dios es su Padre.
Reflexionar, esperar, sumar y restar lo que es más conveniente, tiene su tiempo, pero llega un momento en el que hay que dar el salto, tirarse a la pileta. A veces nos preguntamos, temerosos, si habrá agua en esa pileta pero debemos confiar en las señales que Dios nos da.


Dios da el ciento por uno, es generoso pero no tenemos que ponernos a calcular: “Si yo le doy me van a dar.” Si doy es porque entendí la lógica de la ofrenda y por el solo gran amor de Jesús contemplado en el misterio de la ofrenda. Si uno se encuentra limitado para dar pasos decisivos en la entrega es muy importante ponerse frente a la cruz y decirse lo que Pablo dice me amo y se entrego por mi” Gal 2, 20. Está entregado en al cruz y lo hizo por mi. Esto saca amor y confianza de nosotros.

Como decía el Padre Pio de Pietrelcina:


«Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración… La oración es la mejor arma que tenemos; es la llave al corazón de Dios. Debes hablarle a Jesús, no solo con tus labios sino con tu corazón. En realidad, en algunas ocasiones debes hablarle solo con el corazón…» -Padre Pío