16/04/2018 – Hoy en el Evangelio, Jesús advierte que no van detrás de Él porque hayan entendido su mensaje de vida sino porque han saciado su hambre. El interés por Jesús más que el vínculo con Jesús, allí se juega el Evangelio de hoy. El Señor nos invita a renovar nuestro vínculo con Él mucho más allá de lo que nos da.
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que Él ha enviado”. Juan 6, 22 – 29
Después que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello”. Ellos le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”. Jesús les respondió: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que Él ha enviado”.
Juan 6, 22 – 29
Jesús limpia y purifica, reorienta y quita del medio lo que obstaculiza desde dentro de nosotros una clara relación con Él. Jesús y sus correcciones en el camino.
Si digo que le doy el primer lugar a Jesús, ¿eso corresponde a la verdad de lo que se traduce en la vida de todos los días o es un discurso que me lo he aprendido por allí de memoria que forma parte de una moralina con la que me vinculo, supuestamente, a las cosas de la vida, pero que en los hechos no se nota?
Esta propuesta que nos hace hoy el Señor es para despertarnos de nuestros letargos y encontrar con la verdad. Revisemos, busquemos de nuevo, nos preguntemos y dejémonos encontrar por Jesús y su mensaje.
Hagan la obra de Dios dice Jesús, pero guarda porque hacer la obra de Dios no es cumplir con la ley, ni ser “buenito”, no es ser solamente responsables… cumplir con la obra de Dios es creer en aquel que el Padre envió. Y aquel que el envió Soy Yo, dice Jesús.
Jesús esta invitando a un acto de confianza, fe y entrega que supone abrirse camino, que no se sabe mucho, sino solo porque Dios así lo pide, vamos para adelante. Esto supone un oído dispuesto a obedecer. En la obediencia de la fe, está la posibilidad de encontrar la vida para siempre que surge del vínculo con la persona de Jesús.
La vida de un peregrino es una vida de inestabilidades, desafíos, novedades y más por más” diría Ignaciano de Loyola. “La vida de un cristiano es muy divertida porque los escenarios de los que siguen a Jesús son siempre nuevos, dice Emanuel Ferrario. Jesús envía a los discípulos a la misión invitándolos a que vayan sin nada por el camino. Los manda livianitos, no a sufrir riesgos, sino sabiendo que si van con Él lo tendrán todo.