Día 17: La resurrección de Lázaro

lunes, 31 de marzo de 2025

31/03/2025 – Continuamos con los ejercicios espirituales de San Ignacio como propuesta de camino para esta Cuaresma. Hoy compartimos el día 17:


Las hermanas enviaron a decir a Jesús: «Señor, aquel a quien tú AMAS, está enfermo.»
Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

.Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.
.Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.» .Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.» .Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.» Dicho esto, fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está ahí y te llama.» Ella, en cuanto lo oyó, se levantó rapidamente, y se fue donde él. Jesús todavía no había llegado al pueblo; sino que seguía en el lugar donde Marta lo había encontrado. .Los judíos que estaban con María en casa consolándola, al ver que se levantaba rápidamente y salía, la siguieron pensando que iba al sepulcro para llorar allí.Cuando María llegó donde estaba Jesús, al verle, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» Viéndola llorar Jesús y que también lloraban los judíos que la acompañaban, se conmovió interiormente, se turbó y dijo: «¿Dónde lo habéis puesto?» Le responden: «Señor, ven y lo verás.» Jesús se echó a llorar. Los judíos entonces decían: «Mirad cómo le quería.» Pero algunos de ellos dijeron: «Este, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que éste no muriera?» Entonces Jesús se conmovió de nuevo en su interior y fue al sepulcro. Era una cueva, y tenía puesta encima una piedraDice Jesús: «Quitad la piedra.» Le responde Marta, la hermana del muerto: «Señor, ya huele; es el cuarto día.» Le dice Jesús: «¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?» Quitaron, pues, la piedra. Entonces Jesús levantó los ojos a lo alto y dijo: «Padre, te doy gracias por haberme escuchado.
.Ya sabía yo que tú siempre me escuchas; pero lo he dicho por estos que me rodean, para que crean que tú me has enviado.» Dicho esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» Y salió el muerto, atado de pies y manos con vendas y envuelto el rostro en un sudario. Jesús les dice: «Desatadlo y dejadle andar.».Muchos de los judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en él. Jn 11,1-ss

Aquel a quien tú amas está enfermo

Es una escena que nos muestra a un Jesús muy humano. Primero por el cariño a la familia de Lázaro, Jesús se conmueve, se emociona, llora es una escena donde sale la humanidad de Jesús de un modo especial. Por otro lado lo humano del miedo y del riesgo, Jesús humanamente tiene miedo porque sabe que lo andan buscando para matarlo, por lo tanto ir a Betania era riesgoso. Y por otro lado Lázaro ya hacía cuatro días que había muerto. Es interesante quedarnos con las palabras de ese mensajero que le sale al encuentro a Jesús: “Aquel a quien tú amas está enfermo”. “Aquel a quien tu amas”… podemos pensar en tantas personas cercanas nuestras que están enfermos del cuerpo o del alma, y también somos nosotros mismos.

Podemos decirle al Señor desde lo hondo del corazón “Señor, aquel a quien tu amas (que soy yo) está enfermo”, necesita ser visitado, necesita resucitar, necesita salir de las tumbas en las que andamos quizás sepultados.

Hasta ahora Jesús ni si quiera a los discípulos los llama amigos, recién en Jn 15 en el momento de la pasión los llama amigos, en cambio a Lázaro antes que a los discípulos los llama amigos. Seguramente Jesús visitaba seguido a esta familia, y su casa era un lugar donde Él podía ir a descansar, estar en confianza. Jesús les tenía mucho cariño, por eso los llamaba amigos.

A Jean Vanier le llama la atención que el texto diga “la casa de Marta, casa de María” cuando en su momento se utilizaba llamar a la casa con el nombre del varón de la familia. Lázaro queda como escondido. El autor supone que Lázaro sería una persona enferma, claro que no es posible comprobarlo, por eso los textos las nombran a ellas que serían quienes con mucho cariño lo cuidaban.

Marta sale al encuentro cuando Jesús llega: “Señor si hubieras estado aquí”. Después del diálogo con Marta, ella va a avisarle a María y le dice unas palabras muy lindas que nos pueden ayudar a meditar y hacerla propia: “El maestro está aquí y te llama”. Nos hace bien sentir que el Maestro está aquí y que me llama a mí, sentir que el Señor también me anda buscando a mí.

Jesús que se conmueve hasta el alma y pregunta dónde lo han puesto y fueron a verlo. Ahí viene esta otra expresión fuerte: “Quiten la piedra”. Es interesante porque hay piedras que el Señor nos pide que la quitemos, y que con su ayuda se puede. También hay piedras que si Dios no las quita no las quita nadie, como en la pasión cuando las mujeres van tempranito al sepulcro se dieron cuenta que no iban a poder correr la piedra, pero dice el texto que “cuando estaban cerca vieron que la piedra ya estaba corrida”. En nuestras vidas y en nuestro corazón hay piedras que las corre el Señor o nadie, piedras grandotas del corazón que sólo Él puede quitarlas y otras veces que sí podemos con su ayuda, como en este caso “Quiten la piedra”, Él da la orden y la gracia, y así podemos.

¡Salí afuera!

Marta reacciona “Señor tiene mal olor, ya pasaron cuatro días”. La tradición judía indicaba que hasta los tres días el alma no estaba despedida, por eso estos cuatro días indicaban que ya no había ninguna posibilidad. Jesús le dice “no te he dicho Marta que si crees verás la gloria de Dios”, a modo de reproche porque ella misma le ha pedido que intervenga y ahora que hace algo es como si se achicara y volviera atrás. Entonces quitada la piedra viene la voz fuerte de Jesús: “Lázaro sal afuera”. Podemos perfectamente cambiar el nombre de Lázaro por el nuestro; “¡Salí afuera!”. Quizás necesitamos desde nuestras tumbas sentir que el Señor nos llama a salir afuera y ponernos de pie. Salió y dice la Palabra que tenía las manos y los pies vendados, y la cabeza tapada… A veces nosotros tenemos situaciones en las que estamos con pies y manos atadas, con la mirada ciega, no podemos caminar ni ver. Y Jesús que dice “desátenlo, déjenlo caminar” frase imperativa que también nos puede hacer mucho bien a nosotros. Mientras Lázaro ve los judios se enceguecen con éste gesto de Jesús.

Jean Vanier dice “¿no somos en realidad todos Lázaro? ¿No hay partes muertas en nosotros presas a veces de una cultura de la muerte?” Todo lo muerto en nosotros, todo lo que está oculto en la tumba de nuestro ser provoca una cierta muerte alrededor, y Jesús nos invita a salir de la tumba que llevamos en nuestro interior.


¿Crees que esto puede revivir?

En Ezequiel 37, 1 ss dice que Dios llevó al profeta a aquel valle de huesos secos, lo hizo caminar por ahí y efectivamente estaba todo seco. Una visión símbolo de la desesperanza del pueblo de Israel en el desierto, después que caminó en todas las direcciones viene la pregunta del Señor que mueve a esperanza “¿crees que ésto puede revivir?” A lo que el profeta contestas “Señor, Tú lo sabes”. Podemos pensar que frente a aquellas cosas que se han muerto en nuestro corazón como la esperanza, la fe, las ganas de seguir luchando… cada uno puede pensar en sus zonas muertas, su zona sin vida tirada en el corazón y dejarnos decir por el Señor al corazón “¿crees que esto puede revivir?”. El Señor tantea nuestra capacidad de esperanza, nuestra capacidad de confiar que Él es capaz de ponernos de pie. “Señor tú lo sabes”. En la escena Dios le dice al profeta que le hable a los huesos, “Huesos escuchen la Palabra”. Parece raro y hasta inútil, pero es signo de que la Palabra puede poner de pie hasta lo imposible.

Dios nos pone de pie en un proceso, pero nosotros queremos soluciones inmediatas, pero tenemos que tener paciencia, Dios nos va dando vida de a poco, paso a paso. En este texto de Ezequiel, más adelante el Señor le va a decir al profeta refiriéndose al pueblo de Israel: “Yo les daré el Espíritu”, “yo los sacaré de vuestras tumbas”, “los llevaré de nuevo a Israel” ,“les daré el Espíritu y vivirán”… Qué lindo este Señor que nos anima a renovar la confianza en las cosas que están muertas en nuestro corazón

Carlos del Valle se preguntaba ¿en qué tumbas nos encontramos?. Podría ser la tumba de la estrechez, en donde estamos sumergidos en nuestro pequeño mundo y Dios a través de su Espíritu viene a agrandar los límites, agrandar los espacios, a derribar muros y fronteras, a ensanchar el corazón, a empujar y salir de nuestros recintos para ir al encuentro de los necesitados… El Espíritu nos enseña a abrir caminos, a tender puentes, a intensificar la comunicación, crear vínculos…

Posiblemente el Señor nos esté invitando a salir de la tumba de la estrechez, o quizás de la tumba de la superficialidad cuando vivimos sin conocernos, nos relacionamos desde la apariencia y se nos escapa lo más lindo de las cosas, las personas, los acontecimientos… El Espíritu nos lleva a la profundidad del corazón. Quizás quiere que salgamos de la tumba del individualismo es decir de vivir en función de uno mismo porque el Espíritu crea relación de amistad y solidaridad; quizás nos quiera sacar de la tumba del pesimismo y la desesperanza porque el Espíritu viene a reavivar la esperanza y alimentar la utopía; o quizás viene a sacarnos de la tumba de los miedos, animarse a correr riesgos, el Espíritu da audacia y nos da fuerza para hacer lo que nunca habríamos hecho. Cada uno sabrá de qué tumbas lo quiere sacar el Señor en este tiempo. Nos animemos a dejarnos decir como a Lázaro: “Sal fuera” y que podamos desatarnos y ver. “Yo abriré sus tumbas y los haré salir, infundiré mi Espíritu en ustedes y vivirán”. Quizás nosotros le decimos que nuestra tumba tiene mal olor, pero Él nos vuelve a decir que salgamos afuera y nos pongamos de pie. La resurrección es un proceso que comienza cada mañana y cada día, somos llamados a hacer un viaje de resurrección que va paso a paso.


Resuciten muertos


Dice Cantalamessa “El mandamiento de resucitar a los muertos está dirigido a todos los discípulos de Cristo. Les desvelo cómo se hace para poder resucitar esta misma tarde y en los próximos días a un muerto. ¿Tenés en casa o en el asilo a un padre anciano? Quizás su corazón está muerto por el silencio de sus hijos. Hacele una llamada de teléfono de las hermosas; si podes, prometele que mañana irás a verlo. Probablemente ya has resucitado a un muerto” A lo que podemos agregarle, ¿tu marido está desmoralizado al salir de casa después de la décima pelea? Llamalo por teléfono, hacele renacer la confianza en el corazón. Lo mismo hacé con tu mujer si eres el marido. Posiblemente hayas resucitado también a un muerto en esto día. Y podemos pensar en cuántos gestos que resucitan cada día corazones; una visita, una llamada puede cambiar un día y hasta una vida.
Otro texto que puede ayudar en la reflexión es el de la Hermana Alejandra “La voz del Amor grita ¡Sal fuera!”