Día 22: El llamado del Señor

lunes, 19 de marzo de 2018
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pescar redes

15/03/2018 – En una oportunidad, la multitud se amontonaba alrededor de Jesús para escuchar la Palabra de Dios, y él estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. Desde allí vio dos barcas junto a la orilla del lago; los pescadores habían bajado y estaban limpiando las redes.

Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que se apartara un poco de la orilla; después se sentó, y enseñaba a la multitud desde la barca.Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”.

Simón le respondió: “Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes”.Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.

Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús y le dijo: “Aléjate de mí, Señor, porque soy un pecador”.

El temor se había apoderado de él y de los que lo acompañaban, por la cantidad de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: “No temas, de ahora en adelante serás pescador de hombres”.

Ellos atracaron las barcas a la orilla y, abandonándolo todo, lo siguieron.

San Lucas 5, 1-11

 

 

Ésta semana es la semana del llamamiento. La invitación de escuchar la llamada de Dios, el poder sentir con el corazón de Jesús. Poder andar al ritmo cardíaco del corazón, este mismo sentir que el Señor tiene por nosotros. Es como redescubrir el amor de Dios por nosotros para poder darlo, entregarlo a los demás.

En el Evangelio Jesús busca meterse mar adentro y lo logra, y no solo mostrando su grandeza sino que “pesca” a los primeros discípulos. Que van a hacer los que después van a “pescar” a quienes en la orilla esperan ser salvados por el Mesías. En este sentido quiero hacer referencia a algunos aspectos que tienen que ver con el texto que acabamos de leer.

El primer aspecto a destacar es que Jesús estando en la orilla pide ir sobre la barca, la barca es la de Simón, es la barca de la Iglesia. Simón representa la eclesialidad, en Simón Dios va a confiar la sencilla organización de los discípulos, constructores del un orden nuevo.

La barca está sobre el mar, y se ha movido por los mares infructuosamente. El mar representa dos realidad, por un lado una bendición con la que Dios nos unge, significa bendición de Dios. Jesús es sumergido en el el río Jordán y emerge, como en su resurrección. Es sumergido en la muerte y emerge a la vida nueva, por lo tanto las aguas en donde Jesús es sumergido representan la muerte y la vida.

Que Jesús este sobre las aguas significa que está por encima de las fuerzas del mal y vence. La pesca que había sido infructuosa, con la mano de Jesús se hace abundante.

La infertilidad, las dificultades que tenemos a la hora de avanzar en la vida muchas veces tienen que ver con no ir de la mano de Dios en nuestra vida, por lo tanto es una invitación a ir con Él a vencer la estructuras en las que el mal busca atentar contra el proyecto de vida.

El otro dato es que Jesús desde as aguas predica y después de hacerlo, y de la gente escucharlo con atención toma una decisión, dice ”Simón, navega mar adentro”. Seguramente lo que Jesús ha dicho ha movido el corazón de Simón por lo tanto él responde. “Si tu lo dices” y aquí está la confianza de Simón.

Seguramente en el ir, Simón le ha ido contando todos los secretos que el mar esconde. Jesús ha puesto los ojos en un pescador porque el pescador no puede quedarse quieto a la hora de la búsqueda. El que pesca sabe que los cardúmenes a veces no solo se mueven en dirección sino también altura. Todo esto forma parte del escenario del pescador. Y si bien Jesús ha ganado el corazón de Simón, Jesús se ha enamorado de ésta tarea que es la pesca. Él es un carpintero, sin embargo entiende que con Simón pueden hacer un acuerdo. Allí comienza la parte más asombrosa de ésta historia donde Jesús una vez más sorprende.

El Señor le dice a Simón “tira las redes”. Hasta aquí todo había sido un paseo por el mar. Simón le responde “pero a ver, no pescamos nada” Y Jesús le dice “vos haceme caso, tirá la red”. Simón obedece y lo que ocurre es sorpresivo y asombroso. Nunca Pedro vio tantos peces juntos, estaba siendo sorprendido por el carpintero.

Es tal la sorpresa de Simón que le dice “apartate de mí que soy un pescador”. Es como que la grandeza del Señor lo pone en su lugar de su pobreza, de su límite. El Señor lee claramente de esto y Jesús le dice “Simón, listo, basta de esto. ¿Qué más podés esperar de este mar?” Casi que la saciedad de pesca que hay en Simón está colmada por ésta sobreabundancia con la que Dios lo ha ungido en esa mañana de pesca compartida.

Lo sorprende aun más cuando le dice “Ahora vamos a surcar otros mares. Ahora el mar que nos espera es el de un mundo que necesita de ésta sorpresa con la que dios hoy te ha colmado. Ahora quiero que esto ismo que hemos comaprtido lo compartas con tus hermanos. Que ahora en más te conviertas es pescador de hombres”.

Dios le dió vuelta la historia a Simón, muy parecida a la de San Pablo.

¿Cómo es que Dios te sorprende a vos en este tiempo? ¿De qué manera te sorprende y te muestra escenarios nuevos, sorpresivos?

 

Padre Javier Soteras