01/03/2016 – Transitamos la segunda semana de ejercicios Ignacianos que nos ponen en elección: de Dios por cada uno de nosotros, y nosotros, que en nuestra libertad, intentamos elegirlo y lo que Él eligió para nosotros. Queremos adentrarnos en la dimensión de un Dios que se anonada, que se abaja, al punto de hacerse un embrión humano. Decide hacerse a nuestra nada, naciendo en un pesebre.
Hoy contemplamos el anuncio del ángel a María: Lc 1, 26-38
Hay grandes diferencias entre el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista y el de Jesús. Nazareth, donde acontece el anuncio a María es un lugar invisible y desprestigiado, de donde no se espera nada.
Por un lado Zacarías que duda, María que pregunta con prudencia; Zacarías que queda sacudido, María que espera con paciencia; Zacarías que enmudece, María que canta la grandeza del Señor y su espíritu que se goza en Dios su salvador”.
Queremos ingresar en este acontecimiento con la mirada contemplativa. Queremos quedarnos con ese “alégrate María”, invitando a alegrarse porque el Señor está con ella.
A pesar de los contraste entre una experiencia de anuncio y otra, la de Zacarías y María, hay algo común: las grandes obras Dios las hace en lo pequeño y en silencio. Mientras más grande es la obra de Dios, más necesitamos, por así decirlo la condición de la nada y la criaturidad. “Como polvo soy” decía el Papa Juan pablo I y lo retornaba el Papa Francisco. “Soy un pobre tipo” dice de sí Francisco.
El saludo del ángel que encuentra a María en su condición de humilde servidora del Señor, pone por encima de su condición de pobreza, humildad y fidelidad, en este marco donde Dios eleva y de lo alto dispone al que en condición de fragilidad se ubica en el escenario de lo eterno. “Alégrate María, el Señor está contigo” dice el ángel. Se puede ser pobre y humilde, pasar por la prueba y la oscuridad, y al mismo tiempo vivir en la frecuencia cardíaca del gozo y de la alegría. “Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que lloran, bienaventurados los perseguidos….” Felices en medio de las pruebas, alegres en medio de las sombras y las tribulaciones. Conciencias de la propia fragilidad, pero más consciente de cuánto Dios obra en los que intentamos dar pasos entre lo poco que somos y a lo que Él nos invita.
Entramos en la contemplación del ángel a María nosotros puestos allí, como humildes servidores. Vemos al ángel Gabriel que se le aparece a María en medio de sus cosas cotidianas, en su casa. El sí de María, el Espíritu Santo que hace su obra generando la encarnación de Jesús. Y nosotros, como humildes lazarillos, viendo cómo se mueven las personas, escuchando lo que dicen, viendo las luces y las sombras que invaden el espacio donde todo ocurre. Y dejarnos impactar con todos los sentidos puestos en el acto imaginativo, y ver qué se nos mueve en el corazón mientras todo acontece.
San Ignacio nos hace detenernos en la escena y estar ahí presente. Sin interferir sino estando, viendo, oliendo, tocando… Intentar registrar qué me pasa: veo a la Virgen sorprendida y yo también me sorprendo frente a semejante noticia… maravillarme de lo que acontece en medio de la sombra dándome cuenta que tendrá repercusión en todo el mundo, etc etc etc. Observar la escena imaginativamente y abrir los sentidos a lo que allí el Señor nos ofrece.
“No temas” le dice el ángel a María. Lo mismo el ángel a Zacarías, pero éste pide una señal “yo soy viejo y mi mujer estéril”. En cambio María pregunta “¿cómo será esto?”. No busca tener todo en sus manos, sino que pregunta para aprender, para dejarse hacer. El ángel le dedica tiempo para explicarle “el Espíritu Santo vendrá sobre tí, el poder del altísimo te cubrirá con su manto…”. María sigue sin entender, pero el misterio le da lugar a la razón y allí goza del misterio que siempre es más.
La pregunta de María no es por falta de fe. Un misterio al que nos adentramos y como no sabemos ni conocemos, preguntamos como María y pedimos gracia de “conocimiento interno de nuestro Señor Jesucristo para más amarlo y mejor seguirlo”.
Dijo la Virgen “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Es la primera bienaventuranza que aparece en boca de Jesús resucitado en el encuentro con Tomás “felices los que crean sin ver”. Si hay alguien que creyó sin ver fue ella, porque es en la oscuridad de la fe donde dice que sí y cambia el mundo.
Así cómo la historia del pueblo de Dios se pone en camino por el acto de fe de Abraham de dejarlo todo y salir a la tierra prometida, así la historia del nuevo pueblo de Dios se inaugura en el momento en que María concibe al Hijo de Dios. En ese “hágase” comienza un peregrinar incansable, un nuevo horizonte, una nueva tierra prometida para cada uno e nosotros, un cielo nuevo que se abre y nosotros que nos encaminamos hacia él.
Es el acto de fe de María que en Cristo participa en la oscuridad de todo acto de fe, y que se irá renovando en la medida que “medite y guarde todas estas cosas en su corazón”. María es la elegida, la bienaventurada por haber creído.
María seguirá en cada etapa de este camino renovando su sí como acto de fe y obediencia. Como el Señor que elige seguir renovando su llamado y espera nuestro sí. Que nuestro acto de fe venga del acto de fe de una Madre que nos enseña a decir que sí, en medio de oscuridades, como ella.
1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.
2- “Traer la historia” (EE 102) Se trata de reconstruir la historia de lo que contemplo a partir de los datos. Ayudará leer detenidamente y varias veces el pasaje que quiero contemplarEvangelio según San Lucas 1,26-38.
3-“la composición de lugar” (EE 103) tengo que componer la escena, re-crearla, reconstruirla desde los datos que la Escritura me ofrece.
4-Formular la petición (EE 104):
“Interno conocimiento de nuestro Señor Jesúcristo para más amarlo y mejor servirlo”
5-Reflectir para sacar algun provecho significa dejarme mirar por la escena, como ubicarme en ella: aquí me implico en ella como si presente me hallare. Es dejar que lo mirado me mire y me diga algo nuevo. Eso que se me dice son las mociones que se me dan.
6-Coloquio a partir de lo que he vivido en la contemplación, no me faltarán palabras para pedir, agradecer, alabar o simplemente disfrutar de lo que se me ha dado.
7-Exámen de la oración
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS