Día de los Abuelos

jueves, 31 de julio de 2008




Santos Joaquín y  Ana

Oración de Invocación al Espíritu Santo

Espíritu Santo, aliento de vida que vuelas desde el comienzo sobre el mundo, sopla hoy en nuestras vidas, sana nuestras dolencias, ayúdanos a vencer nuestras debilidades, danos vida.
Espíritu maternal, soplo cálido, que acompañas cada acto de amor creador de Dios,  Padre y Madre, renueva sobre nosotros tu presencia, límpianos y restáuranos, haznos comprometido con la defensa de lo creado, ayúdanos a dar vida.
Espíritu luminoso, esperanza de los caminantes, que movilizaste corazones de hombres y mujeres de bien a lo largo de historia, inspira nuestros pasos por caminos de paz, de justicia,  de solidaridad, de encuentro, de armonía. Dirige nuestros pies hacia la plenitud de la vida que queres para cada ser humano.
Espíritu visionario, anticipo de lo que viene, que fuiste voz de los profetas, canción de los tristes, bandera de los pobres, abrí nuestros ojos a realidades nuevas, a otro mundo posible, compartí con nosotros el sueño de Dios para que sepamos como debe ser la vida.
Espíritu  de unidad, de multiforme coherente que te expresas de manera tan diferentes y ricas en nuestro tiempo, danos la capacidad de percibirte y sentirte sin prejuicios, sin temores, sin presunciones, sin creernos  dueño de ninguna verdad,  soplando donde quieras, siempre dando vida, aliento  de vida, Ruaj Santa, suave brisa que nos cubre a todos , derrámate con nueva unción sobre toda la Argentina, sobre todos los oyentes de radio Maria, sobre cada hogar, sobre cada familia, especialmente en este día sobre cada uno de los abuelos y abuelas en esta fiesta de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús derrámate con tu Espíritu Santo sobre ellos tocando a los enfermos, fortaleciendo  a los débiles, dando nueva vida a lo que están desalentado y tristes, a los que sienten solo, depresivos, que hoy realmente Jesús puede darle ese beso de nieto a cada abuelo y abuela, en la imagen de tus Santos abuelos Joaquín y Ana, para que realmente  como redentor, como restaurador avives en ello la esperanza de la vida nueva, de la vida eterna.
Ven Espíritu Santo, ven sobre nosotros  a través de la poderosa intersección del corazón Inmaculado de Maria. Ven Espíritu Santo. Amen.
Maria reina de la paz ruega por nosotros y por el mundo entero.

Me quiero dirigir a aquellos que hoy se les llama adulto mayor, que antes se les decía la tercera edad.

Me pregunto y les pregunto a todos los oyentes:

¿La vejez  es un camino de descenso hacia la muerte o progreso hacia la felicidad eterna?

Que les parece, porque lo primero inspira terror, pero lo segundo ensancha el corazón. Pero
objetivamente el ocaso de la vida terrena es la experiencia de ambas cosas a la vez, porque es camino de descenso hacia la muerte, pero también es progreso hacia la eterna felicidad.
San Pablo lo dice en una frase llena de esperanza en Segunda Corintios 4, 16
“Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día.”
Es un proceso en el que experimentamos la muerte  y la vida, el ocaso y el amanecer, el dolor y el consuelo, es la ley de la naturaleza que nos recuerda que nada fue creado para siempre y que nuestro fin ultimo es la visión de Dios, mas allá de las atadura de esta carne limitada en el tiempo y espacio. Pero esta verdad constituye un motivo de alegría  siempre que se mire desde el punto de vista cristiano, desde la mirada del Padre, desde la visión de la fe; de otro modo será una caricatura, quedando solo la experiencia del dolor, de la frustración. Para que en vez de eso, el ser humano camine el ultimo trecho de su vida con la frente alta  y la sonrisa en los labios, es necesario sumergirse en lo que constituye el sentido de la vida de Dios.

Salmo 92, Vers. 15

“En la vejez seguirá danto fruto y estará sano y frondoso”

Al ser humano que ha vivido de cara a él, o sea al señor de la vida, a Dios, se le puede aplicar este versículo del salmo que expresa el resultado de una vida en Dios, no solamente  de una vida llena de devociones, de ritualismo, de ritos,  sino de una vida en Dios. El fruto maduro de una vida en Cristo, que es la fe, la esperanza y la caridad,  es decir la vida bautismal llevada a la consumación, eleva al ser humano a una actitud de vida que le hace caminar por las cañas oscuras, por las quebradas oscuras, sin turbarse,  ni entristecerse, porque en él se ha opacado lo que brilla a los ojos humano, a este ser humano, varón, mujer se le puede aplicar el texto del profeta Jeremías:

“Bendito  quien confía en el Señor, será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente hecha raíces, cuando llegue el estío, el verano no lo sentirá, su hoja estará verde, en años de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.”

Jeremías, 17, 7-8

No quiero decir que el ser humano se mantenga indiferente al comprobar que su cuerpo se va debilitando y de que sus limitaciones son mas patentes.
Una persona normal sufre y siente el peso de la vejez que conlleva, pero si ha vivido en Dios y por Dios, no se deja aplastar por ello y ni permite que muera todo lo bello que Dios a puesto dentro de él.
El año de sequía, el tiempo del estío, trae como consecuencia la carencia de frutos, pero no es así para quien confía en el Señor, porque conserva firme la certeza que en él nada  muere, sino que todo se transforma; y una de las cosas que permite adentrarse al ultimo tramo de la vida con serenidad y alegría, es preparar ese momento.
Puede ser muy dulce o muy amargo, según las circunstancias y  las personas que lo rodean, pero por encima de eso esta la raíz que haya echado desde su juventud.

Dice el Salmo 71

“Me instruiste desde  mi  juventud, ahora en la vejez y las canas no me abandones. Dios mío.”

Esa vida dependiente de Dios es la preparación eficaz para asumir  el dolor que supone el paso, ninguna actitud del ser humano se improvisa, la vida no se improvisa, menos aun la sabiduría que debe poseer cuando ha llegado al ultimo tramo, esa sabiduría que hay que asumir, aceptar, amar. No hay cruz que aplaste mas al ser humano que la que es rechazada. Por eso el ser humano cuya sienes ya están blanqueadas, posee la sabiduría y la experiencia de la vida, tanto y en cuanto a sabido asumir con serenidad  y realismo esta condición del ser humano, que lo lleva a morir para vivir.
Solo esa sabiduría llevara al anciano a ser luz y guía, para los que vienen detrás de él como dice Sabiduría 4, 8

“La ancianidad venerable, no es la de muchos días, ni se mide por el numero años, la verdadera ancianidad es la prudencia y la edad provechosa una vida inmaculada.”

Seria incompleto solamente descubrir la alegría de entrar con paz y fecundidad al ultimo tramo de la existencia humana, no basta la sabiduría de alivianar la cruz y soportarla buenamente, hay mas, el ocaso de la vida en que el ser humano se detiene a contemplar sus obras he inconcientemente descansa en ella, es la hora de despojarse de ella, porque toda obra de sus manos se acabará, solo el amor con que las haya hecho purificará su alma para la unión eterna con Dios.
Y aquí entonces se hace imperioso levantar la mirada hacia la aurora de la vida eterna, diríamos que por  lealtad al regalo, al  don gratuito de Dios que nos ha preparado con la muerte y resurrección, una común-unión con él, que no podemos imaginar, porque ni ojo vio, ni oído oyó, lo que él nos tiene preparado. ¿No seria de buen tono, que a medida que nos acerquemos al dichoso día del encuentro con él, mas  gozoso se haga el camino? , no mas triste, aunque el cuerpo sufre, también el alma, la mirada debe proyectarse a aquello que no hemos visto pero que se nos ha dado a gustar anticipadamente en la presencia invisible de Dios, inefable y de aquí que hay quienes desean con ansia llegar a la ultima estación, porque lo que define esta etapa, no es lo que se va dejando, sino lo que se va encontrando, no es lo que va pasando, sino lo que viene.
Que maravilloso poder hoy en el día de los Santos Joaquín y Ana, abuelos de Jesús, hablar de estas cosas.

Aquí tengo un testimonio de una persona de 80 años:
Sin salud, sin familia, sin dinero, a lo largo de toda mi vida he sido una persona olvidada, desconocida y casi diría despreciada, ¿era por esto desgraciada? Por supuesto que no, se responde, la abuela.
Tengo un gran amigo, Dios, que siempre  me dio lo necesario para vivir y ahora puedo asegurar que con él soy feliz, le agradezco haber llegado a mis 80 años, por eso a todos los que llegan a mi edad, que tengan fe en este amigo que no falla, porque solo así podrán ser felices.
Que hermoso, a esta abuela le regalamos el texto de Mateos 6, 33:

“No se inquieten por el día de mañana, busquen primero el reino de los cielos y su justicia y todo lo demás se le dará por añadidura.”

“Me parece importante que la vida tiene sentido, siempre.”
Juan 3, 16.

“Dios amó tanto al mundo que le dio su hijo único para que todo el que crea en él no muera, sino para que tenga la vida eterna.”
Juan 1, 2

“La vida se hizo visible y nosotros la vimos.”
Juan 8, 51

El que escucha mi palabra, no morirá.

Entonces, la vida tiene sentido, aun estamos a tiempo para elaborar nuestro proyecto de vida, ¿que queremos decir con esto?, y no es fácil profundizar esta idea.
Hay una pregunta que solemos escuchar:

¿Para que vivimos con tantos achaques, dolores, con tanta soledad, indiferencia, ingratitud?

¿Tiene sentido o no mi vida actual?

Y podríamos aproximar una respuesta:
La vida tiene sentido cuando se vive por algo, para algo o mas bien por alguien, para alguien, así la madre que vive para sus hijos, el investigador que vive para sus descubrimientos, el político que vive para sus causas, el deportista para tal o cual juego, pero todo eso un día podría terminar.
La vida, desde otro punto de vista tiene sentido pleno cuando se dedica a alguien con mayúscula y subrayado, a JESUS y su reino de amor. Y lo mismo se puede decir de la vejez, la llamada tercera edad, que ahora se le llama  adulto mayores, tiene sentido cuando se vive para algo o para alguien. Cuando no se ha perdido la capacidad de amar, el gran peligro que nos acecha es creer que la vida ya no tiene sentido, que somos inútiles, que no podemos trabajar, tener vida social intensa, y ocupar cargos, y unas cuantas cosas mas.
No es así, por eso deseamos que nuestros ancianos queridos sigan viviendo, aunque mas nos sea por el calor de su cariño, porque memorias vivientes en las iglesias domesticas que son los hogares, por las mil ocasiones de sentir su presencia cerca nuestro.
Busquemos en el atardecer de la vida un hermoso proyecto que nos estimule a permanecer jóvenes de alma, espíritu. Tiene la ancianidad dones propios que debemos revalorizar, son tan necesarios a los seres humanos actuales: capacidad de comprensión, de amar, de un modo mas gratuito, de poder  dar un consejo, decir una palabra que solo los años vividos con sus penas y alegrías pueden expresar. Es entonces cuando podemos aplicar las palabras de Jesús:

“Ustedes son la sal de la tierra, ustedes son la luz del mundo.”

Mateo 5, 13-14

“Y aquello de encender la luz para que alumbre a todos los de la casa, a todos los seres humanos para que vean el bien que hacen ustedes y glorifiquen a su Padre del cielo.”

Mateo 5, 16

Hay quienes no acaban de aceptar, su adultez mayor, porque ya no son los de antes. La primera replica a esta dolorosa afirmación, seria decirles:
Que si fueran los de antes no estarían en la tercera edad, ni serian adultos mayores.
Precisamente esto conlleva a esa disminuciones, no solo las físicas, sino las psíquicas y espirituales, la memoria no responde como antes, la imaginación divaga, es difícil concentrarse, falla la atención, la sensibilidad y la susceptibilidad parecen mas agudizadas, a veces, hay quienes siente no poder rezar como antes.
Y es verdad, hay un tiempo para cada cosa, y ahora es tiempo de orar como ahora se puede orar, y de aceptar las cosas como ahora se pueden aceptar y no  hacer las cosas que ahora no se pueden hacer y por otra parte, es tiempo de hacer lo que antes no se podía hacer y de hacerlo de un modo nuevo, aunque no sea tan gustoso.

Por ejemplo:

Una pareja de ancianos, y que se quieren con un amor muy profundo, tal vez nuevo, como antes no se supieron amar, los años cambiaron los modos, sus expresiones de amor y en su silencio de hoy, uno al lado del otro, se aman como nunca se habían amado.

Juan 21, 18-23

En su realismo extraordinario tiene el sabor de una profecía y un mandato nuevo, un texto para vivirlo en  amor, con esperanza, fe y paz.

“Jesús se ha aparecido a los apóstoles después de la resurrección, una mañana en el lago, ellos habían trabajado sin éxito toda la noche, seguramente de mal humar y desanimados. Cuando Jesús le pregunta, si tienen algo para comer le contestan secamente, no.
Entonces les demuestra que él puede cuando nosotros, no hemos podido. Y siguiendo sus indicaciones, realizaron una pesca maravillosa, Jesús los convida a comer con los pescados y panes que ha preparado y después de comer Jesús quiere que  Pedro le exprese su amor y entonces le pide que cuide el rebaño de los seres humanos, todos.
 Y después dice siempre dirigiéndose a Pedro:
-Te aseguro que cuando vos eras joven tú mismo te vestías y te ponías el cinturón, te calzaba  la túnica para ir donde quieras, pero cunado seas viejo, extenderás tus brazos y será otro el que te ponga el ceñidor, para llevarte a donde no quieras ir.
Le dice gráficamente que pasará con él cuando sea viejo. Pedro alzara los brazos y será otro quien lo ciña, y no precisamente para ir donde él quiera, sino para ir a donde otros lo lleven.
Ahí esta la clave de la situación del anciano que no se puede valer por si mismo y que no va a donde él quiere.
El evangelio indica la figura que usa Jesús para con qué clase de muerte, en cruz, iba Pedro a manifestar la Gloria de Dios.
Hay una clara antitesis en la palabra de Jesús:

Cuando eras joven.
Cuando llegues a viejo.

Vos mismo te ponías el cinturón.
Otro te lo pondrá

Ibas a donde querías
Te llevaran a donde no quieras ir

Te ponías el cinturón con tus manos
Extenderás lo brazos y otros  te lo pondrán.

Es decir, estarás pasivo con lo que harán contigo, en contra posición con tu actividad anterior.
Creo que en tres rasgos Jesús ha descrito  lo esencial de la ancianidad, lo que será el final  de la vida del ser humano, el acabamiento de su vida y lo hace resaltar con los años jóvenes.
Ciertamente que entonces éramos capaces, con energías físicas y psíquicas,  de fijarnos metas anheladas, que llevamos a cabo con libertad atraído por nuevos horizontes, entonces  disponíamos  de nosotros mismo y determinábamos donde queríamos ir, nadie nos obligaba a nada, entonces por contraste con esta etapa de iniciativa y vigor, la edad madura va siendo marcada por la pasividad. No igual para todos los ancianos por supuesto, pero si todos son llevados por el desgaste y deterioro a enfrentarse  un día con las potencias destructoras que van apareciendo en el ser humano, al correr de los años, y la mayor parte las veces lo llevan a donde no querían llegar.
Feliz es aquel que vive en la actividad de los años que avanzan y las fuerzas que retroceden, la serenidad, la fe, la clarividencia para entregar al Señor todas las horas, esa hora que algún día abría de llegar.

Después Jesús le dice a Pedro: -sígueme.
Pedro lo empieza a seguir, mira hacia atrás y ve a Juan, al verlo Pedro pregunto a Jesús:
-¿Señor y de este qué?
Contesto Jesús:
-Y si yo quiero que se quede aquí hasta que yo vuelva a ti que te importa.

Cuantas veces debería resonar esa palabra de Jesús en nuestro interior, cuando nos ocupamos de los demás, si  esto se hace así, ahora o aza, cosas que no nos tocan arreglar o remediar a nosotros, dejémoslos que otro lo hagan y entonces nos podemos preguntar:
¿Si de todo eso no me debo preocupar, entonces de que?
Y la voz de Jesús, me dice muy claramente: -a ti que te importa, tu sígueme, vos seguidme, nada mas, ni nada menos. Ahora, aquí y así, porque yo estoy con vos. Yo estoy contigo, yo quiero estar contigo.
Parece maravilloso esto.

Quiero dejarles dos testimonios:

Uno de Fransua Muriak a los 80 años, en su libro memorias interiores, prepararse a la muerte es deshacer uno a uno los lazos que no retienen, romper todas amarras, de tal manera que cuando el viento sople de repente nos arrastre sin que le pongamos resistencia, despojo  este, que se va cumpliendo interiormente y que no se trasluce al exterior. Creo con toda el alma que para cada uno de nosotros, la agonía es el momento de la ultima gracia.

Y también un testimonio del Papa Juan XXIII, Beato, también a los 80 años, escribía: – siento en mi cuerpo el comienzo de ciertos trastornos que deben ser naturales en un anciano, lo soporto pacíficamente, aunque a veces sean un poco penosos, e incluso me hagan temer que pueden agravarse, no es agradable pensar demasiado en ellos, pero una vez más estoy dispuesto a todo, entro en los 80 años, ¿los terminaré? Todos los días son buenos para nacer y para morir, mi tranquilidad personal, que causa tanta impresión en el mundo radica en esto: permanecer obediente como lo he hecho siempre, y no he deseado pedir mas allá del momento o la edad en que eso deba suceder, espero a mi hermana la muerte y la acogeré sencilla y alegremente en la circunstancia en que el Señor decida enviármela.

Hermoso este testimonio del Beato Juan XXIII.

También tenemos un testimonio de la actriz Catherine Hetbum, cuando tenia 74 años, escribió un viejo vital:  -no es un hombre el que hace las cosas como si fuera un joven, es alguien que hace las cosas como un viejo que es, que ha aceptado su edad, pero que simplemente no ha aceptado la muerte, mientas uno vive, vive. Ya habrá mucho tiempo para estar muerto y mientas vive ¿porque uno debería dejar de hacer lo que  puede hacer, de exigirle a su cuerpo esfuerzos, que por otra parte también le exigían  antes?, sucede que  el cuerpo aguanta siempre un poco mas de lo que nosotros creemos, pero por supuesto es mucho mas cómodo no exigirle nada, pero si uno deja de exigir, no es entonces la vejez lo que esta viviendo, sino la muerte, eso es lo que uno no debe hacer.

San Mateo 25, 34-40

Trata el tema que se nos interrogará en el día del juicio cuando venga el hijo del hombre, cuando venga rodeado de todos los Ángeles, en su trono glorioso y el Señor dirá entonces a los que tendrá a su derecha: -vengan benditos de mi Padre y reciban en herencia el reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, y a continuación enumerá las acciones que  merecen recompensa: tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, estaba de paso y me alojaron, desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, preso y me vinieron a ver, y ante  la enumeración de esta seis actuaciones, viene la interrogación:
¿Señor cuando lo hicimos?
Y la simple respuesta de Jesús:
-Les aseguro que en la medida que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.

Ahora vamos a traducir todo esto en lo cotidiano de nuestras vidas, no tanto en el pasado, más bien en el hoy de nuestra existencia, también para ustedes, abuelos, abuelas, adultos mayores.

Veamos:

Tuve hambre, y no es preciso ir muy lejos para encontrar a tantas personas que no solo tienen hambre de pan, sino que también  sienten el hambre de Dios.
Busca quien le hable, quien le lea una palabra del evangelio, unas palabras alentadoras.
Esta  a nuestro alcance realizar este consejo del Señor.
¿Qué te parece?
Si o no

Tuve sed, que cosa terrible es la sed, nos llena de angustia, nos hace sentir mal, la boca seca, la cabeza nos da vuelta, y si esta es la sed física, ¡cuanto más angustiosa es la sed del Espíritu!, el alma no encuentra paz, que esta como perdida, revolviendo sus viejos resentimientos, sin duda, se asemeja mucho al que tiene sed. Nuestra misión es darle de beber.
¿Que bebida?
Hay tantas. Una, se me ocurre, la simpatía, la amistad, una sonrisa, un pasar un rato a su lado, llevarle a Jesús que reconforta nuestras arideces, anima el corazón sediento, “vengan a mis lo que esta afligidos y agobiados y yo los aliviare”.

También dice el evangelio, estaba de paso y me alojaron.
Y, ¿como podemos vivir este consejo en la tercera edad o siendo adulto mayor?
Tantas personas que pasan a nuestro lado con su prisa y preocupaciones, también hijos, sobrinos, nueras, yernos.
Yo me detuve y las invite a pasar un rato en compañía.
También puede estar de paso aquel que ha perdido su techo, que busca alojamiento, ¿cuantos hay hoy en día? y si nuestra respuestas en negativa pensamos ¿Por qué nos negamos al Señor que pasa?
Hay tantas formas de ayudar, por los menos hacer sentir que estamos con él, que nos interesamos en su problema,  que le damos alojamiento en nuestro corazón, en nuestras oraciones.

Estaba desnudo y me vistieron, y pregunta: ¿cuando Señor te vemos así? Podemos estar desnudos cuando carecemos de ropa de vestir y esto es de fácil solución, pues hay en nuestro ropero tantas cosas que no usamos y que otros necesitan. Pero la mas terrible desnudes en nuestra edad, adulto mayor, es la penuria del espíritu, desnudes que podemos traducir en carecer de virtudes, en ser un tilingo, cabeza hueca, en querer vivir etapas que ya no vuelven, en ser un adolescente prolongado, en no tener nada para ofrecer, en la creciente disconformidad con la vida, vestir a quien se siente así, ¿no seria a caso llevarle la luz de la fe, de la esperanza, del buen animo?. Vestirlo haciéndoles descubrir las riquezas que ellos mismo tienen y desconocen. Vestirlos con la vida que Jesús vino a traernos.

Y dice el evangelio: estaba enfermo y me visitaron, ver al Señor en tantos ancianos enfermos, abuelos, abuelas que están solos postrados en cama, es simple y consolador, que ellos sientan nuestro cariño, nuestra presencia oportuna y solícita, pero hay otras enfermedades, no visibles, aquellas que se padecen en el alma, en las noches de insomnios, en la pregunta sin respuesta que el adulto mayor se formula una tras otra.
¿Y si el Señor los visitara?
 ¡Como cambiaria todo!, misión nuestra, misión tuya.

Estaba preso y me vinieron a ver, quizás por nuestra condición actual no podamos visitar una cárcel, pero no se trata solo de aquellos que están entre rejas y no tienen libertad. Está también la otra prisión, las que nos encierra en nosotros mismos, nos bloquea, nos impide salir, ser libres para visitar a nuestros hermanos. Cárcel, también la forman en nosotros los defectos y pasiones, los pecados que están en nosotros, que nos enceguecen para no ver a quienes nos reclaman una ayuda, una simple visita, un gesto, esta meditación tan actual.

Podría concluir haciendo oración con  un pasaje de la primera carta del apóstol San Juan:

Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. Hemos conocidos el amor porque él entrego su vida por nosotros, por eso también nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos. ¿¡Como puede tener amor a Dios el que vive en la abundancia y viendo a sus hermano en la necesidad!?, se le cierra el corazón, ¿¡como puede vivir el amor de Dios, el apático, el indiferente, el egoísta, el individualista, el que solo piensa para si, el que solo se repliega sobre si mismo, el que solo piensa en viaje, en comer, en pasarla bien, en salida, en ropa, en perfumes!?
Hijos míos no amemos solamente con la lengua  y con las palabras, sino con obras y de verdad.

Quiero compartir dos testimonios, uno de Jean Costeau, el científico, decía:
Creo que en nuestra juventud existe un gran error, los jóvenes parecen ignorar que se transformaran en viejos, que pertenecen a una raza de jóvenes y que existe otra la de los viejos, lo verdaderamente hermoso, es cuidar la línea interior, cuidar la juventud interior, y conservar siempre la infancia, porque si alguien desea conservarse  siempre joven hace el ridículo, pero aquel que guarda su infancia interior, permanece eternamente joven.

También Albert Sabin, el descubridor de la vacuna contra la parálisis, escribía a los 78 años,
Cada hombre debe hallar una pasión que lo sostenga, que lo una a la corriente de sus ilusiones y a los logros de la humanidad, toda cosa puede ser bien o mal hecha, siempre hay una ocasión para desplegar la capacidad de altruismo y para tratar de mejorar la vida propia y la de los demás.

El famoso monje contemplativo, Tomas Merton  decía:
Ustedes permaneceran jóvenes mientras se muestren receptivo a todo lo bueno, bello, lo grande. Receptivo a los mensajes de la naturaleza, de los hombres y sobre todo de Dios.

Antoine de Saint-Exupéry escribió:
El ruido me impide escuchar lo que pasa dentro de mí.

Hay tantas personas que no pueden estar sino todo el santo día con la televisión encendida, que necesitan ruido.
Sin embargo Tomas Merton nos recuerda:
El silencio y la soledad son lujos supremos de la vida, no hablo de la solitariedad, hablo de la soledad que es encuentro consigo mismo, en lo mas profundo de mi ser, reconciliado, aceptado, asumido, amado, y encuentro con el amado Jesús en lo mas profundo de mi ser.

El actor ingles Oliver, a los 76 años escribía: -tal vez, yo sea un maniático, pero cuando camino por las arboledas que planté con mis propias manos, me doy cuenta de que algún modo participo del poder de la naturaleza, dentro de mil años si la humanidad es feliz,  yo seré responsable  aunque sea de una pequeña cuota de  felicidad.

Maravilloso.

Me parece una cosa importante, unas de las virtudes de esta tercera edad o adultos mayores, es engendrar una memoria dulce, como se le ha llamado, esta supone una verdadera lucha espiritual contra toda tristeza, contra todo resentimiento del pasado, contra toda rebeldía o bronca del pasado.

Hay diferentes tipos de memoria:
Memoria amarga, que encona contra los demás y causa la critica, sarcasmo, la burla, la calumnia, difamación, envidia, en una palabra el egoísmo, es decir perder la vida.
Memoria dulce, que nos abre a nuestras propias pobreza, a nuestros limites de criaturas, la apertura hacia la reprocidad, solidaridad con lo demás que están viviendo un momento diferente al nuestro, el que nosotros vivimos en otra época, solidaridad comunitaria y fraterna a pesar de las diferencias o en medio de ellas, la que nos abre hacia la vida sobrenatural y humana, sobre abundante, que nos viene de la misma vida de Dios Padre. En esta edad como adultos mayores, tenemos la posibilidad de abrirnos a una memoria que se hace comprensión y acogida, de las limitaciones y defectos ajenos, en la medida que se guarde la memoria dulce del perdón misericordioso que hemos recibido, de las limitaciones propias que hemos tenido que aceptar, del pecado que ha sido y es la oportunidad del Dios gratuito, que gratuitamente nos ha amado y nos ama, con un desborde sobreabundante de generosidad.

Lo de antes ya paso diría San Pablo, lo tengo como basura habiendo conocido a Cristo

Filipenses 3,  7-11

Y si se acepta el pasado, presente, y futuro. Y decirles sí a Dios con la vida actual, con lo tengo, como Maria y con ella, hágase en mi según tu voluntad.

Esto es maravilloso.

Nunca se llega tarde a la hora del amor.

Colosenses 3, 12-16
Podemos leer de San Pablo

Oración Final
Poesia de Amado Nervo

Muy cerca del ocaso yo te bendigo vida
Porque nunca me diste
Ni esperanza perdida
Ni trabajos injustos
Ni pena inmerecida
Porque veo el final de mi rudo camino
Que yo fui el arquitecto de mi propio destino
Que extraje las mieles o la hiel de las cosas
Fue porque puse en ellas y hiel o mieles sabrosas
Cuando planté rosales, coseche siempre rosas
Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno
Más tú no me dijiste, que septiembre fuese eterno
Hallé sin duda, largas las noches de mis penas
Mas no me prometiste, tan solo noches buenas
en cambio tuve algunas santamente serenas
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
Vida, nada me debes
Vida, estamos en paz.

Y con la hija de Joaquín y Ana, queremos concluir orando por todos los enfermos, por los abuelos y abuelas que están débiles, que están postrados, que están solos, que están en los geriátricos, hogares de ancianos o casas de contención como se llaman ahora, por los que están escuchando vamos a orar con Maria.

Maria es la medianera de todas las gracias, es la hija de Joaquín y Ana, es la que hizo abuelos a Joaquín y Ana. Si madre y señora nuestra virgen de la encarnación, damos gracias por tu si.
Maria virgen del camino, señora de la visitación, que tambien nuestros corazones también salten de alegría por la presencia de Jesús.
Maria señora y madre nuestra, tenemos que ser testigo de la resurrección del Señor, tenemos que saber comunicar a los seres humanos, nuestros  hermanos, la alegría que es fruto del amor del Espíritu Santo.
Maria has que vivamos como vos la alegría de sentirnos muy profundamente amado por el Padre, la alegría de ser fieles y decir todos los días como vos, si al Padre.
La alegría Oh madre de la cruz, de vivir serenos y fuerte al pie de la cruz. Que en los momentos de  sufrimientos no nos falte la alegrías, aun cuando estamos o estemos llorando por fuera que haya mucha paz, serenidad y alegría dentro, que sepamos ser comunicadores de esperanza a todos los seres humanos, porque tenemos a Jesús y eso nos basta.
Oh Señora, Oh madre nuestra.
Hoy ofrecemos a todos y cada unos de los abuelos y en prueba de tu filial afecto a vos Maria, hija de Joaquín y Ana, te consagramos en este día los ojos, los oídos, lengua, corazón, todo el ser de los abuelos especialmente aquellos desolados, tristes, depresivos, enfermos, ya todos es tuyo y todo es de Cristo Jesús, madre de bondad guárdalos, defiéndelos y utilízalos como instrumento y posesión tuya y de Cristo Jesús. Amén
Y que por intersección de corazón Inmaculado de Maria, de los santos Joaquín y Ana nos bendiga a todos el buen Dios todopoderoso, nos salve, sane y libere, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén
Paz y bien para todos

                                Rubén Francisco Bellante