Día del Catequista

viernes, 22 de agosto de 2008




ORACION DE INVOCACION AL ESPIRITU SANTO

Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, atendenos
Espíritu del Padre, vivifícanos
Espíritu del Hijo, sálvanos
Amor eterno llénanos
Con tu fuego, inflámanos
Con tu luz, ilumínanos
Fuente viva sácianos
De nuestros pecados lávanos
Con tu unción fortalécenos
Por tu consuelo confórtanos
Por tu gracia guíanos
Por tus Ángeles protégenos
No permitas jamás que nos separemos de vos
Danos Espíritu Santo vida y vida en abundancia
Ruaj  Santa, Neuma de vida.
Espíritu de Dios, Dios Espíritu Santo escúchanos
Con el dedo de tu gracia tócanos
Verté en nosotros el torrente de la virtud
Fortalécenos con tus dones y con tus frutos
Refrigéranos,
Líbranos del maligno enemigo
En la última batalla unginos
A la hora de la muerte defendenos
Entonces llámanos hacia vos para que con todos los santos te alabemos  y alabemos
Al Padre, al Hijo y a vos fortalecedor, piadoso y eterno
Espíritu Santo ven, derrámate sobre cada uno de los oyentes, cada familia, pueblo
paraje, ciudad, desde el corazón Inmaculado de Maria toca a cada unos de lo oyentes a los enfermos, tristes, desconsolados, fortalece a cada uno de de ellos, especialmente a los catequistas, a los misioneros.
Espíritu Santo de Dios pone fuego en tu iglesia, en tus comunidades parroquiales, fuego de vida, de entusiasmo, de creatividad, de entrega, de servicio, de solidaridad, de audacia apostólica.
Ven Espíritu Santo, ven a tocar los corazones, ven  a través del corazón Inmaculado de María.
Amén
María reina de la paz ruega por nosotros y por el mundo entero.

Día del Catequista

El 21  de agosto, fiesta del Papa San Pío X, celebramos el día del catequista. Él  impulsó la catequesis, recordemos que C.A.M. (Congreso Americano del Misionero)  se va clausurar  con ese envío a la gran  misión continental, donde cada bautizado debe transformarse en un evangelizador, en un misionero, en un catequista, que lleve con su palabra y testimonio a Cristo vivo a las comunidades, a los barrios, a las familias, a cada persona, a un mundo que esta sediento de Dios, de una América que esta sedienta de Dios, de una Argentina violenta, fragmentada, dividida, por momentos triste, nostálgica, que necesita de la fuerza de Dios, también en los medios de comunicación social, político, gremial, económico, social, cultural, necesitará de la fuerza de Dios en el deporte, en los ambientes de la promoción humana, de la salud, de la educación, necesita de cada bautizado que se deje tomar, ungir, seducir por el Espíritu Santo, para transformarse en evangelizador.
Por eso el Papa Benedicto XVI, en Aparecida, hizo referencia a la presencia de muchos abnegados catequistas en las comunidades eclesiales de las comunidades de América Latina.

¿Cómo reconocer a Cristo para poder seguirlo y vivir con él, encontrar la vida en él y comunicar esta vida  a los demás y al mundo?
El Papa se refirió a la necesidad de hacer conocer la palabra de Dios y promover la lectura de la Biblia, la lectio divina, la lectura atenta y meditada de la palabra de Dios, el cual agrego el Papa, un gran medio para introducir al pueblo de Dios en el misterio  de Cristo, es la catequesis.
Convendrá por tanto fortificar la catequesis y la formación en la fe, tanto en los niños, jóvenes y adultos.
Sabemos entonces que nuestras comunidades deben ser las primeras  en educar en la fe: tu capilla, tu parroquia, tú colegio, tu familia; debemos trabajar y contagiar las ganas de seguir al Señor, para que haya siempre mujeres y hombres que no tengan miedo a dar lo que recibieron. Dios, nuestro Padre, sigue invitando a que cada uno de nosotros. Nos convirtamos en instrumentos de su misericordia, paz y amor.
Sabemos que son muchos los caminos que llevan a ser catequistas y en todos  los casos, suelen surgir muchas preguntas en torno a la tarea catequista.

¿Lo podré hacer?
¿Estaré  suficientemente informado?
¿Recibiré apoyo de la comunidad, del párroco?

Sin embargo, al ir entrando en el maravilloso mundo de la catequesis, las preocupaciones van cambiando, se comprende que lo más importante, es trasmitir con amor el mensaje de Jesús y compartir con los demás la experiencia del encuentro personal de cada catequista con Cristo vivo, en la oración, frente al sagrario, en la palabra de la Biblia, en el servicio. Así  el catequista se convierte definitivamente en una persona que cree y le cree a Jesucristo y lo sigue, viviendo la alegría de ser su testigo, lo escucha en la oración, en la lectura del evangelio, y lo descubre en el discernimiento comunitario y en  la vida cotidiana intentando ver a las personas, las cosas, las situaciones tal como él, Jesús, el gran catequista, las vería hoy.
El catequista se reconoce en búsqueda, con corazón inquieto.
No se puede entender un catequista chato, mediocre, repetitivo, monótono, tedioso, aburrido, superficial.

El catequista se reconoce en búsqueda, con corazón inquieto, que no lo sabe todo, en realidad que no sabe nada, es que está en camino de conversión, humilde, sincero, confiado. No se cree dueño de la verdad ni como el maestro que llega para esclarecer a los demás, sino un instrumento que el mismo Jesús presente en la comunidad envía. Sostiene y da fuerza para superar las oscuridades y dificultades, es parte de la gran marcha de creyentes que han recorrido y aun recorren la historia.
Así lo vemos en el testimonio de nuestros catequistas, anónimos, silenciosos, de tantos pueblitos, ciudades, capillitas, parroquias, de grandes catedrales, o de pequeñas comunidades eclesiales.
Marcha que fue iniciada en Israel y a continuado en la iglesia, donde a través de ella a llegado hasta nosotros.
Le pidamos hoy al Señor,  a todos y por todos los catequistas, que sean dóciles a la acción del  Espíritu Santo.

Quiero compartir con todos ustedes este relato:

Había una vez una mujer que recibió de visita a su amiga, mientras tomaban unos mates, se pusieron a conversar de distintas cosas y la dueña de casa se puso a criticar a una vecina que le parecía muy desalineada, poco cuidadosa y sucia: -tendría que ver como manda a sus hijos al colegio, desde la mañana están hechos una mugre, vení, mira acércate a la ventana. Mira la ropa que tiene tendida en el patio. Mira las manchas de las toallas, sabanas.
La amiga se acerco a la ventana y después de mirar detenidamente hacia  la ventana, miro hacia fuera y le dijo: -pero esa ropa esta perfectamente lavada y limpia, lo que tienen manchas son los vidrios de tu ventana, los que tienen mugre son los vidrios de tus ventanas.
A partir de este relato, lo analicemos, a ver que personajes actúan,  y  revisemos nuestra vida.
¿Cuáles son las actitudes de cada personaje?
¿Te ha pasado vivir alguna vez una situación parecida a la del relato?
¿Cómo juzgamos a los demás por su apariencia, por lo que son?

Sabes porque te lo digo, porque como catequistas siempre tenés que estar exponiéndote, y el que expone se expone, y siempre la liga, de un lado o del otro.

La primera oración de la mañana, comienza con esa oración en el baño frente al espejo y es: -¿Cómo me esta mirando el Padre, cómo me mira el Padre Dios creador?
La mirada del Padre Dios es una mirada de amor incondicional, gratuito, me ama simplemente por el deleite de amarme.
La primera oración de la mañana es no salir del baño sin tener esa misma mirada sobre mí.
Amarme con el amor del Padre Dios creador.
Mirarme con la mirada del Padre Dios.
Experimentarme hijo e hija muy amado delante del espejo y decir esta persona que esta aquí delante del espejo es alguien creado por Dios a imagen y semejanza, muy amado por Dios. Y por eso, salir con el corazón lleno de paz, después vendrán las incomprensiones, las murmuraciones, las críticas, las ingratitudes, las indiferencias, y otras más en tu labor catequística. A veces de los padres de los chicos, de los mismos catequistas, de la comunidad, de los otros grupos, de tu familia, vecinos, compañeros de la escuela, del trabajo, o de tu párroco, pero no interesa porque en el fondo la mirada de Dios es distinta a la mirada de esa mujer.

¿No te parece?

Vamos a hablar de un tema fundamental, la preparación  espiritual del catequista. No porque sea una maestra frustrada debe ser catequista, tampoco se pescan en el rió como los bagres, hay que tener mucho cuidado con esto con mucho discernimiento.
¿Quien quiere ser catequista?
¿Por qué?
¿Cuál es la motivación?
¿Dónde esta la invitación?
¿Cómo surge este deseo?
 Es importante todo esto, cuando uno encara la preparación del maestro, lo debe hacer con humildad y temor, ¿se puede medir acaso cierta cantidad de oración y estudio que hace falta  para decir al terminarlo “estoy preparado”?.
¿Cuantos cursos hay que tomar, libros que leer, seminarios y talleres a asistir?  para tener el derecho que uno ha terminado al fin con la preparación espiritual.
Claro esta que uno nunca acaba de prepararse espiritualmente, esto es cierto, se han escrito libros enteros sobre el tema de la preparación espiritual del catequista, libros es lo que sobra  y queda mucho todavía que decir.
Sin embargo aquí me atrevo a enfocar dos áreas de evaluación personal que  afecta a todo lo que hace al maestro, porque son áreas básicas, en lo que se refiere a la preparación espiritual.
Estas áreas se enfocan en palabras expresadas por el mismo Señor en cierta ocasión, lo leemos en:
Mateo 7, 21-23
Aquel día muchos dirán: -Señor, Señor, nosotros hablamos en tu nombre  y en tu nombre expulsamos demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros.
Pero entonces les contestare: -Nunca los conocí, aléjensen de mí malhechores. (otra traducción dice malditos, es muy fuerte)

Yo veo en estas palabras dos elementos fundamentales para la vida espiritual del servidor del Señor, finalmente el catequistas es eso, un servidor del Señor.
En primer lugar la motivación, que nos impulsa en el servicio de la catequesis. Aparentemente estos siervos, servidores que dice el texto de Mateo 7, habían gozado de ciertos éxitos por su labor para el Señor.
A quien no le gustaría hacer  milagros,  profecías, demonios expulsados, como prueba de efectividad en su tarea, sin embargo a pesar de haberlo hecho en su nombre, su labor no agrado al Señor Jesús, era lo mismo que si no lo hubieran hecho, quiere decir entonces que a pesar de sus éxitos, no fue para la Gloria de Dios.
¿Por qué?
Será que sus motivaciones para hacer lo que hacían eran equivocadas, quizás lo hacían para quedar bien con otros, o  para alcanzar el conocimiento y la fama, o para lograr cierto poder y control sobre la vida de otros, o para escuchar elogio sobre sus dones y capacidades, la lista de sus posibles motivaciones se alarga hasta donde alcanza el egoísmo del ser humano.
El hecho es que sus motivaciones no eran correctas y su trabajo hecho seguramente con gran esfuerzo y sacrificio, quedo descalificado por el Señor. Entonces lo primero que debemos examinar son las motivaciones:
¿Para quién estoy trabajando?
Sino podemos contestar con convicción para el Señor, ya sabemos cual es el problema por lo menos en parte, aun cuando tenemos bien en claro para quien trabajamos debemos examinar la otra faceta de nuestro servicio, con la pregunta:
¿Por qué estoy trabajando?
La respuesta correcta debe verse a la luz de la motivación que mas agrada al Señor. Porque Dios es justo y no olvidara lo que ustedes han hecho y el amor que le han demostrado al ayudar a los hermanos en la fe, como  aun lo están haciendo.
Carta a lo Hebreos 6, 10
O sea que el quiere ver nuestro servicio como una expresión de amor hacia él, esto es lo que nos debe motivar en todo lo que hacemos, la única motivación correcta es la de servir a Dios, porque lo amamos, entonces podemos entrar en el aula de clase o en el salón del encuentro, porque no me gusta jamás llamar a la catequesis clase, es un encuentro de catequesis, escuchar el bullicio de los chicos, o la indiferencia  de los adolescentes o jóvenes. Y decir con el corazón te ofrezco esta hora de encuentro  Señor como expresión de mi amor por vos, esto transformara completamente la tarea que hacemos, uno de los resultados que nos vemos correctamente motivados, es que nos vemos impulsados a cumplir mejor con lo que hacemos, cumplimos con nuestro deber, no porque nos estén  vigilando, sino porque el Señor que nos amo tanto, es digno de lo mejor que le podemos ofrecer, si mi encuentro es una ofrenda de amor a mi Señor, quiero que sea el mejor encuentro posible.
Haré el compromiso de llegar a tiempo y estar bien preparado, y de buen humor, porque quiero que mi trabajo sea una ofrenda de amor para él, de haber orado previamente, de haber preparado el encuentro con creatividad, entusiasmo, generosidad.
Mateos 25, 40
Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de estos hermanos míos mas humilde, por mi mismo lo hicieron.
De esta manera ese lugar que no esta en las condiciones optimas, con catequizando no muy agradecido, muy alegre, tendrá un valor eterno, maravilloso.

El otro punto es la relación.
Mareos 7, 23
La relación con el Señor, aquellos siervos lo habían llamado siempre, Señor, pero escuchan atónitos sus palabras de rechazo, nunca los conocí, aléjensen, malditos, malechores.
Es de suponer que nunca existió una relación sincera entre ellos y el Señor, no se habían relacionado con él, en el correcto sentido espiritual.
Podríamos decir que el Señor da muchas mas importancia a nuestra intimidad con él que a nuestra actividad por él, después de todo si la actividad no surge de la relación, de la contemplación, de estar frente al maestro, como discípulos, lo estamos haciendo con nuestras propias fuerzas, por puro activismo.
Nuestra razón se ser, es llegar a conocer a Jesús íntimamente, es la única relación que puede satisfacer todos los anhelos del alma para sentirse amado y aceptado de veras, es allí donde encontramos verdadera intimidad y sentimos la seguridad de saber que somos de gran valor como personas, es allí donde descubrimos las profundidades de su perdón y su gracia, donde somos  capacitados para amar, perdonar y aceptar a otros como son, sin esta relación todo lo que hacemos es madera, paja y caña.
Primera Corintios 3, 12
¿Y como hace el catequista para profundizar mas su relación con el Señor?
Lamentablemente es tan difícil establecer requisito sobre esto como  lo seria reglamentar la relación afectiva de una pareja de novios o casados, no hay formulas, ni recetas para el éxito espiritual.
Una cosa podemos decir, y es que nuestra relación con el Señor se profundiza de la misma manera que las relaciones humanas, es decir pasando tiempo juntos, dialogando siempre y compartiendo las circunstancias buenas o no tan buenas edificantes o deificantes que me van ocurriendo, la esencia de una relación entre dos personas es el dialogo y sin ella, la relación nunca ha de florecer, nuestro dialogo con el Señor se hace mediante la oración y la contemplación de su palabra en la Biblia, sobre todo ejercitando la lectio divina, la lectura atenta y meditada de la palabra de Dios.
Todos hemos escuchado esto muchísimas  veces, sabemos también que debe haber una disciplina en esto, con la que podamos estudiar sistemáticamente la palabra y orar en forma especifica y regular por diferentes motivos, pero a veces caemos en el peligro de cumplir tan rígidamente con esa disciplina que llega a ser un fin en si, cuando  falta libertad interior, cuando falta gratuidad, es porque falta gratitud, por eso no hay crecimiento en la relación con el Señor.

También vamos a hablar de los desalientos.

Juan 15, 1-8
Yo soy la vid verdadera

Aquel pescador solitario era un autentico hombre de Dios había elegido su camino por vocación, deseaba su vida de soledad y silencio, buscaba a Dios sinceramente, el mar, la arena, la barca, el cielo, la pesca, todo le hablaba de Dios y le servia para comunicarse con él, un día tubo el atrevimiento de pedirle al Señor un signo claro y evidente de su presencia y de su constante compañía: -Señor hazme ver que siempre estas conmigo, concédeme el don de experimentar  tu amor y el gozo de que caminas conmigo.
Mientras decía esta oración experimentaba una gran paz, caminaba con paso sereno por la orilla del mar, cuando llego a las rocas que cerraban las playas y tomo el camino que le llevaba de nuevo a su casa, observó sorprendido que junto a las pisadas de sus pies descalzo había otras cercanas e invisibles: -Mira le dijo el Señor, he aquí la prueba que camino a tu lado, esas pisadas que hay junto a las tuyas son mis propias pisadas, vos no me viste pero yo caminaba a tu lado.
Su alegría fue inmensa, exultaba de gozo, el Señor le había concedido la prueba que esperaba y deseaba, la respuesta de Dios a su oración sobrepasaba lo que cuanto hubiera podido soñar.
A partir de ese signo tan sorprendente de Dios, la oración del pescador solitario, tenia un aire nuevo, su agradecimiento era ilimitado, el gozo de la alabanza, era su pan de cada día, comenzó a rezar e interceder por todos los hombres, con confianza renovada. Pero no siempre fue así, días de tempestad y frío enturbiaron el horizonte, el cansancio del duro trabajo se hizo sentir, los días de trabajo infructuoso llenaban de desanimo su corazón, eran los momentos de prueba.
Caminaba taciturno por la playa, al llegar a las rocas, volvió atrás observando que esta vez sobre la arena solo había las pisadas de unos pies descalzo, aquel día su oración fue de protesta: -Señor caminabas conmigo cuando estaba alegre y me lo hiciste notar, ahora que estoy hundido, que siento el zarpazo del cansancio  y del desanimo, justamente ahora me dejas solo, ¿Por qué Señor? ¿Dónde estas ahora?
La voz del Señor no se hizo esperar: -mira amigo mío cuando te encontrabas bien, la calma y la serenidad llenaban tu corazón yo caminaba a tu lado, pudiste ver mis pisadas sobre la arena, ahora que te encuentras mal cansado y abatido, ya  no camino a tu lado porque prefiero llevarte en brazos, las pisadas que vez sobre la arena no son las tuyas sino las mías, profundas y claras, marcadas por el peso de tu propio cansancio.

Se trata solo de una bella parábola, su grandeza es la verdad que contiene. Dios, el Señor camina a nuestro lado o nos lleva en brazos, pero el siempre esta, es el Dios fiel siempre presente, a la luz de esta amor indestructible de Dios. Te digo a vos hermana, hermano catequista, a vos hermano misionero, hermana evangelizadora, a vos agente de pastoral que trabajas en la cárcel, en los hospitales, en las clínicas, en la pastoral de los enfermos, pastoral del duelo, pastoral especial, a vos te digo: con frecuencia las apariencias engañan. En tu vida abras tenido ocasión de experimentar día de luz y de oscuridad, horas alegres y momentos grises, día de paz y de inquietud, la tensión del trabajo y la experiencia  del cansancio, experimentas tu fuerza y tu debilidad, vivís también al mismo tiempo el deseo de unos proyectos y la necesidad de descansar, reposar y de encontrarte con vos mismo, te darás cuenta que te cansa el exceso de trabajo, los conflictos, las incomprensiones, las ingratitudes, las indiferencias o pensar que los demás se apoyan demasiado en vos, sin tener en cuenta tus limites, vos mismos lo habrás pasado por alto más de una vez, te cansa la lucha diaria, la constante entrega por el reino de Dios, pero pronto te darás cuenta que lo que mas cansa es la incomprensión, la indiferencia, la soledad, la falta de común-unión de los hermanos que caminan a tu lado y que también se dicen catequistas, misioneros, agentes de evangelización, te cansa dar sin recibir nada a cambio y todavía más, tener que vivir hacia fuera sin tener los espacio y los momentos, imprescindibles para rehacer tu común-unión interior, te cansa la rutina de cada día y tener que volver a empezar una y otra vez.
Cuando veas que no tienes paz, o  que te cuesta aceptar y comprender serenamente a tus hermanos, tu prójimo, próximos allí.
Cuando al comenzar un nuevo día no experimentas la ilusión de contar con un nuevo día para el Señor y para los demás.
Cuando no te sientas  capaz de volver a emprender la ruta diaria, con el canto alegre de la alabanza.
Cuando en tu vida no entre, no quepa la gratuidad, la libertad interior, no te sea posible perder el tiempo en pequeñeces, como puede ser mirar con calma una puesta de sol o estar tranquilamente  con lo demás.
Cuando haces tu oración con prisa e intranquilidad, por puro cumplimiento, cumplo y miento, y con frecuencia te vez obligada a abandonar tu oración serena y prolongada.
Cuando no te acordás que el Señor camina a tu lado, no experimentas la paz de saber que te lleva en brazos.
Cuando no puedas experimentar en tu vida algunas de esas cosas, no lo dudes, la nube del cansancio esta cubriendo tu ruta, es la nube que diluye la fuerza que brota de la común-unión interior con vos mismo, con el Señor y con los demás. Sentirás el  cansancio físico y espiritual, se trata del cansancio que perturba la paz y llena tu interior de ruidos, ciertamente es un cansancio fruto de la entrega, de la donación de vos mismo al Señor, al reino, a los demás, el cansancio forma parte  de la vida, es la prueba del desierto, de quienes han sido capaces de olvidarse de ellos mismos para darlo todo, darse del todo, pensá que el cansancio es un don de Dios.
Los tiempos cansados también son historia de salvación, porque Dios te mira con más amor cuando experimentas la pobreza de tu limitación y la fragilidad de tu propia fuerza. Dios prefiere que en tu encuentro con él puedas rezar levantando tus manos cansadas, prefiere las manos marcadas  por la entrega, que la paz artificial de unas manos egoístas, indolentes, descansadas, porque no han dado o no se han dado, por eso cuando camines rodeado por la sombra de la nube de tu cansancio te ayudara recordar algunas palabras del Señor.
Por ejemplo:

En mi lo podes todos.
Filipense 4, 13

Yo estaré con ustedes
Mateo 28

Vengan a mí, yo les daré descanso
Mateo 11, 30

Mi yugo es suave y mi carga ligera

Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.
Lucas 9

Sos mío, si pasas por las aguas yo estoy con vos, los ríos  no te anegarán, si andas por el fuego no quemarás, ni la llama te prenderá, porque sos precioso a mis ojos y yo te amo.
Isaías 43

Con estas y otras palabras que podes encontrar en la Biblia, recordá aquella maravillosa confesión del apóstol Pablo:

Cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte.
Segunda Corintios 12

Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.
Romano 5, 20

La parábola del pescador solitario, vos, como él, como yo,  más de una vez sentiremos el cansancio al remar, tu cansancio es la ofrenda cruenta y rara vez luminosa de tu amor gratuito, libre, es signo de la oración de tu vida,  de tu amor maduro. Tendrás que descubrir en Dios el sentido profundo del cansancio, de tu propia fatiga, se trata de tu participación en la cruz del Señor, crucificado y resucitado, luchador y vencedor, esclavo para la liberación.
Es tu común-unión solidaria con el sufrimiento de todos los seres humanos, tus hermanos. Es tu manera de vivenciar que vivís al lado de los más pobres, de aquellos hermanos que ni siquiera tienen tiempo de preguntarse, si están cansados, o  que están tan solos que nadie se interesa por su cansancio.
Es una invitación a vivir en común-unión a vivir con el trabajo de los hermanos, los de tu casa, todos sirven al mismo Señor y luchan por extender su reino, en tu capilla, parroquia, no lo olvides, el Señor Jesús los invito amorosamente a remar mar adentro, en su nombre han echado las redes, no te olvides, da gracia al Padre Dios por tu fatiga, alábalo por tu cansancio, porque te da la oportunidad de darlo todo y de darte  del todo, tu vida ha de ser siempre la entrega de vos mismo en el encuentro sereno de tu contemplación y en la lucha cotidiana de tu trabajo y al fin y a cabo sos de Dios, y son para él tu cansancio y también tu descanso.
 

ORACION FINAL

Danos Señor la sabiduría que viene del Espíritu Santo para trasmitir tu verdad, caridad y videncia de la palabra para ser signo transparentes de vos.
Junto a nuestros hermanos catequistas seamos constructores de comunidad, para que vos mismo, único maestro, seas los verdaderos catequistas en medio nuestro.
Has que seamos sembradores de adoración y fraternidad, de amor a Dios y a los hermanos, de fe  que obra por la caridad,
Que toda nuestra vida catequice sin reparar en sacrificios, siendo fiel a Dios en Cristo, a la iglesia, al ser humano con, sus necesidades concretas.
Que nuestra catequesis forje cristianos constructores de paz y justicia, que vivan para realizar la historia según los planes del amor de Dios, compartiendo especialmente el dolor de quienes más sufren.
Que nuestra catequesis anuncie integralmente el evangelio y lleve al conocimiento a la palabra de Dios, a la celebración de la fe en los sacramentos y a la vivencia de la fe en toda nuestra vida.
Bajo la protección de Maria, la madre, cuya vida es para nosotros un catecismo viviente ponemos nuestra tarea catequística y toda nuestra vida, también ponemos el encuentro del congreso americano misionero.
Padre de la vida danos la gracia de ver el rostro de Jesús en cada hombre, mujer, especialmente en los pequeños, en los simples, sencillos, en los que están en hospitales, clínicas, geriátricos, cárceles, en los chicos difíciles.
Jesús, Señor y hermano queremos de verdad escuchar tus palabras y hacerlas carne en nuestras vidas, en la iglesia y en nuestro mundo.
Espíritu de amor anima a cada familia y a cada pueblo, bendiciendo especialmente hoy a los enfermos a través de San Roque y a través de la poderosa intersección del corazón Inmaculado de María, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

                                Rubén Francisco Bellante