https://radiomaria.org.ar/_audios/589.mp3Banderas era una oración cognoscitiva. Binarios es un test sobre mi corazón. Esta es una meditación que trata de tocar el tema de mi voluntad en cuanto mundo del “querer” (en latín, “volo” significa querer). El mundo del querer está compuesto por mis deseos, mis gustos y también por mi voluntad. Tal vez me gusta y atrae el proyecto de Jesús, pero la pregunta es si de verdad deseo seguir a Jesús. Desear supone poner en actividad el mundo de mi voluntad, poner en juego mi libertad. Esa sólo depende de mí. Y en esta oración, que es como una radiografía de mi corazón, conviene no ser idealistas: partir de cómo ha estado mi voluntad en los momentos claves del seguimiento de Jesús.
La palabra Binarios viene de bina (dos). Se refiere a tres personas, tres tipos de persona, pero cada una de ellas es Binaria, es dual, está dividido en dos, hay dos fuerzas interiores dentro de ella tal y como hemos visto en la meditación de Banderas: la presencia de Babilonias y Jerusalenes en mi vida.
Momentos de la oración
1-Oración preparatoria (EE 46) me pone en el rumbo del Principio y Fundamento: que lo que yo vaya a hacer me ponga en el contexto de buscar y realizar, ya desde ahora, y por encima de todo, la voluntad de Dios.
2- "Traer la historia" (EE 102)San Ignacio propone un ejemplo, como una parábola: tres personas que ante el deseo de dejar unos "ducados" (puede ser suma de dinero o la propiedad del ducado), reaccionan de modo diferente. Se quiere fomentar en el ejercitante la actitud del tercer binario. ¿Cuáles serían para nosotros hoy los ducados? Para un joven es su futuro, tal vez. Para un adulto el presente, sus destinos, sus tareas y trabajos, así como sus capacidades.
3-"la composición de lugar" (EE 103)
El primer binario [153]. Lo típico es que pospone y pospone el poner los medios… hasta la hora de la muerte. El primer binario vive en un cierto idealismo. Normalmente monta todo un aparato de justificaciones para no caminar. Es el caso del joven rico (Mc 10, 17). Se le invita, quiere responder, él quisiera, pero no es libre… Si este es mi caso, la pregunta para auto-detectarme es verme cómo me quedo: dice Marcos que el joven rico no habló, no respondió, se quedó en silencio, no dijo nada. ¡Te seguiré a donde quiera que vayas!… Y luego se retiró sin decir nada. Y es que en el primer binario se evade el encuentro con Dios. No sólo no se avanza, sino que paulatinamente se retrocede: me parece que estoy estancado, pero en realidad voy en reversa. Uno se instala y le huye a los cuestionamientos. Como Dios ya no ocupa mi corazón, lo voy llenando de otras cosas o personas o tareas…
El segundo binario [154]. Hay un nivel más avanzado. El no toma la iniciativa. Ésta viene de Dios. Incluso éste pone medios, pero no pone el medio importante que debe poner. Quiere (el primer binario querría) pero hace venir a Dios donde él está, a la decisión que él ha tomado y no al revés. Algo parecido a Pilatos (Jn 18, 38): pone medios menos el que tenía que poner, que era defender al justo.
Dios está aquí como una demanda más al lado de otras, pero tiene que hacer cola. Delante de El están: la familia, la tradición, la cultura, las opciones previas… En el primer binario se está lejos de Dios. En el segundo yo me fabrico uno a mi medida, bajándole el tono profético. Para salir de este binario la pregunta clave es ¿Cuál es el medio que teniendo que poner no estoy poniendo? En el Evangelio Jesús le dice: Deja que los muertos entierren a los muertos! (Lc 9, 57) ¿Qué es lo que debo dejar que se muera en mí?
El tercer binario [155] pone los medios que Dios le pide, sean los que sean. No es el voluntarismo masoquista de tirarlo todo, sino la voluntad que busca la voluntad de Dios. Por el momento hace a un lado su apego por los ducados, a la espera de lo que se le dirá… y espera, aunque los medios que se le pidan sean difíciles. Es el caso de María, Abraham, Jesús en el huerto… Y en todas esas posturas no desaparece el miedo ni el desconcierto.
6-Coloquio ponerme en absoluta indiferencia y docilidad ante el medio que más me cuesta. Como que yo hasta tienda a desear el plato que menos me gusta, sea pobreza u otro… Así, dice Ignacio, se extinguirá ese fuego que no me deja ser de verdad libre ante la voluntad de Dios. Pero siempre sin perder de vista el horizonte último: que Dios es el que elegirá.
7-Exámen de la oración me pregunto cómo me fue, las preguntas no hay que hacérselas a la cabeza sino a las imágenes. Me puede parecer que yo selecciono las imágenes. Pero es Dios quien me lleva a detenerme en ésta o aquella del álbum. Y desde ahí puedo hacerme preguntas como éstas: ¿Cómo es esta imagen? ¿De qué está construida? ¿Qué hay y qué no hay en la imagen? ¿Qué es lo que la imaginación se resiste a construir? ¿Qué explica que Dios quiera que me detenga en esta imagen o en esta palabra y no en las otras? ¿Por qué yo u otra de las personas están presentes o ausentes en la imagen?… Hay que hacerle preguntas a la imagen, a la sensación o a la palabra que ha resonado más en mi oración… Por eso a un buen contemplador le bastarán pocas imágenes…Es importante saberse ubicar bien en la contemplación: dónde estoy en ella y qué se me dice a mí en particular. Tal vez difiere de lo que se les dijo a los personajes del Evangelio… Me quedará la labor de interpretar ese signo y a la luz de Dios no me costará hacerlo. Así terminaba Jesús las parábolas: “El que tenga oídos para oír, que oiga”…
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