02/12/2024 – En la encíclica Laudato Si, al hablar de las acciones humanas que degradan la Casa Común, el Papa Francisco dice: “A ello se suma la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general”.
Los plaguicidas son productos químicos que se utilizan para controlar, prevenir y eliminar las plagas que nacen y se reproducen en las distintas plantaciones alrededor del mundo.
Estos productos agroquímicos sintéticos fabricados por el hombre comienzan a elaborarse desde que comenzó la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de eficientizar la producción agrícola: producir más para ganar más.
Hoy esta comercialización se hace en casi todos los países para ser utilizados en la agricultura, pero los costos en salud y otros graves daños al ambiente han sido (y siguen siendo) cuantiosos.
El artículo 41 de nuestra Constitución Nacional dice que todos tenemos el derecho de gozar de un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas se puedan desarrollar sin comprometer a las generaciones futuras.
¿Cuánto plaguicida se utiliza en Argentina? ¿cuánto daño hace?¿hay una alternativa a su uso?
Dialogamos con Javier Souza Casadinho, Magíster en Metodología de la Investigación Científica y Social, ingeniero agrónomo, profesor de la Cátedra de Sociología y Extensión Rurales, Coordinador para América Latina de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas de América Latina (RAPAL) y Coordinador del Centro de Estudios sobre Tecnologías Apropiadas de la Argentina. Miembro del Movimiento Laudato Si.
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