Dieron la vida por Jesús y por los hermanos

viernes, 25 de julio de 2025

25/07/2025- En el tercer programa de “Memoria viva de los mártires riojanos”, compartimos sobre la opción de cada uno por Jesús y por los hermanos.

La Hna. Silvia, al comenzar el programa, compartió: “¡Gloria viva de los mártires riojanos! Estas cuatro personas que nos han dejado realmente un testimonio de vida, que nos han dejado su propia vida, para que nosotros nos inspiremos y para tenerlos también como mediadores. Como hacemos cada vez que vamos a hablar de ellos, le pedimos al Señor, al buen Dios, y le pedimos a Enrique, a Carlos, a Gabriel, a Wenceslao, que aquello que vayamos a conversar aquí, que vayamos a escuchar, que vayamos a decir, sea de acuerdo al mensaje que ellos nos quisieron transmitir. Que cale profundo en nuestro corazón aquello que ellos nos han dejado como herencia”.

En relación al tema del programa, la Hna. Silvia trajo una cita bíblica para que ilumine lo que se iba a compartir en el espacio: “Hay una cita muy bonita de una de las cartas de San Juan, la primera carta de San Juan, en el capítulo 4, versículo 20, que dice, Quién no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve? Y un cura jesuita que está en el cielo, el padre Calvo, me hizo esta apreciación, que a él le gustaba pensar que quien ama a su hermano a quien ve, ama a Dios a quien no ve. Y es un poco lo que hoy vamos a hablar. ¿Por quién y por qué dieron la vida los cuatro mártires? Y no vamos a hablar tanto de martirios, sino más bien de su cuestión pastoral, de su actividad. Vamos a ver el por qué y el por quién lo hicieron de una forma vertical, sólo por Dios, para cumplir con Dios, por un mandato. No lo hicieron sólo por las personas, esto de luchar por los otros, no. Ellos no quisieron ser héroes, no quisieron pasar a la historia, no quisieron tener nombres de calles, no quisieron tener monumentos, quisieron la dignidad de las personas, quisieron amar a sus hermanos y de ese modo amaban a Dios.

La primer entrevistada del programa fue María Argentina López una gran mujer que también le tocó dar la vida por Angelelli, por la fe, por el Evangelio. Fue una de las jóvenes de la Pastoral Juvenil de Angelelli. La hna. Silvia le pidió que comparta como fue su vida en ese tiempo en que ella daba catequesis en los barrios: “Bueno, nos ubiquemos en el contexto, ¿no es cierto? De una Rioja muy pobre, muy chica y muy pobre, con habitantes alrededor de 140.000 habitantes tenía La Rioja. Yo me recibo de bachiller y cuando vamos a la misa, que siempre se hacía una misa, quien nos da la misa es Angelelli y después él sale con total naturalidad al atrio de la iglesia y, bueno, conversa con nosotros sobre nuestros proyectos para el futuro, qué íbamos a hacer. Yo ahí lo conozco a Angelelli y en el año 69, él hacía un año que ya estaba en La Rioja. La vida sigue y yo en esa época me incorporo a un grupo juvenil católico, que es el grupo juvenil del Señor del Milagro. Sinceramente, o sea, llegué allí invitada, me parece que, por Graciela Ledo, Graciela era compañera mía después del profesorado y, bueno, acordamos, ahí fui a un lugar muy lindo. Y bueno, allí nos juntábamos no solamente para el tema de la Eucaristía, sino que también charlábamos, de allí surgieron proyectos para trabajar en un barrio, para hacer campamentos, se discutían diversos temas, no sólo los relacionados con la iglesia, sino los que estaban en boga. Por lo general, había barrios muy pobres en La Rioja, muy carenciados y yo en el barrio que más trabajé fue en el barrio del Ferroviario, donde no había una capilla y estaba el padre Antonito Gil, un cura irlandés que se asentó en ese barrio y allí yo daba catequesis, como no había una parroquia, dábamos la catequesis debajo de unas higueras. Pero pasamos con total naturalidad, o sea, con alegría realmente, porque lo veíamos como una necesidad que tenían los chicos de ese lugar, de que alguien los atendiera para hacer la comunión”.

Luego el barrio se fue organizando, gente muy humilde con el propósito de levantar la capilla, que esta capilla se levantó con el esfuerzo de todo el barrio, haciendo venta de empanada, haciendo rifas, pero lo que yo les quiero contar también que esto tenía que ver mucho con Angelelli. Cuando Angelelli llega a La Rioja, se produce un cambio cualitativo en la iglesia riojana. Deja de ser esa iglesia para adentro y se abren las puertas de la iglesia, y allí ese cambio cualitativo marca mucho más a la gente más humilde, la gente que ve en ese obispo una persona que los consideraba, que los podía escuchar. Yo creo que una de las cosas fundamentales que hizo Angelelli es saber interpretar el ser riojano, la identidad del pueblo riojano, su folclore, su religiosidad popular, su voz, su canto. Angelelli se lo podía ver de pronto dando una misa en la iglesia catedral, pero también dando una misa debajo de un árbol (…) Con la llegada de Angelelli los grupos juveniles florecen, digamos, tienen mucho auge y creo que es por el espacio que le da a él también a los jóvenes. Él creía mucho en los jóvenes y en su potencia para, bueno, para llevar adelante esta pastoral. Realmente a mí y a muchos jóvenes nos atravesó la pastoral de Angelelli. Esa coherencia de la teoría y la práctica es lo que nos deslumbró, es lo que nos enamoró, porque la pastoral de Angelelli enamoraba realmente. Y esa coherencia que no la veíamos en otros lados, sí la vimos en Angelelli (…) era la humildad personificada de Angelelli. Era el otro, la otra persona.

Argentina comparte lo significativo que fue para su vida ese tiempo: “Realmente yo, cuando me preguntan de esa época, para mí fue una época maravillosa, una época de mucho crecimiento, que a mí me dio valores, que me dio principios, que bueno, yo después tuve otras búsquedas políticas, pero creo que después vinieron una persecución muy grande, Angelelli promovía que todos los trabajos tenían que ser colectivos, y fue así como fueron surgiendo cooperativas de trabajadores en el interior de la provincia, donde el pequeño productor estaba muy aislado, con un trabajo individual, y sin embargo vieron cómo, uniéndose, esa pequeña, porque la mano, la tierra estaba en manos de pequeñísimos”.  

Por estar trabajando junto a Monseñor Angelelli, a Argentina la detienen y pasa 4 años en la cárcel, nos cuenta este tiempo difícil que vivió: “A mí me detienen el 16 de febrero del año 76, ya había habido detenciones acá en La Rioja, en el año 75. A mí el interrogatorio se basa fundamentalmente en qué hacía, quién era Angelelli, dónde estaban las armas que tenía Angelelli, qué hacían los curas, qué hacían las monjas, pero a todos quienes los detuvieron y los interrogaban, preguntaban por Angelelli. El objetivo era Angelelli. Bueno, fue una persecución terrible, acá en La Rioja se instala el diario El Sol, un diario muy conservador, que no es casual que llegue a La Rioja ese diario, donde su prédica fue denostar a Angelelli y acusarlos de las cosas más miserables, le llamaban el Obispo Satanelli, por Satán”

La hermana Silvia le pregunto cómo fue que se entera de la muerte de Angelelli estando presa: “Sí, nosotros estábamos todavía en la cárcel de acá de La Rioja, porque en octubre nos trasladan a la cárcel de Villa Devoto, y estaba muy dura la mano, o sea, ya habían prohibido las visitas, la entrada de paquetes, absolutamente todo. Los presos sociales que estaban en esa cárcel, separados de los presos y de las presas políticas, ponían la radio a alto volumen como una muestra de solidaridad con nosotros, que no teníamos ningún tipo de comunicación con el exterior. Y ese día caminaba por el pasillo con otra compañera, y de pronto en la radio se escucha, en un accidente falleció el obispo de La Rioja, Monseñor Angelelli. Fue una situación, nos miramos, nos abrazamos y dijimos, lo mataron. ¿Por qué? Porque en todos los interrogatorios estaba presente qué es lo que hacía el obispo, qué era el obispo Rojo. Quedamos en una situación de orfandad tan grande, porque se habían atrevido a tanto, se habían atrevido a asesinar a un obispo, entonces, ¿qué quedaba para nosotros? Que no teníamos, que éramos personas comunes, que no teníamos nada, absolutamente nada. Y ese día, al anochecer, ese 4 de agosto, como un símbolo, en La Rioja los agostos son de viento zonda, y ese día particularmente era un zonda arrastrado, y después, a la noche, ya se pone fresco después de los zondas. Y esa noche, a una compañera, a Claudia Soria, la llevan al galpón, que era el lugar donde se torturaba ferozmente en la cárcel de La Rioja, y allí ella escucha que brindaban, y les dijeron, ya matamos al obispo Rojo, muerto el perro, se acabó la rabia. Cosa que nosotros no sabíamos, cuando vino Claudia, siempre nosotros, cuando llegaban las compañeras del galpón, la esperábamos con un té caliente, con algo, para pasar ese momento, y la verdad que fue un momento de mucha tristeza, de mucha tristeza, de mucho desamparo, nos habían matado esa persona que podía levantar la voz por nosotros. Fue muy duro, fue muy difícil”. 

Al cierre de la conversación, la hermana Silvia le pregunta a Argentina, “¿qué hubiera hecho Angelelli si hubiera estado hoy?”. Y Argentina compartió: “Y Angelelli hubiera estado al lado de los jubilados, Angelelli hubiera estado al lado de la gente que queda sin trabajo, Angelelli hubiera estado con la gente del Garrahan, allí hubiera estado Angelelli. Basta con leer sus homilías, yo recomiendo que se vuelvan a leer sus homilías y tienen total vigencia. Están dichas para hoy, es un mensaje, es un profeta, fue un profeta Angelelli, y su mensaje fue un mensaje universal que tanto servía para el pueblo de La Rioja como para cualquier pueblo o cualquier sociedad que estuviera sufriendo o estuviera atravesando situaciones difíciles”.

El segundo entrevistado fue el Padre Julio Merediz, Sacerdote jesuita, fue ordenado por Angelelli y misionero en La Rioja, el nos compartio sobre su paso por La Rioja y lo que vivió junto a Monseñor Angelelli: “Yo estuve entre los años 68 y 76, ocho años, pero sí, quedé impactado por todo. Después volví para dar ejercicio en el año 2000, 2000 y algo, a los sacerdotes y retomé mi fervor riojano, pero siempre lo tengo en el corazón, ¿no? Fueron años muy lindos, porque claro, en el 68 fue un año importante, además mundial, para la iglesia latinoamericana. Acababa el concilio y fue el famoso encuentro de Medellín y entonces hubo un momento, era un momento de mucha renovación, no solamente litúrgica sino pastoral, así que fue un momento importante y había que discernir muchas cosas que me han impactado, ¿no? Porque en aquel momento había como dos fuerzas que eran o contrarias o en sucesión, ¿no? Que era, se hablaba mucho, promoción y evangelización. Entonces se decía, si no hay promoción social no tiene sentido la evangelización. A mí lo que me gustó y que rescato como gran experiencia pastoral de aquel momento, cuando yo llegué aquí todavía era obispo Gómez Dávila y justo en ese año después asume como monseñor Angelelli. Así que yo estuve todos los años de Angelelli, porque ordenó a los 16. La hna. Silvia lo interrumpe y le pregunta: “Una cosa, ¿quién te ordenó a vos sacerdote?”, y el Padre Merediz dijo: “Angelelli”. “Eso quería que dijeras”, expreso la hna. Silvia.

El Padre Julio continuo: “Claro, sí, sí. Así que yo fui siempre con él, siempre con él (…) lo que me admiró, o que rescato después de cincuenta años, es que, en la pastoral de Angelelli, estas dos como oposiciones, promoción y evangelización, estaban integradas. Porque esa es una característica propia. Es decir, se trabajaba a la vez que se evangelizaba, se trabajaba por la promoción del hombre riojano, ¿te das cuenta? Detalles, por ejemplo, que después en otros lados, evidentemente que no era así, pero en La Rioja, por ejemplo, en la zona de Famatina, se trabajó muchísimo por dos cosas, digamos sociales, muy sociales, que era por la dignidad del peón de campo, porque todos quedan en esos pueblitos, generalmente había unas grandes fincas, y todos vivían como, entre comillas, esclavos de esas fincas, y entonces ahí se les pagaba cualquier cosa porque no había otro lugar donde trabajar. Esa fue una cosa que se trabajó mucho, ¿no? Como el peón de campo, la dignidad de su lugar de trabajo, además, la dignidad de sus salarios. Y después, y ahí se logró la primera jubilación de un peón de campo en la Rioja, que fue don Fidel Galleguillo. Y después se hicieron cooperativas para que los pequeños productores, en ese caso de nogales o de otro tipo de viñas, no quedaran siempre atados al que iba a las casitas, a los ranchos, a las sierras, y decía, bueno, aquí le traigo un poquito de azúcar, hierba, fideos, y se llevaba toda la cosecha de los pequeños productores, o sea, el acopiador. Esos dos proyectos eran muy sociales, pero a la par, a la par, aparecían ahí como en Famatina, veinte años que hubo sacerdotas, hasta que llegamos nosotros en Famatina, y cómo se había mantenido la fe a través, por ejemplo, de las rezadoras, ¿no? Las rezadoras, claro, que eran las bautizadoras, además. Veinte años sin cura, claro, y se mantenía esa devoción en cada pueblo. El cura anterior, que había estado hace veinte años antes, había organizado de tal manera los catorce pueblos que en todos había dos patrones. Uno, generalmente, caía en la primera parte del año, y el segundo en la segunda parte del año. Entonces, él iba, se pasaba toda semana, yo, a toda la novena, ¿no? Y después volvía, y era una manera de atenderla, pero eso se mantuvo. Es eso, es eso. Entonces, el cura, que tiene tantos pueblos, y tantos kilómetros, en aquella época no había pavimentos, era ripio en algunos lados, era muy difícil entrar. El corte de los famosos ríos secos, que cuando viene la creciente, dejan de ser secos y nadie los puede cruzar, ¿no es cierto? Entonces, yo vi eso como muy fuerte, una gran valorización de la religión, digamos, de la religión del pueblo, y del modo de festejar al pueblo, y un interés, y un apoyo, y una dinámica muy fuerte en ayudar a esa dignidad de ese pueblo, que ya es muy digno por lo que vivía como cristiano, porque había que generar una parte más de las relaciones humanas, sociales, de nuestro país en aquel momento. Esas dos dimensiones son muy fuertes. Y en esto de la religión popular, en el mismo asunto de Famatina, hay dos muy fuertes acontecimientos que hacen a toda la pastoral riojana, que es el niño de Hualco y el Cristo Yacente que está colgado en la cruz, es articulado y se baja en Famatina. 

En la conversación, la hna. Silvia le preguntó al Padre Merediz: “¿Qué aire fresco trajo la pastoral, digamos, de Angelelli, que era obispo, pero por qué todos lo seguían? Y no necesariamente Angelelli, ¿qué aire fresco trajo? ¿Qué Jesús trajo?”. Y el Padre Julio expreso: “Él tenía uno de los lemas, que bueno, es muy trillado, pero es, todo hombre es mi hermano. Así que ya fue un planteo de entrada de igualdad, de buscar la igualdad de hermanos, ¿no? Y eso que decías vos al comienzo, este planteo sinodal de nuestro querido Papa Francisco, eso fue, si uno piensa, fue una pastoral muy sinodal, una pastoral de salida, total, total, ¿no? Porque, bueno, de La Rioja mismo, por el tipo sobre todo de parroquia de campo, ahí si uno no sale, no. Pero que la gente misma te llama a salir, porque la gente te llama al cura, ¿viste? Y si no salís, ¿Qué vas a hacer en el templo? Entonces, yo creo que lo sinodal es muy marcado en Angelelli, porque todo el mundo, inclusive atrajo a muchas religiosas de otros lados, a mucha gente que se enamoró de la persona de Angelelli, pero también de la pastoral de Angelelli, entusiasmaban a la pastoral. Porque él, no era él, sino que nos invitaba, como decís vos, a seguir a Cristo, a un Cristo metido con el pueblo, embarrado, como le gustaba decir a él, ¿no es cierto? Cuando nos ordenó aquella vez a varios, éramos siete que nos ordenó Angelelli, pues jesuitas, nos decía, embarrecen, ensúciense las manos, ¿no? Es decir, ensuciarse las manos, en Angelelli es, es decir, meterte con la gente, tocar. Entonces él decía, sentir que el otro es mi carne también, ¿no? Es ese Cristo que está en el otro, pero él usaba la palabra esa, es mi carne. Entonces yo como que no lo siento que es mi carne, después sigo del aire, sigo largo. Por eso es que él decía, cuando damos limosna, dice, toquemos la mano del otro, mirémosle la cara, no tirémosle la moneda, ¿no? Así que ese es el tema, eso lo decía muy fuerte Francisco, y eso era Angelelli.

El Padre Julio compartió una anécdota que tuvo con Monseñor Angelelli: “Te cuento una anécdota brevemente.  Angelelli fue tan sinodal y tan salida él, que llegó a la imagen de San Nicolás durante 90 días, visitando todos los pueblitos y poblaciones y parajes de La Rioja. Yo fui testigo en los tres últimos parajes o pueblitos del norte riojano, Santa Cruz, La Cuadra y Potrerillos, ya en límite continuo, gasta en Catamarca. Llegó a Santa Cruz a las dos de la tarde de un día de febrero del verano totalmente. En La Rioja, y me dice, hola, ¿qué tal? Dice, ¿cómo estás, Julio? ¿qué tal? Me dice, ah, me dice, ¿sabés una cosa? Ya llevo 80 noches durmiendo en camas distintas, me dice. Me dice, bueno, ¿a quién tengo que visitar? Yo quiero visitar a la rezadora. Digo, pero mirá que le digo que hay que caminar y hay una subidita que tiene puna, ¿no? Y a esta hora nos conviene. No, no, yo tengo que ir a verla, tengo que ir. Se llamaba Doña María Campillay. Era una viejita, una santa mujer. ¿Vos querés creer que llegó? Se bajó la camioneta, así como estaba, caminamos, había que caminar media hora y tuvimos la subidita esa con puna, subió, llegó a la casa, la abrazó a la vieja, estaba, fue tan emocionante eso. Ese era Angelelli. Es carne de mi carne. Esa, fue a tocarla a ella”.

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