Dilexit Nos: La clave para la esperanza en tiempos de angustia

miércoles, 2 de julio de 2025

02/07/2025 – Nos podemos meter en el corazón mismo de Jesús gracias a sus gestos y palabras. Y desde él ¿Creés que es posible ver la realidad con otros ojos, los de aquellos que viven en las «periferias» y nos muestran lo que no se ve? En el ciclo «Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia», el Padre Javier Soteras, director de Radio María Argentina, nos regala una profunda reflexión sobre la carta encíclica Dilexit nos, invitándonos a sumergirnos en el corazón ardiente de Jesús para encontrar consuelo y, desde ahí, reemprender el camino con una mirada renovada.

El Padre Javier nos introduce en el Capítulo 2 de la encíclica, donde se habla de las «palabras» de Jesús. Nos invita a leer el punto 43, que subraya cómo Jesús nos llama a su corazón para que, cansados y agobiados, encontremos alivio. Esta es la «verde pradera» del Salmo 22, un lugar para reposar y descansar, no para escondernos o refugiarnos, sino para tomar fuerzas y volver al camino. Como un «boxes» en medio de la carrera o un «oasis en el desierto», el corazón de Jesús es esa posada en el camino donde podemos injertar nuestras propias heridas en las suyas, recibiendo la savia de una vida nueva y así dar frutos.

En el punto 44, el Padre Javier nos invita a contemplar cómo las palabras de Jesús siempre reflejaron sus profundos sentimientos, su amor apasionado que sufre, se conmueve y hasta llora. Ejemplos como su pena por la multitud sin comida, su diálogo con la samaritana, el llanto ante la muerte de Lázaro o su conmoción al ser tocado por la mujer hemorroísa, nos muestran un corazón que no es indiferente a las angustias humanas. Esa coherencia entre las palabras y los sentimientos de Jesús nos interpela a integrar mejor nuestra propia vida, conectando el pensamiento, los afectos, los sentimientos y las decisiones.

Aquí, el Padre Javier introduce la importancia de la virtud de la castidad, no solo en su sentido sexual, sino como la virtud de la integridad de la persona. La castidad, nos explica, es la que ordena todas las pulsiones del corazón en un eje central, permitiendo que nuestras potencialidades se integren armoniosamente. Jesús, nos dice, aprendió esta atención al detalle y a los sentimientos en lo cotidiano de su casa, con María y José, en lo «casero» y «hogareño», el lugar donde se juega la vida.

Por eso, el Padre Javier nos llama a recuperar la «iglesia doméstica», a revalorizar la vivencia de la fe en casa, que a veces subestimamos frente a la grandiosidad de los templos. Es en el hogar donde se forman los corazones y se vive la fe genuina. La casa, que muchas veces se ha convertido en una «guarida» asaltada por las ansiedades y los apuros de la vida moderna (incluso por el uso desmedido de los celulares), debe volver a ser un lugar de silencio, reposo, conversación sana y escucha mutua. Si hiciéramos sinodalidad en el hogar, «cuántos males nos evitaríamos», afirma el Padre.

Finalmente, el Padre Javier nos invita a reflexionar sobre el grito de Jesús en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Desde esa espiritualidad del «Cristo abandonado», trabajada por santas como Madre Teresa de Calcuta, Jesús desciende hasta los infiernos de lo deshumanizante para rescatarnos. Por eso, acercarnos a los «abandonados de hoy» –los de la calle, incluso los de nuestras propias familias– es tan vital. Desde las periferias, dice Francisco, «se ve lo que no se veía». Al escuchar el grito de Jesús en el corazón de la humanidad que sufre, Dios nos muestra lo que, desde otros lugares, permanecía oculto. No es un deber, sino una invitación a contemplar y a aprender de quienes, en la pobreza y el abandono, son «maestros de vida». Nos invita a entrar con «ojos de niño» para dejarnos conmover por la realidad y comprometernos desde un encuentro de vulnerabilidades, porque el Señor no viene a salvarnos, sino a acompañarnos.