Dios Creador, el Padre todopoderoso

jueves, 17 de enero de 2013
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Dios nos dice en la Creación que nos ama. Nos lo dice en todo lo que Él bellamente ha pintado en el mundo y en el universo.

El Catecismo de la Iglesia Católica, haciendo referencia al símbolo de la fe en torno a Dios como Creador, define que dentro de los atributos de Dios, solo la omnipotencia es nombrada en el Credo y tiene un gran alcance para la vida: creemos que es esa omnipotencia universal la que lo constituye en Creador y lo rige todo; Dios como Padre es presencia que vela por todo. Todo lo que Él quiere, lo hace.

Dice así el Catecismo:

  1. “De todos los atributos divinos, sólo la omnipotencia de Dios es nombrada en el Símbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que es esa omnipotencia universal, porque Dios, que ha creado todo (cf. Gn 1,1; Jn 1,3), rige todo y lo puede todo; es amorosa, porque Dios es nuestro Padre (cf. Mt 6,9); es misteriosa, porque sólo la fe puede descubrirla cuando "se manifiesta en la debilidad" (2 Co 12,9; cf. 1 Co 1,18).

 

269    “Las Sagradas Escrituras confiesan con frecuencia el poder universal de Dios. Es llamado "el Poderoso de Jacob" (Gn 49,24; Is 1,24, etc.), "el Señor de los ejércitos", "el Fuerte, el Valeroso" (Sal 24,8-10). Si Dios es Todopoderoso "en el cielo y en la tierra"  (Sal 135,6), es porque él los ha hecho. Por tanto, nada ale es imposible (cf. Jr 32,17; Lc 1,37) y dispone a su voluntad de su obra (cf. Jr 27,5); es el Señor del universo, cuyo orden ha establecido, que le permanece enteramente sometido y disponible; es el Señor de la historia: gobierna los corazones y los acontecimientos según su voluntad (cf. Est 4,17b; Pr 21,1; Tb 13,2): "El actuar con inmenso poder siempre está en tu mano. ¿Quién podrá resistir la fuerza de tu brazo?" (Sb 11,21).”

 

Él todo lo ha hecho; por lo tanto, nada le es imposible. Y dispone a su voluntad de su obra. Es Señor del universo y ha establecido que podamos disponer de la Creación viviendo como hijos suyos. Esta mañana se nos invita a hacer del mundo un santuario habitado por Dios. Por lo tanto, debemos velar por lo que salió de sus manos, y eso implica el respeto, el cuidado, la transformación, el equilibrio frente a lo creado. Nuestra mirada hacia lo creado es de admiración a la grandeza con la que Dios se hace presente en medio de nosotros diciendo soy el Creador, el Todopoderoso.

Continúa diciendo el Catecismo:

  1. “Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopción filial que nos da ("Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso": 2 Co 6,18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados.”

 

  1. “La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria: "En Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la sabiduría y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su sabia inteligencia" (S. Tomás de A., s.th. 1,25,5, ad 1).”

 

  1. “Dios es el Padre todopoderoso. Su paternidad y su poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto, su omnipotencia paternal por la manera como cuida de nuestras necesidades (cf. Mt 6,32); por la adopción filial que nos da ("Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso": 2 Co 6,18); finalmente, por su misericordia infinita, pues muestra su poder en el más alto grado perdonando libremente los pecados.”

 

  1. “La omnipotencia divina no es en modo alguno arbitraria: "En Dios el poder y la esencia, la voluntad y la inteligencia, la sabiduría y la justicia son una sola cosa, de suerte que nada puede haber en el poder divino que no pueda estar en la justa voluntad de Dios o en su sabia inteligencia" (S. Tomás de A., s.th. 1,25,5, ad 1).”

 

Si hacemos el ejercicio de dejarnos llevar por la expresión del Credo, creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y vamos dejando que nos ganen el corazón las imágenes de la creación que más despiertan nuestra admiración, sube desde lo profundo de nuestro ser un canto de alabanza y de gloria a Dios. Así, vamos liberando las fuerzas más íntimas que nos ponen en contacto con lo que nos trasciende y le da sentido, origen y fin a nuestro ser hombre, ser mujer en este tiempo. Y vamos también soltando en el corazón las fuerzas que nos atan, para poner manos a la obra a la hora de hacer y de recrear el mundo que Dios ha creado.

Cuando uno piensa en Dios todopoderoso, puede preguntarse ¿por qué el mal? A veces Dios puede parecer ausente, como si el todopoderoso apareciera no tan poderoso, casi incapaz de impedir el mal.

Dice el Catecismo:

El misterio de la aparente impotencia de Dios

272    “La fe en Dios Padre Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y del sufrimiento. A veces Dios puede parecer ausente e incapaz de impedir el mal. Ahora bien, Dios Padre ha revelado su omnipotencia de la manera más misteriosa en el anonadamiento voluntario y en la Resurrección de su Hijo, por los cuales ha vencido el mal. Así, Cristo crucificado es "poder de Dios y sabiduría de Dios. Porque la necedad divina es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad divina, más fuerte que la fuerza de los hombres" (1 Co 2, 24-25). En la Resurrección y en la exaltación de Cristo es donde el Padre "desplegó el vigor de su fuerza" y manifestó "la soberana grandeza de su poder para con nosotros, los creyentes" (Ef 1,19-22).”

 

La decisión del mal en el mundo no es decisión divina, es decisión humana de no ir por donde Dios va. El hombre, en su libre albedrío, elige lo que Dios no elige, y elige mal. Y en el equivocarse, Dios como Padre ejerce su omnipotencia y su poder encarnándose, anonadándose Jesús, cargando con nuestro peso, nuestro pecado. A partir de allí, haciéndose uno con nosotros, entrega la vida, enfrenta el dolor, el sufrimiento, la pena, la muerte. Y venciéndola, nos muestra que, a pesar de las heridas profundas que hay en el corazón, todo lo puede Dios en nuestra propia fragilidad y debilidad. El apóstol San Pablo expresa este sentir hondo de su corazón cuando, reconociendo su debilidad y pobreza, dice todo lo puedo en aquel que me conforta, todo lo puedo en Cristo Jesús.

Esta conciencia del poder de Dios en la fragilidad nos hace mucho bien a la hora de descubrir que se ejerce en lo humano el poder de lo divino y que no está ausente de nuestras realidades más frágiles. Al contrario, Dios enamorado de nuestras impotencias, nos hace poderosos, diciéndonos que todo lo podemos si en Él nos dejamos conducir y llevar, si en alianza de amor con Él somos invadidos por su presencia y confiados todo en Él, aún lo que nos parece imposible, nos dejamos sorprender por este Dios para quien todo es posible.

Dice el Catecismo:

273    “Sólo la fe puede adherir a las vías misteriosas de la omnipotencia de Dios. Esta fe se gloría de sus debilidades con el fin de atraer sobre sí el poder de Cristo (cf. 2 Co 12,9; Flp 4,13). De esta fe, la Virgen María es el modelo supremo: ella creyó que "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37) y pudo proclamar las grandezas del Señor: "el Poderoso ha hecho en mi favor maravillas, Santo es su nombre" (Lc1,49).”

 

274    "Nada es, pues, más propio para afianzar nuestra Fe y nuestra Esperanza que la convicción profundamente arraigada en nuestras almas de que nada es imposible para Dios. Porque todo lo que (el Credo) propondrá luego a nuestra fe, las cosas más grandes, las más incomprensibles, así como las más elevadas por encima de las leyes ordinarias de la naturaleza, en la medida en que nuestra razón tenga la idea de la omnipotencia divina, las admitirá fácilmente y sin vacilación alguna" (Catech. R. 1,2,13).”

 

El que crea, nos recrea

En realidad, Dios nunca deja de crear. Él no le ha dado cuerda al mundo para que funcione por un rato y una vez acabada la cuerda, se acaba el mundo. Dios, en su acto creador, repite su gesto siempre sorprendente, nuevo. Y al primer acto de la creación de la nada le sigue la recreación de todo lo que comenzó a ser en algún principio. En este sentido, ninguna de las teorías científicas, hipotéticas o ya comprobadas, se contradicen con esto. Al contrario, muestra toda su sintonía.

Nosotros creemos en un Dios que permanentemente crea y, más aún, recrea y reinventa. El acto de la recreación, planteado en el momento en que el Padre Dios, en el Espíritu y el Hijo, deciden que la Segunda Persona de la Trinidad se haga uno de nosotros, comienza a tomar un volumen particularmente fuerte: Dios no solamente se reconoce como Señor de la historia, sino que se hace historia, pasado, presente, futuro, el eterno Dios. Así, toda la dimensión de lo humano, de todo lo creado, se ve transformada por el acto de amor de Dios que, haciéndose uno de nosotros, carga a todo lo creado de un sentido y un significado nuevo y distinto, haciéndose criatura el Creador. Entonces, somos invitados a recrear con Él la vida, a hacerla nueva por este mismo camino del amor, donde la vida es transformada y recreada.

 

La Creación, un acto de Dios, un acto de la nada

Dice el Catecismo:

          “Dios crea por sabiduría y por amor

 

295    “Creemos que Dios creó el mundo según su sabiduría (cf. Sb 9,9). Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: "Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado" (Ap 4,11). "¡Cuán numerosas son tus obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría" (Sal 104,24). "Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras" (Sal 145,9).”

 

          Dios crea “de la nada”

 

296    “Creemos que Dios no necesita nada preexistente ni ninguna ayuda para crear (cf. Cc. Vaticano I: DS 3022). La creación tampoco es una emanación necesaria de la substancia divina (cf. Cc. Vaticano I: DS 3023-3024). Dios crea libremente " de la nada" (DS 800; 3025):

          ¿Qué tendría de extraordinario si Dios hubiera sacado el mundo de una materia preexistente? Un artífice humano, cuando se le da un material, hace de él todo lo que quiere. Mientras que el poder de Dios se muestra precisamente cuando parte de la nada para hacer todo lo que quiere (S. Teófilo de Antioquía, Autol. 2,4).”

 

Dios crea de la nada. Llama a las cosas y existen a partir del hecho mismo en que la Palabra convoca. Y es muy interesante entrar, a la hora de la recreación, en este lugar donde Dios es capaz de lo que nosotros, por nosotros mismos, no podemos. Y dejarlo a Dios crear y recrear. Pero la voluntad humana siempre, en toda la historia, se ha mostrado resistente a esto. Hay momentos culturales donde eso se ve más, como en la actualidad, donde el hombre no está tan maleable o fácil de llevar. Sin embargo, Dios sigue llamando y el corazón humano que quiere vida nueva tiene que abrirse a esta Palabra de Dios que es capaz de sacar agua de las piedras, multiplicar el pan, sanar un corazón; que es capaz de todo si lo dejamos obrar en su poder creador y recreador.