Dios es justo

martes, 10 de agosto de 2021
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11/08/2021 – Porque él es el puro bien, porque ama el bien, Dios es justo. Él Dios santo es justo porque nunca acepta el mal, nunca negocia con él, y aunque a veces parece que calla, en realidad sólo espera (2 Pe 3, 9).  Que él odie el mal es un bien para nosotros, porque él combate los peores males que destruyen nuestra vida y nuestra felicidad. Entonces podemos clamarle: “¡Líbranos del mal!” (Mt 6, 13). Por eso, en la Biblia muchas veces la palabra “justo” es sinónimo de “liberador” o “salvador”: “Soy yo, el que habla con justicia, yo, el poderoso para salvar” (Is 63, 1).

El Dios justo es capaz de ir más allá de nuestras rebeldías y en lugar de castigarnos busca sanarnos: “El rebelde siguió el camino que quería. Yo he visto sus caminos, pero lo sanaré, lo guiaré y lo colmaré de consuelos… Yo lo sanaré, dice el Señor” (Is 57, 17-19). Cuando él sana a los rebeldes y los devuelve al buen camino, está mostrando su justicia que vence el mal y hace triunfar el bien. De ese modo muestra toda la gloria de su Nombre santo y nos mueve a alabarlo: “Tuve compasión de mi santo Nombre, que el pueblo de Israel profanaba” (Ez 36, 21).

Porque en realidad el Justo es ante todo el que hace triunfar el bien. De hecho los “jueces” eran quienes liberaban al pueblo de los opresores injustos (Jue 2, 16-18). Por esta misma razón san Pablo usaba la palabra “justificación” para expresar la acción salvadora de Dios que nos libera del pecado y nos hace entrar en su amistad (Ga 2, 16-21). Porque Dios, el Justo, no soporta el mal, la injusticia, el desprecio de los pobres, el orgullo, la prepotencia, la violencia. Y tenemos que saber que si elegimos estos caminos eso tendrá sus consecuencias. Eso no quiere decir que todas las cosas malas que te sucedan te las manda Dios, no es así. Suceden por muchas razones. Tampoco podemos pensar que Dios se dedica permanentemente a castigar. No es así. ¡Cuántas veces perdona y hace como si no estuviera viendo!

Pero si elegimos el mal nos dañamos a nosotros mismos. El Señor permite que cuando elegimos el mal ese mismo mal termine mostrando su veneno en nuestras vidas. Así muestra su justicia. Permite que el mal que nosotros elegimos tenga sus consecuencias. Un día le preguntaron a Jesús si unas personas que habían muerto sepultadas por una torre eran más pecadores que los demás, y Jesús respondió que no (Lc 13, 4-5). Por eso no podemos decir que cuando alguien sufre es por sus pecados. Pero Jesús agregó: “Si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera” (Lc 13, 3-5). Y con estas palabras quiso decir que no nos conviene ir por la vida haciendo el mal y creyendo que no tendrá consecuencias, porque aunque Dios no nos castigue es el mismo mal el que termina produciendo dolor, ansiedad, nerviosismo y hasta enfermedades. Mejor pedile al Santo que reine él en tu vida con su santidad.