01/06/2020 – “Creemos que este momento que vivimos, nos está diciendo algo, nos está hablando fuerte Dios en este momento”. “Nos está diciendo que volvamos a la fuente, a las raíces de la vida, a los valores”, indicó la hermana Silvia. En Madre del Pueblo, tuvimos la visita de las hermanas dominicas del Monasterio de la Inmaculada del Valle de Catamarca. El padre Marcelo Amaya, en primer lugar, las felicitó por estar cumpliendo cuarenta años de su presencia en Catamarca.
“Al ver la imagen de la Santísima Virgen María y al ver la fe de la gente, me hizo confiar más en la Virgen, a creer en que realmente María es la que nos lleva a Jesús, a conocer más a Jesús, a amarlo más”, comenzó diciendo la hermana Teresita.
Y recordó los inicios de la presencia del monasterio, allí en Catamarca, indicando que “Cuando vinimos yo me acuerdo cómo me hizo tanto bien la fe sencilla de la gente”. La hermana Teresita completó expresando que “Nos hablaban que la Virgen les dio tal gracia, que la Virgen les consiguió aquello, peregrinos que venían desde lejos”. “Dejaban sus cartitas aquí, luego iban a la Catedral y a la gruta”. “Nos ayudaba mucho a confiar y a amar más a la Virgen”.
La hermana Teresita recordó con mucho cariño a Monseñor Torres, “quien las alentó a fundar el monasterio en Catamarca y también tuvo mucho que ver con el nombre elegido para el monasterio”, indicó. Dejó en claro, también, la hermana Teresita, entre tantas cosas, la importancia que tuvo para su fe, la fe sencilla de la gente, la cual la hizo acercarse más a María.
En torno al trabajo que ofrecieron desde el monasterio, para celebrar el recientemente suspendido, por la crisis sanitaria, IV Congreso mariano nacional, la hermana Teresa comenzó diciendo que “Cuando se pensó en el año mariano la diócesis nos encargó todo lo que sea ornamentación litúrgica desde las casullas, estolas, después colaboramos con manteles, corporales, purificadores”.
“Pero, -dijo- la tarea más fuerte y de más dedicación fue la de confeccionar ochenta y cinco casullas y quinientas estolas, todas con el logo del congreso y algunas más solemnes para los que presidían las celebraciones y la infaltable imagen de la Virgen del Valle”, contó la hermana Teresa.
“Hicimos el cálculo, una casulla desde que se la corta, y pasa por todo el proceso de bordado que lleva muchas horas, cada casulla nos llevaba ocho horas”, describió. “Imaginate -resaltó la hermana Teresa- lo que fue confeccionar ochenta y cinco casullas”.
Mucho esfuerzo, mucho detalle el que ofrecieron las hermanas ya que como decía hermana Teresa, este trabajo les llevó todo el año pasado porque tenían que entregarlo en abril. Trabajaron en forma muy organizada, “unas hilvanaban, otras cocían, bordaban”, destacó la hermana Teresa.
El padre Marcelo Amaya le preguntó: ¿Cómo están viviendo el año mariano y los cuarenta años de presencia del monasterio en Catamarca?
“Estamos viviendo, gracias a Dios, un año muy intenso, por un lado, extraordinario por lo que estamos viviendo, pero por otro lado viviendo lo ordinario con nuestro trabajo de cada día”. “Estamos viviendo este tiempo en profundidad, mientras trabajamos, rezamos, compartimos”, dijo la hermana Silvia.
En este sentido, resaltó que “La presencia de la Virgen está patente, tal es así -completó- que ya tenemos una grutita en la puerta del monasterio”. “Vimos que era importante por la gente que viene y nos pregunta cómo estamos viviendo este año mariano”.
“La gente se va convencida que la Virgen es la que nos protege a todos, la que camina con nosotros”.
“Creemos que este momento que vivimos, nos está diciendo algo, nos está hablando fuerte Dios en este momento”. “Nos está diciendo que volvamos a la fuente, a las raíces de la vida, a los valores”, indicó la hermana Silvia. “Hoy hay mucha gente que está replanteándose la vida”, completó.
Y, en este sentido, la hermana Silvia, habló sobre las vocaciones, expresando que “Esperamos nuevas vocaciones para toda la iglesia, esperamos que se sepa responder al llamado de Dios, en cualquier estado vocacional que Él lo pida, ya sea al matrimonio, ya sea a la vida religiosa, sacerdotal”.
Finalmente, la hermana Silvia, nos invitó a confiar nuestro corazón a Dios, “porque Dios está llamando en este momento, y la Virgen está intercediendo”, concluyó.
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