09/05/2020 – Carolina Panozzo Zénere es una joven de la diócesis entrerriana de Concordia que ansía poder vivir pronto una experiencia misionera en Brasil junto a la obra de Puntos Corazón. “Tengo 29 años y pertenezco a la Parroquia Santa Rosa de Lima de la ciudad de Federal. Mi familia esta compuesta por mi mamá, mi papá y mi hermana que tiene 27 años. Y tengo muchos tíos y primos, gracias a Dios somos muy unidos. Tuve la gracia de tener abuelos de oro, que me enseñaron mucho sobre Dios”, dijo Caro.
“Mi caminito espiritual comienza desde chiquita, a los 4 años empecé a asistir a los encuentros de Infancia y Adolescencia Misionera (IAM) con mi hermana y dos primos. Fue en esa hermosa Obra donde, de a poco, empecé a conocer a María y Jesús. Principalmente, conocer el amor de María, quién me acompaña desde chiquita, su presencia y compañía siempre estuvieron en mi vida. Fue ella quien me llevó a su Hijo Jesús para que lo pueda conocer, seguir y amar. También, gracias a mi familia pude ir conociendo más a Dios. Como decía más arriba, mis abuelos siempre fueron muy creyentes y nos hablaban siempre de Dios y María. Mi abuela paterna me enseñó, con su ejemplo, el valor de la oración y que es un refugio para nuestras vidas, también la importancia de rezar el Rosario y de tener presente a María”, sostuvo Panozzo.
“Continué en la Obra de la IAM hasta los 10 años, aproximadamente. Por un tiempo abandoné, pero Dios siempre viene a nuestro encuentro y nos habla a través de otras personas. Fue así que, cuando tenía 15 años, un amigo se acercó y me invitó a que vuelva a los encuentros de la IAM, en este caso como auxiliar, pasando luego a ser animadora. Estos fueron años donde sentí mucho la presencia y el amor de Dios y de María en mi vida y donde la fe se iba reforzando cada día más.
“A los 17 años, tuve que volver a dejar la IAM para poder irme a estudiar a Paraná. Estudié Tecnicatura en Acompañamiento Terapéutico y Licenciatura en Psicología. Estos años de estudio, no fueron distanciados de Dios. Al contrario, mi fe siempre estuvo firme, gracias al amor de Dios que me abrazó en mi infancia y adolescencia. Creo que formar parte de la IAM, como las carreras que estudié fueron llamados de Dios. Desde muy chiquita sabía que quería estudiar Psicología y decía que era para poder ayudar a otras personas”, indicó la joven entrerriana.
“Cuando me recibí de Técnica en Acompañamiento Terapéutico, volví a Federal a vivir y terminar la tesis de la licenciatura en psicología. En ese tiempo, una tristeza invadió mi vida por situaciones personales, pero la oración (como me enseñó mi abuela) era un refugio de contención, rezaba el Rosario (María siempre ahí, con su presencia) y asistía a la Adoración Eucarística. Fue en ese momento, donde conocí al padre Nicolás Frigo, gracias a las charlas con él pude entender que me sentía pequeña y que sin Jesús yo no puedo nada, que es Dios el único grande y que debemos abandonarnos en sus brazos para que Él sea la fortaleza, quien guía y sostiene. Para poder entender esto, el Padre Nicolás me habló sobre la vida de Santa Teresita del Niño Jesús (patrona de la IAM, junto con San Francisco Javier), en los encuentros de la IAM conocí sobre su vida, pero no en profundidad, por eso leí “Historia de un Alma” y pude comprender la pequeñez que experimentó Teresita en su vida”, manifestó Carolina.
“Luego de estos encuentros, el padre Nicolás y un amigo me invitan a un retiro que se llama “Navega Mar Adentro”. Realizarlo me llenó de mucha alegría y sentí que tenía que volver a formar parte de algún grupo parroquial. Y decidí volver a la IAM, uno siempre termina volviendo o el corazón no deja de pertenecer a la Obra. En el año 2018, junto a otros jóvenes, asistimos al Encuentro Nacional de Juventud y en Julio de ese año realicé mi primera misión en un barrio de Federal. A partir de esas experiencias, sentí que Dios me estaba llamando para algo más. En el Campamento Diocesano de la IAM del 2018, que se realiza en Chajarí, pude conocer Puntos Corazón gracias a los testimonios de una hermana de la obra y de una misionera de Costa Rica. En ese momento, quedé enamorada del carisma de compasión y consolación de dicho movimiento, que prepara jóvenes para salir de misión al exterior. Fue por eso que, en el 2019, comencé los encuentros de formación y ahora estoy en espera para salir de misión a Salvador de Bahía, en Brasil”, contó.
Por último , Carolina compartió esta bella oración misionera:
Madre, enriquece mi fe,
lléname de confianza en Dios
como tú lo has hecho
creyendo la Palabra del Ángel,
hasta los pies de la Cruz.
Intercede y úneme a tu Hijo Jesús,
condúceme según su voluntad.
Te consagro mi vida, alma y corazón
y me refugio como una niña en tus brazos
hasta la eternidad.
Amén.
Más información en www.ompargentina.org.ar y en www.puntoscorazon.org.ar
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