26/07/2021 – Con 52 años, el padre Pablo Nassif es vicario de pastoral en la arquidiócesis de Córdoba y párroco en Nuestra Señora de Lourdes y Santo Cura de Ars en la capital provincial. “Mis orígenes de fe vienen por un lado del seno familia, soy el tercer hijo de seis: Mis padres compartieron siempre su experiencia de fe y eclesial vinculados a los amigos de Don Orione y su cercanía al Cotollengo en Córdoba. Ellos se conocieron allí. Y siempre fue una presencia amiga a este gran santo, a religiosos de la congregación, una presencia cercana a la vida del Cotollengo, los internos y de mucha tarea solidaria. Los Nassif somos de Alto Alberdi, un barrio con historia. Mis padres compartían su fe de forma sencilla y agradecida. Mi madre fue catequista en la comunidad parroquial San José. Y yo, luego de la experiencia de catequesis, comencé a participar de la vida parroquial en los grupos juveniles, en aquellos tiempos de Acción Católica”, rememoró.
“Esta etapa adolescente y juvenil fue muy linda, de un encuentro con Jesús cercan, de conocerlo desde un encuentro con la Palabra de Dios que me acompañaba en la vida que me animaba a un modo de vivir y de ser. La experiencia de Jesús en la eucaristía me cautivó, fue creciendo la experiencia y vida de oración, la presencia de la Virgen María y de san José, y la cercanía a sacerdotes de la comunidad. Esta etapa, con fuerte participación eclesial y en el ámbito de la escuela pública, fue también abriéndose a discernir de manera inicial el llamado vocacional. De esta comunidad surgieron muchas vocaciones. Una de ellas, Héctor Muiño y su familia primero se convirtieron en misioneros en Deán Funes, luego se ordenó diácono y más tarde como sacerdote”, dijo el padre Pablo.
“Al terminar la escuela secundaria ingresé al seminario, siempre con la conciencia de que sería una etapa de discernimiento y confirmación de la llamada, una experiencia de encuentro con Jesús muy rica y serena, abriendo el corazón y horizonte a un Jesús servidor que da vida en abundancia. Viví esto acompañado y agradecido de la formación recibida integral y encarnada. El testimonio fraternal de seminaristas, de curas y comunidades me alentaron a vivir con alegría y normalidad la llamada de Dios y mi respuesta. La pregunta era: “ ¿A qué me llama Dios?” Y dije: “Dios me mostrará el camino”. Antes de ingresar al seminario estaba de novio pero comencé a preguntarme más seriamente esto, fui haciendo el camino de discernimiento. La cercanía a algunas comunidades parroquiales en este proceso me formaron y siguieron enriqueciendo en la experiencia de fe”, añadió.
“En 1993 terminó el proceso de formación en el seminario y fui ordenado diácono. Allí comenzó una nueva etapa en la comunidad de Obispo Trejo. Fue una realidad que marcó en el inicio mi ministerio donde la grandeza de lo pequeño y de la realidad rural se distanciaba al dinamismo de la ciudad de la cuál venía: el compartir la vida y la fe con hermanos curas y en la sencillez de las familias de la comunidad me amasaron el corazón. A fines de 1994 fui ordenado sacerdote y el mismo día que celebraba mi primera misa me pedían trasladarme como vicario parroquial a la localidad de Río Primero, estuve 12 años, fue un regalo de Dios que siguió formando mi corazón”, señaló el padre Nassif.
“Mis años en Río Primero fue un caminar reconociendo a Dios en medio del pueblo, la experiencia de hermano, padre, sacerdote y párroco con lo que ello significaba en un pueblo. Fue la experiencia de buscar y hacer un camino pastoral juntos como comunidad que se abría a dar pasos, ayudados por el Movimiento por un Mundo Mejor. En esta comunidad la experiencia fue riquísima y podría decir mucho de una fe que madura con otros, fueron dolores, alegrías y vida. Un punto central en adelante fue la vinculación con este movimiento, del cual formo parte, y ha animado mi experiencia de fe, de iglesia, de ser hombre de fe en el mundo. Una vinculación que me hizo participar de muchas instancias en Argentina, América Latina y a nivel mundial. Desde el año 2019 soy el director internacional del Movimiento por un Mundo Mejor”, indicó el sacerdote cordobés.
Finalmente, el padre Nassif dijo que “hacia 2007 el arzobispo, monseñor Carlos Ñañez, me pidió que sirva como vicario episcopal, primero de la ciudad de Córdoba durante varios años y luego como vicario de pastoral. El camino pastoral es otro punto fuerte en nuestra iglesia cordobesa y su camino sinodal. Del último sínodo surgió la propuesta de la formación en la acción y de allí nace el Instituto Pastoral de Ministerialidad “Enrique Angelelli y compañeros mártires”. Esta experiencia está siendo realmente muy rica. Sinodalidad, ministerialidad y el liderazgo son nuestros ejes en el Instituto y vemos que Dios se refleja en el rostro de tantos hermanos”.
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