Dios y las ollas

martes, 15 de octubre de 2013
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14/10/2013 – Al igual que muchos otros objetos de uso doméstico (por ej. lámparas) y de los actos cotidianas (comer), su presencia indispensable en el ámbito profano hace que aparezcan en las distintas formas de culto a Dios.

Vasija redonda de barro o metal que sirve para guisar. Puede tener dos asas. Por extensión, el nombre se aplica también a la comida preparada en ella. “Olla podrida” es un guiso de carnes y hortalizas.

Sinónimos: cacerola, marmita, pote, puchero, perol, vasija, cazo (un solo mango), caldero (éste siempre es de metal y suele tener una sola asa para colgarlo sobre el hogar).

Actualmente, además de las de barro o metal, existen las ollas a presión, las enlozadas y otros tipos de ollas.

En Palestina se encuentran vestigios del uso de ollas de barro desde 3000 años antes de Cristo. Las ollas de metal probablemente hayan aparecido con el inicio de la edad de hierro, alrededor del 1200 a.C.

Algunos refranes y frases hechas donde las ollas aparecen con sentido simbólico: “parar la olla”, “se destapó la olla”, “en todas partes se cuecen habas y en mi casa a calderadas”.

 

El recuerdo de las ollas de Egipto: Ex 16,1-3

1Toda la comunidad israelita salió de Elim y llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí. Era el día quince del mes segundo después de su salida de Egipto. 2Allí, en el desierto, todos ellos comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. 3Y les decían:

—¡Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto! Allá nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos hasta llenarnos, pero ustedes nos han traído al desierto para matarnos de hambre a todos.

 

Las ollas en el templo

Al igual que muchos otros objetos de uso doméstico (por ej. lámparas) y de los actos cotidianas (comer), su presencia indispensable en el ámbito profano hace que aparezcan en las distintas formas de culto a Dios.

Lev 6, 17-23 (ver también Lv 14,5.50)

(17)El Señor se dirigió a Moisés y le dijo:

(18)“Dales a Aarón y a sus hijos las siguientes instrucciones en cuanto a los sacrificios por el pecado: El animal que se ofrezca por el pecado deberá ser degollado ante el Señor, en el lugar donde se matan los animales que se van a quemar, pues es una cosa santísima. (19)El sacerdote que ofrezca el sacrificio por el pecado, podrá comer de él, pero deberá comerlo en un lugar santo, en el patio de la tienda del encuentro. (20)Cualquier cosa que toque la carne del animal quedará consagrada, y si la ropa queda salpicada de sangre, deberá ser lavada en un lugar santo. (21)La olla de barro en que se hirvió la carne de la ofrenda, deberá romperse; pero si se hirvió en un recipiente de bronce, bastará con fregarlo y enjuagarlo.

(22)“Este sacrificio es una cosa santísima. Solo podrán comer de él los sacerdotes. (23)Pero no se podrá comer ningún animal ofrecido por el pecado cuya sangre haya sido llevada a la tienda del encuentro, para perdón de pecados en el santuario. Ese sacrificio deberá ser quemado en el fuego.

El sacrificio que realiza Gedeón llevando un caldo en una olla: Jc 6, 19-24

 

Los hijos de Elí, malos sacerdotes, se quedan con lo mejor de la olla

12Los hijos de Elí eran unos malvados, y no les importaba el Señor 13ni los deberes de los sacerdotes para con el pueblo; pues cuando alguien ofrecía un sacrificio, llegaba un criado del sacerdote con un tenedor en la mano y, mientras la carne estaba cociéndose, 14metía el tenedor en el perol, en la olla, en el caldero o en la cazuela, y todo lo que sacaba con el tenedor era para el sacerdote. Así hacían con todo israelita que llegaba a Siló. 15Además, antes de que quemaran la grasa en el altar, llegaba el criado del sacerdote y decía al que iba a ofrecer el sacrificio: “Dame carne para asársela al sacerdote; porque no te va a aceptar la carne ya cocida, sino cruda.” 16Y si la persona le respondía que primero tenían que quemar la grasa, y que luego él podría tomar lo que quisiera, el criado contestaba: “¡No, me la tienes que dar ahora! De lo contrario, te la quitaré a la fuerza.”

 

Al regreso del exilio, el profeta Zacarías anuncia que todas las ollas, no sólo las del Templo, darán culto a Dios. Con esto, por un lado buscaba denunciar la corrupción sacerdotal y el negocio del culto. Y anticipaba la eliminación de la separación sagrado-profano, porque, como dice San Pablo, toda la vida es la ofrenda consagrada:

 1Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer. (Rom 12,1)

Zacarías cap. 14

20Ese día, hasta los cascabeles de los caballos llevarán la inscripción “Consagrado al Señor”. Y las ollas  del templo serán entonces tan sagrados como los tazones que están delante del altar. 21Todas las ollas, en Jerusalén y en Judá, estarán consagrados al Señor todopoderoso. Quienes vayan a hacer un sacrificio, las usarán, y cocerán en ellas la carne de los animales ofrecidos. Ese día ya no habrá más comerciantes en el templo del Señor todopoderoso.

La expresión “consagrado al Señor” se ponía en la tiara de los sacerdotes, Ex 39,30.

 

Los milagros de Eliseo

19 La gente de la ciudad dijo a Eliseo: “El sitio donde está emplazada la ciudad es bueno, como mi señor puede ver; pero el agua es malsana y la tierra, estéril”. 20 Eliseo dijo: “Tráiganme una olla nueva y pongan en ella un poco de sal”. Cuando se la trajeron, 21 Eliseo se dirigió al manantial y echó allí la sal, diciendo: “Así habla el Señor: Yo saneo estas aguas; ya no saldrá de aquí muerte ni esterilidad”. 22 Y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, conforme a la palabra pronunciada por Eliseo. (2 Re 2,19ss)

38Después de esto, Eliseo regresó a Guilgal. Por aquel tiempo hubo mucha hambre en aquella región, y una vez en que los profetas estaban sentados alrededor de Eliseo, dijo este a su criado: “Pon la olla grande en el fuego, y haz un guiso para los profetas.”

39Uno de ellos salió al campo a recoger algunas hierbas, y encontró un arbusto silvestre del cual tomó unos frutos, como calabazas silvestres, con los que llenó su capa. Cuando volvió, los rebanó y los echó dentro del guisado, sin saber lo que eran. 40Después se sirvió de comer a los profetas, y al empezar a comer el guisado, ellos gritaron:

—¡La muerte en la olla, hombre de Dios!

Y ya no lo comieron. 41Pero Eliseo ordenó:

—Tráiganme un poco de harina.

Y echando la harina dentro de la olla, ordenó:

—¡Ahora sírvanle de comer a la gente!

Y la gente comió, y ya no había nada malo en la olla. (2 Re 4,38ss)

 

La olla, imagen de la purificación que Dios quiere aplicar al pueblo

 

La olla hirviente que ve Jeremías

13El Señor se dirigió a mí por segunda vez:

“¿Qué es lo que ves?” —me preguntó.

“Veo una olla hirviendo,

a punto de derramarse desde el norte” —contesté.

            14         Entonces el Señor me dijo:

“Desde el norte va a derramarse la calamidad

sobre todos los habitantes de este país.

            15         Yo, el Señor, les aseguro

que voy a llamar a todos los reinos del norte.

Vendrán sus reyes

y pondrán sus tronos

a la entrada misma de Jerusalén,

frente a todas las murallas que la rodean

y frente a todas las ciudades de Judá.

 

El profeta Ezequiel,en cap. 11,4, cita un refrán que dicen los habitantes de Jerusalén: “Aquí estamos seguros como la carne en la olla”. Con esto, alude a la ciudad como lugar de refugio, cobijo, que en su “redondez” y la protección de sus murallas, es como el continente de la olla, que mantiene lo que está dentro de ella. Haciendo un irónico juego de palabras sobre esta falsa seguridad, el profeta anuncia que esa olla será una olla de bronce puesta al fuego vivo de la purificación, por los pecados cometidos dentro de la ciudad:

1El día diez del mes décimo del año noveno, el Señor se dirigió a mí, y me dijo: 2“Anota esta fecha, la fecha de hoy, porque hoy el rey de Babilonia ha atacado Jerusalén. 3Y recítale a este pueblo rebelde un poema que le sirva de ejemplo. Dile de mi parte:

‘Pon una olla al fuego y échale agua;

            4          pon en ella pedazos de carne,

buenos pedazos de pierna y de lomo,

y también lo mejor de los huesos.

            5          Toma luego una de las mejores ovejas,

y amontona leña debajo

para que hierva bien,

hasta que queden cocidos los huesos.

            6           ‘Porque el Señor dice:

¡Ay de la ciudad asesina!

Es como una olla enmohecida,

a la que el moho no se le quita.

Saca tú, uno a uno, los pedazos de carne,

hasta dejar la olla vacía.

            7          La ciudad está llena de la sangre derramada;

y derramada, no sobre la tierra

para que el polvo la cubriera,

sino sobre la roca desnuda.

            8          Pues yo voy a dejar la sangre allí,

sobre la roca desnuda,

de manera que no se pueda cubrir,

para que mi ira se encienda

y se haga justicia.

            9           ‘Porque el Señor dice:

¡Ay de la ciudad asesina!

Yo mismo voy a hacer una hoguera.

            10         Y tú trae mucha leña, enciende el fuego

y cuece bien la carne,

hasta que se acabe el caldo y se quemen los huesos;

            11         pon luego la olla vacía sobre el fuego,

hasta que el cobre se ponga al rojo vivo

y quede limpio de sus impurezas;

¡hasta que el moho desaparezca!

            12         Sin embargo, tan enmohecido está

que no se limpia ni con fuego.

13‘Jerusalén, yo he querido limpiarte de la impureza de tu libertinaje, pero no has quedado limpia. Solo quedarás limpia cuando descargue mi ira sobre ti. 14Yo, el Señor, lo he dicho, y así será. Yo mismo voy a hacerlo, y no dejaré de cumplirlo; no tendré compasión ni me arrepentiré. Te castigaré por tu conducta y tus acciones. Yo, el Señor, lo afirmo.’ ”[1]



[1]Dios Habla Hoy – La Biblia de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.