Diversos modos de oración

jueves, 6 de septiembre de 2012
image_pdfimage_print
 

 

La oración, que es encuentro de amor con el Señor, tiene modos diversos de desarrollarse en nuestra vida. Así nos lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica* a partir del punto 2558 en adelante, en la cuarta parte denominada “La oración en la vida cristiana”.

 

Dice el Catecismo:

“2623 El día de Pentecostés, el Espíritu de la promesa se derramó sobre los discípulos, "reunidos en un mismo lugar" (Hch 2, 1), que lo esperaban "perseverando en la oración con un mismo espíritu" (Hch 1, 14). El Espíritu que enseña a la Iglesia y le recuerda todo lo que Jesús dijo (cf Jn 14, 26), será también quien la formará en la vida de oración.”

 

El Espíritu Santo es el maestro interior que suscita en nosotros modos diversos de orar. Hay oración de intercesión, de alabanza, de acción de gracias, de perdón. Son los diversos modos en que vamos expresando este vínculo de amor que nos permite ser uno en Cristo Jesús por el auto conocimiento y el conocimiento de uno y Otro en la relación de amistad con Jesús.

 

 

“2624 En la primera comunidad de Jerusalén, los creyentes "acudían asiduamente a las enseñanzas de los Apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (Hch 2, 42). Esta secuencia de actos es típica de la oración de la Iglesia; fundada sobre la fe apostólica y autentificada por la caridad, se alimenta con la Eucaristía.

 

2625 Estas oraciones son en primer lugar las que los fieles escuchan y leen en las Escrituras, pero las actualizan, especialmente las de los salmos, a partir de su cumplimiento en Cristo (cf Lc 24, 27. 44). El Espíritu Santo, que recuerda así a Cristo ante su Iglesia orante, conduce a ésta también hacia la Verdad plena, y suscita nuevas formulaciones que expresarán el insondable Misterio de Cristo que actúa en la vida, los sacramentos y la misión de su Iglesia. Estas formulaciones se desarrollan en las grandes tradiciones litúrgicas y espirituales. Las formas de la oración, tal como las revelan las Escrituras apostólicas canónicas, siguen siendo normativas para la oración cristiana.”

 

 

          LA BENDICION Y LA ADORACION

 

“2626 La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a Aquél que es la fuente de toda bendición.”

 

Bendecir es “decir bien”. Cuando Dios nos mira, no solamente no nos juzga, sino que mira mucho más allá de lo que nosotros podemos ver y vuelve a pronunciar su Nombre sobre nosotros, recreándonos todos los días. Y así, nosotros tenemos la posibilidad de bendecir a Dios, de hablar bien de Él en la oración.

 

“2627 Dos formas fundamentales expresan este movimiento: o bien sube llevada por el Espíritu Santo, por medio de Cristo hacia el Padre (nosotros le bendecimos por habernos bendecido; cf Ef 1, 3-14; 2 Co 1, 3-7; 1 P 1, 3-9); o bien implora la gracia del Espíritu Santo que, por medio de Cristo, desciende del Padre (es él quien nos bendice; cf 2 Co 13, 13; Rm 15, 5-6. 13; Ef 6, 23-24).”

 

Bendecimos a Dios o nos dejamos bendecir por Él. En realidad, el segundo es el primer movimiento por el cual podemos nosotros hacer una bendición. Podemos bendecirlo a Dios porque reconocemos que Él nos ha bendecido.

 

“2628 La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta la grandeza del Señor que nos ha hecho (cf Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos libera del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" (Sal 14, 9-10) y el silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor" (S. Agustín, Sal. 62, 16). La adoración de Dios tres veces santo y soberanamente amable nos llena de humildad y da seguridad a nuestras súplicas.”

 

 

          LA ORACION DE PETICION

 

“2629 El vocabulario neotestamentario sobre la oración de súplica está lleno de matices: pedir, reclamar, llamar con insistencia, invocar, clamar, gritar, e incluso "luchar en la oración" (cf Rm 15, 30; Col 4, 12). Pero su forma más habitual, por ser la más espontánea, es la petición: mediante la oración de petición mostramos la conciencia de nuestra relación con Dios: por ser criaturas, no somos ni nuestro propio origen, ni dueños de nuestras adversidades, ni nuestro fin último; pero también, por ser pecadores, sabemos, como cristianos, que nos apartamos de nuestro Padre. La petición ya es un retorno hacia Él.”

 

El camino de petición es como un camino de vuelta, donde volvemos a Dios y nos reconocemos vulnerables, frágiles, necesitados.

 

“2630 El Nuevo Testamento no contiene apenas oraciones de lamentación, frecuentes en el Antiguo. En adelante, en Cristo resucitado, la oración de la Iglesia es sostenida por la esperanza, aunque todavía estemos en la espera y tengamos que convertirnos cada día. La petición cristiana brota de otras profundidades, de lo que S. Pablo llama el gemido: el de la creación "que sufre dolores de parto" (Rm 8, 22), el nuestro también en la espera "del rescate de nuestro cuerpo. Porque nuestra salvación es objeto de esperanza" (Rm 8, 23-24), y, por último, los "gemidos inefables" del propio Espíritu Santo que "viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos pedir como conviene" (Rm 8, 26).”

 

Pedimos como más conviene cuando, movidos por el Espíritu, las debilidadades y heridas profundas de nuestro ser son traducidas en un gemido interior que claman al cielo -desde nuestra condición creatural- presencia y amor.

 

“2631 La petición de perdón es el primer movimiento de la oración de petición (cf el publicano: "ten compasión de mí que soy pecador": Lc 18, 13). Es el comienzo de una oración justa y pura. La humildad confiada nos devuelve a la luz de la comunión con el Padre y su Hijo Jesucristo, y de los unos con los otros (cf 1 Jn 1, 7-2, 2): entonces "cuanto pidamos lo recibimos de El" (1 Jn 3, 22). Tanto la celebración de la eucaristía como la oración personal comienzan con la petición de perdón.

 

2632 La petición cristiana está centrada en el deseo y en la búsqueda del Reino que viene, conforme a las enseñanzas de Jesús (cf Mt 6, 10. 33; Lc 11, 2. 13). Hay una jerarquía en las peticiones: primero el Reino, a continuación lo que es necesario para acogerlo y para cooperar a su venida. Esta cooperación con la misión de Cristo y del Espíritu Santo, que es ahora la de la Iglesia, es objeto de la oración de la comunidad apostólica (cf Hch 6, 6; 13, 3). Es la oración de Pablo, el Apóstol por excelencia, que nos revela cómo la solicitud divina por todas las Iglesias debe animar la oración cristiana (cf Rm 10, 1; Ef 1, 16-23; Flp 1, 9-11; Col 1, 3-6; 4, 3-4. 12). Al orar, todo bautizado trabaja en la Venida del Reino.”

 

Nosotros lo primero que pedimos es que, viniendo el Reino, lo demás nos llegue por añadidura.

 

 

          LA ORACION DE INTERCESION

 

“2634 La intercesión es una oración de petición que nos conforma muy de cerca con la oración de Jesús. Él es el único intercesor ante el Padre en favor de todos los hombres, de los pecadores en particular (cf Rm 8, 34; 1 Jn 2, 1; 1 Tm 2. 5-8). Es capaz de "salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor" (Hb 7, 25). El propio Espíritu Santo "intercede por nosotros… y su intercesión a favor de los santos es según Dios" (Rm 8, 26-27).”

 

Si nosotros podemos orar de intercesión lo hacemos al pedir por otros. Por nosotros, es oración de petición. Podemos hacer este ejercicio de orar por otro porque nosotros hemos sido bienvenidos de cara al único intercesor e intercedemos frente al Único que intercede, Dios en Cristo Jesús. De allí que en el proceso de crecimiento en esta oración está la caridad, que nos pone en profunda unión con el misterio de Cristo. Quien permanece unido a Cristo Jesús puede verdaderamente puede aplicar esta oración al modo de Abraham, quien en su oración le regatea a Dios para pedirle que libre a su pueblo del castigo. Así lo expresa el Catecismo:

 

“2635 Interceder, pedir en favor de otro, es, desde Abraham, lo propio de un corazón conforme a la misericordia de Dios. En el tiempo de la Iglesia, la intercesión cristiana participa de la de Cristo: es la expresión de la comunión de los santos. En la intercesión, el que ora busca "no su propio interés sino el de los demás" (Flp 2, 4), hasta rogar por los que le hacen mal (recuérdese a Esteban rogando por sus verdugos, como Jesús: cf Hch 7, 60; Lc 23, 28. 34).

 

2636 Las primeras comunidades cristianas vivieron intensamente esta forma de participación (cf Hch 12, 5; 20, 36; 21, 5; 2 Co 9, 14). El Apóstol Pablo les hace participar así en su ministerio del Evangelio (cf Ef 6, 18-20; Col 4, 3-4; 1 Ts 5, 25); él intercede también por ellas (cf 2 Ts 1, 11; Col 1, 3; Flp 1, 3-4). La intercesión de los cristianos no conoce fronteras: "por todos los hombres, por todos los constituídos en autoridad" (1 Tm 2, 1), por los perseguidores (cf Rm 12, 14), por la salvación de los que rechazan el Evangelio (cf Rm 10, 1).”

 

No hay fronteras. Hay que abrir el corazón desde la gracia del amor, para que en humildad y en confianza, en certeza interior que da el espíritu de fe, oremos de intercesión con gemidos interiores de cara a los que Dios nos pone, para que por ellos tengamos este gesto de amor.

 

          LA ORACION DE ACCION DE GRACIAS

 

“2637 La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.”

 

La comunidad se hace acción de gracias porque en la acción de gracias está el reconocimiento absoluto de que Dios a nada de lo que nos ocurre lo permite sin que esté dentro de su mirada providente. Es toda la Iglesia, Cuerpo y Cabeza, quien eleva esta acción de gracias.

 

“2638 Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de San Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre está presente en ella. "En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros" (1 Ts 5, 18). "Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias" (Col 4, 2).”

En toda acción de gracias aparece de algún modo presente el que nos permite elevar al cielo nuestras manos y nuestra mirada y poner en sintonía nuestro corazón con la esperanza de lo que vendrá: Jesús, el Señor, que en la Eucaristía se hace la gran acción de gracias.

 

 

          LA ORACION DE ALABANZA

 

Cuando pedimos, cuando intercedemos, cuando agradecemos, cuando oramos, cuando bendecimos, lo hacemos siempre en clave de un motivo que nos alienta a ese modo o estilo de oración. Pero cuando tenemos la oración de alabanza, lo que hacemos es sencillamente poner a Dios como objetivo de nuestra oración.

 

“2639 La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que Él es.”

 

Cuando uno alaba, no alaba por algún atributo con el que Dios lo bendice (por su bondad, por su grandeza, por cómo nos acompaña), sino que lo bendice por Él mismo, en su bondad, en su grandeza. No porque nos la acerca, sino porque nos vinculamos a Él en su más profunda identidad.

 

“2640 San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los hechos de los apóstoles: la comunidad de Jerusalén (cf Hch 2, 47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf Hch 3, 9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf Hch 4, 21), y los gentiles de Pisidia que "se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor" (Hch 13, 48).”

 

A las primeras comunidades cristianas los apóstoles las invitan a expresar este tipo de oración: que recen con cantos y alabanzas a la gloria de Aquél que se sienta en el trono y del Cordero. La alabanza es el lugar donde oramos de cara a la identidad de Dios. Y oramos a Dios de alabanza por el reconocimiento de su propio ser.

 

 

Padre Javier Soteras



* De aquí en adelante, cuando se trate de cita textual del Catecismo de la Iglesia Católica, irá entre comillas.