Don Castillo

viernes, 18 de abril de 2008
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Así se llamaba un vecino que vivía solo al lado de nuestra casa. Era huraño y no se daba con nadie en el barrio.

Mis hijos jugaban en el patio de nuestra casa, que colindaba con la de él y reiteradamente la pelota, los autitos y algún enser más iba a aparar a la casa de Don Castillo que de muy mal modo las devolvía incluso con algunas palabras fuertes…Esto a mi me incomodaba un poco…

 

Tere, mi esposa comenzó a saludarlo cada vez que salía y lo encontraba en la vereda; yo también lo hacía aunque con esfuerzo y los chicos, como son más espontáneos, siempre lo saludaban cuando cruzaban raudamente su vereda en el triciclo…

 

Todas las noches, escuchábamos el sonido de un corcho que deja libre el contenido de una botella, nos dimos cuenta que Don castillo ahogaba su soledad todas las noches de una manera que lo dañaba …

 

Entonces Tere dio otro paso: recuerdo un domingo que había cocinado unos tallarines, perparó una fuente bien adornada y me dijo: Ismael, pásasela por la tapia, ya que es a través de ella,que tantas veces los chicos lo molestan

 

Así fue, me trepé a una escalera y lo llamé a viva voz: apareció con mirada asombrada y sin decir palabras, pero si esbozando una sonrisa, tomo la fuente. Al rato suena el timbre de nuestra casa y aparece Don Castillo con la fuente limpia y un: ”estaban muy ricos”…

 

A partir de allí comenzó una nueva etapa: ya no protestaba con los juguetes que tenía que devolver y ya no los tiraba por la tapia, sino como un abuelo venía por la puerta y se los daba a los chicos en sus manitos…

 

Como llegaban las fiestas de fin de año, Navidad y año nuevo, le propusimos que lo pasara con nosotros y nuestras familias; no lo podía creer, sus ojos demostraban confusión y alegría a la vez; nos dio tímidamente su Si.

 

Llega el 24 de diciembre, y entonces le decimos que nosotros antes de la fiesta, íbamos a misa para celebrar la Verdadera navidad y para sorpresa nuestra decididamente dijo: si me permiten yo los acompaño … y así fue como Don Castillo volvió a una iglesia después de muchos años…

 

A partir de allí, era una invitado especial a todas nuestras fiestas, cumpleaños, casamientos, etc. y lo notable era que desde primera hora de la tarde, si la fiesta era a la noche, ya estaba limpio y cambiado esperando en la puerta con una amplia sonrisa en su rostro

 

Como a mi me gustan muchos los salames de la colonia, cuando su jubilación se lo permitía, me compraba uno y esa era otra oportunidad para estar un rato juntos en la mesa … con su propia iniciativa.

 

Pero había un hecho: no dejaba que nunca entráramos a su casa … siempre en la puerta.

 

En una oportunidad, nos damos cuenta que Don Castillo hacía 2 o 3 días que no estaba en la puerta de su casa. Presentimos que algo le pasaba pero todo era silencio en su casa.

 

Me subo a la tapia y no veo nada, pero alcanzo a percibir como un quejido débil desde una habitación. No sin miedo salto a su casa y en medio de la oscuridad y rodeado de muchos desperdicios, encuentro en el piso a Don Castillo moribundo…

 

De inmediato con Tere llamamos a la ambulancia y lo trasladamos hasta un hospital público donde quedó internado porque estaba grave. Por suerte fue encontrado a tiempo y se comenzó a recuperar, agradeciéndonos que le salváramos la vida.

 

Dije recién que su casa era un desastre: botellas por todo lado, basura acumulada, penumbras, telas de arañas, esas eran sus razones para no dejarnos pasar …

 

Debido al alboroto de la ambulancia y traslado de don Castillo, otros vecinos comenzaron a interesarse de él y su salud, así que nos animamos a proponerles de limpiar la casa , pintarla, así cuando saliera del hospital, podía llevar una vida más digna. Varios dijeron que sí y entonces manos a la obra.

 

El día que don castillo regresó a su casa, por cierto que no la reconoció pero lo que si reconoció fue el amor de muchas personas a las que él no había querido prestar atención y ahora estaban a su lado.

 

Fueron unos pocos meses de otra vida y digo pocos, porque cruzando un día la calle, lo atropella un auto y le quiebra las piernas. Otra vez al hospital y esta vez de allí partió al Paraíso.

 

Recuerdo la noche anterior: fuimos con Tere a verlo y sabiendo de su gravedad, le dijimos que Jesús vendría pronto a buscarlo … contestó que estaba preparado porque también había aceptado que le acercáramos a un sacerdote y pudo confesarse.

 

Le dijimos que siempre estaríamos a su lado y que cuando estuviera en el cielo, intercediera para que fuéramos fieles como él hasta el último momento.

 

Nos miró con cariño, sonrió y esa fue la última vez que estuvimos cara a cara con Don Castillo.