Duelo de Desapego

martes, 26 de noviembre de 2019
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25/11/19- ¿Tuvo la Virgen María que ejercitar el duelo materno del desapego?; con esta pregunta el Padre Mateo Bautista nos invitó a reflexionar sobre el duelo de desapego de María Santísima.

El episodio conocido como “la pérdida de Jesús en el templo” , contiene las primeras palabras pronunciadas por Jesús, en la pascua y en el templo; palabras que se refieren a su persona: «¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?» (2,49). Estas palabras en labios de Jesús está concentrada toda su personalidad y misión.

Este episodio está íntimamente relacionado con la vida, misión, obediencia a la voluntad paterna y divina, pasión, duelo y resurrección del Señor Jesús. Encontramos estos paralelismos:

El niño Jesús se pierde en Jerusalén y el Señor morirá en Jerusalén.

El niño Jesús se pierde en una fiesta de pascua y el Señor morirá en una fiesta de pascua.

El niño Jesús se pierde tres días hasta que lo vuelven a encontrar y el Señor, al morir, desaparecerá tres días hasta que lo vuelvan a encontrar resucitado.

El niño Jesús, para perderse en Jerusalén, tiene que subir desde Galilea; para morir en Jerusalén, el Señor tiene que subir desde Galilea (Lc 9, 51-19,27).

El niño Jesús, ante la angustia de sus padres, manifiesta que su pérdida es necesaria; ante la angustia de sus discípulos, el Señor manifiesta que su muerte es necesaria (Lc 9,22; 13,33).

Cuando el niño Jesús explica el porqué de su pérdida, sus padres no comprendieron sus palabras; cuando el Señor explica el porqué de su pasión, sus discípulos no comprendieron sus palabras (Lc 9,45).

El niño Jesús, al perderse, cuestiona a María, su Madre, y a José: «¿Por qué me buscaban?»; cuando muere, «dos hombres con vestido refulgente» cuestionan a las mujeres: «¿Por qué buscaban entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Acuérdense de lo que les dijo estando todavía en Galilea: “Este hombre tiene que ser entregado en manos de gente pecadora y ser crucificado, pero al tercer día resucitará”» (Lc 24,5-7).

Este episodio registra también un duelo anticipado de la Madre María: «Ellos no comprendieron la respuesta que les dio» (Lc 2,50). «Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón» (Lc 2,51). María es modelo de una fe largamente meditada. Los sucesos los lleva a su corazón para discernir los designios de Dios, en los que también revela su voluntad. La Madre toma conciencia de que su Hijo no es su propiedad y que tiene una misión más allá de los asuntos personales o familiares.

Un hijo no es de la propiedad de los padres, no es utilidad, no es disponibilidad. La misión materna será cuidar, sin apegos, ni posesiones, ni manipulaciones. El desapego no significa dejar de querer, dejar de amar a los hijos, ni olvidar.

 

 

No te pierdas de escuchar la entrevista completa en la barra de audio debajo del título.