11/11/2014 – Todos en algún momento de la vida pasamos por momentos de tristeza, de soledad, donde no encontramos cómo seguir adelante. Sobretodo en esos tiempos es fundamental abrirse a otro que nos pueda acompañar y ayudar a encontrar una salida. Definir quién es la persona también es muy importante, y siempre hay que asegurarse que sea alguien con experiencia de Dios y con formación. Sino puede darse el dicho de que “un ciego conduce a otro ciego”.
En el programa, “Entre Nosotros”, participó el padre Tomás Pastorino, párroco de la parroquia Nuestra Señora de los Remedios, de Monte Cristo y asesor de la comisión Arquidiocesana de la Liga de Madres de Familia. El sacerdote comentó que el acompañamiento espiritual ayuda a poder ver esa presencia de Dios en la vida de uno. Dios no nos abandona, nos da la explicación de lo que va pasando en nuestra vida, pero no al tiempo y a la forma que nosotros queremos.
Además invitó a preguntarle al Señor ¿ Para qué, que querés de mi ? y no encerrarnos en el por qué. De esta forma empezamos a abrir el corazón para que nuestro Padre del Cielo nos hable y nosotros escuchemos lo que Él nos quiere decir. Para esto utiliza la personas que tiene a nuestro lado para acompañarnos.
Muchas veces confundimos acompañamiento espiritual con una confesión. Son dos espacios distintos que en algunos casos pueden ir de la mano pero no necesariamente. Con la gracia del Orden Sagrado, el sacerdote tienen una preparación especial para poder guiarnos. El sacerdote ayuda a la persona a poder ver la voluntad de Dios de acuerdo a lo que la persona le comparte, cómo vive y qué le esta sucediendo. Esto es un proceso, no un suceso, es un camino. El camino puede ser largo o corto, depende de la persona o la situación de vida que esta transitando. El poder acompañar no está únicamente reducido a las personas consagradas, sino que un laico preparado y con experiencia de ser acompañado también puede hacer este servicio.
El Padre Tomas explicó que en el discernimiento necesitamos de alguien de afuera que nos acompañe a ver que lo que tenemos dentro. No hablamos de “dirección” porque no nos dirige, sino que nos sirve de espejo, nos ayuda a ver y conocer lo que hay en nuestro interior, los dones que Dios me regaló. De esta manera elegimos, discernimos qué hacer de acuerdo a lo que nos muestra y ayuda a descubrir quien nos acompaña, para luego elegir seguir igual o cambiar.
Para poder dejarnos guiar y ayudar, debemos abrir el corazón a la persona que nos esta acompañando para que nos pueda ayudar a descubrir por dónde viene pasado Dios y a qué nos invita. Sabiendo que si escuchamos lo que Dios nos dice, vamos directo al camino de nuestra felicidad.
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