El adviento no es algo que pasa, es Alguien que viene.

lunes, 28 de noviembre de 2022

28/11/2022 –  Compartimos la catequesis junto al padre Matías Burgui, sacerdote de la Diócesis de Bahía Blanca.

 

Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión, rogándole”: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque cuando yo, que no soy más que un oficial subalterno, digo a uno de los soldados que están a mis órdenes: ‘Ve’, él va, y a otro: ‘Ven’, él viene; y cuando digo a mi sirviente: ‘Tienes que hacer esto’, él lo hace”. Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe. Por eso les digo que muchos vendrán de Oriente y de Occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob, en el Reino de los Cielos”.

San Mateo 8,5-11

 

 

Comenzamos el tiempo de Adviento, que supone una alegre espera porque el que viene, Jesús, ya está llegando. Adviento quiere decir llegada, esperamos la venida del Señor. Viene a nosotros en el nacimiento de Jesús, memoria creyente del acontecimiento salvífico del Señor, que se actualiza. Y también va llegando mientras crece la expectativa de la segunda venida del Señor. La primera en el seno de María, la segunda entre nubes tras situaciones de mucho sacudón cosmológico. Por eso es necesario levantar la mirada. Lo que hace grande la espera es quien viene.

Siempre asociamos el Adviento con la espera gozosa de la venida del Salvador: esperamos a Jesús. Sin embargo, este año pienso en dar vuelta las cosas: no pensar tanto en Jesús que viene, sino pensar en que Jesús espera venir. Es Dios, que “espera” meterse en la historia, comprometerse con lo que somos y elevarnos para que nos dejemos amar por él de una manera radical. El evangelista Juan lo deja claro: “Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14). Dios hecho hombre nos acompaña y quiere quedarse con nosotros.

¿Qué te parece si en este Adviento cambiás la perspectiva? No pienses solamente en que vos lo esperás a Dios. Él te espera a vos.

El Evangelio de hoy nos presenta el pasaje de la sanación del sirviente de este centurión romano que se acerca al Señor para pedir por su servidor.

HUMILDAD

La Palabra nos invita a acordarnos del Señor con humildad. Este centurión tiene títulos, es un hombre importante, pero vive con humildad y con sencillez. Humildad y sencillez. Él busca a Jesús. sabe en su interior que el Señor tiene algo que nadie más le puede dar. Es más, se presenta con respeto y no es prepotente. ¿Cómo buscamos a Jesús?

VIVÍ LA FE

Este centurión que tiene a su sirviente enfermo: “Señor, mi sirviente está en casa enfermo de parálisis y sufre terriblemente”. Se acerca al Señor porque cree. Jesús le dice “yo quiero ir a tu casa, yo quiero solucionar tu preocupación, yo quiero arreglar esa situación”, pero el centurión contesta desde la fe: “no soy digno de que entres en mi casa”. Es algo que repetimos en cada misa, lo decimos antes de comulgar. Qué lindo que Jesús encuentre fe en nosotros.

INTERCEDÉ

No pienses solamente en vos. La palabra nos muestra que este centurión es generoso, él no piensa solamente en sí mismo, no es egoísta. Su encuentro con Jesús no pasa por pedirle algo para sí, sino para su prójimo. La generosidad implica ver y dar la vida al hermano, cuidar al otro es esto, lo que el centurión hace. Él no buscó otra cosa más que ver a su servidor sano porque lo ve como un hermano. ¿Vos te animas a pedir por el que tenés a tu lado?

Pidamos al Señor nos regale un buen camino de Adviento.