El Amor en cada hecho cotidiano

martes, 9 de septiembre de 2008
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Si yo hablara todas las lenguas de los hombres, y de los ángeles; y me faltara el Amor, no sería más que bronce que resuena, campana que toca.  Si yo tuviera el don de profecía, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimiento y tuviera tanta fe, como para trasladar los montes, pero me faltara el amor, nada soy.  Si reparto todo lo que poseo a los hombres, hasta mi propio cuerpo, pero no por amor, sino por recibir alabanza, de nada me sirve.  El amor es paciente, es servicial y sin envidias.  No quiere aparentar, ni se hace el importante.  No actúa con bajeza no busca su propio interés.  El amor no se deja llevar por la ira; sino que olvida las ofensas y perdona.  Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada lo verdadero.  El amor disculpa todo, todo lo cree.  Todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca pasará.  Pasarán las profecías, callarán las lenguas.  Y se perderá el conocimiento; porque el conocimiento, igual que las profecías, no son cosas acabadas.  Y cuando llegue lo perfecto, lo imperfecto desaparecerá.

1º Corintios 13; 1 – 10

Cuando yo era niño, hablaba como un niño. Razonaba como un niño. Pero ahora cuando soy grande, dejo atrás las cosas de niños. Del mismo modo, al presente, vemos como en un espejo, mal y en forma confusa. Pero entonces, veré cara a cara. Ahora solamente conozco en parte, pero entonces le conoceré a Él, como Él me conoce a mí. Ahora tenemos la fe, la esperanza y el amor. Las tres, pero la mayor de las tres, es el amor.

En el capítulo anterior, en el capítulo 12, Pablo ha hecho mención, junto al once, al tema del cuerpo de Cristo. Al cuerpo que lo constituyen la cabeza y los miembros. Y cuando ha hablado de los miembros que hace y constituyen al cuerpo, Pablo se ha detenido particularmente en todos los carismas que habitan el cuerpo de Cristo, por el don del Espíritu Santo.

Entre los carismas Pablo, ha nombrado muchos de ellos a los que hemos venido siguiendo, a los largo de estos días en la catequesis que nos acercan a su doctrina.

Al final del desarrollo de todos ellos, y saliendo al cruce, corrigiéndolos, a los corintos, que tienen un particular afecto por algunos de los carismas y un poco desordenada la vida comunitaria, el apóstol lo que hace, es sencillamente poner las cosas en su lugar, al final de en forma plena. Diciendo que, de todos los carismas y de todos los dones, ellos para encontrar el orden que están buscando, deben dejarse llevar por la fuerza y la gracia de la caridad, porque esta no es un carisma entre otros, sino que es el camino que conduce a la perfección.

No hace más Pablo que ponerse de cara a la enseñanza central de Cristo Jesús, y regalarnos en ella, toda una posibilidad de hacer presente en medio del mundo, el mensaje central de Jesús. Y vivirlo nosotros.

El camino, dice Pablo, es el del Amor. Ya no les voy a mostrar un carisma. Les vengo a mostrar un camino. El camino es el camino de la caridad. Esta advertencia del apóstol, deja entrever aquello que hemos como descubierto a lo largo de estos días, respecto de los carismas. Ellos tenían una tabla de valores carismático. Y Pablo ha venido a poner las cosas definitivamente en su lugar.

Ellos valoraban los carismas más espectaculares. Y ansiaban poseerlos. Y los que habían sido favorecidos con algunos de estos dones, se sentían casi como por encima de los demás. Por eso les ha enseñado que los carismas son dados por Dios en beneficio de la comunidad, y este orden y beneficio comunitario del don carismático, con el que Dios se revela, en el ejercicio de la caridad encuentra su quicio. Su fuerza edificante.

Pablo ha puesto esto como criterio de discernimiento. Para descubrir si el carisma y el ejercicio del mismo, está en su lugar, debemos nosotros poner, bajo verificación, cuanto edifica el don carismático, que la persona posee, en el ámbito comentario.

Si edifica a este, hay que darle el lugar de privilegio. Por eso Pablo habla de que más importante, por ejemplo, el don de la profecía que el de las lenguas. En el don de lenguas, dice Pablo, la persona se edifica a sí misma. Más si no hay quien la interprete…  

En la vida comunitaria, cuando se da el don de lenguas, y no hay quien interprete este don de lengua, Pablo da una indicación precisa. Que la persona que está orando en don de lenguas que se calle. Cuando surge el don de la profecía en la comunidad, hay que dejar que el profeta se exprese. La profecía en Pablo es claro que es la boca de Dios que habla, para alentar, para sostener, para corregir, para guiar, para conducir. Para hablar de los tiempos que vendrán pero sobre todo sostener los tiempos que se están viviendo.

Éste, claramente edifica la comunidad, dice Pablo. Y entonces el don de la profecía tiene un lugar de privilegio en el ámbito comunitario.

Cuanto también el don de la sanidad, de la curación. De hacer milagros. Pero ninguno de todos estos dones se parece en algo a lo que Pablo propone ahora, el camino. Definitivamente, los carismas encuentran su lugar central en el ejercicio de la caridad.

Todo lo que tenemos y lo que somos, si no lo vivimos en función del amor a Dios por encima de todas las cosas, y a los hermanos como nos amamos a nosotros mismos, en Dios, de nada sirve. Es como una campana que resuena. Pero que no hace nada. Digamos que mucho ruido y pocas nueces. Todo lo recibido es para vivir en la caridad. En esto Pablo, nos deja hoy un camino por recorrer hacia delante.

El camino no es un tema nuevo, en la sagrada escritura. El camino es un tema repetido. Lo podemos ver en modo diverso aparecer a lo largo y ancho de todo el tiempo en que Dios, se comunica con su pueblo ofreciéndole una palabra de redención. Claro cuando hablamos de esto, no hablamos de un concepto. Hablamos de una Palabra que Crea, que transforma, que sale al cruce y lo que dice lo produce. Cuando Dios habla, en su decir, comienza a gestarse una historia nueva.

Por eso, cuando la Biblia quiere hablar de la creación, habla en torno de la Palabra. Dijo Dios, y así ocurrió. En el decir de Dios los acontecimientos de la historia, toman un rumbo nuevo. Él es una palabra creadora. Esta palabra de Dios que sale al encuentro de todos y de cada uno de nosotros, se hace camino. El camino y la Palabra son casi sinónimos en la Sagrada Escritura. Frente a todos los carismas que ha venido anunciando y enumerando Pablo ahora, propone un camino por excelencia. No se trata de otro carisma, como decíamos, sino de un camino. Un camino que abre la Palabra. Y la Palabra es justamente la que hace nueva todas las cosas.

Desde tiempo muy antiguo, camino, derek, se utilizó en un sentido casi figurativo, para referirse a la actividad humana en general. Cuando se quería decir que el hombre realizaba una determinaba actividad, es su camino. Ese es el camino de tal o cual persona.

En Israel los profetas, como los salmos y los libros de la corriente de tipo más sapiencial, enseñaron que los caminos de Yahvé, su modo de ser, eran sus mandamientos. En los mandamientos que Dios da a Moisés hay todo un camino. La ley en realidad es eso. Una pedagoga que acompaña el andar el peregrinar.

En el salmo 119 se usa este término para referirse al cumplimiento de estos mandamientos; los caminos que asegura el pueblo llevarán a la muerte, mientras que los de Yahvé, llevarán a la vida.

Este es el concepto. Los caminos de Yahvé, la Palabra de Yahvé, palabra de amor del Señor, nos lleva a la vida. Israel debía andar por los caminos que el Señor le había trazado.

En el año 1947 a través de un hecho muy fortuito, realmente muy fortuito, caminando por las orillas del mar muerto, comenzaron a hacer puntería sobre un hueco que habían encontrado allí, en las orillas del mar. De repente comenzaron a descubrir como, al entrar las piedras sobre ese lugar, por ese orificio que se abría como un hendidura de un costado del mar, había un ruido como de una ruptura como de una cierta consistencia. Cuando se acercaron se encontraron con la biblioteca antigua más grande que estaba allí esperándolos. La biblioteca de Qum Ram. A partir de ese descubrimiento, se percibió que a aquella comunidad, estaba asociado el último de los profetas del AntiguoTestamento y el primero del Nuevo Testamento, Juan el Bautista.

En la comunidad de Qum Ram, el tema del camino es un tema clave también. Es un tema decisivo. Es más, a la comunidad se define a sí misma como la comunidad del camino, en los escritos que allí aparecen. La forma de vida que lleva la comunidad, como está escrito, dice un texto de Qum Ram, en el desierto, preparen los caminos de Yahvé. Pongan derechos en la estepa su calzada para nuestro Dios. ¿Te resuena esta expresión? Es la típica de Juan del Bautista. Vayan enderezando sus senderos. Es un expresión sumamente suya, pero como toda cosa genuina, tiene su construcción desde otros lugares también. Es la expresión de una comunidad a la que él estaría perteneciendo, la comunidad de Qum Ram. Ahí en el desierto. Una comunidad que particularmente, es penitencial, en su forma de vida, muy aferrada a la ley, y que realiza muchos ritos de purificación y de bautismo.

Esto es propio de Juan el Bautista. Juan el Bautista, todo estaría indicando, ha entrado en contacto con esta comunidad. En esta comunidad el tema del camino, es un tema clave. En el Bautista, siguiendo la línea de la profecía y de la ley, como pedagoga.

Así que cuando el apóstol Pablo dice, yo les voy a mostrar otro camino, está como muy en el corazón de los que lo reciben y en el del mismo apóstol, toda esta experiencia, presente ya, en el Antiguo Testamento.

De hecho, cuando el Pueblo de Israel sale de Egipto, y comienza a buscar su horizonte a través del desierto, buscando alcanzar la promesa de Dios, que lo lleva a la tierra de promisión, hace todo un camino. Un camino que lo recorre donde no hay caminos. En el desierto, todo varía, todo es distinto, de un día a otro. Una duna. Está hoy aquí, mañana se levanta viento, o a la noche, y la que era una referencia para el peregrinar, de el pueblo, está ubicada en otro lugar.

Y entonces el camino varía, y se hace el camino mirando las estrellas. Mirando el cielo, el firmamento marca el rumbo.

Esta es justamente la experiencia que hacen los magos que llegan de oriente. Recorren el camino, por lo que los astros conducen y guían.

¿Y esto por que es muy claro? Mis caminos no son los caminos de ustedes. El hacer de Dios, el obrar de Dios, es mucho más de lo que nosotros nos podemos imaginar, por estas sendas que Dios hace, que no podemos imaginar ni comprender, porque mis caminos no son sus caminos.

Mis caminos-dice la Palabra- son caminos distintos de los de ustedes. Por eso entender el andar de Dios en nuestra vida, lleva tiempo. Entre las personas que vivieron en el último tiempo, el misterio del andar de Dios como nadie, está la vida de Madre Teresa de Calcuta. El otro día, para el regalo que quise hacerle a mi amigo, el padre Ángel, me encontré con un texto que también me lo regalé para mí. “Madre Teresa. Edición y comentario; Brian Coloiefcooc. Ven y se mi luz. Un texto hermoso.

Nadie como ella vivió en este último tiempo, digo yo, esta verdad de Dios que te hace peregrinar, andar y camino. Nadie como ella, comprendió que, los caminos de Dios superan todos los caminos que nosotros podamos imaginar.

Cualquiera diría que esta mujer, habitada profundamente por el Amor de Dios, vivió siempre de cara a Él como, quien conversa con un amigo.

Y la verdad que en un tiempo determinado de su vida cuando ella misma, contando su experiencia interior, habla de la voz que habitaba su corazón, y que le decía “ven se mi luz”, esta expresión, esta realidad era así. Viva, profunda, calaba hondo en su corazón. Esta expresión y esta vivencia de Dios en su corazón a través de esta locución interior, como se llama, era fuerte en su vida. Sin embargo, poco tiempo después, Madre Teresa comienza a descubrir que su peregrinar se hace oscuro. Y que este ser luz es en la sombra, en la oscuridad. Que este ser luz en el Señor, es toda una experiencia que a ella particularmente, le resulta oscura. Tan oscura que decía ella misma. Si alguna vez llego a ser santa, seguramente seré una santa de la oscuridad. Estaré continuamente del cielo. Está hablando de los dones del cielo. Para encender la luz de aquellos que en la Tierra están en la oscuridad. Me pareció una expresión tan encarnada. De un evangelio tan comprometido, queriendo renunciar a todo con tal de vivir en el amor para los demás.

Claro, esto forma parte, lo cuenta ella, en sus cartas, este libro es las cartas privadas de la santa de Calcuta. Que dieron a la luz la oscuridad de la fe con la que vivió. Esta expresión suya, de vivir así tan, hondamente arraigada al querer de Dios, y desprendida de todo, forma parte de un voto privado que hizo. Todo haré lo que me pida por amor, mi Señor. Como un cuarto voto que ella tenía dentro de su vocación. Pobreza, obediencia, castidad, este voto por el amor, este voto de amor, antes de haber recibido, claro, la llamada que Dios le hacía, a vivir en la caridad con los más pobres.

Un bellísimo texto encontré hoy, de lo que el Señor le decía a Madre Teresa de Calcuta, cuando le hacía sentir su voz, como dice ella, cada vez que le hablaba en su interior y le invitaba a reforzar su compromiso por la caridad. Le escribe una carta al obispo, le dice en esta. “Entre Él y yo” Entre Teresa y Jesús. Entre el Señor y ella.

Un día durante la comunión, oí la misma voz muy claramente. Quiero religiosas indias, víctimas de mi amor. Quienes serían María y Marta. Quienes estarían tan unidas a mi, como para irradiar mi amor sobre las almas. Quiero religiosas libres, revestidas con mi pobreza de la Cruz. Quiero religiosas obedientes, revestidas con mi obediencia de la Cruz. Quiero religiosas llenas de Amor, revestidas con la caridad de la Cruz.

Le decía Jesús a Madre Teresa de Calcuta. ¿Te negarás a hacer esto por mi?

Otro día le decía “ Te has hecho mi esposa por amor a mi. Has venido a la India, por mi. La sed que tenías de almas te atrajo tan lejos. ¿Tienes miedo a dar un nuevo paso por tu esposo? ¿Por mi? ¿Por las almas? ¿Se ha enfriado tu generosidad? ¿Soy secundario para ti? ¿Tu no morirás por las almas? Por eso, ¿No te importa lo que suceda?

Tu corazón nunca estuvo ahogado en el dolor, como lo estuvo el de mi Madre. Ambos nos dimos totalmente por las almas. ¿Y tú, tienes miedo de perder tu vocación? ¿de convertirte en seglar? ¿De faltar la perseverancia? No. Tu vocación es amar y sufrir. Y salvar almas. Y dando este paso cumplirás el deseo de mi corazón para ti. Esa es tu vocación. Vestirás con sencilla ropa india. O más bien, como vistió mi Madre. Sencilla y pobre. Tu hábito actual es santo, porque es mi símbolo. Tu sarí, llegará a ser santo, porque será mi símbolo.

Y cuenta Madre Teresa. Traté de persuadir a nuestro Señor de que intentara llegar a ser una religiosa muy fervorosa y santa de Loreto. Una verdadera víctima aquí. En esta vocación, pero la respuesta vino muy clara de nuevo. Quiero hermanas indias. Misioneras de la caridad. Que serán fuego de amor entre los más pobres. Los enfermos, los moribundos. Los niños pequeños de la calle. Quiero que me traigas a los pobres. Y las hermanas que ofrecerían sus vidas, como víctima de mi amor, me traerían estas almas a mi. Se que eres la persona más incapaz. Más débil y pecadora, pero precisamente porque lo eres, te quiero usar para mi Gloria.

¿Te negarás?

Y cuenta ella, en la carta que le escribe el obispo, “estas palabras, o más bien esta voz, me atemorizaron. El pensamiento de comer, dormir, vivir como los indios, me llenaba de miedo. Recé largo rato. Recé mucho. Le rogué a nuestra Madre, María, que le pidiese a Jesús que apartara de mi todo esto. Cuánto más rezaba, más claramente crecía la voz en mi corazón. Y así recé para que Él hiciera conmigo todo lo que quisiera. Y cuenta Madre Teresa de Calcuta; “y pidió una vez y otra vez, y luego una vez más.

La voz fue muy clara. Has dicho siempre “haz conmigo lo que quieras. Ahora quiero actuar. Déjame hacerlo mi pequeña esposa. Mi pequeñita. No tengas miedo. Estaré siempre contigo. Sufrirás y sufres ahora. Pero si eres mi pequeña esposa, la esposa de Jesús crucificado, tendrás que soportar estos tormentos en tu corazón. Déjame actuar, no me rechaces. 

Confía en mi amorosamente, confía en mi ciegamente. Pequeñita, dame almas. Dame las almas de los pobres niñitos de la calle. Como duele, si tú lo supieras. Ver estos niños pobres manchados de pecados. Anhelo la pureza de su amor, si sólo respondieras mi llamada. Y me trajeras estas almas, apartándolas de las manos del maligno. Si sólo supieras cuántos pequeños caen en pecado cada día.

Hay conventos con numerosas religiosas cuidando a los ricos. Y los que pueden valerse por sí mismos. Pero para mis muy pequeños pobres, no hay absolutamente ninguna casa. Es a ellos a quienes anhelo, les amo. ¿Me lo negarás?

Pide a su excelencia, me dice el Señor, que me conceda esto como agradecimiento por los veinticinco años de Gracia que le he dado. Un camino de amor en una llamada a vivir la caridad, como ninguna lo vivió en estos tiempos.

La de Madre Teresa de Calcuta, quien hace carne en su vida, la enseñanza de Pablo hoy, de 1º Corintios 13.

El camino es el Amor.