El ayuno como lucha contra vicios y pasiones

martes, 6 de mayo de 2008
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En todas las religiones el ayuno es un método de purificación interior y una forma de abrirse a Dios y a su virtud. El ayuno corporal tiene que venir acompañado del ayuno espiritual. De este modo, al ayunar el ser humano no solo se enfrenta a su cuerpo, sino también a sus pasiones y a sus pensamientos.

 

Los monjes emplean el ayuno como remedio probado en la lucha para lograr la pureza de corazón, que constituye su verdadero objetivo. Para lograrlo los monjes utilizan distintos medios: la oración y la meditación, el silencio, el trabajo, el amor fraternal y el ayuno.

Con el ayuno los monjes dan comienzo a la lucha contra el vicio, contra los adversarios del alma a los que quieren contener entregándose por completo a Dios.

 

La buena comida y la buena bebida pueden provocar numerosas represiones. El sedentario desagrado y el vacío de lo más profundo del corazón apenas pueden aflorar. Mediante el ayuno nos encontramos con nosotros mismos, con los enemigos de nuestra alma, con aquello que nos mantiene presos por dentro. De este modo, puede aflorar lo que está en nuestro interior, nuestros deseos y anhelos incumplidos, nuestra avidez, aquellos pensamientos que giran en torno a nosotros, en torno a nuestro éxito, en torno a nuestras posesiones, en torno a nuestra salud, en torno a nuestra conformidad, en torno a sentimientos tan nuestros como la ira , la amargura y la tristeza. Mediante actividades o numerosos medios de auto consuelo que encontramos en la comida y en la bebida, se abren heridas que permanecían ocultas a duras penas. El ayuno nos descubre quienes somos. Nos muestra nuestros peligros y nos indica donde tenemos que comenzar la lucha.

 

El relato de las tentaciones de Cristo describe a todos nuestros enemigos. Dios nos pone a prueba en el desierto para conocer los sentimientos de nuestro corazón. Las tentaciones son tres:

 

    

    1- Consiste en que Jesús abuse de su condición de hijo de Dios para colmar sus necesidades.

       

 

            2- Trata sobre el afán de fama y prestigio.

            

            3- Está relacionada con el poder y la avaricia.

 

 

El ayuno y el desierto están relaciones entre sí, en el desierto no disponemos de refugio alguna tras el que nos podamos esconder. Y el ayuno nos hace aún más vulnerables mediante esa falta de refugio. No tenemos nada con que llenar el creciente vacío para poder , literalmente, desbancar los apetitos y necesidades.

 

 

            Mediante el ayuno nos enfrentamos sobre todo contra la gula, la lujuria y la            codicia. La gula no solo perjudica al cuerpo sino que también al espíritu. La gula no solo se debe combatir con el ayuno sino también con lecturas espirituales y oraciones.

Los monjes creen que solo lograrán entenderse con su sexualidad si son mesurados con la comida y la bebida.

 

El ayuno no debe a una negación de la vida, y ante todo, mientras se ayuna no se debe luchar contra uno mismo por miedo a la agitación d ellos instintos. Se trata de dominar nuestros impulsos, de una forma apacible, no mediante una ruptura violenta. El ayuno pretende que los impulsos se alejen de los excesos y el caos. NO es el miedo a la comida o a la sexualidad lo que nos hace ayunar sino la esperanza de poder liberarnos de nuestros impulsos y de que dejen de formar parte de nosotros.

 

Aquel que ayuna para conseguir la admiración de los hombres no experimenta los efectos positivos del ayuno, El ayuno no lo transforma, no lo hace más libre ni más transparente para Dios. Del mismo modo la abstención de malos pensamientos están íntimamente ligados con el ayuno. Mediante el ayuno espiritual se pretende emprender una lucha contra los malos pensamientos, los que no se pueden prohibirse tan fácilmente como los alimentos.

 

El verdadero ayuno hace a los hombres más humildes. El hecho de conocer cuáles son nuestros propios fantasmas nos hace ya un poco más humildes. Al ayunar nos enfrentamos a nuestros propios defectos. No somos suficientes para nosotros mismos, no hallamos la paz en nuestro interior. Experimentamos nuestra mortalidad, debilidad, dependencia de las leyes materiales y debemos reconciliarnos con ellas.

Un ayuno sano debe venir unido al amor al prójimo y a la limosna. El amor fraternal está por encima del ayuno.

 

EL AYUNO Y LA ORACIÓN

 

La oración tiene una relación intrínseca con el ayuno y la limosna. MI oración no es simplemente mental, no se reduce tan solo a un par de pensamientos o de frases, sino que engloba toda mi existencia. Ruego a Dios en cuerpo y alma ; reconozco mediante el ayuno, que yo solo no puedo encontrar el camino, que dependo de la ayuda de Dios. Si queremos orar de todo corazón también debemos exteriorizar la oración de un modo físico. Al ayunar también rezamos con el cuerpo. El propio ayuno es ya una plegaria. Es el clamor del cuerpo hacia Dios. Al ayunar nos convertimos en uno con la persona por la que ayunamos. Nos capacitamos para ser compasivos y misericordiosos.

 

Gandhi decía : “mi ayuno es algo entre Dios y yo”, no ayunaba contra nadie sino siempre por alguien, el requisito indispensable para un ayuno efectivo es, una profunda amistad y un entendimiento recíproco entre aquellos que ayunan y aquellos por los que se ayunan. El ayuno, al que complementa la oración, puede mover algo en los hombres, ya que se trata de una confesión de la propia impotencia pero al mismo tiempo expresa una profunda solidaridad con el dolor de la humanidad y una gran esperanza de que Dios tenga la solución para todos nosotros, y de que ésta solución pueda materializarse.

La oración obtiene la fuerza para ayunar y el ayuno la gracia para orar. Al ayunar nos mantenemos despiertos y nos abrimos al Espíritu, nos volvemos transparentes para el Espíritu de Dios. Así como la luz es un auténtico gozo para un ojo sano, un ayuno moderado es un requisito para la oración. De hecho, en cuanto se empieza a ayunar, el espíritu se apresura de inmediato a establecer un diálogo con Dios. El ayuno y la vigilancia se basan en una espera mística del Señor. Al ayunar los hombres se reconocen pecadores ante Dios y demuestran que no quieren perseverar en su pecado sino volver de nuevo a Dios. El ayuno devuelve el equilibrio y la calma, vuelve a establecer la armonía entre el cuerpo y el alma y facilita la paz al sosegar los pecados.

Existe un último aspecto que resulta importante para mostrar la estrecha relación entre el ayuno y la oración, se trata de la relación entre el ayuno y la Eucaristía, la culminación de la religión cristiana.

 

En la Eucaristía celebramos una comida y una bebida. Aquello de lo que los que ayunan se privan, es lo que se convierte en la Eucaristía en un íntimo acto de unión con Dios. Se consagran la comida y la bebida. Lo que originalmente era un instinto para sustentarse, un instinto que con frecuencia pueda resultar destructivo, un instinto que pretende acapararlo todo, se convierte ahora en un acto de conjunción entre Dios y el hombre.

 

EL AYUNO HOY DIA

 

No es en los monasterios donde se practica normalmente el ayuno. Hoy se trabaja más que en la antigüedad, ya no se dispone de una salud tan buena aparte de que el hombre se halla condicionado por los tiempos actuales. Por el contrario, muchos jóvenes tanto cristianos como no cristianos practican el ayuno. Ayunan por diferentes motivos : por la paz, por la vida. Es la manera de señalar su compromiso con su objetivo. Otros para lograr auto-controlarse, otros por motivos sociales, otros para intensificar sus oraciones y su meditación y otros por motivos de salud.

 

Como todo buen remedio, entraña peligro si se pierde las pautas correctas : el 1er. peligro es el de una cierta negación de la vida ; ya no nos concedemos nada porque como en algún lugar del mundo, alguien tiene menos que comer que nosotros. Otro peligro más es la negación del cuerpo. El ayuno puede degenerar con facilidad en anorexia. Un ayuno sano no consiste en rechazar nuestro físico sino en aceptar nuestro cuerpo, debemos establecer una relación armoniosa entre nosotros mismos y con nuestro cuerpo.

 

Con frecuencia al ayuno se liga el miedo, algunos ayunan por miedo a comer algo nocivo, una alimentación poco saludable desencadena numerosas enfermedades de la civilización (gota, reuma, infarto de miocardio, diabetes, enfermedades cardiovasculares, etc) NO obstante, por otro lado tampoco nos ayuda el hecho de ingerir solamente alimentos que sean sanos y puros por miedo o analizar los alimentos en busca de sustancias tóxicas.

La iglesia siempre ha estado, a lo largo de su historia, en contra de realizar una separación demasiado clara entre alimentos puros e impuros. Ha llevado a cabo una práctica saludable pero nunca ha creado una ideología a partir de ella.

 

La iglesia se ha aferrado, básicamente a la idea de que Dios creó todos los alimentos, por lo que deben ser buenos. Pero al mismo tiempo, ha sido consciente de qué efectos tienen ciertos alimentos en el cuerpo y en el espíritu de los hombres, y ha depositado éste conocimiento en su práctica del ayuno.   Con respecto a esta práctica, cada uno debe probar lo que es bueno para él. Lo único que debe hacer es no dejarse llevar precipitadamente por los prejuicios generales : si se tiene que trabajar también se tiene que comer apropiadamente. 

 

El ayuno en comunidad debería estar vinculado, tal como ocurría en la iglesia primitiva, con el tiempo de oración. Deberíamos juntarnos para rezar cada día : de este modo el ayuno perdería el carácter meritorio que se le podría aplicar. Se trata de elevar una oración y de que la comunidad se abra a Dios.

 

Junto al tradicional ayuno de Cuaresma sería también conveniente practicar el ayuno como preparación para otras festividades como Pentecostés, Navidad, una ordenación sacerdotal o festividades similares. Pero ante todo, el ayuno en comunidad sería una buena forma de prepararse para celebraciones importantes de nuestra iglesia local. Con el ayuno en comunidad, los cristianos podemos franquear numerosos obstáculos, entre las religiones, entre los partidos políticos contendientes. Al ayunar, la iglesia no se manifestará como maestra, que todo lo sabe, sino como una iglesia peregrina que se solidariza con todos los buenos deseos de los hombres y que busca junto a ellos aquello que es bueno, lo que Dios quiere para nosotros.

 

Un ayuno en comunidad sería también un camino a seguir en caso de que surjan problemas que no puedan ser solucionados simplemente con algo de buena voluntad : tal vez alguna tensión entre grupos, frentes endurecidos, que simplemente no se pueden conciliar.

 

El ayuno de toda la comunidad podría purificar la atmósfera, Al ayunar la comunidad reconoce su impotencia a la hora de reconocer sus propios problemas. Apelan a Dios con todo su ser, para que, con su Espíritu sea capaz de derribar todas las barreras que los separan. Ayunar sería, con seguridad, una súplica sincera hacia Dios.

 

El ayuno no debe ser entendido como una forma de autocastigo, y la fe no debe adquirir un carácter siniestro ni negativo hacia la vida. Es por ello que no debemos comprometernos con grandes propósitos que puedan hacer que nos frustremos más y que nos recriminemos que no podemos conseguir nada y que, en el fondo no valemos nada. No debemos enfurecernos con nosotros mismos sino que debemos escucharnos a nosotros mismos y a nuestras necesidades. Un objetivo del ayuno puede ser también el de conocer nuestras propias barreras, con las que tenemos que reconciliarnos, solo podemos cambiar aquello que hemos aceptado.

 

El fracaso siempre es una oportunidad de descubrir algo más de nosotros mismos, y ante todo, puede hacer que seamos un poco más benévolos con los demás. Cuando sintamos que ni siquiera podemos conseguir nuestros propios propósitos, que el deseo de comer es cada vez más fuerte, deberíamos estar agradecidos. No depende de obtener un éxito aparente, sino que se trata de si el ayuno nos hace más sensibles, más bondadosos y más compasivos. No se trata de independizarse de la comida y de la bebida sino de comer y beber con más acato, de disfrutarla realmente, de gozar del regalo de Dios.

 

Otro problema que puede surgir al ayunar con los pensamientos : la rabia, el mal humor, la irritabilidad, la indolencia, los deseos y las necesidades. En primer lugar, no debemos reprimirlos, debemos analizar esos pensamientos, para saber que dicen de nosotros. Preguntarse : ¿Quiénes somos realmente ? ¿Dónde estamos heridos ? ¿Dónde nos sentimos infelices e incompletos ? ¿Qué puede traernos el equilibrio ? Sólo seremos uno con nosotros mismos, cuando aceptemos todo lo que hay en nuestro interior. El ayuno nos permite conocer mucho más de lo que no veríamos simplemente meditando. El ayuno afloja la estructura del alma. Al ayunar no debemos remover demasiado el subconsciente, no debemos pretender descubrirlo todo, de otro modo solo nos confundiríamos. De ahí que solo debamos aventurarnos a llevar a cabo un ayuno intensivo en compañía de otros, o bajo seguimiento de un médico o un sacerdote con experiencia, o en comunidad, con otras personas que también ayunen.

 

La comunidad nos ayuda a no abandonar el ayuno demasiado pronto, es indispensable en un ayuno de varios días, ya que entonces el subconsciente toma impulso, al saber que será recogido por los demás. Se debería dedicar el tiempo del que se dispone al ayunar a la oración o a la meditación, en lugar de rellenarlo con trabajo o durmiendo. Pero, también sería posible, sentarse ante Dios con el estómago vacío y ofrecérselo a Él.

 

Seremos atacados por algunas personas cuando se den cuenta de que ayunamos. No debemos ignorar sus ataques, debemos fijarnos en porque se molestan con nuestro ayuno. Quizás sienten que tras él, se esconde algo de subconsciente elitista, que estamos por encima de ellos y los descalificamos. El efecto que nuestro ayuno produzca a los demás nos dice siempre algo sobre nosotros mismos y sobre nuestra propia motivación. Si el ayuno divide a una comunidad, enfrentándola, significa que algo va mal.