06/06/2018 – La profesora María Gloria Ladislao indicó que “el símbolo del corazón representa lo más íntimo de la persona, donde se juegan las decisiones y aquello que da sentido a cada ser humano. La Biblia nos exhorta a vivir con un corazón apasionado, nos pide que sea todo de Dios”. La especialista en sagradas escrituras subrayó también que “el corazón es el órgano principal del aparato circulatorio porque funciona como una bomba, impulsando la sangre por todo el cuerpo. Actualmente nuestra sociedad lo considera la sede de los sentimientos y de la pasión, en oposición a la cabeza que simboliza el pensamiento y la racionalidad. En cambio, en las antiguas civilizaciones el corazón era considerado el centro del ser. Se sostenía que desde el corazón se originaban no sólo los sentimientos, sino también los pensamientos y las ideas, la voluntad y las decisiones, la conciencia, los valores y desvalores. En este centro que es el corazón se hacían los planes, se pensaba y se juzgaba”.
Ladislao expresó que “el libro del Deuteronomio tiene su origen en una palabra griega, que significa “segunda ley”. Tal designación expresa sólo en parte el contenido del quinto libro del Pentateuco, ya que este, más que un código de leyes en sentido estricto, es una larga y vibrante exhortación destinada a recordar a Israel el sentido y las exigencias de la Alianza. De allí que las prescripciones concretas estén siempre acompañadas de advertencias y reproches, de promesas y amenazas. Este libro se presenta como las últimas palabras de Moisés al final del camino por el desierto. Después de los cuarenta años de caminata, Moisés repasa desde una perspectiva global todas las peripecias del camino. En el primer discurso del libro, cuando Moisés repasa la historia del pueblo, exhorta a no apartar el corazón de Dios, a buscar a Dios con todo el corazón y a meditar en el corazón que Dios es el único dios”.
La biblista también dijo que “Jesús señala que en el amor a Dios y al prójimo está el resumen de toda la Ley. Es decir, nos invita a guardar su Palabra en el corazón. Y en ese sentido, María es la discípula que tiene la actitud fundamental. En los dos capítulos en que se narra la infancia de Jesús, el evangelista Lucas la describe como una mujer que conservaba todas las cosas que vivía junto a su hijo y las meditaba en su corazón. Solo más tarde María comprenderá la verdadera naturaleza de la familia de Jesús. Y la profecía de Simeón, respecto de que ´una espada atravesará tu corazón`, puede interpretarse también en el sentido del discernimiento en la Palabra que María deberá pasar como discípula”.
Gloria Ladislao aseguró que “Jesús se nos presenta como quien es manso y humilde de corazón. Y éste no es de piedra dura y rígida, sino que es un corazón de carne que se deja conmover. No permanece insensible ante nuestro dolor y nuestra miseria. Desde lo más íntimo de su ser, el corazón de Jesús ama y comprende por su gran misericordia. De Jesús podemos decir realmente que es todo corazón”. Finalmente, pidió que “en este mes de junio, en que honramos los Sagrados Corazones de Jesús y María, pidamos al Espíritu Santo que haga nuestro corazón dócil, maleable y sensible a la Palabra de Dios y a las necesidades de nuestros hermanos”.
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