El desierto

jueves, 27 de enero de 2011
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Se define como desierto al territorio donde las precipitaciones anuales son menores a 250 mm. Los desiertos pueden ser de arena o de piedra, y en las zonas bajas se pueden formar salares.

En cuanto al simbolismo, por un lado el desierto representa la soledad, lo inhóspito, el lugar donde las condiciones de vida son duras y adversas; es el lugar de la tentación. Pero también esa soledad hace que el desierto se identifique con un lugar de paz y contemplación, adecuado para el encuentro con Dios.

En las religiones comparadas, se afirma que el desierto es el lugar de la religión monoteísta, ya que el vacío reclama la noción de un dios único. Esto en oposición a las religiones politeístas agrarias, que recogen la multiplicidad de las manifestaciones de la naturaleza.

Para el pueblo de Israel, el desierto es el lugar de su nacimiento. Es el lugar del camino y del encuentro con Dios, el lugar de la Alianza, y también el lugar de la tentación.

En la foto: un monasterio ortodoxo actual en el desierto de Judá.

Las tentaciones de Jesús en el desierto: Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13

En este año 2011, que corresponde al ciclo A, el domingo 13 de marzo,  primer domingo de cuaresma, se leerán las tentaciones en el evangelio según San Mateo.

“La escena de las tentaciones [en el evangelio según San Mateo 4,1-10] está relatada de tal modo que a cada sugerencia de Satanás, Jesús responde con una frase tomada de libro del Deuteronomio (Mt 4,4:Dt 8,3; Mt 4,7:Dt 6,16; Mt 4,10: Dt 6,13).
En esos capítulos del Deuteronomio se trata de un sermón de Moisés al pueblo donde se recuerdan las tentaciones que padeció el pueblo de Israel durante los cuarenta años del desierto y se le recrimina porque no supo ser fiel a Dios.
Mateo nos mostrará en distintas partes de su Evangelio las tentaciones que tuvo que padecer Jesús: de muchas maneras se trató de hacerlo apartar del camino que le había señalado el Padre (Mt 16,1; 16,23; 19,3; 22, 18; 22,35; 27,39-44), pero El permaneció siempre fiel. Ahora, al comenzar el Evangelio, relata todas estas tentaciones en un resumen en el que queda de manifiesto el contraste entre la actitud del pueblo y la actitud de Jesús ante la tentación. Cada vez que el pueblo fue puesto a prueba (por el hambre en el desierto, por la sed o por la idolatría de los otros pueblos) siempre cayó vencido. Jesús, en cambio, se colocó en nuestra misma situación y salió vencedor. Para que lo comprendamos bien, San Mateo describirá a Jesús como padeciendo las mismas tentaciones del pueblo, y en cada caso respondiendo con la frase del Deuteronomio donde se expresa la voluntad de Dios.” (Luis Rivas, Qué es un evangelio, Ed. Claretiana)